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UNIVERSIDAD DEL TURABO
ESCUELA DE CIENCIAS SOCIALES
ANTECEDENTES DE ABUSO SEXUAL EN MUJERES DEPENDIENTES DE
SUSTANCIAS EN CENTROS DE TRATAMIENTO RESIDENCIALES DE
RECUPERACIÓN EN PUERTO RICO
por
María de los Ángeles González Morales
DISERTACIÓN
Presentada como Requisito para la Obtención del Grado
de Doctor en Psicología con Especialidad en Consejería Psicológica
Gurabo, Puerto Rico
abril, 2013
UNIVERSIDAD DEL TURABO
CERTIFICACIÓN DE APROBACIÓN DE DISERTACIÓN
La disertación de María de los Ángeles González Morales fue revisada y aprobada por los
miembros del Comité de Disertación. El formulario de Cumplimiento de Requisitos
Académicos Doctorales con las firmas de los miembros del comité se encuentra
depositado en el Registrador y en el Centro de Estudios Doctorales de la Universidad del
Turabo.
MIEMBROS DEL COMITÉ DE DISERTACIÓN
Delia Patricia González Gutiérrez, PsyD – Universidad Carlos Albizu
Directora del Comité de Disertación
Marviliz Ávila Rodríguez, PhD – Universidad del Turabo
Miembro
Carol López Vega, PsyD – Universidad Carlos Albizu
Miembro
iv
ANTECEDENTES DE ABUSO SEXUAL EN MUJERES DEPENDIENTES DE
SUSTANCIAS EN CENTROS DE TRATAMIENTO RESIDENCIALES DE
RECUPERACIÓN EN PUERTO RICO
por
María de los Ángeles González Morales
Dra. Delia Patricia González Gutiérrez
Directora del Comité de Disertación
Resumen
Un número significativo de mujeres que tienen trastornos de dependencia a
sustancias sicoactivas tienen, además, un historial de abuso sexual y exhiben síntomas
asociados a experiencias traumáticas. El uso de sustancias, en muchos casos, se presenta
como una manera de automedicar síntomas de malestar emocional o trastornos mentales.
En este estudio cualitativo se entrevistaron siete mujeres que se encontraban participando
de tratamientos residenciales de recuperación para la dependencia de drogas en Puerto
Rico con el objetivo de describir el perfil de esta población y explorar si éstas perciben su
uso de sustancias como una secuela de sus experiencias de abuso sexual. El perfil de las
participantes de este estudio coincidió en muchos aspectos con el que describe la
literatura relevante para esta población. Sin embargo, a pesar de que las entrevistadas
refirieron experimentar malestar emocional asociado a los eventos traumáticos de abuso
sexual, menos de la mitad de ellas asoció su uso de sustancias sicoactivas con las
experiencias de abuso sexual. En general, las participantes reconocieron que su uso de
v
sustancias constituye una manera de manejar estados emocionales negativos,
reconocieron tener recuerdos frecuentes y actuales de los eventos de abuso sexual,
recordaron haber usado sustancias para aliviar o sobrellevar estas emociones negativas,
recordaron haber re-experimentado estas emociones al suspender el consumo de drogas y
haber recurrido al uso de sustancias nuevamente para sobrellevar las emociones y
memorias traumáticas. Sin embargo, la mayoría no percibió que su uso de sustancias
podría ser una secuela de sus experiencias de abuso sexual.
vi
TABLA DE CONTENIDO
página
Lista de figuras vii
Lista de apéndices xi
Capítulo I. Introducción 1
Antecedentes y planteamiento del problema de investigación 2
Literatura relevante 17
Marco teórico 30
Preguntas de investigación 36
Objetivos 36
Justificación 37
Definición de términos 37
Capítulo II. Metodología 40
Población y muestra 40
Diseño de investigación 40
Instrumento de medición 42
Validación del instrumento 43
Proceso de recopilación de datos 43
Análisis estadístico propuesto 52
Capítulo III 54
Resultados 54
Datos sociodemográficos 55
Historial de uso de sustancias 63
vii
Historial de abuso sexual 70
Historial de condiciones de salud mental 76
Relación percibida entre el uso de sustancias y el abuso sexual 80
Resumen de los hallazgos principales 88
Capítulo IV 91
Discusión de los hallazgos 91
Conclusiones 95
Limitaciones del estudio 96
Recomendaciones 97
Referencias 101
viii
LISTA DE GRÁFICAS
Gráfica 1: Descripción de las participantes distribuida por edad 55
Gráfica 2: Descripción de las participantes distribuida por estado civil 56
Gráfica 3: Descripción de las participantes distribuida por raza 56
Gráfica 4: Descripción de las participantes distribuida por origen nacional 57
Gráfica 5: Descripción de las participantes distribuida por estatus de vivienda 57
Gráfica 6: Descripción de las participantes distribuida por composición
familiar 58
Gráfica 7: Descripción de las participantes distribuida por zona residencial 59
Gráfica 8: Descripción de las participantes distribuida por historial
reproductivo 59
Gráfica 9: Descripción de las participantes distribuida por nivel educativo 60
Gráfica 10: Descripción de las participantes distribuida por ingreso anual 61
Gráfica 11: Descripción de las participantes distribuida por fuente de ingreso
anual 61
Gráfica 12: Descripción de las participantes distribuida por religión 62
Gráfica 13: Reporte de uso de sustancias por cada sustancia utilizada y por
consumo diario de la sustancia 64
Gráfica 14: Edad de inicio del consumo promedio reportado por cada sustancia 66
Gráfica 15: Total de años de consumo diario reportado por cada sustancia 67
Gráfica 16: Razones para el inicio del uso de sustancias 68
Gráfica 17: Edad de inicio del abuso sexual 72
Gráfica 18: Tipos de abuso sexual 73
ix
Gráfica 19: Duración del abuso sexual 74
Gráfica 20: Servicios recibidos para atender el abuso sexual 75
Gráfica 21: Trastornos mentales diagnosticados 76
Gráfica 22: Servicios recibidos para trastornos mentales diagnosticados 77
Gráfica 23: Sentimientos, pensamientos o comportamientos experimentados
frecuentemente sin que fueran relacionados con algún trastorno
mental diagnosticado por un profesional de la salud 78
Gráfica 24: Relación percibida entre el abuso sexual y el uso de sustancias 80
Gráfica 25: Reporte de recuerdos asociados al abuso sexual 81
Gráfica 26: Reporte de uso de sustancias para sobrellevar o aliviar
sentimientos, pensamientos o comportamientos no relacionados
a un trastorno diagnosticado por un profesional de la salud mental 82
Gráfica 27: Reporte de haber sentido alivio de los sentimientos, pensamientos y
comportamientos luego de haber usado alguna sustancia 84
Gráfica 28: Reporte de haber re-experimentado sentimientos, pensamientos y
comportamientos al suspender el consumo de sustancias 85
Gráfica 29: Reporte de recurrencia al uso, abuso o dependencia de sustancias
luego de haber re-experimentado los sentimientos, pensamientos y
comportamientos 87
x
LISTA DE APÉNDICES
página
Apéndice A: Entrevista de investigación 113
Apéndice B: Invitación a participar como juez en el proceso de validación de
un instrumento de medición para investigación de tesis doctoral 118
Apéndice C: Planilla de validación 121
Apéndice D: Consentimiento del Centro de rehabilitación 132
Apéndice E: Invitación a participar en estudio de investigación 135
Apéndice F: Cernimiento para determinar elegibilidad para participar en estudio
de investigación 137
Apéndice G: Consentimiento informado 141
Apéndice H: Planilla para la recolección de datos 145
Apéndice I: Orientación sobre señales de alerta de posibles efectos asociados
al recuerdo de eventos traumáticos de abuso sexual e información sobre
recursos de ayuda 155
1
Capítulo I
Introducción
En Puerto Rico, la Administración de Servicios de Salud Mental y Contra la
Adicción (ASSMCA) estimó recientemente que cerca de medio millón de personas
padecen de abuso o dependencia de sustancias psicoactivas (ASSMCA, 2009a). Aunque
en las estadísticas de uso, abuso y dependencia de sustancias comúnmente los hombres
han superado a las mujeres, estas últimas exhiben un crecimiento progresivo y
consistente en el consumo de sustancias (Centro de Estudios en Adicción [CEA], 1991,
2003, 2008). Los factores asociados al abuso y dependencia de drogas y alcohol en las
mujeres son múltiples. No obstante, existe investigación abundante que demuestra la
existencia de historial de abuso sexual como un elemento presente en una cantidad muy
significativa de los casos (Najavits, Weiss y Shaw, 1997; Cohen y Hien, 2006; González,
2011).
Las experiencias de abuso sexual en la niñez, adolescencia o adultez están
asociadas a una variedad de trastornos mentales subsecuentes entre los que se pueden
mencionar diversos trastornos del estado de ánimo, de ansiedad, en particular del
síndrome de estrés postraumático, y trastornos de sustancias (Molnar, Buka & Kessler,
2001). De acuerdo al Centro para el Tratamiento del Abuso de Sustancias (CSAT, por
sus siglas en inglés, 2004), las guías clínicas para el tratamiento del abuso y dependencia
de drogas enfatizan la necesidad de atender las condiciones comórbidas al tiempo en que
se presta atención al trastorno de adicción mismo.
El siguiente estudio de investigación titulado “Antecedentes de abuso sexual en
mujeres dependientes de sustancias en centros de tratamiento residenciales de
2
recuperación en Puerto Rico” pretende identificar y describir los antecedentes de abuso
sexual en mujeres que participan de tratamientos de rehabilitación para la dependencia de
sustancias en el nivel residencial en Puerto Rico y explorar si estas mujeres perciben su
adicción como una secuela de la experiencia de abuso sexual.
Antecedentes y planteamiento del problema de investigación
La historia de las drogas en Puerto Rico está ligada al desarrollo del mismo tema
en los Estados Unidos. Hasta finales del siglo XIX las drogas y el alcohol se distribuían
y consumían para propósitos médicos y recreativos sin reglamentación alguna. Para 1909
el Congreso de los Estados Unidos aprobó leyes para prohibir el uso de opiáceos para
cualquier propósito que no fuera médico y en 1914 se aprobó la ley conocida como
Harrison Narcotics Act para regular la venta y uso de narcóticos (López, 2005).
En el año 1918 en Puerto Rico entró en vigor una ley que reglamentaba la
elaboración y consumo de alcohol. La misma trajo como resultado la proliferación de
alambiques para la elaboración y distribución clandestina de la bebida conocida como ron
cañita. A pesar de que esta ley fue derogada en el año 1934, el período de la prohibición
sentó las bases para que la sociedad puertorriqueña comenzara a mirar al consumidor de
sustancias como un delincuente (García, s.f.).
Según López (2005) durante el mandato presidencial de Richard M. Nixon en
1969 se introdujo el concepto de “guerra contra las drogas” que apuntó al problema de las
drogas como uno de índole moral y legal. En 1970, el Congreso de los Estados Unidos
aprobó la ley conocida como Comprehensive Drug Abuse Prevention and Control Act
para convertir en delito grave la posesión de marihuana (Controlled Substance Act, 1970)
y, en el año 1982, el presidente Ronald Reagan implementó el enfoque militar en la lucha
3
contra las drogas al firmar el National Security Decision Directive que clasificó el
problema de las drogas como uno de seguridad nacional (National Security Decision
Directive 042, 1982).
Scarano (2000) indica que en Puerto Rico la política de “mano dura” contra las
drogas llegó con la administración del gobernador Pedro Roselló González en 1993 e
incluyó, por primera vez en la Isla, el uso de la Guardia Nacional para combatir el
trasiego de drogas ilegales. “El proyecto penepeista contra el crimen propone tomar por
la fuerza comunidades donde esté concentrado el trasiego de drogas; en su mayoría,
zonas de bajos ingresos, como los residenciales públicos” (p. 991). Simultáneamente y a
la par con el esfuerzo punitivo gubernamental, los sectores salubristas y académicos
empezaron a defender un nuevo paradigma: que la adicción es una enfermedad crónica
del cerebro y que, como tal, requiere de un enfoque orientado al tratamiento (Leshner,
1997; Marlatt, 1985).
Los tratamientos para la rehabilitación de pacientes de adicción comenzaron a
establecerse en Puerto Rico para la década de los 60. Desde esa época se observó un
interés y una participación de todos los sectores de la sociedad. Por parte del gobierno, se
estableció el Departamento de Servicios contra la Adicción (DSCA) que, mediante la ley
67 del 7 de agosto de 1993 se fusionó con el Departamento de Salud de Puerto Rico
estableciendo la Administración de Servicios de Salud Mental y Contra la Adicción
(ASSMCA). Esta ley le otorgó fuerza jurídica al concepto de adicción como problema de
salud mental y afirmó el derecho de los drogodependientes a recibir servicios de
rehabilitación.
4
Esta Ley Orgánica deposita en la ASSMCA, la responsabilidad primaria de llevar
a cabo los programas de prevención, atención, mitigación y solución de los
problemas de salud mental y adicción o dependencia a sustancias con el fin de
promover y conservar la salud biosicosocial del pueblo de Puerto Rico
(ASSMCA, 2010).
Junto a los esfuerzos gubernamentales, los sectores privados también
establecieron sus servicios de tratamiento en varios niveles y se implementó el concepto
de comunidades terapéuticas (Ramírez, 1978, 1990). Estas destacaban, entre otros
elementos, la costo- eficiencia superior de los programas comunitarios sobre los
gubernamentales, el rol de los ex -adictos y de la familia en la recuperación y la
identificación y tratamiento de los trastornos concurrentes a la dependencia de sustancias
(Ramírez, 2010).
La mayoría de los programas de tratamiento para pacientes con dependencia de
sustancias han sido establecidos y operados por organizaciones de base comunitaria sin
fines de lucro (72%), mientras, las agencias privadas con fines de lucro operan cerca de
un 20% de las facilidades y el gobierno opera un 8%. Entre las agencias de base
comunitaria, el 73% son organizaciones de base de fe religiosa. En cuanto al nivel de
tratamiento que ofrecen, el 67% de los servicios de agencias de base comunitaria son en
el nivel residencial, mientras el 63% de los servicios de las agencias privadas son
ambulatorios (ASSMCA, 2002).
El debate público acerca de cuál sea el enfoque correcto para atender el problema
de la adicción a drogas en Puerto Rico ha sido abundante. Haciendo una breve revisión
de las opiniones expresadas por figuras influyentes del país se pueden observar desde
5
aquellos que defienden la eliminación de penalidades legales o legalización de las drogas
como el juez del Primer Circuito de Apelaciones Federales, Juan Torruellas y el profesor
de criminología de la Universidad Interamericana, José Villa (Delgado, 10 de febrero,
2011) hasta aquellos que apoyan el uso de medicación para tratar las adicciones como el
ex Superintendente de la Policía, José Figueroa Sancha, el ex Secretario del
Departamento de Salud, Lorenzo González Feliciano (Torres, 30 de enero, 2010) y el ex
Superintendente de la Policía, Pedro Toledo (Álvarez, 30 de diciembre, 2010).
Existen, además, quienes se han expresado en contra de las dos alternativas
(legalización y medicación de las drogas) apoyando enfoques orientados al desarrollo de
valores morales. Entre estos se encuentran quienes fueron los dos principales candidatos
a la alcaldía de San Juan en las elecciones del 2008, Jorge Santini y Ferdinand Pérez (The
Associated Press, 3 de junio, 2008).
No obstante, entre los profesionales de la salud parece dominar el apoyo a la
alternativa de la medicación. Así se observa en las posturas del Dr. José Vargas Vidot de
la organización Iniciativa Comunitaria (Torres, 25 de febrero, 2011) y del Dr. Pascual
Merlos (Merlos, 2005). En la “Resolución para una Política Pública Salubrista sobre los
Trastornos Relacionados con el Uso de Sustancias”, el Colegio de Médicos Cirujanos de
Puerto Rico (2009) expresó que:
La terapia farmacológica facilita la normalización de la persona cuyo uso de
drogas ha contribuido a un estilo de vida caótico, reduce eventos adversos de
salud y facilita su participación en otros componentes de tratamiento que atiendan
sus necesidades sociales y de salud. La Terapia Integral Asistida con
Medicamentos tales como la buprenorfina y la metadona son ejemplos de una
6
combinación efectiva de tratamientos farmacológicos con servicios psicosociales
sustentado en evidencia científica el cual debe estar disponible a quienes lo
necesitan.
Esta Resolución fue respaldada con la firma de los directivos del Colegio de Trabajadores
Sociales de Puerto Rico, el Capítulo de Puerto Rico de la National Association of Social
Workers, la Asociación de Psicología de Puerto Rico, el Colegio de Profesionales de
Enfermería de Puerto Rico, la Comisión para la Prevención de la Violencia, la
Asociación de Profesionales de la Adicción en Puerto Rico y la Academia de Psiquiatría
de Puerto Rico.
En términos generales, el debate deja al descubierto la realidad de que en Puerto
Rico no existe consenso acerca de cuáles puedan ser las mejores alternativas para atender
el problema de la adicción a drogas. Esta situación socava la capacidad, tanto del
gobierno como de las agencias privadas, para desarrollar e implementar programas de
tratamiento efectivos para la población con abuso y dependencia de sustancias. Además,
parece ser que algunos sectores miran al problema de la adicción desde la óptica de las
consecuencias que el uso y trasiego de drogas tienen sobre la seguridad de los ciudadanos
mientras que otros grupos enfatizan en las necesidades directas de la persona con
adicción.
La escasez de estudios y datos estadísticos sobre el tema del uso, abuso y
dependencia de drogas y alcohol en Puerto Rico es otra de las circunstancias que dificulta
el obtener una idea clara del problema, su magnitud y sus particularidades. Esto obliga a
evaluar el tema utilizando, en gran medida, la información que se obtiene de los sistemas
7
de investigación e información norteamericanos que estudian el problema entre las
poblaciones que más se asemejan a la realidad puertorriqueña.
Los hispanos de ascendencia puertorriqueña constituyen el segundo grupo
hispano más numeroso en los Estados Unidos con 4.1 millones de habitantes, después de
los mexicanos con 29.2 millones de habitantes. Hallazgos recientes muestran que 1.1
millón de hispanos en los Estados Unidos tienen necesidad de tratamiento para el abuso o
dependencia de sustancias. Los hispanos de ascendencia puertorriqueña tienen mayor
probabilidad de necesitar tratamiento por el uso de drogas ilegales que cualquier otro
grupo hispano en esa nación (Office of Applied Studies [OAS], 2010, 22 de abril).
Según datos contenidos en el estudio Trastornos de sustancias y uso de servicios
en Puerto Rico: Encuesta de Hogares 2008 (ASSMCA, 2009a), para ese año la magnitud
del abuso y dependencia de alcohol en Puerto Rico se estimó en un 16.9% (490,000
personas), mientras, el abuso y dependencia de drogas se estimó en un 3.8% (111,000
personas) de la población general. El estudio que encuestó a 3,180 personas entre las
edades de 15 a 74 años encontró que sólo el 6.1% de los dependientes de alcohol
recibieron servicios especializados de tratamiento. Esto significa que “más del 90% de
las personas con dependencia al alcohol no recibieron ningún servicio especializado para
su condición” (p. 55). Así mismo, sólo el 24% de los dependientes de drogas recibieron
servicios especializados, o sea, “tres cuartas partes de las personas con dependencia a
drogas no recibieron ningún servicio especializado para su condición” (p. 58).
Existen varios factores que explican por qué un número tan reducido de pacientes
de adicción recibieron tratamientos especializados. Por un lado, se encuentra la
percepción que tienen los mismos pacientes respecto a su necesidad de tratamiento. El
8
estudio mostró que, de ese 90% de pacientes con dependencia al alcohol que no recibió
servicios, sólo el 24.1% reconoció tener un problema de consumo de alcohol. Del 76%
de los pacientes con dependencia a drogas que no recibió servicios, sólo el 31.1%
reconoció tener un problema de consumo de drogas. Además, el estudio menciona el
problema del acceso a los servicios indicando que en 39 de los 78 municipios del país
(50%), hubo un 100% de necesidad de servicios no cubierta.
Por otra parte, las unidades de servicio disponibles en la Isla son menores a la
cantidad de clientes con necesidad y en búsqueda de servicios. Los tres sectores que
manejan las distintas facilidades de tratamiento operan de continuo con listas de espera
para ingreso que van desde los 7 hasta los 95 días (ASSMCA, 2002).
Adicional a esto, en Puerto Rico las admisiones de pacientes a tratamientos de
rehabilitación mostraron una reducción progresiva cada año. En el 2003 se reportaron
3,709 admisiones, en el 2004 se reportaron 2,242, mientras en el 2005, se reportaron
2,033 admisiones a tratamiento. Esto representa un 44% (1,676 pacientes) menos en sólo
tres años (Office of National Drug Control Policy [ONDCP], 2007).
Otro factor que no se puede desestimar es la condición socioeconómica de los
dependientes de sustancias que, en su mayoría, no tienen empleo, no cuentan con un
seguro médico, tienen baja escolaridad y viven con un ingreso anual menor de $10,000
(ASSMCA, 2009a). Esto plantea limitaciones para cumplimentar los procesos de ingreso
a tratamientos ya que, una considerable cantidad ellos, requieren que el paciente cuente
con un seguro médico, presente documentos personales, cuotas de ingreso o
mensualidades, recursos familiares de apoyo y esté hábil para realizar los trámites
pertinentes a dicho proceso o tenga quien lo represente para realizar la gestión.
9
La estigmatización de las personas con dependencia de sustancias también figura
como un elemento importante (CSAT, 2009a). De acuerdo con Varas, Santiago,
Neilands, Cintrón y Malavé (2010), estigmatización es el término que se utiliza para
denotar la desvaloración de un individuo debido a su apariencia, comportamientos o
grupos de afiliación. En un estudio realizado entre profesionales de la salud en
adiestramiento en Puerto Rico para identificar las actitudes de estos hacia los pacientes de
adicción encontraron que los encuestados opinaban que la adicción es una condición
auto-infligida debido a flaquezas del carácter, que los adictos constituyen una carga para
los demás y que no pueden o no desean recibir ayuda. De acuerdo al estudio, estas
actitudes negativas resultan en que a estas personas se les nieguen estándares de cuidado
médicos comparables a los del resto de la población. Cuando se considera la adicción a
sustancias en el caso particular de las mujeres “el estigma y el prejuicio asociados al uso
de drogas en la mujer la margina y la rechaza causando el retraso del diagnóstico y por
consiguiente, la falta de intervención temprana y de un continuo de cuidado” (Rodríguez,
2011).
Cuando se analiza la adicción a drogas y alcohol por categoría de sexo biológico
se encuentra que en Puerto Rico los hombres reportan mayores tasas de abuso y
dependencia al alcohol que las mujeres. Retornando al estudio Trastorno de sustancias y
uso de servicios en Puerto Rico: Encuesta de hogares 2008 (ASSMCA, 2009a), se
encuentra que los hombres presentaron un 17.8% de abuso de alcohol mientras las
mujeres presentaron un 7.1%. En cuanto a dependencia de alcohol, los varones
reportaron un 8.0% frente a las mujeres con un 1.9%. Con relación al consumo de
drogas, los hombres informaron un 2.8% de abuso de drogas ante las mujeres que
10
indicaron un 1.0% y, referente a la dependencia de drogas, los hombres reportaron un
3.3% versus las mujeres que indicaron un 0.9%.
En las diferencias por sexo biológico también se encuentra que las mujeres son
juzgadas por la sociedad con mayor severidad y son más estigmatizadas que los hombres
por el consumo de sustancias (Najavits, 2002ª; Addiction Technology Transfer Center
[ATTC], 2006). El estigma social las hace resistirse a buscar ayuda para mantener oculto
el problema (Najavits, 2002b).
Según Battaglia (2009), desde inicios del siglo XX las mujeres han sufrido
marginación y estigma por su consumo de sustancias, han tenido menos alternativas de
tratamiento que los hombres y han estado menos representadas que los varones en la
investigación en el campo de la adicción, lo que provoca un menor entendimiento del
problema de la adicción en mujeres. De acuerdo a un estudio realizado con mujeres
dependientes al alcohol en la Isla de Trinidad, la región del Caribe se ha mostrado
resistente a estudiar el alcoholismo en mujeres porque su prevalencia es menor que la de
los varones y porque estas procuran mantener oculto su comportamiento por causa de la
estigmatización social (Seepersad & Maharajh, 2010).
Battaglia (2009) también indica que a las mujeres se les atribuye ser más difíciles
de tratar que a los hombres. Aunque esta aseveración no se fundamenta en la
investigación científica, pudiera explicar por qué no existen tantos proveedores de
servicios de tratamiento para adicción trabajando con esta población.
Las mujeres con trastornos de adicción presentan diferencias de género en las
barreras de ingreso, utilización y retención en los programas de tratamiento. Así
también, la epidemiología del consumo de sustancias, el contexto social, la
11
etiología y las consecuencias fisiológicas son factores que colocan en desventaja a
las mujeres en relación a los hombres (Carrión, 2011).
De acuerdo a la información que ofrece la Universidad de Puerto Rico en la base
de datos electrónica titulada “Violencia en Puerto Rico: Datos y Estadísticas de Puerto
Rico y sus Municipios” (2009), los hombres presentan una incidencia mayor que las
mujeres en la comisión de asesinatos. En el año 2009 se reportaron 894 asesinatos, de
estos, 848 (95%) fueron cometidos por varones y 46 (5%) fueron cometidos por mujeres.
Las mujeres que abusan o dependen de sustancias tienden a involucrarse en delitos menos
violentos como son el robo en las tiendas, fraudes y recibir o aceptar mercancía robada
(Forsythe & Adams, 2009). Si los varones dominan las estadísticas de crímenes
violentos y las mujeres disimulan su consumo de sustancias por causa del estigma social,
entonces, no sería extraño esperar que las mujeres con problemas de abuso y dependencia
de drogas puedan ser objeto de menor atención que los varones en lo que se refiere a
servicios de tratamiento para su condición ya que no provocan la cantidad de incidentes
violentos que preocupa a la sociedad al tiempo que se esfuerzan por esconder su situación
para evitar el rechazo haciéndola menos evidente.
Por las pasadas décadas la investigación ha documentado que las mujeres con
diagnósticos de abuso y dependencia de alcohol y drogas presentan, en una proporción
significativa, alguna historia de abuso sexual u otro tipo de maltrato anterior al desarrollo
del trastorno (Najavits et al., 1997; Amaro, 2003). El Centro de Tratamiento Residencial
de Mujeres de ASSMCA reportó entre sus clientes un 35.8% de mujeres con historial de
abuso sexual, un 11.3% de ellas con historial de maltrato emocional y un 5.7% con
historial de maltrato físico (ASSMCA, 2009b).
12
En un estudio realizado con 1,181 usuarios de drogas de ambos sexos que se
identificaron como puertorriqueños se encontró que las mujeres reportaron un índice de
abuso físico y sexual significativamente mayor que los varones (Finlinson, Oliver-Vélez,
Deren, Cant, Colón, Robles, et al., 2003). El 24.6% de las mujeres encuestadas informó
haber sido abusada físicamente por un familiar o persona significativa. Estas mostraron
1.8 mayor probabilidad de ser abusadas físicamente que los hombres. Un 36.7% de las
mujeres reportó haber experimentado algún encuentro sexual no deseado, mayormente
durante la niñez, frente a un 4.0% de los varones. El estudio también reveló que el haber
sido abusado físicamente por un miembro de la familia durante la niñez estuvo asociado
positivamente con la experiencia sexual no deseada durante la niñez. Los varones que
fueron abusados físicamente mostraron ser 7.7 veces más propensos a tener una
experiencia sexual no deseada antes de los 12 años de edad que aquellos que no habían
recibido abuso físico. La proporción en las mujeres fue de 5.1 más probabilidad.
Según datos de la Universidad de Puerto Rico (2002), el maltrato emocional y
físico es más frecuente que el abuso sexual en la población general. En los casos
investigados mediante referidos sobre maltrato a menores, el 38.8% de los casos fue en la
modalidad de negligencia, el 50.8% fue maltrato físico, 14.6 % fue emocional y el 12.0%
fue abuso sexual. No obstante, el abuso sexual en las mujeres parece estar más asociado
con una secuela de abuso o dependencia de sustancias que las otras modalidades de
maltrato.
En muestras clínicas, las tasas de por vida de los diagnósticos de trastornos por
abuso de sustancias entre sobrevivientes de abuso sexual, era de 21 a 57 por
ciento, comparado con una escala de 2 a 7 por ciento entre las mujeres que no
13
tenían ese historial. Otro estudio representativo con jóvenes adultas encontró que
43.5 por ciento de las mujeres que han sido víctimas de abuso sexual de niñas,
cumplían con los criterios para un trastorno de abuso de alcohol, mientras que los
criterios sólo los cumplían 8 por ciento de las que no habían sido víctimas de
abuso sexual (CSAT, 2000, p. 3).
El síndrome de estrés postraumático (PTSD por sus siglas en inglés), diagnóstico
que más directamente se asocia con la exposición a eventos traumáticos, está altamente
relacionado con el abuso y dependencia de sustancias. Entre mujeres con PTSD se
estima que el 27.9% tienen un trastorno de alcohol concurrente y un 26.9% tienen un
trastorno concurrente de drogas (Najavits, 2004a).
Najavits et al. (1997) afirman que entre un 30% a un 59% de las mujeres que
abusan de sustancias presentan de manera concurrente un diagnóstico de síndrome de
estrés postraumático que se deriva comúnmente de abuso sexual o físico en la niñez.
Indican, además, que la violación sexual es el evento perturbador que más puede llevar al
desarrollo del síndrome de estrés postraumático tanto en hombres como en mujeres. En
otro estudio, Najavits (2002a) dijo que entre un 55% a 99% de las mujeres que participan
de tratamientos para el abuso de sustancias han experimentado trauma, típicamente,
abuso físico o sexual en la niñez, violencia doméstica o violación. Lee, Lyvers &
Edwards (2008) encontraron que los eventos de abuso sexual que incluyen penetración y
una menor edad de la víctima están directamente relacionados con una mayor
sintomatología depresiva.
Según Cohen y Hien (2006), el 80% de las mujeres que busca tratamiento para el
abuso de sustancias reportan historiales de violencia física, sexual o ambas. Los hombres
14
con trastornos de sustancias exhiben índices de dos a tres veces menores que las mujeres
(Najavits et al., 2009). Entre las mujeres encarceladas, siete de cada diez han sido
víctimas de abuso físico y sexual severo y prolongado, principalmente, durante la niñez
(CSAT, 2004).
El trastorno de estrés postraumático es común entre las personas que han sufrido
abuso sexual en la niñez. “Entre la gente con problemas por abuso de sustancias, los que
tienen historiales de abuso infantil están más propensos a cumplir con los criterios de
diagnóstico para PTSD… y el PTSD está asociado con resultados menos exitosos en el
tratamiento” (CSAT, 2000 p. 6). Además, las personas con PTSD tienden a abusar más
de sustancias fuertes como la cocaína y la heroína y los síntomas de PTSD constituyen un
factor precipitante del uso de drogas (CSAT, 2004).
Según el Centro de Ayuda a Víctimas de Violación (CAVV, 2007), el abuso
sexual incluye todo comportamiento o manifestación de la sexualidad en donde no existe
consentimiento de una de las partes o donde una de las partes no cuenta con la edad
mínima requerida para otorgar ese consentimiento.
Es un acto de violencia deliberado por parte de la persona agresora donde se
ultraja emocional y físicamente la integridad del ser humano. Es una dinámica de
abuso de poder y control, que incluye el abuso psicológico, la intimidación y
manipulación de la víctima. La violencia sexual incluye la agresión sexual entre
parejas, por un extraño, por un conocido o por un familiar (CAVV, 2007, p. 5).
El abuso sexual provoca serias consecuencias de salud mental en sus víctimas. En
el informe titulado Perfil Estadístico: Año Fiscal 2005-2006, el CAVV (2007) informa
que los síntomas más comunes reportados por las personas atendidas fueron miedo o
15
temor (38.6%), ansiedad (30.5%), culpa (24.8%), depresión (24.4%), pesadillas (22.8),
desconfianza (20.5%) y confusión (18.5%). También las víctimas pueden experimentar
humillación, repetición mental, desorden de sueño y alimentación, conducta sexualizada,
trastornos de conducta, desorientación, ideas suicidas, negación, problemas de
aprendizaje y disfunciones sexuales.
De acuerdo a las cifras reportadas por el CAVV en su informe estadístico 2011-
2012 (Vera Rosado, 2013), se estima que en Puerto Rico ocurren más de 54 mil casos de
abuso sexual contra menores cada año. Apenas el 12% de estos casos son reportados a
las autoridades.
En este informe, el 86% de los casos reportados fueron mujeres. El 57% de los
pacientes atendidos tenía 14 años de edad o menos al momento de la entrevista inicial en
esta agencia. El informe estimó que en Puerto Rico el 11% de los jóvenes de cuarto año
de escuela superior ha sido víctima de agresión sexual en algún momento de sus vidas.
En comparación con el informe de la misma agencia para el año 2006-2007
(CAVV, 2007), el 83.3% de los casos atendidos en esa agencia fueron del sexo femenino,
52.6% tenían 14 años de edad o menos al momento de la entrevista inicial y el 73.6% de
los casos tenía 19 años de edad o menos al momento del abuso. En cuanto al momento
en que se reportó el incidente, el 71.3% de los casos se reportó dentro del primer año a
partir del suceso, 16.3% demoró entre dos a cinco años, un 9.0% tardó entre 5 a 15 años y
para un 3.3% de los casos pasaron más de 20 años antes de reportarlo.
La atención para las personas que han sufrido abuso sexual requiere de servicios
médicos y psicosociales en diferentes niveles a corto y largo plazo (CAVV, 2007). La
intervención médica, por ejemplo, pudiera ser necesaria desde el nivel de las salas de
16
emergencias hospitalarias. El informe del CAVV (2006) reporta 1,055 casos de abuso
sexual que recibieron atención en salas de emergencias durante ese año. En comparación
con los casos atendidos en el año 2001 (597 casos), se observó un aumento de un 44%.
La atención médica incluye, además, los servicios pertinentes al contagio con
enfermedades sexualmente transmisibles o embarazos producto del abuso sexual.
Además de la atención médica, las víctimas de abuso sexual necesitan recibir
servicios para los síntomas emocionales y posibles trastornos mentales que podrían
derivarse de estos eventos. Los servicios pueden incluir farmacoterapia, psicoterapia,
consejería, servicios de apoyo familiar y espiritual. Existe una variedad de tratamientos
que han probado ser efectivos para atender los síntomas asociados al síndrome de estrés
postraumático entre los que se encuentran la terapia cognitiva conductual, la
farmacoterapia, la desensibilización y reprocesamiento mediante movimiento de los ojos
(EMDR, por sus siglas en inglés), terapia psicodinámica e hipnosis terapéutica, entre
otras (Foa, Keane, Friedman & Cohen, 2009).
Los modelos de psicoterapia para tratar el trauma por abuso sexual han
demostrado su efectividad en las modalidades individuales (Price, Hilsenroth, Petretic-
Jackson & Bonge, 2001) y grupales (Alexander, Neimeyer, Follette, Moore & Harter,
1989; CSAT, 2005). Las víctimas de abuso sexual con condiciones comórbidas como los
trastornos de sustancias podrían recibir tratamientos en secuencia (tratar un trastorno
primero y luego el otro) o tratamientos paralelos (atender ambos trastornos al mismo
tiempo pero con distintos proveedores). No obstante, los tratamientos integrados (ambos
trastornos tratados simultáneamente por el mismo proveedor) parecen ser los más
efectivos (Foa et al., 2009).
17
Probablemente, el obstáculo principal para ofrecer servicios a estas víctimas
radica en el considerable por ciento de estas que no lo reportan.
Según estimados del Centro de Control de Enfermedades del Departamento de
Salud Federal (CDC), sólo el 16% de los casos de violencia sexual son reportados
a las autoridades. Durante el año 2006 en Puerto Rico se atendieron en la Policía
un total de 2,899 querellas relacionadas con las diversas manifestaciones de la
violencia sexual, a saber; actos lascivos, incesto, agresión sexual conyugal,
violación y sodomía. Tomando en cuenta lo establecido por el CDC, podemos
estimar que en la Isla ocurrieron durante este año alrededor de 18,000 casos, lo
que es equivalente a 49 casos diarios (Departamento de Salud, 2007, p. 3).
De aquellas víctimas de abuso sexual que no reportan la agresión y, por ende, no reciben
servicios, las que desarrollan un trastorno de abuso o dependencia a sustancias tienen la
probabilidad de ser revictimizadas por una sociedad que las estigmatiza y un sistema que
les ofrece pocas alternativas de tratamiento.
Literatura relevante
Las primeras posturas adoptadas para explicar el uso problemático de sustancias
declaraban que la adicción era un problema de índole moral. Este planteamiento sostenía
que el uso excesivo de drogas o alcohol representaba una resistencia a cumplir los
códigos de ética y moral de la sociedad. Se consideraba un comportamiento
irresponsable, perverso y seleccionado libremente por el individuo (Thombs, 1999).
Con el trabajo de investigación de las pasadas cuatro décadas se ha afirmado la
teoría de que la adicción es una enfermedad crónica del cerebro (Leshner, 1997; Volkow,
Fowler & Wang, 2003) que incluye componentes de predisposición genética y factores
18
psicosociales (Peterson Sinclair & Summers, 2011). La adicción ahora es vista como el
estadio final de una serie de transiciones que van desde el uso inicial voluntario hasta la
pérdida del control conductual convirtiendo el uso ocasional en uno habitual y
compulsivo. Esta transición se debe a cambios en el comportamiento químico y la
plasticidad del cerebro ocasionados por la presencia repetida de sustancias psicoactivas
(Everitt & Robbins, 2005; Yin, 2008).
Aunque el consumo de sustancias a menudo ocasiona cambios en el cerebro que
provocan el desarrollo o la intensificación de un trastorno adictivo, la realidad es que no
todas las personas que consumen sustancias terminan abusando o dependiendo de ellas.
La investigación apunta hacia una vulnerabilidad en la naturaleza neurobiológica del
sujeto dependiente a sustancias que es, principalmente, genética. Esta vulnerabilidad
subyacente en los trastornos adictivos involucra un daño o malfuncionamiento en las
funciones de motivación-recompensa, regulación del afecto e inhibición del
comportamiento que hace que el impulso normal que mueve a las personas hacia la
búsqueda de placer o gratificación se convierta en uno inexorable (Goodman, 2009).
Entender la adicción como una enfermedad ha tenido unas implicaciones muy
importantes para los aspectos del manejo y tratamiento. Cuando la persona adicta era
considerada como alguien que desafiaba o desatendía la ley o la moral pública, el manejo
debía ser uno punitivo. El propósito no era otro que sancionar al individuo por aquel
comportamiento voluntariamente asumido que se oponía a lo aceptado por el grupo
social. A estas personas no se les consideraba merecedoras de ayudas o cuidados sino de
un castigo que pudiera rectificar la mala conducta o saldar la deuda con la sociedad
(Thombs, 1999).
19
Una vez establecida la visión de adicción como una enfermedad, necesariamente,
se desarrolló la respuesta de tratamiento. Los tratamientos han ido evolucionando a partir
de la investigación en el campo de la adicción y, en la actualidad, cuentan con guías
clínicas para atender adicciones específicas en poblaciones particulares. El Instituto
Nacional sobre el Abuso de Drogas (NIDA, por sus siglas en inglés, 2010) en el
documento titulado “Principios de Tratamiento para la Drogadicción: Una Guía Basada
en las Investigaciones” propone que se observen los siguientes principios al tratar la
drogadicción:
1. La adicción es una enfermedad compleja pero tratable que afecta el
funcionamiento del cerebro y el comportamiento.
2. No hay un solo tratamiento que sea apropiado para todas las personas.
3. El tratamiento debe estar fácilmente disponible en todo momento.
4. El tratamiento eficaz abarca las necesidades diversas de la persona, no solamente
su problema de abuso de drogas.
5. Para que el tratamiento sea efectivo, es esencial que el paciente lo continúe
durante un período adecuado de tiempo.
6. La terapia individual y de grupo, además de otros tipos de terapia de la conducta,
son las formas de tratamiento más comunes para el abuso de drogas.
7. Para muchos pacientes, los medicamentos constituyen un elemento importante del
tratamiento, especialmente cuando se combinan con la orientación psicológica y
otros tipos de terapia de la conducta.
20
8. El tratamiento de cada paciente debe ser evaluado continuamente y, de ser
necesario, modificado para asegurar que se mantenga a la par con cualquier
cambio en su condición.
9. Muchas personas con problemas de drogadicción también tienen otros trastornos
mentales.
10. La desintoxicación médica es sólo la primera etapa del tratamiento para la
adicción y por sí misma hace poco para cambiar el abuso de drogas a largo plazo.
11. El tratamiento no tiene que ser voluntario para ser eficaz.
12. El uso de drogas durante el tratamiento debe ser supervisado constantemente, ya
que pueden ocurrir recaídas durante el tratamiento.
13. Los programas de tratamiento deben incluir exámenes para el VIH/SIDA, la
hepatitis B y C, la tuberculosis y otras enfermedades infecciosas, además de
brindar una terapia especialmente dirigida a ayudar a los pacientes a modificar o
cambiar aquellas conductas que los ponen en riesgo de contraer o transmitir
enfermedades infecciosas.
Las diferencias por razón del sexo biológico tienen que ser consideradas en el
tratamiento de las adicciones. Desde una perspectiva biosicosocial, las mujeres tienen
características únicas en maneras que son relevantes al uso de sustancias, a los trastornos
de sustancias y a los tratamientos para esos trastornos (CSAT, 2009a).
Entre los hombres y las mujeres existen diferencias fisiológicas que no se pueden
desatender. Se ha encontrado que unas mismas sustancias activan zonas diferentes del
cerebro de acuerdo al sexo biológico del usuario (Sherman, 2006), que el procesamiento
de drogas como la cocaína y su respuesta neurológica son diferentes (Bowersox, 1996;
21
Williams, 2002; Whitten, 2004), que el cerebro de las mujeres muestra mayor
vulnerabilidad al alcohol que el de los varones (Addiction Technology Transfer Center
[ATTC], 2006; CSAT, 2009a) y que difieren en el procesamiento metabólico de
sustancias como el alcohol haciéndolas más propensas a daños físicos (National Institute
on Alcohol Abuse and Alcoholism [NIAAA], 2004) y del hígado (OAS, 2005,
septiembre; OAS, 2008, 3 de junio). Típicamente, el progreso desde el momento del
primer uso hasta la dependencia de heroína, cocaína y marihuana es más rápido en las
mujeres (Hanson, 2002) y son más propensas a morir por causa de la adicción (Najavits,
2002a).
Existen, además, factores psicosociales en lo relativo a las diferencias en el uso de
sustancias entre los hombres y las mujeres. Estas prefieren sustancias distintas a los
hombres y las usan por razones diferentes y son más propensas que sus contrapartes del
sexo opuesto a depender de sedantes y drogas diseñadas para el manejo de síntomas de la
ansiedad y los problemas del sueño. Las mujeres muestran una tendencia menor a usar
alcohol y marihuana que los varones (NIDA, 2000).
Swan (1997) indica que las mujeres parecen tener más trastornos depresivos
previos al uso de drogas y alcohol mientras que los hombres presentan una mayor
ocurrencia de depresión posterior al trastorno de sustancias. Además, en las mujeres se
observan más trastornos mentales concurrentes con el abuso de sustancias que en los
varones (CSAT, 2009a). En un estudio que realizó con drogodependientes de ambos
sexos encontró que el 70% de las mujeres presentó algún trastorno afectivo o de ansiedad
frente a un 48% de los hombres. El 46% de las mujeres presentó PTSD frente a un 24%
de los hombres. Por su parte, Najt, Fusar-Poli y Brambilla (2011) sostienen que las
22
mujeres con trastorno bipolar tienen un riesgo mayor de alcoholismo que los varones con
el mismo trastorno del estado de ánimo.
Entre adolescentes con trastornos concurrentes, los varones con abuso de
sustancias exhibieron mayor prevalencia de trastornos del comportamiento perturbador
mientras que las féminas presentaron mayor prevalencia de trastornos depresivos (Martin,
2003). Por otra parte, entre jóvenes adultos afroamericanos se encontró que las mujeres
exhibían una prevalencia de trastornos psiquiátricos de un 25.6% versus un 17.4% en los
varones (OAS, 2010, 21 de enero). Mientras tanto, entre envejecientes las mujeres
presentaron un riesgo mayor de abusar de alcohol y medicamentos recetados dado que su
uso de medicamentos debido a condiciones médicas y el aislamiento social suelen ser
mayores (Grella, 2009).
En una muestra de usuarios de heroína no inyectada en Puerto Rico se encontró
que el 35.1% de las mujeres informó tener historial de abuso sexual ante solo un 3.6% de
los hombres. Estas reportaron un 40.5% de síntomas severos de PTSD frente a un 25.7%
en los varones, un 31.0% de ellas indicó tener síntomas de depresión severa ante un
23.8% de los hombres mientras un 36.5% de las féminas dijo tener síntomas severos de
ansiedad frente a un 16.3% de los varones (Sosa-Zapata, Colón, Robles & Cabassa,
2007).
Los hombres y las mujeres tienen recurrencias en proporciones y por motivos
distintos. Las mujeres tienden a recaer menos, probablemente, porque se adhieren a
servicios de apoyo con mayor frecuencia que los varones y demuestran mayor conciencia
de los problemas asociados al uso de sustancias. Las recaídas de las mujeres se vinculan
más con emociones negativas, problemas interpersonales y respuestas impulsivas ante los
23
pensamientos relacionados con las sustancias, mientras que las recaídas de los hombres
tienen mayor relación con experiencias positivas (Stocker, 1998; Walitzer & Dearing,
2006).
Las mujeres suelen buscar más tratamientos para la adicción y responden mejor a
estos que los varones pero, a su vez, enfrentan más barreras para ingresar a los servicios.
Estas tienden a adoptar las conductas adictivas de sus parejas mientras que los hombres
no; son más propensas al aislamiento social, tienen más problemas emocionales,
desarrollan más enfermedades, problemas reproductivos y de la sexualidad, reciben
menos apoyo de sus parejas al entrar a tratamientos, tienen menos recursos económicos y
sufren más incidentes de violencia que los hombres (Najavits, 2002a; Najavits & Lester,
2008, CSAT, 2009a).
Los aspectos asociados al embarazo y la maternidad también juegan un papel
importante. Su impacto se deja ver en la búsqueda, adherencia y resultados de los
tratamientos (CSAT, 2009a). De acuerdo a los datos publicados por NIDA (s. f.) acerca
de la Encuesta nacional sobre el embarazo y la salud, “una vez que la mujer se
desintoxica con éxito y se inscribe en un programa de tratamiento, son sus hijos los que
constituyen la motivación para mantenerse libre de drogas”. La misma publicación
destaca que, ante el embarazo y la maternidad, las mujeres hispanas exhiben menor uso
de sustancias que las americanas o las afroamericanas.
Según la Oficina de Estudios Aplicados (OAS, 2008, 21 de mayo) las mujeres
tienden a reducir significativamente su consumo de sustancias durante el embarazo.
Datos combinados del 2002 al 2007 en los Estados Unidos revelaron que el uso de
alcohol, cigarrillo y marihuana entre las mujeres de 18 a 44 años de edad fue mayor entre
24
aquellas que no estaban embarazadas y que no tenían niños bajo su cuidado. El consumo
de sustancias se redujo progresivamente según avanzaban los trimestres de la gestación.
Los mismos datos demostraron que, una vez ocurrido el nacimiento, el consumo de
sustancias retornaba. “A pesar de que la tendencia del uso de drogas en general comienza
a disminuir 3 meses antes del embarazo y sigue bajando a través de todo el período de
gestación, las mujeres no descontinuaron el uso de la droga” (NIDA, s. f.).
Las historias de eventos traumáticos están significativamente asociadas al inicio y
desarrollo de trastornos de sustancias en mujeres (CSAT, 2009a). Cuando se trata de las
mujeres que tienen diagnósticos concurrentes de PTSD y abuso de sustancias se observa
que estas exhiben un menor cumplimiento del mantenimiento de su recuperación que
aquellas que sólo padecen trastornos de sustancias. También presentan un uso mayor de
los servicios de rehabilitación residenciales que son más restrictivos e intensos debido la
severidad de la adicción de sus pacientes, un mayor número de readmisiones en este nivel
de tratamiento y un mayor uso de servicios hospitalarios para tratar condiciones asociadas
a su adicción (Najavits, Sullivan, Schmitz, Weiss, Catherine & Lee, 2004).
En un estudio comparativo entre mujeres con ambos diagnósticos y mujeres con
PTSD solamente, Najavits, Weiss y Shaw (1999) encontraron que las pacientes con
ambos trastornos exhibían consistentemente un perfil clínico más severo. Estas
presentaban peores condiciones de vida en general, mayor comportamiento criminal y
mayor cantidad de parejas con problemas de uso de drogas. En otros estudios que
compararon los mismos grupos (mujeres con ambos diagnósticos y mujeres con PTSD
solamente), se reveló la presencia de distorsiones cognitivas más elevadas en aquellas
que exhibían ambos diagnósticos (Najavits, Gotthardt, Weiss & Epstein, 2004) y mayor
25
presencia de ideas e intentos de suicidio y autoagresión (Harned, Najavits & Weiss,
2006).
Algunos grupos de mujeres en particular exhiben prevalencias significativas de
abuso sexual y uso problemático de sustancias. Entre estos se encuentran las mujeres con
historial delictivo y/o en el sistema carcelario, las mujeres con historial de violencia
doméstica y las lesbianas. De acuerdo a informes presentados por dos programas
carcelarios para mujeres con abuso de sustancias en Estados Unidos, el 90% de las
participantes habían sufrido algún tipo de abuso a edad temprana. De ellas, el 90%
habían sufrido abuso sexual (CSAT, 1999).
Las mujeres con historial de violencia doméstica presentan índices elevados de
abusos de sustancias y sexual. Las personas que han sido víctimas de maltrato en la
niñez presentan un riesgo mayor de involucrarse en relaciones con parejas maltratantes lo
que les pone en la situación de ser revictimizadas. Como consecuencia, estas personas se
encuentran en un riesgo mayor de abusar y depender de las sustancias (CSAT, 2008).
Por su parte, entre las mujeres con orientación sexual al lesbianismo se reporta
mayor uso y dependencia de sustancias que entre las mujeres heterosexuales (CSAT,
2009a). En estudios realizados con mujeres lesbianas se informa que un 21% han sido
abusadas sexualmente en la niñez y un 15% durante la adultez (CSAT, 2009b). Estas
presentan entre 20% a 25% de uso fuerte de alcohol mientras las heterosexuales
presentan entre un 3% a 10%. Estas suelen ser más propensas al consumo de las drogas
que se usan en las fiestas como éctasy y ketamina (“party drugs”) y se estima que una
tercera parte de las lesbianas son alcohólicas (Najavits, 2002a).
26
En la encuesta de hogares realizada por Gilman et al. (según se cita en Phelan,
Whitehead & Sutton, 2009) que incluyó 125 personas que reportaron comportamiento
homosexual en los pasados cinco años y 4,785 personas que reportaron comportamiento
exclusivamente heterosexual, se encontró que un 20.9% de las mujeres lesbianas
informaron padecer o haber padecido PTSD frente a un 5.9% de las mujeres
heterosexuales. Igualmente, un 19.5% de las lesbianas dijeron padecer o haber padecido
de algún trastorno de sustancias frente a un 7.2% de las heterosexuales lo que sugiere
que, entre las lesbianas, los trastornos concurrentes de abuso de sustancias y PTSD
muestran índices elevados.
Las mujeres con abuso o dependencia de sustancias también muestran incidencias
elevadas de trastornos mentales co-ocurrentes (CSAT, 2009c). Al mirar la experiencia en
los tratamientos de rehabilitación para adicción en mujeres con historias de abuso sexual
o PTSD se encuentra que éstas alcanzan menores resultados que las que tienen uno solo
de los diagnósticos e internalizan un sentimiento de fracaso al no alcanzar el éxito en los
tratamientos que habitualmente funcionan para otras mujeres con adicciones (Najavits,
2004b). En un estudio con 77 mujeres con ambos diagnósticos, Najavits et al. (2004)
encontraron que éstas habían participado en un promedio de 14 programas distintos y con
cuatro modalidades diferentes de tratamientos siendo las intervenciones individuales y la
medicación los más utilizados. En los tratamientos grupales el enfoque estaba dirigido
mayormente al abuso de las sustancias mientras que el asunto de su historial de abuso y
PTSD se manejaba, principalmente, mediante intervenciones individuales.
En un estudio comparativo más abarcador con 428 pacientes dependientes de
cocaína que recibieron tratamiento en el nivel ambulatorio se encontró que los que tenían
27
diagnósticos concurrentes de sustancias y PTSD presentaron un mayor impedimento para
iniciar y mantenerse en el tratamiento en comparación con los que solo tenían
diagnósticos de sustancias. Estos, además, mostraron una pobre mejoría en cuanto al uso
de alcohol y problemas psicosociales (Najavits, Harned, Gallop, Butler, Barber, Thase, et
al., 2007).
En una muestra de 146 mujeres deambulantes con trastornos de sustancias que
participaron de un tratamiento residencial de 12 meses de duración se encontró que el
69% de éstas tenían historial de abuso. Las que presentaban este historial no mejoraron
de modo equitativo en comparación con las que no habían sufrido abusos. Su progreso
fue menor en cuanto a funcionamiento psicológico, abuso de sustancias y exposición
continuada a situaciones traumáticas (Sacks, McKendrick & Banks, 2008).
En el seguimiento de 700 pacientes en el transcurso de un año posterior a haber
recibido un tratamiento residencial para el trastorno de sustancias se observó que los
pacientes con historial de abuso mostraron una peor condición psiquiátrica y una mayor
necesidad de hospitalizaciones psiquiátricas y tratamientos ambulatorios que aquellos sin
historial de abuso. Estos pacientes, a su vez, informaron haber tenido una mayor
cantidad de tratamientos médicos y psiquiátricos previos al tratamiento residencial
(Pirard, Sharon, Kang, Angarita & Gastfriend, 2005).
En un estudio entre mujeres con problemas de consumo de sustancias e historial
de abuso, Clark y Young (2009) encontraron que aquellas que participaban mediando
alguna obligación de ley presentaron mejores resultados que aquellas que participaban
voluntariamente. Las que participaron de tratamientos mandatorios mostraron una
28
mejoría significativa en los indicadores de salud mental, uso de drogas, uso de alcohol y
síntomas de trauma.
En un estudio cualitativo en que se entrevistaron unas 27 mujeres con ambos
historiales de sustancias y trauma (Harris, Fallot y Wolfson Berley, 2005) para identificar
temas relevantes al mantenimiento de su abstinencia y recuperación las participantes
señalaron cuatro factores de apoyo y tres obstáculos principales. Los factores que
aportan al sostenimiento de la recuperación fueron aquellos relativos a (1) la conexión
con personas que les demuestran empatía y comprensión, (2) el desarrollo de auto-
conciencia, (3) un sentido de significado y propósito en la vida y (4) el ejercicio de la
espiritualidad. Por su parte, los obstáculos principales que identificaron fueron (1) las
batallas contra los estados de ánimo depresivos, (2) los hábitos y patrones de
comportamientos auto-destructivos y (3) el pobre ejercicio de auto-control.
El mencionado estudio plantea que, para que los tratamientos de rehabilitación
para mujeres con trastornos de sustancias e historial de trauma sean exitosos, deben
trabajar con el desarrollo de destrezas para el manejo de las emociones negativas que con
frecuencia constituyen factores precipitantes de recurrencia. Deben apuntar al desarrollo
de relaciones y comunidades terapéuticas en las cuales los valores, normas y
comportamientos sean consistentes con la abstinencia y participación en actividades
significativas y enriquecedoras. Finalmente, los autores opinan que, para esta población
en particular, la enseñanza de destrezas de prevención de recaídas por sí sola parece ser
insuficiente.
El consumo de sustancias y el comportamiento adictivo de las mujeres exhibe una
tendencia al crecimiento por varias razones. Actualmente hay mayor aceptación de su
29
uso de sustancias por parte de la sociedad, mayor acceso y participación de éstas en
actividades sociales en donde se consumen sustancias y una mayor presencia de las
mismas en los hogares. Este aumento se puntualiza en los resultados del estudio
Consulta Juvenil VII (ASSMCA, 2007). Entre los adolescentes de escuelas intermedia y
superior, un 56.3% de las féminas reportó uso de alcohol alguna vez en la vida frente a un
56.2% de los varones. De los que nunca antes habían usado alcohol, un 31.0% de las
jóvenes reportó inicio reciente contra un 26.5% de los varones. Sin embargo, en cuanto a
la descontinuación del uso de cigarrillos, alcohol y marihuana, las féminas reportaron
menor descontinuación que los varones (ASSMCA, 2007). Esto refleja que las
adolescentes están iniciando y manteniendo el uso de sustancias en una proporción mayor
que los varones.
Si se compara con el mismo estudio en años anteriores (ASSMCA, 2003), se
encuentra que en la muestra de 1990 al 1991 un 56.8% de las mujeres reportó uso de
alcohol alguna vez en la vida frente a un 60.3% de los varones. En la muestra de 2000 al
2002 un 57.3% de las féminas y un 59.7% de los varones reportaron uso de alcohol
alguna vez en la vida (ASSMCA, 2003). Con esto se observa un aumento consistente en
el consumo de alcohol en las mujeres a lo largo de las pasadas dos décadas. Desafiando
el comportamiento tradicional, las estadísticas demuestran que, al menos entre los
adolescentes, el uso de alcohol en las mujeres es similar al de los varones en este
momento.
El incremento del consumo de sustancias en las mujeres no se limita al alcohol.
Una de las adicciones más comunes en las mujeres es la de medicamentos con o sin
receta médica para atender condiciones de salud física o mental.
30
Es más probable que se recete un medicamento de prescripción susceptible de ser
abusado-particularmente los narcóticos y las drogas antiansiedad- a una mujer que
a un hombre. En algunos casos, la probabilidad es 48% mayor… en el grupo de
adolescentes de 12 a 17 años… es más probable que sean las mujeres… las que
utilicen drogas sicoterapéuticas por razones no médicas…entre las mujeres y los
hombres que usan un depresor, una droga antiansiedad, o un hipnótico, las
mujeres tienen casi el doble de probabilidad de convertirse en adictas. (Delgado,
2009, p. 12)
Ante esta tendencia de aumento en el consumo de sustancias entre las mujeres
más jóvenes resultaría pertinente otorgar mayor prioridad a esta población en cuanto a
investigación, prevención y tratamiento. Según se ha establecido por la literatura
mencionada en este estudio, las pacientes con trastornos de sustancias e historias de
abuso exhiben condiciones muy particulares que las hacen ser consideradas como una
población especial (CSAT, 2009d) dentro del amplio grupo de los pacientes de
adicciones y requieren atención especialmente dirigida a su situación.
Marco teórico
Un por ciento considerable de las mujeres que padecen algún trastorno por el
consumo de alcohol y drogas tienen, a su vez, un historial de abuso sexual (Kilpatrick, et
al., 1997; Najavits, 2002a; Pirard et al., 2005), particularmente, ocurrido entre las edades
que comprenden la niñez y adolescencia (Price et al., 2001, Grayson & Nolen-Hoeksema,
2005; Sacks et al., 2008).
Se ha encontrado que los clientes con historiales de abuso infantil tienen
trastornos de abuso de sustancias más severos, que han empezado a usarlas más
31
temprano y que las usan por razones distintas que el resto de los clientes. También
están más propensos a haber intentado suicidarse, a padecer “PTSD” (trastorno de
estrés postraumático) y a tener problemas de personalidad o de relaciones que
hacen que se resistan a aceptar ayuda, lo que les hace también más vulnerables a
una recaída (CSAT, 2000, p.5).
Boyd (1993) encontró una correlación positiva entre la edad del primer incidente
de abuso sexual, la edad del primer episodio depresivo y la edad del primer consumo de
drogas ilegales entre un grupo de mujeres afroamericanas dependientes al crack. El 65%
de las participantes del estudio reportó haber experimentado al menos un incidente de
abuso sexual. El 67% de estos ocurrieron antes de que la víctima tuviera 17 años de
edad. La edad media del primer incidente de abuso sexual fue 19 años. El 70% de ellas
reportó al menos tres episodios depresivos de más de dos semanas de duración. Entre
estas, el 31% dijo que su primer episodio depresivo fue a la edad de 15 años, siendo la
media a los 21 años de edad. El 74% de las participantes en el estudio informó el inicio
del uso de drogas ilegales a los 16 años de edad y de alcohol a los 17 años de edad.
Tratando de explicar la evidente relación que existe entre los traumas debido a
historial de abuso físico o sexual y el abuso o dependencia de sustancias, una de las
hipótesis que más se ha estudiado es la que propone que el consumo de sustancias
psicoactivas se presenta como una manera de auto-medicar síntomas emocionales o
trastornos mentales. Najavits et al. (1997) explican que la presencia de uno de estos
trastornos (PTSD o abuso de sustancias) aumenta el riesgo de desarrollar el otro. El uso
de cocaína y opiáceos muestra una mayor asociación con el PTSD que el alcohol y la
marihuana. El uso de estas sustancias, según indican, puede reflejar el intento de auto-
32
medicar el sufrimiento experimentado. Por otro lado, entre mujeres que habían sido
víctimas de abuso sexual en la adultez, Miranda, Meyerson, Long, Marx y Simpson
(2002) encontraron apoyo para la hipótesis de que estas consumen alcohol, en parte, para
auto-medicarse.
La hipótesis propone que algunos individuos con historial de trauma y/o
diagnóstico de PTSD usan sustancias como un esfuerzo para manejar o evitar los
síntomas que le afligen, tales como las memorias intrusivas; aliviar el dolor emocional
como el coraje o la tristeza; o las sensaciones físicas, tales como la agitación. La auto-
medicación con drogas y alcohol reduce o enmascara los síntomas proporcionando alivio
temporero al malestar físico y emocional asociado al PTSD, por esta razón, muchos
individuos inician y/o mantienen el consumo de las sustancias psicoactivas (Hien, Cohen
& Campbell, 2005).
De acuerdo con Simpson (2003), la hipótesis de la auto-medicación ha venido a
ser un modelo útil y viable para entender el uso problemático de drogas y alcohol entre
personas que tienen diagnósticos comórbidos como la depresión (Weiss, Griffin & Mirin,
1992), el insomnio (Brower, Aldrich, Robinson, Zucker & Greden, 2001), la fobia social
(Carrigan & Randall, 2003), los cambios hormonales y la menopausia (Corrente, 2003),
el déficit de atención con hiperactividad (Ohlmeier et al., 2008), la esquizofrenia, los
trastornos de ansiedad, los trastornos alimentarios y la bipolaridad, entre otros (Butler
Center for Research, 2000).
La auto-medicación ocurre en el contexto de la auto-regulación de
vulnerabilidades, esto es, las dificultades del individuo para regular sus afectos,
autoestima, relaciones y auto-cuidado. El uso de sustancias les ayuda a aliviar el afecto
33
doloroso o a experimentar y/o controlar emociones cuando estas están ausentes o son
confusas (Khantzian, 1997).
Las mujeres en programas de tratamiento por abuso de sustancias que sufrieron
abuso sexual de niñas, usan alcohol para facilitar los encuentros sexuales con más
frecuencia de lo que lo hacen las otras mujeres… También son más propensas que
sus pares sin historiales de abuso a usar sustancias para aliviar el dolor… escapar
los disturbios familiares y calmar los temores… Las mujeres también podrían usar
sustancias para escapar de las memorias de abuso sexual… (CSAT, 2000, p. 6).
Reconocer que las mujeres con historial de abuso sexual recurren al consumo de
drogas y alcohol como una alternativa maladaptativa para manejar malestares
emocionales y síntomas mentales tiene importantes implicaciones en los aspectos
relacionados al tratamiento. Estas pacientes presentan perfiles clínicos más severos que
aquellas con un sólo diagnóstico. Cuanto mayor haya sido la duración del trauma, más
severos podrían ser los síntomas que provocan el uso de sustancias y, a su vez, los
traumas por violencia interpersonal durante la niñez provocan síntomas más severos que
aquellos ocasionados por accidentes o desastres naturales (Cohen & Hien, 2006).
Existen diversos enfoques y modelos de tratamiento para atender el abuso de
sustancias y los problemas concomitantes de salud mental. Según Tornvall, Noordy y
Drake (2003), los modelos que se han utilizado tradicionalmente son el paralelo y el
secuencial. En el modelo secuencial se atiende un problema primero y el otro después.
En el paralelo, se atienden el problema de consumo de sustancias y el problema de salud
mental simultáneamente pero a través de proveedores distintos. Estos modelos reflejan la
separación histórica que ha existido entre los servicios de salud mental y los servicios de
34
abuso de sustancias. Cada uno de estos enfoques resulta en una variedad de dificultades
tales como problemas administrativos y organizacionales, diferencias en la filosofía de
tratamiento de los proveedores y en el manejo de cada una de las condiciones clínicas.
De acuerdo a los autores (Tornvall, et al. 2003), con el modelo integrativo el
mismo proveedor atiende ambos problemas simultáneamente lo que reduce los obstáculos
asociados a la burocracia organizacional, elimina las diferencias de filosofías de
tratamiento y las dificultades de manejo clínico ya que ambos trastornos son vistos como
primarios y tratados con la misma prioridad. Los modelos de tratamiento integrativos
han demostrado mayor efectividad que los paralelos y secuenciales, por lo que, han
comenzado a tener gran acogida entre los proveedores y a ser los más recomendados
(ATTC, 2006; Najavits, 2007). La evidencia sostiene que ambos trastornos pueden ser
atendidos exitosamente desde el inicio del tratamiento dejando atrás la creencia
tradicional de que el PTSD no se debía tratar hasta que el trastorno de sustancias
estuviera bajo control (Najavits et al., 2008).
Para tratar el abuso de sustancias y el trastorno de estrés postraumático debido a
un historial de abuso sexual en mujeres, se encuentran varios modelos integrativos de
tratamiento que se están utilizando actualmente. González (2010) menciona cuatro
modelos recomendados para mujeres con secuelas de trauma y trastornos concurrentes.
Estos son:
1. “Modelo de recuperación de trauma y empoderamiento” (llamado en inglés
“Trauma Recovery and Empowerment”) de Maxime Harris (1998). Es un modelo
grupal con componentes psicoeducativos, cognitivos, conductuales y de
35
relaciones. Es específico por género y enfatiza en la obtención de
empoderamiento.
2. “En busca de la seguridad” (llamado en inglés “Seeking Safety”) de Lisa Najavits
(2002). Utiliza modelos cognitivos, conductuales, de relaciones interpersonales y
de desarrollo de destrezas de manejo de seguridad. Se puede trabajar de manera
individual o grupal y está enfocado por género. El modelo, originalmente en
inglés, está traducido al español y otros ocho idiomas.
3. “ATRIUM” (siglas del nombre en inglés “Addictions and Trauma Recovery
Integrated Model”) de Miller y Guidry (2001). Está basado en modelos
cognitivos, conductuales y de relaciones. Se puede trabajar en grupo o individual
y está traducido y adaptado para mujeres latinas. Enfoca en el impacto del trauma
en el cuerpo, la mente y el espíritu.
4. “Triad’s Women Group” de Colleen Clark (2001). Es un modelo que se puede
aplicar en tratamientos ambulatorios o residenciales, en grupos abiertos o cerrados
y trabaja con la prevención de recaídas, desarrollo de destrezas de manejo en
seguridad y relaciones interpersonales y la reducción de síntomas de salud mental.
De estos cuatro modelos, el que cuenta con el mayor respaldo de investigación es
“En busca de la seguridad”. El mismo fue desarrollado por Najavits a principios de la
década de los 90 específicamente para atender las necesidades de las personas
diagnosticadas con PTSD y trastornos de sustancias (Najavits, 2007). Al principio el
modelo se diseñó para mujeres pero, posteriormente, se adaptó para las necesidades de
los varones que concurren con ambos diagnósticos (Najavits, et al., 2009).
36
“En busca de la seguridad” es un modelo centrado en el presente y su objetivo
principal es ayudar al cliente a alcanzar seguridad del PTSD y el abuso de sustancias.
Parte de la premisa de que, cuando una persona tiene ambos diagnósticos, la necesidad
clínica más urgente es establecer seguridad. Esta se refiere a seguridad del uso de las
sustancias, seguridad de las relaciones peligrosas como la violencia doméstica y las
amistades que usan drogas y seguridad de los síntomas extremos como la auto-agresión y
la disociación. “En busca de la seguridad” intenta ayudar al cliente a liberarse de los
comportamientos auto-destructivos de modo que pueda moverse hacia la recuperación de
la adicción y el trauma (Najavits, 2007).
Preguntas de investigación
A base de los planteamientos que ya se han establecido, esta investigación
pretende responder a las siguientes preguntas:
¿cuáles son los antecedentes de abuso sexual de las mujeres que participan de
tratamientos de rehabilitación para la dependencia de sustancias en el nivel
residencial en Puerto Rico?
¿estas mujeres perciben su adicción como una secuela de la experiencia de abuso
sexual?
Objetivos
Los objetivos de esta investigación son:
identificar y describir los antecedentes de abuso sexual de las mujeres que
participan de tratamientos de rehabilitación para la dependencia de sustancias en
el nivel residencial en Puerto Rico y
37
explorar si estas mujeres perciben su adicción como una secuela de la experiencia
de abuso sexual.
Justificación
En Puerto Rico aún existe desconocimiento sobre el tema de los trastornos de
abuso y dependencia de sustancias en mujeres que tienen historial de abuso sexual y
trastornos mentales asociados a esa experiencia. De acuerdo a la investigación ya
mencionada en este estudio, existen diferencias significativas entre estas pacientes y
aquellas que sólo exhiben una de estas dos condiciones. Los resultados de este estudio
servirán para:
Aumentar el conocimiento existente sobre el tema de mujeres con trastornos de
abuso y dependencia a drogas con historial de abuso sexual en Puerto Rico,
Establecer prácticas clínicas basadas en la evidencia científica que sean más
afines a las necesidades específicas de esta población,
Desarrollar estrategias para la prevención de trastornos de sustancias en mujeres
que presentan historial de abuso sexual.
Definición de términos
A los efectos de este estudio, se considerarán las siguientes definiciones para los
respectivos términos:
Abuso sexual: es un acto de violencia deliberado por parte de la persona agresora
donde se ultraja emocional y físicamente la integridad del ser humano. Es una
dinámica de abuso de poder y control que incluye el abuso psicológico, la
intimidación y manipulación de la víctima. El abuso sexual incluye la agresión
38
sexual entre parejas, por un extraño, por un conocido o por un familiar
(Departamento de Salud, 2007, p. 5).
Abuso sexual contra un menor: significa incurrir en conducta sexual en presencia
de un menor y/o se utilice a un menor, voluntaria o involuntariamente, para
ejecutar conducta sexual dirigida a satisfacer la lascivia o cualquier acto que, de
procesarse por la vía criminal, constituiría delito de violación, sodomía, actos
lascivos o impúdicos, incesto, exposiciones deshonestas, proposiciones obscenas;
envío, transportación, venta, distribución, publicación, exhibición o posesión de
material obsceno y espectáculos obscenos según tipificados en la Ley Núm. 115
de 22 julio de 1974, según enmendada, conocida como "Código Penal del Estado
Libre Asociado de Puerto Rico (Estado Libre Asociado de Puerto Rico [ELA],
2003, p. 4).
Menor: toda persona que no haya cumplido los 18 años de edad (ELA, 2003, p.7).
Sustancias psicoactivas: toda aquella sustancia que, al ser ingerida, produce
alteraciones en la conciencia, el humor y el pensamiento (Organización Mundial
de la Salud [OMS], 2004, p. 7).
Abuso de sustancias: un patrón desadaptativo de consumo de sustancias que
conlleva un deterioro o malestar clínicamente significativos, expresado por uno (o
más) de los siguientes durante un período de 12 meses: consumo recurrente de
sustancias que da lugar al incumplimiento de obligaciones en el trabajo, la escuela
o la casa, consumo recurrente de la sustancia en situaciones en las que hacerlo es
físicamente peligroso, problemas legales repetidos relacionados con la sustancia,
consumo continuado de la sustancia a pesar de tener problemas sociales continuos
39
o recurrentes o problemas interpersonales causados o exacerbados por los efectos
de la sustancia. Los síntomas no han cumplido nunca los criterios para la
dependencia de sustancias de esta clase de sustancia (Asociación Americana de
Psiquiatría, 2003).
Dependencia de sustancias: un patrón desadaptativo de consumo de la sustancia
que conlleva un deterioro o malestar clínicamente significativos, expresado por
tres o más de los siguientes en algún momento de un período continuado de 12
meses: tolerancia, abstinencia, consumo en cantidades mayores o durante un
período más largo, deseo persistente o esfuerzos infructuosos de controlar o
interrumpir el consumo, se emplea mucho tiempo en actividades relacionadas a la
sustancia, reducción de importantes actividades sociales, laborales o recreativas
debido al consumo de la sustancia, se continúa el consumo a pesar de las
consecuencias negativas (Asociación Americana de Psiquiatría, 2003).
Nivel residencial de tratamiento para dependencia de sustancias psicoactivas:
servicio programado para ofrecer monitoreo y tratamiento en un régimen de 24
horas al día. Utiliza un equipo multidisciplinario de proveedores para ofrecer los
servicios a pacientes cuyas condiciones biomédicas, emocionales o sus problemas
de conducta son suficientemente severos como para requerir ser internado en una
facilidad restrictiva (CSAT: TIP 13, 2009b).
40
Capítulo II
Metodología
Población y muestra
Este estudio de investigación se realizó entrevistando una muestra de siete
mujeres escogidas por disponibilidad entre la población de mujeres ingresadas en dos
centros de tratamiento residencial para la recuperación por adicción a drogas y/o alcohol
de la zona norte en Puerto Rico, que cumplieron los criterios clínicos para los
diagnósticos de abuso o dependencia de sustancias sicoactivas y entendían que habían
tenido experiencias de abuso sexual en algún momento de sus vidas. Las participantes
estuvieron entre las edades de 21 a 65 años de edad. Las mismas tenían al menos tres
meses consecutivos de haber ingresado en el centro de tratamiento residencial para la
recuperación de su trastorno de abuso o dependencia de sustancias al momento de la
entrevista. Este requisito tuvo el propósito de garantizar que las participantes ya hubieran
completado la desintoxicación de sustancias y estuvieran en medio de un proceso activo
de participación en alguna de las etapas del tratamiento según especificado por el
programa en que se encontraban. Su participación en el tratamiento de recuperación
podía ser o no voluntaria pero la participación en el estudio de investigación fue
completamente libre y voluntaria.
Diseño de investigación
El estudio se realizó utilizando el enfoque cualitativo de investigación. Se
seleccionó este enfoque por su particular utilidad al momento de realizar estudios de
investigación que persiguen un alcance exploratorio y descriptivo. El énfasis de este
enfoque no es medir un fenómeno particular sino entenderlo. De acuerdo a Hernández
41
Sampieri, Fernández Collado y Baptista Lucio (2004), este enfoque se fundamenta más
en un proceso inductivo mediante el cual se explora y describe para luego generar
perspectivas teóricas.
Los estudios exploratorios tienen como objetivo examinar un tema o problema de
investigación poco estudiado, del cual aún se tienen dudas considerables o que,
sencillamente, no se ha estudiado antes. Por su parte, los estudios descriptivos tienen
como propósito especificar las propiedades, características y perfiles importantes de
personas, grupos, comunidades u otros fenómenos (Hernández Sampieri et al., 2004).
Un ejemplo de este enfoque se observa en el trabajo de investigación ya
mencionado en este estudio y titulado “Qualitative Interviews in Substance Abuse
Relapse and Prevention among Female Trauma Survivors” de Harris, Fallot y Wolfson
Berley (2005). Los autores explican que el objetivo del estudio fue explorar algunos
temas clave acerca del mantenimiento de la recuperación entre mujeres con trastornos
concurrentes relacionados al abuso de sustancias y las experiencias traumáticas. Los
investigadores no contaban con una hipótesis previa, por lo cual, seleccionaron un
enfoque cualitativo utilizando entrevistas semi-estructuradas para la recolección de datos
que les permitió obtener información útil para describir el fenómeno mencionado. A
partir de estos resultados, se pueden establecer preguntas de investigación o hipótesis que
sirvan para estudiar el fenómeno con mayor profundidad.
El estudio tuvo un diseño no experimental de tipo transversal. Los diseños no
experimentales se refieren a aquella investigación en la cual no se manipulan variables,
no se construyen situaciones intencionalmente ni se asignan sujetos o grupos al azar. En
estos diseños los fenómenos son observados tal y como se dan en su contexto natural para
42
luego analizarlos. Los sujetos de la investigación ya pertenecían al grupo a estudiarse por
autoselección. Además, el estudio fue uno de tipo transversal porque los datos se
recolectaron en un momento único con el propósito de describir las variables en ese
momento particular (Hernández Sampieri et al., 2004).
Instrumento de medición
El instrumento de medición que se utilizó para la recolección de datos para el
estudio de investigación fue una entrevista semi-estructurada diseñada por la estudiante
investigadora (véase Apéndice A). El mismo fue sometido a cinco profesionales con
doctorado en ciencias relacionadas con la salud (psiquiatras, psicólogos o médicos) y que
tienen experiencia en los temas de adicciones y/o abuso sexual para la evaluación y
validación del instrumento. El formato de la entrevista consistió de tres partes: (1) datos
sociodemográficos, (2) datos sobre historial de abuso de sustancias, de abuso sexual y de
condiciones de salud mental y (3) relación percibida entre los historiales de sustancias y
abuso sexual. En la primera y segunda parte se recogieron datos cuantitativos a los
efectos de establecer un perfil de los sujetos mientras que la tercera parte recopiló
información cualitativa para el análisis e interpretación de los datos de la investigación.
Una cuarta y última parte en el formato de la entrevista consistió de una
exploración clínica para corroborar si las participantes experimentaron síntomas que
pudieran ser consecuencia del proceso de entrevista. Esta no se consideró como parte de
la investigación pero fue indispensable para garantizar el mejor bienestar de las
participantes.
43
Validación del instrumento
Una vez corregido y aceptado por la directora de investigación, el instrumento se
sometió a validación. Se enviaron cartas para invitar a participar y consentir por escrito a
cinco profesionales con doctorados en ciencias relacionadas a la salud (psiquiatras,
psicólogos o médicos) y experiencia en los temas de adicciones y/o abuso sexual y que
fungieron como jueces para la validación del instrumento (véase Apéndice B). Los
jueces ofrecieron sus opiniones y recomendaciones de manera confidencial en una
planilla preparada para esos fines (véase Apéndice C). Las recomendaciones de los
jueces fueron tomadas en consideración para modificar y validar el instrumento.
Proceso de recopilación de datos
El proceso comenzó con la selección de dos centros de tratamiento residencial
para la recuperación de mujeres diagnosticadas con abuso o dependencia de sustancias
psicoactivas. En cada uno de los centros se coordinó una reunión con el director o
representante autorizado para presentarle el proyecto de investigación, contestar sus
preguntas y firmar un consentimiento por escrito (véase el Apéndice D) para iniciar el
proceso de orientación y reclutamiento de participantes entre las residentes del programa.
Ambos Centros seleccionados contaban con un psicólogo que atiende a las participantes
regularmente dentro de las facilidades como contratista o empleado regular y estos fueron
informados acerca del estudio.
Para reclutar la muestra se entregó una carta a las candidatas ofreciendo
información general sobre el estudio e invitándolas a la participación voluntaria (véase
Apéndice E). La orientación cubrió aquellos aspectos relacionados a la naturaleza y
propósito del estudio, los requisitos de participación, en qué consistía la participación y
44
las medidas que se tomarían para garantizar la confidencialidad de la información, el
bienestar de las participantes y su derecho a retirarse del estudio en cualquier momento,
aun cuando ya hubieran consentido la participación por escrito. Además de la
información expuesta en el documento escrito, la estudiante investigadora orientó
personalmente y contestó sus preguntas.
Para participar en el estudio las mujeres debían (1) estar entre las edades de 21 a
65 años, (2) cumplir los criterios para un diagnóstico de abuso o dependencia de
sustancias, (3) llevar al menos tres meses consecutivos participando en el presente
tratamiento para la recuperación de adicción, (4) sin haber tenido recurrencias en el
consumo de sustancias durante los pasados tres meses, (5) que no hubieran tenido
intentos de suicidio, hospitalizaciones psiquiátricas ni síntomas psicóticos durante los
pasados seis meses, (6) que identificaran haber tenido experiencias de abuso sexual en
algún momento de sus vidas, (7) que no mostraran disfunción o impedimento cognitivo
severo al grado de no comprender las preguntas, no responder adecuadamente, no seguir
instrucciones o no mantener un comportamiento apropiado para la situación de entrevista
y (8) que tuvieran una cubierta de seguro médico vigente.
A aquellas mujeres que expresaron su interés en participar del estudio y
cumplieron los requisitos de edad y estadía en el centro de rehabilitación residencial se
les realizó una entrevista de cernimiento (Apéndice F) para corroborar que no tuvieran
alguno de los criterios de exclusión del estudio. A aquellas que cumplieron con todos los
requisitos de inclusión, se les tomó su consentimiento escrito para participar del estudio
(véase Apéndice G). Una vez firmado el consentimiento, estas mujeres pasaron a
integrar la muestra.
45
Los criterios de exclusión para participar en este estudio fueron:
Si la participante era menor de 21 años o mayor de 65 años de edad,
o Se establecieron los criterios de edades basados en la consideración de que
la participante tuviera la edad determinada por ley para consentir sin que
medie consentimiento o conocimiento de los padres y para evitar asuntos
relacionados a las diferencias en las etapas de desarrollo.
Si no cumplía los criterios clínicos para un diagnóstico de dependencia o abuso de
sustancias psicoactivas,
Si llevaba menos de tres meses consecutivos de haber ingresado al presente
tratamiento residencial,
Si había tenido alguna recurrencia en el uso de cualquier sustancia psicoactiva
durante los pasados 90 días,
Si había tenido algún intento de suicidio en algún momento durante los pasados
seis meses,
Si había presentado sintomatología psicótica o había requerido hospitalización por
alguna condición mental en algún momento durante los pasados seis meses,
Si no identificaba haber experimentado incidentes de abuso sexual en algún
momento en su vida,
Si mostraba disfunción o impedimento cognitivo severo al grado de no
comprender las preguntas, no responder adecuadamente, no seguir instrucciones o
no mantener un comportamiento apropiado para que se llevara a cabo la
entrevista,
46
Si no tenía una cubierta de seguro médico vigente (en la eventualidad de que la
participante requiriera la coordinación de algún servicio médico y/o psiquiátrico
como secuela de la entrevista).
Estos criterios fueron evaluados personalmente por la estudiante investigadora
durante el proceso de orientación para el reclutamiento. Para esto se utilizó una planilla
de cernimiento para determinar la elegibilidad en el estudio diseñada por la estudiante
investigadora.
El método que se utilizó para recopilar los datos fue una entrevista en profundidad
semi-estructurada, diseñada por la investigadora para este estudio y validada conforme a
la metodología ya descrita. La misma fue realizada a cada participante de manera
individual y en persona por la estudiante investigadora y tuvo una duración aproximada
de 45 minutos. Ambos Centros facilitaron un salón que proveyó comodidad, privacidad,
iluminación y ventilación apropiadas.
La entrevista incluyó la recolección de datos cuantitativos y cualitativos. En la
información cuantitativa se encuentra aquella correspondiente a los datos
sociodemográficos, historial de sustancias, historial de abuso sexual e historial de salud
mental de la participante. Estos datos tuvieron el único propósito de describir un perfil de
las mujeres que participaron en el estudio pero no formaron parte del análisis de los
resultados, es decir, no se realizó un análisis de resultados o conclusiones que vincularan
o enlazaran los datos cuantitativos con los datos cualitativos para llegar a conclusiones.
Además, la recopilación de estos datos se diseñó de manera que introdujo los temas más
livianos al inicio de la entrevista para luego entrar en los temas más sensitivos en la
47
medida en que se iba construyendo un ambiente de empatía, seguridad y confianza con la
entrevistada.
Los datos cualitativos surgieron de las preguntas formuladas de modo abierto para
el tema que corresponde a la relación percibida entre el uso de sustancias y el abuso
sexual. Las preguntas que se realizaron a las participantes estaban contenidas en el
formulario de Entrevista de investigación. Las mismas se le formularon exactamente
como aparecen redactadas (at verbatim) y en el estricto orden en que aparecen ubicadas
en el formulario. Sólo a petición de la entrevistada se parafrasearon las preguntas cuando
estas indicaron no entender con claridad lo que se les preguntaba. Para facilitar la
recolección de datos por escrito durante la entrevista, la estudiante investigadora utilizó el
formulario de la Planilla para la recolección de datos (ver Apéndice H). El mismo
consistió en una planilla con las mismas preguntas en el mismo orden que el formulario
de la Entrevista de investigación pero utilizando tablas y alternativas de posibles
respuestas a ser registradas mediante el uso de marcas de cotejo. Las posibles respuestas
fueron para el uso exclusivo de la estudiante investigadora y no se le mencionaron o
mostraron a la entrevistada en ningún momento. Los datos de la entrevista también
fueron recopilados mediante grabación de audio para facilitar la transcripción exacta y el
manejo de la información durante el proceso de análisis.
La entrevista terminó con una serie de preguntas para explorar el impacto que el
proceso de la entrevista hubiera tenido en la participante. La información recopilada en
esta sección no se utilizó en el análisis de los resultados y tuvo el único propósito de
salvaguardar el bienestar de la participante mediante la exploración inmediata de posibles
efectos ocasionados por la entrevista.
48
El consentimiento que las participantes firmaron, recogió la autorización para
documentar sus respuestas por escrito y grabarlas en audio. Los formularios de la
entrevista, la planilla para la recolección de datos y el cernimiento se identificaron
utilizando un código numérico. Estos formularios y la hoja de consentimiento que
contiene el nombre de la participante se guardaron por separado. El proceso de
entrevista, la información recopilada (tanto en medio escrito como en medio electrónico),
su manejo y custodia se realizaron y se mantendrán de conformidad con las leyes que
protegen y garantizan la confidencialidad de la información del expediente clínico de
salud mental del Estado Libre Asociado de Puerto Rico y del gobierno federal de los
Estados Unidos.
La información recopilada se utilizó estrictamente para propósitos del estudio y
ha estado bajo la supervisión del Comité para la Ética en la Investigación (IRB por sus
siglas en inglés) de la Universidad del Turabo. Una vez culminada la investigación, la
información recopilada de las participantes se mantendrá guardada bajo la
responsabilidad y custodia de la estudiante investigadora por un término de cinco años.
Esta información se encuentra guardada en la oficina privada de la estudiante
investigadora y se mantiene en un archivo de metal con llave cuya copia sólo tiene la
estudiante investigadora. Al finalizar este período, la misma será destruida en presencia
de dos testigos de reputación utilizando una trituradora de papeles y borrando los
archivos computadorizados que contengan las grabaciones de audio electrónico. Este
proceso se documentará en un acta que así lo confirme y llevará la firma de la estudiante
investigadora y los dos testigos.
49
Los resultados de este estudio ayudan a aumentar el conocimiento existente sobre
el tema de mujeres con trastornos de abuso y dependencia de sustancias con historial de
abuso sexual en Puerto Rico, aportan conocimiento que pudiera promover el
establecimiento de prácticas clínicas basadas en evidencia científica que sean afines a las
necesidades específicas de esta población y es útil para el desarrollo de estrategias para la
prevención de trastornos de sustancias en mujeres y niñas que presentan historial de
abuso sexual. A aquellas mujeres que participaron personalmente, les ayudó a considerar
(si no lo habían hecho antes) si su dependencia de sustancias ha tenido alguna relación
con su historial de abuso sexual, de modo que, puedan integrar este asunto a sus
tratamientos de recuperación.
Reconociendo que la naturaleza del tema pudo evocar recuerdos que estimularan
la re-experimentación de síntomas, sensaciones o sentimientos asociados a las
experiencias del abuso sexual, se proveyó a la participante y al personal del Centro
información verbal y escrita que les ayudó a identificar señales que apuntaran a la posible
necesidad de atención clínica. Esta información les permitió contactar a la estudiante
investigadora para atender a aquellas participantes que refirieron alguna situación que
pudiera relacionarse como secuela del proceso de la entrevista de investigación (véase
Apéndice I).
Para garantizar un manejo de conformidad con los estándares de la ética para la
investigación en las ciencias sociales y humanas, la estudiante investigadora terminó la
entrevista realizando unas preguntas para explorar sensaciones, sentimientos y/o
pensamientos que pudieran apuntar hacia la necesidad de alguna intervención clínica
inmediata a favor de la participante. Además, realizó contactos vía telefónica a través del
50
programa con cada una de las participantes diariamente durante los primeros siete días
posteriores a la entrevista para explorar posibles síntomas que se pudieran asociar con su
participación en este estudio. Se observaron las normas establecidas por el programa con
respecto a las llamadas telefónicas a las participantes en cuanto a horarios y otros
procedimientos. En la misma llamada telefónica se contactó también al miembro del
personal que tenía contacto directo con la participante. Estos fueron, específicamente, el
psicólogo o trabajador social de los Centros, para explorar indicadores que la participante
misma no identificara o no reportara.
Para la eventualidad de que se presentara alguna sintomatología durante el
proceso de la entrevista o inmediatamente después (mientras la estudiante investigadora
aún se encontraba en el Centro), la estudiante investigadora tenía el compromiso de
asumir personalmente el manejo de la situación en coordinación con el personal del
Centro y no abandonaría las facilidades del mismo hasta haber constatado que la
participante no presentara síntomas asociados a la entrevista o hasta haber realizado las
intervenciones de acuerdo a los síntomas que presentara.
En caso de que se identificaran señales que pudieran ser objeto de atención clínica
una vez que la estudiante investigadora hubiera salido del Centro, se había acordado con
el personal del Centro que esta debería ser notificada a su teléfono celular a cualquier
hora del día o la noche para que pudiera coordinar de inmediato a través del programa la
intervención que resultara necesaria. La misma podría ser una visita de entrevista,
evaluación y/o intervención en crisis por parte de la estudiante investigadora quien es, a
su vez, psicóloga licenciada, o la coordinación del traslado de la participante para que
recibiera una evaluación psiquiátrica y, de ese modo, garantizar su mejor bienestar. La
51
estudiante investigadora hubiera asumido personalmente las gestiones de coordinación de
servicios y traslado de la participante al centro de salud mental correspondiente si ese
hubiera sido el caso.
En la eventualidad de que una participante hubiera referido o hubiera mostrado
síntomas o malestar emocional durante el proceso de la entrevista, la misma se habría
descontinuado de inmediato y se habría pasado a la sección de preguntas de exploración
de síntomas. Se habría procedido a atender la situación de acuerdo a los procedimientos
establecidos para garantizar el mejor bienestar y atención clínica de la participante y se
habría descartado su participación del estudio. Aunque no hubiera completado el proceso
de entrevista, se procedería a monitorear a diario durante una semana y se atendería como
a cualquier otra participante que hubiera completado la entrevista. En caso de que una
participante hubiera presentado síntomas o malestar emocional asociados a las preguntas
de este estudio que requirieran atención posterior a la semana inicial de monitoreo, la
estudiante investigadora tenía el compromiso y la responsabilidad de coordinar u ofrecer
el servicio durante el tiempo que fuera necesario.
A los efectos de garantizar el mejor manejo y atención de las participantes en este
estudio, se seleccionaron centros de tratamiento que cuentan con psicólogos que brindan
servicios regularmente dentro del programa residencial y se estableció contacto personal
con ellos. Los psicólogos de ambos centros fueron informados de las fechas y horas en
que se realizaron las entrevistas con cada una de las participantes. El personal clínico que
se contactó a los efectos de monitorear posibles reacciones de las participantes fueron,
precisamente, los psicólogos y trabajadores sociales de los respectivos centros. La
estudiante investigadora cuenta con vasta experiencia trabajando directamente con la
52
población de mujeres con trastornos de sustancias que reciben tratamientos de
rehabilitación en programas residenciales y que tienen historial de abuso sexual, lo que
aumentó las garantías de bienestar para las participantes.
Durante el transcurso de las entrevistas, ninguna participante refirió algún
malestar emocional que sugiriera la necesidad de detener la entrevista. Al realizar las
preguntas de exploración de los posibles efectos de la entrevista, sólo una participante
refirió malestar emocional significativo que describió como coraje intenso pero negó
ideas de hacerse daño, quitarse la vida, hacerle daño a otros o quitarles la vida, deseos de
usar drogas o abandonar el tratamiento residencial. Durante el monitoreo la semana
posterior a la entrevista, sólo esa participante refirió el malestar emocional persistente.
La estudiante investigadora realizó dos intervenciones personales en el centro de
tratamiento para ayudar a la participante a ventilar sus emociones y refirió la continuidad
al psicólogo del centro. No se registró ningún otro incidente o necesidad de intervención
terapéutica con las demás participantes.
Análisis estadístico propuesto
Para el proceso de analizar los datos cuantitativos se realizaron cómputos
manuales para determinar medidas de tendencia central. Los datos cuantitativos se
trabajaron independientes de los datos cualitativos con el único propósito de obtener una
descripción del perfil de las mujeres que participaron en el estudio.
La información cualitativa se analizó manualmente mediante un análisis de
contenido estableciendo categorías para las diferentes respuestas que permitieron
agruparlas por temas. En el análisis estadístico no se vincularon los datos cuantitativos
(datos sociodemográficos, historiales de sustancias, abuso sexual y salud mental) con los
53
datos cualitativos (relación percibida entre historiales de sustancias y abuso sexual). No
se utilizó la información de la sección final de la entrevista (exploración de impacto del
proceso de entrevista) para efectos de obtener datos para el análisis.
54
Capítulo III
Resultados
Los resultados del estudio “Antecedentes de abuso sexual en mujeres
dependientes de sustancias en centros de tratamiento residenciales de recuperación en
Puerto Rico” que pretende identificar y describir los antecedentes de abuso sexual en
mujeres que participan de tratamientos de rehabilitación para la dependencia de
sustancias en el nivel residencial en Puerto Rico y explorar si estas mujeres perciben su
adicción como una secuela de la experiencia de abuso sexual se obtuvieron de las
entrevistas de investigación (ver Apéndice A) realizadas a siete mujeres que cumplieron
con todos los requisitos para participar en el mencionado estudio. La entrevista de
investigación consistió de seis partes. La primera parte de la entrevista incluyó 17
preguntas cerradas dirigidas a levantar información que permitiera establecer un perfil
sociodemográfico de las participantes. La segunda parte incluyó 11 preguntas cerradas
para conocer el historial de uso de sustancias de las entrevistadas. La tercera parte
consistió de 11 preguntas cerradas para indagar acerca del historial de abuso sexual de las
participantes. La cuarta parte incluyó cinco preguntas cerradas para recopilar
información acerca del historial de salud mental de las entrevistadas. La quinta parte
consistió de seis preguntas abiertas dirigidas a explorar la relación que las participantes
pudieran percibir entre su historial de abuso sexual y su uso de sustancias. La sexta parte
incluyó siete preguntas abiertas para explorar el impacto que el proceso de entrevista
pudiera haber tenido en las entrevistadas.
La información obtenida en la sexta y última parte de la entrevista no formó parte
de los datos de la investigación sino que fueron utilizados para explorar indicadores que
55
apuntaran a la presencia de posibles efectos adversos asociados con el contenido y
proceso de la entrevista. Los datos obtenidos para la investigación se dividieron en: (1)
datos sociodemográficos, (2) historial de uso de sustancias, (3) historial de abuso sexual,
(4) historial de condiciones de salud mental y (5) relación percibida entre el uso de
sustancias y el abuso sexual.
Datos sociodemográficos
Los datos sociodemográficos obtenidos a través de las entrevistas presentaron
información que ayuda a describir un perfil general de las participantes. Estos datos
resultaron de utilidad para describir la población que participó en el estudio.
Gráfica 1: Descripción de las participantes distribuida por edad
El conjunto de las participantes entrevistadas se describe como un grupo de
mujeres con una edad promedio de 47.8 años. El 14.2% de ellas informó tener de 26 a 35
años de edad, el 28.6% indicó tener entre 36 a 45 años de edad, el 14.2% dijo tener entre
46 a 55 años de edad y el 42.9% informó tener entre 56 a 65 años de edad.
0
5
10
15
20
25
30
35
40
45
50
26-35 años 36-45 años 46-55 años 56-65 años
Edad
56
Gráfica 2: Descripción de las participantes distribuida por estado civil
El 85.7% de las mujeres que participaron en el estudio indicó nunca haberse
casado mientras un 14.3% dijo estar legalmente casada. Ninguna de las participantes
informó un estado de convivencia consensual, separación, divorcio o viudez.
Gráfica 3: Descripción de las participantes distribuida por raza
En cuanto a raza, el 42.9% de las mujeres entrevistadas se describió como blanca,
el 42.9 % dijo ser de otra raza y un 14.2% se describió como negra. Todas las
0
10
20
30
40
50
60
70
80
90
Nunca casada Casada Convivenciaconsensual
Separada Divorciada Viuda
Estado civil
0
10
20
30
40
50
Blanca Negra Otra
Raza
57
participantes que seleccionaron la alternativa de “otra” raza la definieron como
“trigueña”.
Gráfica 4: Descripción de las participantes distribuida por origen nacional
Acerca del origen nacional de las participantes, el 100% informó ser
puertorriqueña. Ninguna de las entrevistadas indicó ser norteamericana,
hispanoamericana o de otro origen nacional.
Gráfica 5: Descripción de las participantes distribuida por estatus de vivienda
0
20
40
60
80
100
120
Puertorriqueña Norteamericana Hispanoamericana
Origen nacional
0
10
20
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40
50
Vive con familiares Sin hogar Vivienda propia Vivienda alquilada
Estatus de vivienda
58
Con relación al estatus de vivienda, el 42.9% de las entrevistadas dijo vivir en la
casa de familiares, el 28.6% informó ser una persona sin hogar, el 14.3% indicó tener una
vivienda propia y el 14.3% dijo vivir en una propiedad alquilada.
Gráfica 6: Descripción de las participantes distribuida por composición familiar
Sobre la composición familiar, el 42.9% informó que vive con familiares, el
28.6% dijo vivir con sus hijos, el 14.3% dijo que vive con pareja e hijos y el 14.3%
indicó que vive sola. El 57.1% de las entrevistadas informó que la cantidad de personas
que vive en esas residencias se encuentra entre dos a cuatro individuos por unidad
residencial.
0
5
10
15
20
25
30
35
40
45
50
Vive con familiares Vive con hijos Vive sola Vive con pareja ehijos
Composición familiar
59
Gráfica 7: Descripción de las participantes distribuida por zona residencial
Respecto a la zona residencial, el 57.1% de las mujeres que participaron en el
estudio dijo que su residencia está ubicada en una zona urbana y el 42.9% indicó que su
residencia está ubicada en una zona rural. Con relación al municipio en que viven, el
85.7% de las mujeres entrevistadas informó que vive en un municipio que pertenece a la
zona metropolitana, mientras el 14.3% dijo que vive en un municipio que no pertenece a
la zona metropolitana.
Gráfica 8: Descripción de las participantes distribuida por historial reproductivo
Con relación al historial reproductivo, el 71.4% de las participantes informó haber
procreado entre uno a dos hijos, el 14.3% dijo haber procreado de tres a cuatro hijos y un
14.3% dijo haber procreado de nueve a diez hijos. El 57.1% reportó haber tenido al
0
50
100
Zona urbana Zona rural Areametropolitana
Area Isla
Zona residencial
0
10
20
30
40
50
60
70
80
1-2 hijos 3-4 hijos 5-6 hijos 7-8 hijos 9-10 hijos
Historial reproductivo
60
menos un aborto. De estas, el 75% indicó que fueron abortos provocados
voluntariamente y el 25% dijo haber sufrido aborto espontáneo. El 100% de las
participantes informó que no estaba embarazada al momento de la entrevista.
Gráfica 9: Descripción de las participantes distribuida por nivel educativo
El nivel educativo de las entrevistadas se describe como sigue: 14.3% sólo
completó la escuela elemental, 14.3% completó la escuela intermedia, 28.6% completó la
escuela superior y el 42.9% realizó estudios técnicos o universitarios posteriores a haber
completado la escuela superior.
0
5
10
15
20
25
30
35
40
45
50
Elemental Intermedia Superior Gradotécnico/Universidad
Nivel educativo
61
Gráfica 10: Descripción de las participantes distribuida por ingreso anual
El 85.7% de las mujeres entrevistadas para esta investigación informó un ingreso
anual entre los $0 a $10,000. Un 14.3% dijo que su ingreso anual está entre los $10,001
y $20,000.
Gráfica 11: Descripción de las participantes distribuida por fuente de ingreso anual
0
10
20
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40
50
60
70
80
90
$0-$10,000 $10,001-$20,000 Más de $20,001
Ingreso anual
0
10
20
30
40
50
60
70
80
Asistencia pública Pensión
Fuente de ingreso anual
62
El 71.4% de las participantes del estudio informó que sus ingresos provienen de
fondos para la asistencia pública. Mientras, el 28.6% de ellas indicó que sus ingresos
provienen de pensiones. De acuerdo a la información suministrada por las participantes,
al momento de realizar las entrevistas, el 100% de las ellas se encontraba desempleada.
Es pertinente mencionar que los programas residenciales en que se encontraban las
entrevistadas no ofrecen la posibilidad de tener un empleo durante el tiempo que dura el
tratamiento.
Gráfica 12: Descripción de las participantes distribuida por religión
Finalmente, el 85.7% de las participantes indicó que practica la fe protestante
mientras el 14.3% dijo profesar la fe católica. Todas las participantes que dijeron
practicar la fe protestante informaron que adoptaron esa creencia religiosa a partir de su
ingreso en el tratamiento residencial. Por el contrario, las profesantes católicas
practicaban esa fe antes de ingresar a tratamiento.
En resumen, el perfil sociodemográfico general de las participantes de este
estudio se puede describir como mujeres en etapa de adultez madura y un promedio de
edad de 48 años, puertorriqueñas, nunca casadas y que han procreado entre uno a dos
0
10
20
30
40
50
60
70
80
90
Católica Protestante
Religión
63
hijos, que viven con familiares en las residencias de estos, mayormente en la zona urbana
del área metropolitana, con un nivel educativo de escuela superior o estudios posteriores,
desempleadas, con ingresos que las ubican bajo el nivel de pobreza y que profesan la fe
protestante.
Historial de uso de sustancias
La exploración acerca del historial de uso de sustancias de las participantes en el
estudio no persiguió el objetivo de determinar el nivel de severidad de adicción que estas
pudieran presentar. Para efectos de esta investigación, la información sobre el uso de
sustancias tiene el propósito de: (1) establecer que las entrevistadas tienen un historial de
uso de sustancias y (2) describir de manera general y breve los tipos de sustancias
utilizadas, las edades de inicio y prolongación del patrón de consumo diario.
Para determinar el nivel de severidad de adicción hubiera sido necesario
administrar el Inventario de Severidad de Adicción (ISA). El ISA es un instrumento de
medición válido y confiable que se utiliza ampliamente a nivel internacional y que se
administra mediante una entrevista semi-estructurada para identificar siete áreas
impactadas por el uso de las sustancias (Stilen, Carisse, Roget & Wandler, 2005). Las
áreas que evalúa son: condición médica, empleo y recursos de apoyo, uso de drogas, uso
de alcohol, situación legal, situación familiar/social y condición psiquiátrica.
Aunque en el cuestionario de la entrevista de esta investigación se presenta una
pregunta acerca de la cantidad máxima utilizada por cada sustancia, las respuestas de las
participantes resultaron imprecisas al grado de no ofrecer información suficiente y
confiable que se pudiera considerar para un estudio de investigación. Por esta razón, a
pesar de que se le preguntó a las entrevistadas acerca de las cantidades de sustancias
64
utilizadas, los datos obtenidos no serán presentados como parte de los hallazgos de esta
investigación. Los resultados presentados a continuación tienen el propósito de
establecer un perfil que describa el historial de uso de sustancias de las mujeres que
participaron en el estudio.
Gráfica 13: Reporte de uso de sustancias por cada sustancia utilizada y por
consumo diario de la sustancia
0 50 100 150
Meds. controlados
Heroína
Crack
Cocaína
Marihuana
Nicotina
Alcohol
Reporte de uso
Reporte de uso diario
65
Entre las mujeres que participaron en el estudio de investigación, el 85.7% dijo
haber hecho uso de alcohol. El 67% de ellas informó haber tomado alcohol diariamente.
De las mujeres que conforman la muestra de este estudio, el 71.4% informó haber
hecho uso de cigarillos de nicotina. Un 80% de estas dijo que fumó cigarillos de nicotina
a diario.
Sobre el consumo de marihuana, el 85.7% de las participantes reportó haber
hecho uso de la sustancia. El 100% de estas reportó haber fumado marihuana
diariamente.
El 57.1% de las mujeres entrevistadas en este estudio informó haber hecho uso de
cocaína. De estas, un 75% reportó su uso a diario.
En cuanto al consumo de crack, el 57.1% de las participantes informó haber
hecho uso de la sustancia. De estas mujeres, el 100% indicó haber fumado crack
diariamente.
El 42.9% de las mujeres entrevistadas informó haber consumido heroína. Entre
estas, el 66.6% reportó haber hecho uso de esa sustancia diariamente.
Por último, el 28.6% de las mujeres que participaron en el estudio reportó uso de
medicamentos controlados no recetados, tales como opiáceos y benzodiazepinas. De
estas, el 50% reportó haberlos consumido diariamente.
66
Gráfica 14: Edad de inicio del consumo promedio reportado por cada sustancia
De acuerdo a los datos obtenidos de la entrevista de investigación, en cuanto a la
edad de inicio del consumo de cada sustancia, las participantes que reportaron consumo
de alcohol indicaron haber iniciado a una edad promedio de 15.4 años. Las mujeres
entrevistadas que dijeron haber consumido cigarillos de nicotina informaron una edad de
inicio promedio de 16.6 años. Aquellas que reportaron uso de marihuana, indicaron
haber comenzado a una edad promedio de 17.8 años.
De las mujeres entrevistadas en este estudio que informaron haber hecho uso de
cocaína, la edad de inicio promedio fue de 21.5 años. Aquellas que reportaron uso de
crack, indicaron una edad de inicio promedio de 29.5 años. Las mujeres que reportaron
haber consumido heroína informaron una edad de inicio promedio de 19.6 años.
Finalmente, las mujeres que reportaron uso de medicamentos controlados no recetados,
0 5 10 15 20 25 30 35
Meds. controlados
Heroína
Crack
Cocaína
Marihuana
Nicotina
Alcohol
67
tales como opiáceos y benzodiazepinas, dijeron haber iniciado el consumo a una edad
promedio de 20 años.
Gráfica 15: Total de años de consumo diario reportado por cada sustancia
De las mujeres que formaron parte de este estudio, las que reportaron haber hecho
uso de alcohol indicaron que su patrón de consumo diario se prolongó durante un
promedio de 19.1 años. Aquellas que informaron un patrón de consumo diario de
cigarrillos de nicotina lo hicieron durante un promedio de 16.8 años. Las entrevistadas
que reportaron haber fumado marihuana diariamente lo hicieron por un promedio de 7.3
años.
Las participantes que informaron haber hecho uso diario de cocaína sostuvieron
ese patrón de consumo durante un promedio de 16.2 años. Aquellas mujeres que
indicaron haber fumado crack diariamente lo hicieron por un promedio de 13.5 años. Las
entrevistadas que informaron uso diario de heroína exhibieron ese patrón de consumo
0 5 10 15 20 25
Meds. controlados
Heroína
Crack
Cocaína
Marihuana
Nicotina
Alcohol
68
durante un promedio de 7 años. Por último, las mujeres que participaron en el estudio y
que reportaron uso diario de medicamentos controlados no recetados, tales como
opiáceos y benzodiazepinas dijeron haber sostenido el patrón de consumo por un
promedio de 6.5 años.
Gráfica 16: Razones para el inicio del uso de sustancias
En la entrevista de investigación administrada a las participantes se les preguntó
por qué razón o razones creían que habían dado inicio al consumo de sustancias. De las
respuestas presentadas se obtuvo que ellas atribuyeron su inicio en el consumo de
sustancias a varias razones. El 57.1% indicó que el ejemplo de sus padres influyó en el
hecho de que ellas consumieran sustancias. El 42.9% dijo haber recurrido al uso de
sustancias para olvidar recuerdos dolorosos. El 28.6% indicó que la curiosidad fue un
factor influyente. El 28.6% de las entrevistadas atribuyó influencia a la presión de grupo.
Mientras, el 28.6% de ellas dijo haber consumido sustancias como una alternativa para
sentirse relajada y el mismo porcentaje reportó consumir drogas con el objetivo de no
0 10 20 30 40 50 60
Violación sexual
No estar triste
Relajarse
Presión de grupo
Curiosidad
Olvidar recuerdos
dolorosos
Ejemplo de los padres
69
sentirse triste. El 14.3% atribuyó su uso de sustancias directamente a un evento de abuso
sexual, específicamente, el haber sido violada sexualmente.
De acuerdo a las respuestas ofrecidas por las participantes en la entrevista de
investigación, el historial de intentos de recuperación de ellas es como se describe a
continuación: el 42.9% se encuentra en un tratamiento residencial por primera vez, el
28.6% ha tenido de dos a cinco experiencias previas en tratamientos residenciales y el
28.6% ha recibido de seis a diez tratamientos residenciales anteriormente. Además, un
42.9% dijo haber participado de un tratamiento ambulatorio en una ocasión y un 28.6%
informó haber participado entre dos a cinco veces en tratamientos ambulatorios. El
42.9% indicó haber participado también en grupos de apoyo para personas con abuso o
dependencia de sustancias.
En resumen, el 100% de las entrevistadas reportó uso diario de, al menos, una
sustancia sicoactiva. Las sustancias más utilizadas por el grupo de participantes fueron el
alcohol, la marihuana y los cigarrillos de nicotina en más del 70% de las entrevistadas.
Entre un 40 y 60% de las participantes indicó consumir a diario cocaína, crack y heroína.
Entre las razones para iniciar el uso de sustancias, el 57.1% de estas tienen que
ver con el manejo de recuerdos o emociones (para relajarme, para no sentirme triste, para
olvidar recuerdos dolorosos, para manejar los efectos del abuso sexual). El 42.9% de las
razones se relacionan a otras causas (ejemplo de los padres, curiosidad, presión de
grupo).
En su mayoría, las participantes han hecho múltiples esfuerzos para recuperarse
del abuso y dependencia de sustancias mediante diferentes niveles de tratamiento. A
pesar de que estas permanecen en los tratamientos por un tiempo promedio que suele
70
estar entre los nueve a los doce meses, en promedio, no sostienen la abstinencia de
sustancias por más de tres meses luego de haber terminado el tratamiento.
Historial de abuso sexual
El historial de abuso sexual de las participantes de este estudio de investigación se
exploró con el propósito de: (1) establecer que las participantes tienen un historial de
abuso sexual y (2) describir de manera general en qué consiste ese evento que ellas
identificaron o percibieron como abuso sexual. A tales efectos se realizaron preguntas
dirigidas a explorar el tipo de abuso, la cantidad de incidentes, la duración del abuso, la
relación con el agresor, si se reportó la agresión, cuándo y a quién se reportó.
La naturaleza del tema exigió discreción y sensibilidad durante el proceso de
entrevista. El bienestar de las participantes se consideró una prioridad por encima del
interés de recopilar información. Por lo tanto, se profundizó en las preguntas en la
medida en que no se observaron indicadores de impacto emocional intenso durante la
entrevista y en la medida en que las participantes mantenían respuestas fluidas. En los
momentos en que se observó resistencia a contestar o abundar en detalles sobre el
historial de abuso sexual o en los momentos en que se observó una elevación del estado
emocional evidenciado por llanto o coraje intensos, no se insistió en las respuestas y se
pasó a la siguiente pregunta. Así se continuó sucesivamente hasta terminar con esta
sección de la entrevista de investigación.
Aunque el formulario de la entrevista de investigación preguntaba acerca de la
cantidad de incidentes de abuso sexual, las respuestas de las participantes resultaron
imprecisas al grado de no ofrecer información suficiente y confiable que se pudiera
considerar para un estudio de investigación. Entre las respuestas se destacaron las
71
palabras: “muchos”, “varios”, “unos cuantos”, “no recuerdo”, entre otras respuestas
ambiguas. Por esta razón, las respuestas obtenidas con relación a la cantidad de
incidentes se describirán como “un solo incidente” o “más de un incidente”. Las
limitaciones para obtener esta información no afectan los resultados de este estudio ya
que esta investigación no tiene el propósito de establecer una descripción exhaustiva del
historial de abuso sexual de las participantes.
Una situación similar se observó al preguntar cuál era la relación entre la víctima
y el agresor sexual. De las contestaciones a esta pregunta se obtuvieron respuestas que
describieron a los agresores como “conocidos” o “desconocidos” en la mayoría de los
casos y se observó resistencia a profundizar de manera más detallada en la información
ofrecida. Algunas de las mujeres entrevistadas respondieron de manera más exacta
indicando que el agresor había sido el padre, un primo o un amigo.
De la misma manera, los datos recopilados acerca de cuándo y a quién se
reportaron los incidentes de abuso sexual resultaron imprecisos. Sobre la pregunta de
cuándo se reportaron, la respuesta repetida fue “no recuerdo” en todos los casos en que
indicaron haberlo reportado alguna vez. Con respecto a la pregunta sobre a quién se
reportó, las respuestas apuntaron hacia amistades o familiares en todos los casos en que la
entrevistada informó haber reportado el abuso a alguien en algún momento. Es
importante destacar que ninguna de las participantes que dijo haber reportado el abuso
sexual a alguien en algún momento hizo reporte de abuso a alguna agencia, organización
o institución que pudiera proveer algún servicio para la víctima o algún procesamiento
legal para el agresor. La ambigüedad de estos resultados no permite realizar un manejo
cuantitativo de los datos que se considere aceptable para un estudio de investigación. La
72
limitación para recopilar esta información no afecta los resultados de este estudio puesto
que el mismo no tiene el propósito de realizar una exploración exhaustiva sobre el
historial de abuso sexual de las entrevistadas. Los resultados presentados a continuación
tienen el propósito de establecer un perfil que describa de manera general el historial de
abuso sexual de las mujeres que participaron en el estudio.
Gráfica 17: Edad de inicio del abuso sexual
De las preguntas realizadas en este estudio con relación al historial de abuso
sexual se obtuvo que las participantes reportaron que la edad de inicio de los incidentes
fue como sigue: el 14.3% dijo que los incidentes de abuso sexual ocurrieron antes de que
ellas tuvieran cinco años de edad. El 42.9% informó que los incidentes se produjeron
cuando ellas estaban entre las edades de seis a diez años. El 14.3% indicó que ocurrieron
cuando tenían entre 16 a 18 años de edad y un 28.6% reportó que el abuso sexual ocurrió
cuando ellas tenían más de 22 años de edad.
0 10 20 30 40 50
22 años o más
19 a 21 años
16 a 18 años
11 a 15 años
6 a 10 años
menos de 5 años
73
Gráfica 18: Tipos de abuso sexual
Las mujeres entrevistadas reportaron haber sufrido una diversidad de formas de
abuso sexual. El 14.3% de las participantes informó haber tenido más de un incidente en
los que tuvieron que exponer su desnudez o tuvieron que observar la desnudez de otra
persona involuntariamente. El 57.1% de las entrevistadas dijo haber tenido más de un
incidente en que alguien tocó sus genitales o le hizo tocar los genitales de esa persona de
manera forzada. El 28.6% de las participantes indicó haber tenido más de un incidente en
que se les hizo de manera forzada o se les obligó a hacerle sexo oral a alguien. El 14.3%
de las mujeres que participaron en el estudio dijo haber tenido más de un incidente en que
se les expuso a observar pornografía de manera forzada. El 14.3% indicó haber tenido
más de un incidente en que fueron obligadas a masturbar o ser masturbadas sin su
consentimiento. El 57.1% de las participantes informó haber tenido algún incidente de
abuso con penetración vaginal. De ellas, el 50% indicó haber sufrido un solo incidente
0 10 20 30 40 50 60
Asalto con
violencia
Penetración
vaginal
Masturbación
Pornografía
Sexo oral
Tocar genitales
Exponer(se)
desnudez
74
de este tipo. Finalmente, el 42.9% de las participantes informó haber sufrido algún
incidente de asalto sexual con violencia. De ellas, el 66.7% indicó haber sufrido un solo
incidente mientras que el 33.3% dijo haber sufrido más de un incidente.
Gráfica 19: Duración del abuso sexual
En aquellas experiencias de abuso sexual en las que las participantes de este
estudio sufrieron más de un incidente, estas reportaron a través de la entrevista de
investigación que la exposición a desnudez de manera forzada se prolongó por un
promedio de cuatro años, el ser tocada o ser obligada a tocar los genitales de otra persona
se prolongó por un promedio de 3.25 años y el ser obligada a hacer o recibir sexo oral
tuvo una duración promedio de 3.5 años. Mientras, el ser forzada a observar pornografía
se extendió durante tres años, el masturbar o ser masturbada involuntariamente se
prolongó por un promedio de cuatro años, el abuso sexual con penetración vaginal se
0 1 2 3 4 5
Asalto con
violencia
Penetración
vaginal
Masturbación
Pornografía
Sexo oral
Tocar genitales
Exponer(se)
desnudez
75
extendió por un promedio de 3.5 años y el asalto sexual con violencia se prolongó por un
promedio de dos años.
Gráfica 20: Servicios recibidos para atender el abuso sexual
De la entrevista de investigación realizada se obtuvo que el 85.7% de las
participantes informó no haber recibido servicios relacionados a los incidentes de abuso
sexual. Este reporte de servicios incluye servicios psiquiátricos, psicológicos, médicos,
farmacoterapia, trabajo social, servicios legales u otros servicios. El 14.3% de las
mujeres entrevistadas dijo haber recibido servicios psicológicos y psiquiátricos en algún
momento posterior a los incidentes de abuso sexual.
En resumen, el 85.7% de las entrevistadas indicó haber sufrido más de un
incidente de abuso sexual, el 57.1% dijo que el abuso ocurrió en o antes de los diez años
de edad. Los incidentes de abuso sexual se prolongaron por un mínimo de tres años en
todos los casos de incidentes múltiples. La información acerca de la cantidad de
incidentes, relación de la víctima con el agresor y cuándo y a quién se reportó el abuso
resultaron imprecisos para el manejo del análisis cuantitativo. El 85.7% de las
participantes en el estudio no recibió servicios (psiquiátricos, psicológicos, médicos,
0
10
20
30
40
50
60
70
80
90
Recibió servicios No recibió servicios
76
farmacoterapia, trabajo social, servicios legales u otros servicios) para atender asuntos
relacionados a los incidentes de abuso sexual.
Historial de condiciones de salud mental
El historial de trastornos de salud mental de las participantes se exploró a través
de la entrevista de investigación con el propósito de: (1) establecer si las participantes
tienen un historial de trastornos de salud mental y (2) describir de manera general cuáles
son los diagnósticos mentales que tienen estas mujeres y (3) cuáles puedan ser algunas de
las sensaciones que provocan malestar emocional que experimentan frecuentemente y
que no se hayan considerado necesariamente como parte de un diagnóstico mental. A
tales efectos se realizaron preguntas dirigidas a explorar diagnósticos existentes,
tratamientos recibidos y síntomas experimentados con frecuencia sin que necesariamente
formen parte de algún diagnóstico mental realizado por un profesional de la salud.
Gráfica 21: Trastornos mentales diagnosticados
0 10 20 30 40 50
Trastornos
aprendizaje
PTSD
Depresión
Ningún
diagnóstico
77
De acuerdo a la información recopilada a través de la entrevista de investigación,
el 42.9% de las mujeres entrevistadas dijo nunca haber recibido un diagnóstico de
trastorno mental por un profesional de la salud. Mientras, el 42.9% informó haber sido
diagnosticada con algún tipo de depresión en algún momento por un profesional de la
salud. El 14.3% de las mujeres entrevistadas dijo haber recibido un diagnóstico de
síndrome de estrés postraumático (PTSD, por sus siglas en inglés) en algún momento por
un profesional de la salud. Finalmente, el 14.3% de las participantes informó haber
tenido algún diagnóstico de trastornos del aprendizaje en algún momento por un
profesional de la salud.
Gráfica 22: Servicios recibidos para trastornos mentales diagnosticados
De la entrevista realizada a las mujeres que conformaron la muestra se obtuvo que
el 100% de las participantes que reportaron haber tenido diagnóstico de algún tipo de
depresión indicó haber recibido algún tratamiento para la depresión. El 100% de las
0 20 40 60 80 100 120
Trastornos
aprendizaje
PTSD
Depresión
78
entrevistadas que dijo haber recibido un diagnóstico de síndrome de estrés postraumático
(PTSD) informó haber recibido algún tratamiento y ninguna (0%) de las participantes que
informaron haber tenido algún diagnóstico de trastornos del aprendizaje indicó haber
recibido algún tratamiento.
Gráfica 23: Sentimientos, pensamientos o comportamientos experimentados
frecuentemente sin que fueran relacionados con algún trastorno mental
diagnosticado por un profesional de la salud
0 20 40 60 80 100
otras sensaciones
pesadillas
intentos suicidas
pérdida de apetito
insomnio
irritabilidad
ideas suicidas
culpa
vergüenza
agresividad
desesperanza
impulsividad
aislamiento
ansiedad
pens. intrusivos
desconfianza
rec. perturbadores
tristeza
79
La entrevista de investigación exploró si las participantes habían experimentado
frecuentemente algunos sentimientos, pensamientos o comportamientos sin que fueran
relacionados con alguno de los trastornos mentales que algún profesional de la salud
hubiera diagnosticado o sin tener algún diagnóstico de trastorno mental. A tales efectos,
el cuestionario de la entrevista de investigación proveyó una lista de 18 sensaciones que
comúnmente se asocian con el malestar emocional relacionado con las experiencias
traumáticas. Estas sensaciones se fueron mencionando una por una en el estricto orden
en que aparecen en el cuestionario para que las participantes indicaran si las habían
experimentado frecuentemente o no. Sus respuestas revelan que ellas han experimentado
frecuentemente tristeza (100%), recuerdos vívidos perturbadores (100%), desconfianza
(100%), pensamientos intrusivos (85.7%), ansiedad (85.7%), aislamiento (71.4%),
impulsividad (71.4%), desesperanza (71.4%), comportamiento agresivo (71.4%),
vergüenza (71.4%), culpa (57.1%), ideas suicidas (57.1%), irritabilidad (57.1%),
insomnio (57.1%), pérdida de apetito (57.1%), intentos suicidas (42.9%), pesadillas
(42.9%) y otras sensaciones (28.6%).
En resumen, el 42.9% de las entrevistadas indicó nunca haber recibido un
diagnóstico de trastorno mental realizado por algún profesional de la salud a pesar de que
el 100% de ellas dijo haber experimentado frecuentemente sentimientos, pensamientos y
comportamientos que sugieren la presencia de trastornos mentales. Entre las
participantes que han sido diagnosticadas previamente, el 57.1% de estos diagnósticos se
refieren a trastornos del estado de ánimo o trastornos de ansiedad.
80
Relación percibida entre el uso de sustancias y el abuso sexual
Con el propósito de explorar si las mujeres que participan de tratamientos
residenciales para la recuperación de abuso o dependencia de sustancias ha percibido
alguna relación entre su consumo de sustancias y su historial de abuso sexual se les
realizó una secuencia de preguntas abiertas. La información recopilada en cada pregunta
se presenta a continuación.
Pregunta 1: ¿Piensas que existe una relación entre los eventos de abuso sexual y
tu uso de sustancias?
Gráfica 24: Relación percibida entre el abuso sexual y el uso de sustancias
El 42.9% de las participantes ofreció una respuesta afirmativa para indicar que
reconocen que existe alguna relación entre los eventos de abuso sexual y su uso de
sustancias. El 14.3% indicó que no cree que existe alguna relación. Mientras, el 42.9%
ofreció una respuesta ambigua para expresar que no sabe o que no lo ha considerado; por
0
5
10
15
20
25
30
35
40
45
50
SI NO NO SE
81
ejemplo, “yo no tengo una contestación”, “no pensé” o “a veces lo he pensado pero no le
doy importancia”.
Pregunta 2: ¿Recuerdas algún o algunos sentimientos asociados al abuso sexual?
Gráfica 25: Reporte de recuerdos asociados al abuso sexual
El 14.3% de las mujeres entrevistadas dijo no recordar sentimientos asociados al
abuso sexual. Por su parte, el 85.7% dijo recordar sentimientos asociados al abuso sexual
y estos son según se detalla: deseos de matar (33.3%), odio (33.3%), asco (33.3%),
deseos de morir (16.7%), culpa (16.7%), coraje (16.7%), deseos de venganza (16.7%).
El 66.7% de las entrevistadas que dijo recordar sentimientos asociados al abuso
sexual realizó expresiones verbales que sugieren que estos recuerdos son frecuentes y
actuales. Según indicaron, “me viene a la mente y es como si me pasara una película y la
vivo constantemente… como si me estuviera pasando”, “hay veces que pienso en eso
pero yo misma me doy terapia y me digo que no voy a pensar en eso”, “me vienen
muchos recuerdos… de muchas cosas… no puedo dejar que nadie me toque”.
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Si recuerda No recuerda
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Pregunta 3: ¿Recuerdas haber usado alguna sustancia para sobrellevar o aliviar
alguna de estas experiencias?
Gráfica 26: Reporte de uso de sustancias para sobrellevar o aliviar sentimientos,
pensamientos o comportamientos no relacionados a un trastorno diagnosticado por
un profesional de la salud mental
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otras…
pesadillas
intentos suicidas
pérdida de…
insomnio
irritabilidad
ideas suicidas
culpa
vergüenza
agresividad
desesperanza
impulsividad
aislamiento
ansiedad
pens. intrusivos
desconfianza
rec.…
tristeza
83
En esta pregunta se utilizó la misma lista de 18 sensaciones que comúnmente se
asocian con el malestar emocional relacionado con las experiencias traumáticas que se
utilizaron en la sección anterior acerca del historial de salud mental. La lista que incluye
sentimientos, pensamientos y comportamientos se les presentó en el estricto orden en que
aparecen en el cuestionario de la entrevista de investigación para que las participantes
respondieran si recordaban haber utilizado sustancias para aliviar alguna de estas
sensaciones o no. Las respuestas de las participantes revelaron que ellas hicieron uso de
sustancias para aliviar o sobrellevar las siguientes experiencias: tristeza (100%),
desesperanza (100%), aislamiento (85.7%), irritabilidad (71.4%), ideas suicidas (71.4%),
ansiedad (71.4%), desconfianza (71.4%), vergüenza (71.4%), insomnio (57.1%), intentos
suicidas (57.1%), culpa (57.1%), pesadillas (42.9%), falta de apetito (42.9%),
comportamiento agresivo (42.9%), impulsividad (42.9%), pensamientos intrusivos
(42.9%), recuerdos vívidos perturbadores (42.9%) y otros (28.6%). Estas otras
sensaciones reportadas fueron “odio” (57.1%), “asco” (14.2%) y “desesperación”
(14.2%).
Aunque la mayoría de las respuestas se limitaban a afirmar o negar de una manera
concisa, mientras se les mencionaban las diferentes sensaciones surgieron expresiones
espontáneas como: “bueno, si estoy bebiendo casi todo el tiempo, todo eso tiene que ver”,
“si… para todo, yo bebía para todo… ese era mi refugio” y “claro, todas las veces...”
84
Pregunta 4: ¿Recuerdas haber sentido alivio de estas experiencias luego de haber
usado alguna sustancia?
Gráfica 27: Reporte de haber sentido alivio de los sentimientos, pensamientos y
comportamientos luego de haber usado alguna sustancia
El 85.7% de las participantes ofreció una respuesta afirmativa para expresar que
habían sentido alivio a las experiencias antes mencionadas mediante el consumo de
sustancias. El 14.3% de las entrevistadas respondió de forma negativa. Las respuestas
afirmativas estuvieron acompañadas de explicaciones en las que se planteó con mayor
precisión en qué consistía esa sensación de alivio. Estas aseveraciones se pueden agrupar
en dos categorías: (1) la alteración de los pensamientos (57.1%) y (2) la alteración de los
estados emocionales (42.9%).
Entre las respuestas que apuntaban al uso de sustancia con el objetivo de alterar
los pensamientos se encontraron expresiones como: “ya no piensas en eso y te pones a
vacilar… te pone la cabeza en otra onda”, “cuando yo usaba marihuana era como que me
desconectaba del mundo… me desconectaba por completo… estar en donde había
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Si experimentó alivio No experimentó alivio
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alcohol, en donde había droga… donde yo no tuviera tiempo para pensar ni poner los pies
en la tierra…” y “pues, cuando estaba to’ el tiempo empepá’… no pensaba”.
Entre las respuestas que apuntaban al uso de sustancias con el propósito de alterar
estados emocionales se encontraron expresiones como: “uno siente como una supuesta
paz que no es verdadera… uno se siente como diferente… uno como que siente un
alivio… temporero…”, “era feliz” y “era alivio”. Algunas de las respuestas aludían al
hecho de que el alivio era temporero y que este no constituía una solución a los
problemas.
Pregunta 5: ¿Recuerdas haber re-experimentado algunas de esas experiencias si
suspendías el consumo de sustancias?
Gráfica 28: Reporte de haber re-experimentado sentimientos, pensamientos y
comportamientos al suspender el consumo de sustancias
El 85.7% de las mujeres que participaron en el estudio aseguraron haber
experimentado nuevamente algunas de las experiencias ya mencionadas una vez
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Si re-experimentó No re-experimentó
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suspendían el consumo de sustancias. Mientras, el 14.3% de las entrevistadas negó haber
re-experimentado esas sensaciones al detener el uso de sustancias.
Para los efectos de este estudio, estas experiencias se han categorizado en: (1)
sensaciones relacionadas a los pensamientos o (2) sensaciones relacionadas a los
sentimientos. Entre las sensaciones relacionadas con los pensamientos se destaca el
recuerdo directo de algunos de los eventos de abuso sexual, ideas de matar a alguien y
pensamientos de venganza. Por ejemplo, “deseos de matar…vengarme de todos los
hombres… hasta estar con una mujer por culpa de lo que me hicieron… las mujeres eran
buenas… yo pensaba que me iban a cuidar… quería estar con hombres para hacerles
pagar todo lo que me hicieron”.
Entre las sensaciones relacionadas con los sentimientos se encuentran los
sentimientos de tristeza, odio y desesperación manifestados en expresiones como: “me
entristecía mucho y me llené de mucho odio… de mucho odio… y de mucho odio a mi
padre”, “me desesperaba… sentía que tenía que consumir más”.
Pregunta 6: Una vez que suspendías el consumo de sustancias por algún tiempo o
te rehabilitabas, ¿recuerdas haber vuelto al consumo de sustancias luego de haber re-
experimentado algunas de las experiencias que hemos mencionado?
Esta pregunta intenta explorar si las participantes perciben que el volver a
experimentar las sensaciones que se han estado mencionando constituye un factor de
recurrencia en el consumo de las sustancias. Las mujeres que fueron entrevistadas en
este estudio estaban ingresadas en tratamientos residenciales de rehabilitación para la
dependencia de sustancias. En este nivel de tratamiento se asume que las participantes
suspenden el consumo de sustancias ya que se encuentran en un entorno controlado y
87
supervisado. Durante el proceso del tratamiento, estas disfrutan de pases periódicos en la
comunidad por tiempo limitado. Este tiempo puede variar entre uno a tres días por lo
regular.
Gráfica 29: Reporte de recurrencia al uso, abuso o dependencia de sustancias luego
de haber re-experimentado los sentimientos, pensamientos y comportamientos
El 71.4% de las mujeres que participaron del estudio opinó afirmativamente como
en esta expresión: “Si, si… por eso es que yo siempre duraba como un mes… y siempre
volvía otra vez”. El 14.3% respondió en la negativa como demuestra esta aseveración:
“No. Lo hacía porque me gustaba, porque me daba la gana… sin excusas”. Mientras, el
14.3% indicó desconocer si se presentaban recurrencias en el uso de sustancias al re-
experimentar las sensaciones mencionadas como demuestra la siguiente expresión: “esa
es la pregunta de los sesenta y cuatro mil chavitos…”
Entre las opiniones afirmativas se destacó el tema de los recuerdos perturbadores,
el odio y la venganza. Un ejemplo de recuerdos perturbadores se encuentra en la
siguiente expresión: “Si, porque terminaba la programación... regresaba a lo mismo… me
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Recurrencia No recurrencia No sabe
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daba con consumir… pero, en sí, las sensaciones… unos flashbacks que me daban… no
sé si me explico”.
Los sentimientos de odio y los pensamientos de venganza se observan en la
siguiente expresión: “Cómo yo puedo hacer porque, todavía es la hora que yo veo a mis
familiares, por lo menos a mi primo… mis tíos… miro y todavía me queda esa cosa de
que algún día…algún día me las vas a tener que pagar. Yo no quiero odiar, yo sé que
tengo que perdonar. Yo perdono pero… ellos tienen que pagar de alguna forma. Yo
perdoné pero todavía yo les veo las caras y yo quisiera metérmeles por dentro… y
decirles todo porque te miran con esa cara tan carifrescos… como que yo no hice nada…
como que aquí no ha pasado nada... pero cada vez que los miro pienso que mi día va a
llegar y que yo me las voy a desquitar… ¡Yo pienso en tantas cosas! Soy bien
vengativa… bien vengativa”.
Resumen de los hallazgos principales
En términos generales, las participantes presentan un perfil sociodemográfico que
las describe como mujeres en etapa de adultez madura con una edad promedio de 48
años, puertorriqueñas, nunca casadas y que han procreado entre uno a dos hijos, que
viven con familiares en las residencias de estos, mayormente en la zona urbana del área
metropolitana, con un nivel educativo de, al menos, escuela superior, desempleadas, con
ingresos que las ubican bajo el nivel de pobreza y que profesan la fe protestante.
Estas tienen un historial general de uso de sustancias que las describe como
mujeres que hacen uso diario de, al menos, una sustancia sicoactiva. Ellas consideran
que las causas principales para el inicio de su consumo de sustancias se relacionan con el
manejo de recuerdos o emociones dolorosas. En su mayoría, han hecho múltiples
89
esfuerzos para recuperarse del abuso y dependencia de sustancias mediante diferentes
niveles de tratamiento pero, a pesar de que permanecen en los tratamientos entre nueve a
doce meses, no sostienen la abstinencia de sustancias por un período mayor de uno a tres
meses.
Además, tienen un historial de abuso sexual que revela que el 85.7% de estas
mujeres ha sufrido más de un incidente de abuso sexual ocurridos, mayormente, antes de
los diez años de edad. Los incidentes de abuso sexual se prolongaron por un mínimo de
tres años y, en la mayoría de los casos, no recibieron servicios relacionados al abuso
sexual. Casi la mitad de las participantes (42.9%) nunca ha tenido un diagnóstico de
trastorno mental realizado por algún profesional de la salud a pesar de que el 100% de
ellas dijo haber experimentado frecuentemente sentimientos, pensamientos y
comportamientos que sugieren la presencia de trastornos mentales.
Con respecto a la percepción que ellas tienen en cuanto a que exista alguna
relación entre su adicción y las historias de abuso sexual, se encontró que más de la mitad
no percibe o no sabe si existe alguna relación. El 85.7% de ellas dijo recordar
sentimientos asociados al abuso sexual, el 100% dijo haber usado sustancias para
sobrellevar o aliviar sentimientos, pensamientos y/o conductas similares a las que
experimentaban como resultado de los recuerdos del abuso sexual, el 85.7% la las
entrevistadas informó haber sentido alivio de estas experiencias al consumir sustancias y
la misma cantidad indicó haber experimentado nuevamente algunas de esas experiencias
una vez suspendían el consumo de las sustancias.
El consumo de sustancias se presentó, principalmente, como un recurso para
alcanzar la alteración de los pensamientos perturbadores y la alteración de los estados
90
emocionales dolorosos. Por su parte, el 71.4% de las mujeres entrevistadas dijo haber
recurrido a las sustancias posterior a haber logrado algún período de abstinencia como
consecuencia de haber re-experimentado algunas de esas experiencias.
91
Capítulo IV
Discusión de los hallazgos
El estudio “Antecedentes de abuso sexual en mujeres dependientes de sustancias
en centros de tratamiento residenciales de recuperación en Puerto Rico” se realizó con los
objetivos de identificar y describir los antecedentes de abuso sexual de las mujeres que
participan de tratamientos de rehabilitación para la dependencia de sustancias en el nivel
residencial en Puerto Rico y explorar si estas mujeres perciben su adicción como una
secuela de la experiencia de abuso sexual. A tales efectos se entrevistaron siete mujeres
que cumplieron con todos los criterios de inclusión para participar del estudio.
Los datos recopilados en esta investigación apuntan a que las participantes de este
estudio exhiben características que son congruentes con las que presenta la literatura en la
investigación con poblaciones similares (CSAT, 2009a). Por ejemplo, las mujeres
entrevistadas en este estudio no están casadas, tienen hijos, no tienen una vivienda propia,
viven con familiares, viven bajo el nivel de pobreza y sus ingresos provienen de
programas gubernamentales de asistencia pública (OAS, 2005, septiembre; ASSMCA,
2009a; CSAT, 2009a).
De la misma manera, en lo relativo al uso de sustancias, la muestra estudiada
presentó un patrón de consumo de drogas y alcohol con inicio en la adolescencia (Boyd,
1993, CSAT, 2009c). Esto es consistente con los datos de ASSMCA (2007) que presenta
un 56.3% de uso de alcohol alguna vez en la vida entre las adolescentes de escuela
intermedia y superior con un 31.0% de ellas reportando inicio reciente. En este estudio,
el crack, la marihuana y el alcohol resultaron ser las sustancias utilizadas por el mayor
número de participantes. Las mujeres entrevistadas en esta investigación presentaron un
92
patrón de uso de sustancias que se prolongó por un promedio de 12 años siendo el
alcohol, la nicotina y la cocaína las sustancias utilizadas por más tiempo.
Las razones para iniciar el uso de sustancias también resultaron consistentes con
la literatura relevante para esta población. La muestra estudiada indicó que las razones
principales para comenzar el consumo de sustancias fueron el ejemplo de sus padres y
para olvidar recuerdos dolorosos. La literatura apoya ampliamente la idea de que el uso
de sustancias se inicia y/o se mantiene como una alternativa maladaptativa para manejar
malestares emocionales y síntomas mentales (Khantzian, 1997; CSAT, 2000; Hien,
Cohen & Campbell, 2005). Igualmente, más de la mitad de las participantes de este
estudio había realizado múltiples intentos de recuperación a través de diversos niveles de
tratamiento lo que apoya los hallazgos de Najavits et al. (2004) quien encontró, en una
muestra de 77 mujeres, que estas participaron de unos 14 tratamientos en cuatro
modalidades diferentes.
A pesar de que las participantes de este estudio reportaron haber permanecido en
los tratamientos entre nueve a doce meses, en promedio, no sostuvieron la abstinencia de
sustancias por más de tres meses luego de haber terminado el tratamiento. Además,
identificaron que las recurrencias suelen estar asociadas a emociones negativas o
recuerdos dolorosos. Esto es congruente con la investigación que vincula la recurrencia
en el uso de sustancias de las mujeres con emociones negativas y problemas
interpersonales (Stocker, 1998; Walitzer & Dearing, 2006).
Con relación al objetivo de identificar y describir los antecedentes de abuso
sexual de las mujeres que participan de tratamientos residenciales para la recuperación de
la dependencia a sustancias en Puerto Rico, los datos obtenidos revelaron una consistente
93
similaridad con la literatura relevante estableciendo que estas participantes tienen
historiales de abuso sexual (Kilpatrick, et al., 1997, Najavits, 2002a; Pirard et al., 2005)
que remontan sus inicios a experiencias ocurridas antes de los diez años de edad en el
57.1% de los casos (Boyd, 1993; Price et al., 2001, Grayson & Nolen-Hoeksema, 2005;
Sacks et al., 2007). En el 85.7% de los casos, las mujeres que participaron en este estudio
fueron víctimas de múltiples incidentes como parte de un patrón de abuso sexual que se
prolongó por un promedio de tres años.
Los tipos de abuso sexual que más sufrieron estas mujeres fueron el tocar o ser
tocadas en el área genital involuntariamente (57.1%), la violación con penetración
vaginal (57.1%) y el asalto sexual con violencia (42.9%). El 85.7% de las mujeres
entrevistadas nunca recibió tratamientos de salud física o mental con relación al abuso
sexual. También, en el 85.7% de los casos, los agresores eran conocidos y familiares y,
en su mayoría, el abuso fue informado a las amistades de la víctima sin mayores
consecuencias de procesamiento legal contra los agresores.
Más de la mitad de las mujeres que participaron en el estudio presentaron una co-
ocurrencia de trastornos relacionados a eventos traumáticos, trastornos de ansiedad y
trastornos del estado de ánimo (Sosa-Zapata, Colón, Robles & Cabassa, 2007, CSAT,
2009c). A pesar de que más del 40% de ellas dijo no haber recibido nunca un diagnóstico
por un profesional de la salud mental, el 100% de las entrevistadas aceptó haber
experimentado tristeza, recuerdos vívidos perturbadores y desconfianza frecuentemente.
Más del 70% de las participantes informó haber experimentado pensamientos intrusivos,
ansiedad, aislamiento, impulsividad, desesperanza, comportamientos agresivos y
vergüenza frecuentemente. Así mismo, más de la mitad de las entrevistadas indicó haber
94
experimentado culpa, ideas suicidas, irritabilidad, insomnio y pérdida de apetito
frecuentemente.
Sobre el segundo objetivo relacionado a la percepción que las participantes
pudieran tener respecto a su dependencia de sustancias como secuela del abuso sexual, se
encontró que el 57.1% de las razones a las que atribuyeron su adicción tiene que ver con
el manejo de recuerdos o emociones negativas (para relajarme, para no sentirme triste,
para olvidar recuerdos dolorosos, para manejar los efectos del abuso sexual). Sin
embargo, en lo relativo a percibir algún vínculo entre los eventos de abuso sexual y su
consumo de sustancias, el 42.9% de las mujeres entrevistadas entendió que existe una
relación entre el abuso sexual y su uso de sustancias, mientras, el 57.1% ofreció una
respuesta negativa (14.3%) o ambigua (42.9%).
El 85.7% de las participantes informó recordar sentimientos asociados al abuso
sexual. De estas, el 66.7% realizó expresiones verbales que reflejaron que estos
recuerdos son frecuentes y actuales. El 100% de las entrevistadas reportó haber
experimentado frecuentemente síntomas manifestados en comportamientos,
pensamientos y sentimientos negativos que se presentaron aparte de un diagnóstico
realizado por un profesional de la salud mental y revelaron haber hecho uso de sustancias
para manejar esas emociones, pensamientos y comportamientos negativos. El 85.7% de
ellas indicó que había sentido alivio a esas experiencias mediante el consumo de
sustancias.
El 85.7% de las mujeres que participaron en el estudio aseguraron haber revivido
algunas de las experiencias emocionales dolorosas una vez que suspendían el consumo de
sustancias. Mientras, el 71.4% de ellas reconoció haber vuelto al consumo de sustancias
95
luego de haberse rehabilitado como consecuencia de re-experimentar las emociones
dolorosas asociadas a las historias de abuso sexual.
A pesar de que el 85.7% de las participantes relacionó su uso de sustancias con el
manejo de emociones negativas, sólo el 42.9% lo vinculó directamente con sus historias
de abuso sexual. Esto apunta a que menos de la mitad de ellas pensó que las emociones
negativas que han motivado su uso de sustancias tienen que ver con las historias de abuso
sexual. No obstante, identificaron que las historias de abuso sexual les han provocado
emociones negativas que, en muchos casos, son frecuentes y actuales. Aunque las
mujeres entrevistadas reconocieron que el consumo de drogas y/o alcohol tiene relación
con el manejo de recuerdos o emociones negativas, no necesariamente esas sensaciones
negativas las asocian con las experiencias de abuso sexual.
Conclusiones
De los resultados del estudio de investigación se obtiene que las participantes
reconocen que su uso de sustancias constituye una manera de manejar estados
emocionales negativos. Sin embargo, sólo el 42.9% de ellas relacionó directamente estos
estados emocionales negativos con las historias de abuso sexual. Esto significa que, a
pesar de que estas mujeres vinculan sus estados emocionales negativos con su consumo
de sustancias, estas no necesariamente relacionan estos estados emocionales negativos
con sus historias de abuso sexual.
En términos generales, las participantes (1) atribuyeron su uso de sustancias a
causas relacionadas al manejo de emociones negativas, (2) reconocieron tener recuerdos
frecuentes y actuales de los eventos de abuso sexual, (3) recordaron haber usado
sustancias para aliviar o sobrellevar estas emociones negativas, (4) recordaron haber re-
96
experimentado las emociones negativas cuando suspendían el consumo de sustancias y
(5) recordaron haber tenido recurrencias luego de haber re-experimentado esas
emociones. Sin embargo, menos de la mitad de ellas (42.9%), reportó percibir que su uso
de sustancias podría ser una secuela de sus experiencias de abuso sexual.
Limitaciones del estudio
Una de las limitaciones del presente estudio de investigación fue el tamaño de la
muestra. El diseño inicial del estudio aspiraba a realizar diez entrevistas. No obstante,
esta cantidad de participantes no estuvo disponible, principalmente, por el requisito de
participación que establecía que estas mujeres tenían que haber estado un mínimo de tres
meses en el actual tratamiento de recuperación sin haber tenido recurrencias de sustancias
en ese período. El propósito de este requisito era asegurar que las participantes
mostraban buen ajuste y estabilidad en su tratamiento para la recuperación de adicción y
que la naturaleza sensitiva de las preguntas de la investigación no afectara adversamente
su rehabilitación.
Otra de las limitaciones surgió, precisamente, de la naturaleza sensitiva del tema y
la vulnerabilidad que se pudiera percibir en las participantes. Durante el proceso de
entrevista, a aquellas participantes que expresaron notable emotividad y a aquellas que
mostraron reservas o resistencia a responder o abundar en las respuestas, no se exploró
con detalle y en profundidad. Esto, para evitar la posibilidad de efectos adversos o
molestias significativas que pudieran surgir como resultado de la entrevista. Esta
consideración ética de cuidado al bienestar de las participantes limitó la exploración de
información en cierta medida pero aseguró que ninguna de las mujeres entrevistadas
reportara algún malestar emocional asociado al contenido de la entrevista posterior a la
97
primera semana de haberse realizado la misma según se pudo constatar mediante los
contactos telefónicos realizados a las participantes y al personal clínico de los Centros.
Recomendaciones
Estos resultados sugieren asuntos importantes a considerar en el tratamiento de
mujeres con trastornos de abuso y dependencia de sustancias que reciben servicios para
su recuperación en el nivel residencial. En primer lugar, los tratamientos para mujeres
siempre deben explorar mediante cernimientos y entrevistas clínicas si las participantes
tienen algún historial de abuso sexual ya que, de conformidad con la investigación
general, existe una probabilidad significativa de que así sea. En aquellas participantes
que se identifiquen experiencias de abuso sexual, los tratamientos deben ofrecer o
coordinar servicios dirigidos a atender específicamente las necesidades clínicas asociadas
a las experiencias del abuso sexual. Estos servicios deben considerar y admitir cuantas
modalidades de tratamiento basadas en evidencia sean necesarias y pertinentes para estas
participantes, incluyendo la farmacoterapia y los modelos de psicoterapia y consejería
especialmente diseñados para mujeres con trastornos mentales co-ocurrentes que se
relacionen con el pasado de abuso sexual (síndrome de estrés postraumático, ansiedad,
depresión, trastornos de personalidad, etc.).
Estos servicios dirigidos especialmente a las mujeres con adicciones y abuso
sexual deben surgir de la iniciativa de los proveedores de servicios ya que, de acuerdo a
los resultados de este estudio, más de la mitad de estas participantes no identifican que
exista alguna relación entre su trastorno adictivo y sus experiencias de abuso sexual.
Como consecuencia, es poco probable que ellas decidan procurar servicios para atender
las secuelas de los eventos de abuso sexual. Por consiguiente, pudiera ocurrir que estas
98
mujeres restaran importancia a sus historias de abuso sexual y no consideraran que es
necesario atenderlas como parte de su tratamiento de rehabilitación por adicciones a
sustancias. Es importante, además, que durante la estadía en el tratamiento residencial se
ayude a la participante a identificar la relación que pudiera existir entre su trastorno de
sustancias y su historial de abuso sexual. Esto pudiera facilitar que estas mujeres
aprendan y desarrollen destrezas específicas para la prevención de recurrencias en el uso
de sustancias.
Del mismo modo, los tratamientos deben considerar la coordinación de servicios
de seguimiento ambulatorio que provean enfoques especializados en el tratamiento de las
adicciones y el abuso sexual para el momento en que estas mujeres regresen a la
comunidad. La coordinación estos servicios especializados podría redundar en un
mejoramiento de los resultados de los tratamientos residenciales y en una reducción de
las recurrencias una vez hayan terminado el tratamiento.
Todo esto supone, necesariamente, que los profesionales que intervienen en el
tratamiento de esta población tienen que estar debidamente adiestrados en la
problemática de abuso sexual y otros tipos de experiencias traumáticas. Atender mujeres
con trastornos de sustancias, estadísticamente, implica una alta probabilidad de estar
tratando con personas que han sufrido vivencias traumáticas y que no identifican que
estas experiencias, de alguna manera, se relacionan con su adicción. Los profesionales
deberían estar adiestrados en asuntos relacionados al cernimiento, evaluación e
identificación del problema, los referidos y la coordinación de servicios y aspectos
básicos sobre el manejo y atención de estas pacientes.
99
En segundo lugar, los resultados sugieren la necesidad de incluir intervenciones
dirigidas hacia la prevención y detección temprana del uso y abuso de sustancias como
parte de la atención a las mujeres y niñas que han sido víctimas de abuso sexual. Tomado
en cuenta que la aflicción que provoca el abuso sexual puede estimular la búsqueda de
alivio en las sustancias adictivas, las víctimas de abuso sexual deben ser consideradas
como personas con un riesgo aumentado de desarrollar trastornos de abuso o dependencia
de sustancias sicoactivas. Un enfoque de prevención de uso de sustancias podría reducir
la incidencia de adicciones entre mujeres y niñas que han sido víctimas de abuso sexual.
Del presente estudio surgen las siguientes recomendaciones para futuras
investigaciones:
1. Estudios sobre el mismo tema que exploren una cantidad mayor de participantes,
2. Estudios que investiguen qué servicios, si algunos, ofrecen los tratamientos de
recuperación residenciales en Puerto Rico para atender a las mujeres que tienen
historiales de abuso sexual,
3. Estudios que investiguen cuál pueda ser el índice de recurrencia en mujeres que
han completado un tratamiento de recuperación para la adicción de sustancias y
que no han recibido atención para sus historias de abuso sexual versus aquellas
que sí la recibieron,
4. Estudios que investiguen si existe alguna relación entre los tipos de abuso sexual
y la percepción que estas mujeres puedan tener de ellos con respecto a su uso
problemático de sustancias,
5. Estudios que investiguen cuánta probabilidad de desarrollar un trastorno adictivo
tienen las mujeres que han sido víctimas de abuso sexual y han recibido servicios
100
de salud física y mental temprana versus aquellas que no han recibido atención
alguna.
6. Estudios que investiguen si existe alguna diferencia en la severidad de adicción de
las mujeres dependientes de sustancias que tienen historial de abuso sexual y
aquellas que no tienen ese historial.
7. Estudios que investiguen si existe alguna correlación entre la severidad de
adicción de las mujeres dependientes de sustancias y los tipos de abuso sexual y el
tiempo de duración de estos abusos.
8. Estudios que investiguen la correlación que pueda existir entre la reincidencia en
programas de tratamiento y la falta de manejo clínico de los historiales de trauma.
101
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Use Relapse. Clinical Psychology Review, 26, 128-148. Recuperado el 9 de mayo
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Weiss, R. D., Griffin, M. L. & Mirin, S. M. (1992). Drug Abuse as Self-medication for
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Whitten, L. (2004, diciembre). Men and Women May Process Cocaine Cues Differently.
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Williams, J. S. (2002, mayo). Cocaine’s Effects on Cerebral Blood Flow Differ between
Men and Women. A Collection of NIDA Notes: Articles that Address Women and
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Yin, H. H. (2008). From Actions to Habits: Neuroadaptations Leading to Dependence.
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113
Apéndice A
Código ___________________
ENTREVISTA DE INVESTIGACIÓN
Estudio de investigación:
“Antecedentes de abuso sexual en mujeres dependientes de sustancias en centros
de tratamiento residenciales de recuperación en Puerto Rico”
Fecha: _______________________________
1. Datos sociodemográficos:
1.1. ¿Qué edad usted tiene?
1.2. ¿Cuál es su estado civil?
1.3. ¿De qué raza es usted?
1.4. ¿En qué país nació?
1.5. ¿Cuál es su estatus de vivienda?
1.6. ¿Con quién usted vive?
1.7. ¿Cuántas personas viven bajo ese mismo techo?
1.8. ¿Cuántos hijos tiene?
1.9. ¿Está embarazada actualmente?
1.10. ¿Ha tenido abortos espontáneos o provocados?
1.11. ¿En qué municipio usted vive?
1.12. ¿Usted considera que su vivienda está ubicada en una zona urbana o rural?
1.13. ¿Hasta qué grado usted estudió?
114
1.14. ¿Cuál es su ocupación actual?
1.15. ¿Cuánto es su ingreso anual?
1.16. ¿De dónde provienen sus ingresos?
1.17. ¿Usted practica alguna religión? ¿Cuál?
2. Historial de sustancias:
2.1. ¿Me puede hablar un poco de su historial de uso de sustancias?
2.1.1. ¿Qué sustancias usted ha utilizado?
2.1.2. ¿A qué edad comenzó a usar cada una de ellas?
2.1.3. ¿En qué forma las consumía?
2.1.4. ¿Cuál fue la frecuencia máxima de consumo de cada una de las
sustancias?
2.1.5. ¿Por cuánto tiempo las utilizó?
2.1.6. ¿Cuánta fue la cantidad máxima que llegó a usar en un período de 24
horas?
2.2. ¿Por qué razón cree que empezó a usar sustancias?
2.3. ¿Qué esfuerzos ha hecho o en qué tratamientos ha participado para dejar el
consumo de sustancias?
2.3.1. ¿Por cuánto tiempo en promedio (más o menos) usted permanece en los
tratamientos?
2.3.2. ¿Por cuánto tiempo en promedio (más o menos) usted se ha mantenido
libre de sustancias luego de salir de un tratamiento?
3. Historial de abuso sexual:
3.1. ¿Me puede hablar un poco de su historial de abuso sexual?
115
3.1.1. ¿Qué edad usted tenía cuando comenzaron los incidentes que considera de
abuso sexual?
3.1.2. ¿Qué tipo de actos sexuales le hicieron a usted o le forzaron a hacer?
3.1.3. Aproximadamente, ¿cuántos incidentes ha sufrido?
3.1.4. ¿Por cuánto tiempo se prolongaron las situaciones?
3.1.5. ¿Había alguna relación con el (los) agresor(es)? ¿Cuál?
3.1.6. ¿Alguna vez informó a alguien sobre los incidentes de abuso sexual?
3.1.7. ¿Cuánto tiempo después de los incidentes fue que usted lo informó?
3.1.8. ¿A quién los informó?
3.2. ¿Qué servicios (si alguno) ha recibido relacionado a los incidentes de abuso
sexual?
4. Historial de salud mental:
4.1. ¿Ha sido diagnosticada con algún trastorno mental? ¿Cuál(es)?
4.1.1. ¿A qué edad fue diagnosticada?
4.1.2. ¿Quién o qué tipo de profesional le diagnosticó?
4.1.3. ¿Ha recibido algún tratamiento? ¿Cuál?
4.2. ¿Ha experimentado algunos síntomas (sensaciones, sentimientos, pensamientos
que le hayan producido malestar emocional) frecuentemente sin que se le haya
diagnosticado alguna condición mental?
5. Relación percibida entre el uso de sustancias y el abuso sexual:
5.1. ¿Piensa que existe alguna relación entre los eventos de abuso sexual y su uso de
sustancias?
116
5.2. ¿Recuerda algún o algunos sentimientos, pensamientos o sensaciones asociados
al abuso sexual? ¿Cuáles?
5.3. ¿Recuerda haber usado alguna sustancia para sobrellevar o aliviar alguna de estas
experiencias?
5.4. ¿Recuerda haber sentido alivio de estas experiencias luego de haber consumido
alguna sustancia?
5.5. ¿Recuerda haber re-experimentado alguna(s) de estas experiencias si suspendía el
consumo de sustancias?
5.6. Una vez que suspendía el consumo de sustancias por algún tiempo o se
rehabilitaba, ¿recuerda haber vuelto al consumo de sustancias luego de haber re-
experimentado alguna(s) de las experiencias ya ha mencionado?
6. Exploración de impacto del proceso de entrevista en la participante
7.1. ¿Cómo se siente una vez terminada la entrevista?
7.2. ¿Ha experimentado algún malestar emocional o físico durante la entrevista?
¿Cuáles?
7.3. ¿Ha experimentado deseos de usar alguna sustancia durante la entrevista?
7.4. ¿Ha sentido deseos de morir durante la entrevista?
7.5. ¿Ha tenido ideas de hacerse daño o quitarse la vida durante la entrevista?
7.6. ¿Ha tenido ideas de hacerle daño o quitarle la vida a alguna persona durante la
entrevista?
7.7. ¿Entiende con claridad las recomendaciones a seguir en caso de que experimente
malestar emocional o físico durante las próximas semanas relacionado al contenido
de esta entrevista?
117
Por favor, mencione las recomendaciones. Se repasarán y aclararán las
recomendaciones que se entregaron por escrito en el documento titulado “Orientación
sobre señales de alerta de posibles efectos asociados al recuerdo de eventos
traumáticos de abuso sexual e información sobre recursos de ayuda” antes de terminar
la entrevista.
118
Apéndice B
INVITACIÓN A PARTICIPAR COMO JUEZ EN EL PROCESO DE VALIDACIÓN
DE UN INSTRUMENTO DE MEDICIÓN PARA INVESTIGACIÓN DE TESIS
DOCTORAL
La estudiante doctoral María de los Ángeles González Morales está realizando un
estudio de investigación como requisito para obtener el grado doctoral en Psicología en la
Universidad del Turabo. El estudio, bajo la dirección y supervisión de la Dra. Delia
Patricia González, lleva por título “Antecedentes de abuso sexual en mujeres
dependientes de sustancias en centros de tratamiento residenciales de recuperación en
Puerto Rico”. El mismo es un estudio cualitativo no experimental que busca explorar la
existencia de antecedentes de abuso sexual entre mujeres que participan de tratamientos
de rehabilitación a drogas en el nivel residencial y las percepciones que puedan tener
acerca de la adicción a drogas como secuela de su experiencia de abuso.
Para recopilar los datos se ha diseñado un instrumento de entrevista en profundidad.
El mismo requiere ser validado de conformidad con los requisitos para este tipo de
investigación. A estos efectos, solicito su colaboración como profesional preparado en
este campo, completando la planilla adjunta. Sus recomendaciones serán confidenciales,
por lo que, la planilla que usted cumplimentará no llevará su nombre o información
alguna que le identifique.
119
Se agradecerá su respuesta a la brevedad que le sea posible. Puede devolver la planilla
contestada y su consentimiento firmado a vuelta de correo en el sobre pre-dirigido o
puede comunicarse al (787)613-5908 para coordinar que el mismo se recoja
personalmente.
Gracias por su aportación,
María de los A. González Morales
Estudiante investigadora
120
CONSENTIMIENTO JUECES
Mediante la firma de este documento doy mi consentimiento para participar en calidad
de juez en el proceso de validación del instrumento de entrevista para la investigación
titulada “Antecedentes de abuso sexual en mujeres dependientes de sustancias en centros
de tratamiento residenciales de recuperación en Puerto Rico” que conduce la estudiante
doctoral María de los Ángeles González Morales de la Universidad del Turabo. Mi
participación es completamente voluntaria y el contenido de mis recomendaciones se
mantendrá en total confidencialidad.
_______________________________ _______________________________
Nombre Título o posición
_________________________________ ______________________________
Lugar donde labora Fecha
__________________________________________ __________________
Firma de estudiante investigadora Fecha
________________________________________ _____________________
Firma de la Directora del Comité de Tesis Fecha
___________________________________________________ _____________
Firma de miembro del Comité de Tesis Fecha
121
Apéndice C
PLANILLA DE VALIDACIÓN
ENTREVISTA
1. Datos sociodemográficos:
1.1. Edad:
-25 -35 -45 -55
Comentario:
____________________________________________________________
_________________________________________________________________
______
1.2. Estado civil:
nunca casada casada convivencia separada divorciada viuda
Comentario:
____________________________________________________________
_________________________________________________________________
______
1.3. Raza:
Comentario:
____________________________________________________________
____________________________________________________________
1.4. Orígen nacional:
122
puertorriqueña norteamericana hispanoamericana otro: _____
Comentario:
____________________________________________________________
_________________________________________________________________
1.5. Vivienda:
propia alquilada vivienda pública vive con familiares
deambulante
Comentario:
____________________________________________________________
_____________________________________________________________
1.6. Composición familiar:
sola con familiares con pareja con amistades
2. Comentario:
____________________________________________________________
_____________________________________________________________
2.1. Número de personas en el hogar:
-4 -8
Comentario:
____________________________________________________________
____________________________________________________________
2.2. Número de hijos:
-2 -4 -6 -8 -10
123
Comentario:
____________________________________________________________
2.3. Embarazo actual:
Comentario:
____________________________________________________________
____________________________________________________________
2.4. Zona:
Comentario:
____________________________________________________________
____________________________________________________________
2.5. Nivel educativo:
elemental intermedia superior grado técnico grado universitario
Comentario:
____________________________________________________________
2.6. Ocupación:
empleo pacial
Comentario:
____________________________________________________________
____________________________________________________________
2.7. Ingreso anual:
- -$20,000 -$30,000
124
Comentario:
____________________________________________________________
2.8. Fuente de ingresos:
asistencia pública pensión empleo legal empleo ilegal apoyo
familiar
Comentario:
____________________________________________________________
_________________________________________________________________
2.9. Práctica religiosa:
Comentario:
____________________________________________________________
____________________________________________________________
3. Historial de sustancias:
3.1. Drogas utilizadas, edad de inicio, via de consumo, frecuencia máxima, duración
Sustancia Edad de
inicio
Vía de
consume
Frecuencia
máxima
Duración Comentarios
Alcohol
Nicotina
Marihuana
Cocaína
125
Crack
Heroína
Inhalantes
Meds.
Controlados
recetados
Meds.
Controlados NO
recetados
Drogas de
diseño
Otras
Comentario:
_________________________________________________________________
_________________________________________________________________
_________________________________________________________________
_________________________________________________________________
_________________________________________________________________
_________________________________________________________________
126
3.2. Factores que motivaron el inicio del uso de sustancias
ejemplo de los padres curiosidad presión de grupo
para sentirse relajada para dormir para mantenerse alerta
para no sentirse triste para olvidar recuerdos dolorosos
para tener sexo otra razón:
_________________________________________________________________
Comentario:
______________________________________________________________
_______________________________________________________________
3.3. Ha cumplido los criterios de dependencia de sustancias:
3.3.1. Tolerancia:
3.3.2. Abstinencia:
3.3.3. Aumento de cantidad y frecuencia: Si No
3.3.4. Deseo o esfuerzos de descontinuar uso: Si No
3.3.5. Emplear mucho tiempo en relación a sustancias: Si No
3.3.6. Reducción de importantes actividades: Si No
3.3.7. Continuación a pesar de consecuencias: Si No
Comentario:
___________________________________________________________________
____________________________________________________________________
3.4. Esfuerzos de rehabilitación:
3.4.1. Trat -5 -10
3.4.2. -5 -10
127
3.4.3. -5 -10
3.4.4. -5 -10
Comentario:
____________________________________________________________
4. Historial de abuso sexual:
4.1. Edad de inicio: menos de 5 años 6-10 años 11-15 años 16 a 18
años
19-21 años 22 años o más
Comentario:
________________________________________________________________
_________________________________________________________________
4.2. Tipo de abuso:
exposición de desnudez ser tocada o tocar genitales (masturbación)
sexo oral ser expuesta a observar/producir pornografía
penetración vaginal sodomía asalto sexual con violencia
otras prácticas:
_________________________________________________________________
Comentario:
_________________________________________________________________
_________________________________________________________________
4.3. Cuántos incidentes:
-5 -10 -
128
Comentario:
_________________________________________________________________
_________________________________________________________________
4.4. Duración:
menos de un año 1-3 años 4-6 años 7-10 años
11 años o más
Comentario:
________________________________________________________________
_________________________________________________________________
4.5. Relación con el (los) agresor(es):
familiar sanguíneo amigo/vecino
persona no familiar que vivía en la casa
Comentario:
________________________________________________________________
_________________________________________________________________
4.6. Reporte de la agresión:
No se reportó Sí se reportó
Comentario:
____________________________________________________________
____________________________________________________________
4.7. Cuándo se reportó:
de inmediato menos de un año 1-5 años 6-10 años
129
11 años o más
Comentario:
________________________________________________________________
_________________________________________________________________
4.8. Servicios recibidos:
tricos
Fármacoterapia Trabajo social Legales Otros:
_________________________________________________________________
Comentario:
_________________________________________________________________
_________________________________________________________________
5. Historial de salud mental:
5.1. Diagnósticos previos:
Diagnóstico Edad Tratamiento: Sicológico / Siquiátrico / Otro
Depresión
Bipolaridad
Ansiedad
PTSD
Aprendizaje
ADD
ADHD
Comportamiento
Alimentarios
Sexuales
Identidad sexual
130
Personalidad
Otros
Comentario:
_________________________________________________________________
_________________________________________________________________
5.2. Síntomas sostenidos sin trastornos diagnosticados:
tristeza desesperanza insomnio pesadillas
falta de apetito irritabilidad aislamiento ideas suicidas
intentos suicidas comportamiento agresivo impulsividad
pensamientos intrusivos recuerdos vívidos perturbadores ansiedad
desconfianza (paranoia) culpa vergüenza
otros _________________________________________
Comentario:
_______________________________________________________________
________________________________________________________________
6. Relación percibida entre el uso de sustancias y el abuso sexual:
6.1. Percibe alguna relación entre los eventos de abuso sexual y el uso de sustancias:
6.2. Explique:
_________________________________________________________________
_________________________________________________________________
131
Comentario:
________________________________________________________________
_____________________________________________________________________
_____________________________________________________________________
_____________________________________________________________________
_____________________________________________________________________
_____________________________________________________________________
_____________________________________________________________________
_____________________________________________________________________
_____________________________________________________________________
132
Apéndice D
CONSENTIMIENTO DEL CENTRO DE REHABILITACIÓN
La estudiante doctoral María de los Ángeles González Morales solicita su
autorización para entrevistar participantes de su Centro para el estudio que realiza como
requisito para obtener el grado doctoral en Psicología en la Universidad del Turabo. El
estudio lleva por título “Antecedentes de abuso sexual en mujeres dependientes de
sustancias en centros de tratamiento residenciales de recuperación en Puerto Rico”. El
mismo es un estudio no experimental que busca explorar la existencia de antecedentes de
abuso sexual entre mujeres que participan de tratamientos de rehabilitación a drogas en el
nivel residencial y las percepciones que puedan tener acerca de la adicción a drogas como
secuela de su experiencia de abuso.
A las integrantes del estudio se les pedirá que participen de una entrevista que
conducirá personalmente la estudiante investigadora. Para garantizar la confidencialidad
en el manejo de la información se solicita que el Centro facilite un salón para realizar las
entrevistas que provea privacidad, iluminación y ventilación adecuadas y dos asientos
apropiados para una extensión aproximada de dos horas de entrevista.
La participación será completamente voluntaria y la participante puede negarse a
participar o abandonar el estudio en cualquier momento que desee, aún cuando ya haya
firmado el consentimiento para participar en este estudio y sin mediar explicación alguna,
y esto no conllevará ninguna consecuencia para ella. La información recopilada será
utilizada estrictamente para propósitos del estudio y estará bajo la supervisión del Comité
133
para la Ética en la Investigación (IRB por sus siglas en inglés) de la Universidad del
Turabo.
Una vez culminada la investigación, la información suministrada por la
participante será guardada bajo la responsabilidad y custodia de la estudiante
investigadora por un término de cinco años. Al finalizar este período, la misma será
destruida en presencia de dos testigos. Si tuviera alguna duda o queja sobre los aspectos
éticos del estudio, puede comunicarse con el Comité de Ética de la Universidad del
Turabo llamando al (787) 745-4949, extensión 4126. La colaboración con este estudio
estará ayudando a obtener información valiosa que será de utilidad en asuntos
relacionados a la prevención y tratamiento de las mujeres que padecen trastornos de
sustancias y que tienen un historial de abuso sexual.
Aunque la participación de las personas reclutadas se limitará a una entrevista, se
reconoce que este proceso pudiera evocar recuerdos que le hagan re-experimentar
sensaciones, sentimientos o síntomas asociados a sus experiencias pasadas. A tales
efectos, a la participante y al personal del centro de rehabilitación se le hará entrega de
información que les ayudará a contactarse con esta servidora, con la directora de
investigación y/o con alguna agencia que pueda atender una situación de emergencia que
pudiera estar asociada a la participación en este estudio. Además, la estudiante
investigadora, realizará contactos con la participante y algún miembro del personal
(preferiblemente personal clínico), a través de los teléfonos del programa, diariamente
durante una semana después de haberse completado la entrevista para explorar
personalmente la posible presencia de síntomas asociados a sus experiencias de abuso y
que pudieran haber surgido como secuela de la entrevista. Se solicita que el Centro se
134
comprometa a informar a la estudiante investigadora acerca de cualquier efecto posterior
al período de una semana para actuar en conjunto a favor del bienestar de la participante.
Mediante la firma de este documento certifico que soy la persona autorizada a
representar al Centro _________________________________________________ y a
conceder este consentimiento y que autorizo a la estudiante investigadora a reclutar,
entrevistar y comunicarse vía telefónica a través del Centro diariamente durante una
semana para seguimiento con las participantes que sean seleccionadas para el estudio.
Certifico que he entendido la información expuesta en este documento y que se
han respondido todas mis preguntas.
________________________________________ _______________________________
Nombre del representante Título y posición
____________________________________________ ________________________
Firma del representante Fecha
___________________________________________________ __________________
Firma de estudiante investigadora Fecha
_______________________________________________ _____________________
Firma de la Directora del Comité de Tesis Fecha
______________________________________________ _____________________
Firma de miembro del Comité de Tesis Fecha
135
Apéndice E
INVITACIÓN A PARTICIPAR EN ESTUDIO DE INVESTIGACIÓN
La estudiante doctoral María de los Ángeles González Morales está realizando un
estudio de investigación como requisito para obtener el grado doctoral en Psicología en la
Universidad del Turabo. El estudio lleva por título “Antecedentes de abuso sexual en
mujeres dependientes de sustancias en centros de tratamiento residenciales de
recuperación en Puerto Rico”. El mismo es un estudio no experimental que busca
explorar la existencia de antecedentes de abuso sexual entre mujeres que participan de
tratamientos de rehabilitación a drogas en el nivel residencial y las percepciones que
puedan tener acerca de la adicción a drogas como secuela de su experiencia de abuso.
A las integrantes del estudio se les pedirá que participen de una entrevista que
conducirá personalmente la estudiante investigadora y que tendrá una duración
aproximada de dos horas. Las participantes serán identificadas mediante un código
numérico que se le asignará para garantizar el anonimato. Las entrevistas serán grabadas,
además, en un medio de audio electrónico. Toda la información se manejará de
conformidad con los estándares éticos y las leyes de confidencialidad.
La participación es completamente voluntaria y usted puede negarse a participar o
abandonar el estudio en cualquier momento que desee, sin mediar explicación alguna, y
esto no conllevará ninguna consecuencia para usted. La información recopilada será
utilizada estrictamente para propósitos del estudio y estará bajo la supervisión del Comité
para la Ética en la Investigación (IRB por sus siglas en inglés) de la Universidad del
Turabo.
136
Para ser elegible usted deberá ser una mujer entre las edades de 21 a 65 años de
edad, estar ingresada en un programa de tratamiento residencial por un trastorno de
dependencia a drogas y/o alcohol durante un período no menor de tres meses, entender
que ha tenido experiencias de abuso sexual y cumplir todos los restantes criterios de
elegibilidad mediante una entrevista de cernimiento. Al colaborar con este estudio estará
ayudando a obtener información valiosa que será de utilidad en asuntos relacionados a la
prevención y tratamiento de las mujeres con trastornos de sustancias y que tienen un
historial de abuso sexual. Si considera que usted pudiera ser elegible para participar de
este estudio y desea recibir una orientación en persona, comuníquese con el director o
representante de su centro residencial y la estudiante investigadora la estará visitando
próximamente para una orientación completa.
137
Apéndice F
CERNIMIENTO PARA DETERMINAR ELEGIBILIDAD PARA PARTICIPAR EN EL
ESTUDIO DE INVESTIGACIÓN
“Antecedentes de abuso sexual en mujeres dependientes de sustancias en centros
de tratamiento residenciales de recuperación en Puerto Rico”
1. -25 -35 -45 -55 -65
2. Criterios para el diagnóstico de dependencia de sustancias:
a. Alguna vez usted ha experimentado por un tiempo mayor de 12
meses:
i. Que necesita consumir una cantidad mayor de sustancias para
lograr el efecto que antes obtenía con una cantidad menor?
ii. Que experimenta malestares físicos o mentales cuando no ha
consumido las sustancias?
iii. Que estos malestares se alivian cuando vuelve a consumir las
sustancias?
iv. Que desea o intenta controlar o suspender el consumo de
sustancias y no lo logra?
138
v. Que ocupa mucho tiempo en actividades relacionadas a
conseguir las sustancias, hacer uso de ellas o recuperarse de
los efectos de haberlas usado?
vi. Que ha reducido o abandonado actividades como trabajar,
estudiar, atender responsabilidades familiares, compartir con
familiares o amigos o participar de actividades recreativas
debido al consumo de sustancias?
vii. Que experimenta consecuencias negativas por el uso de
sustancias como problemas de salud, familiares, económicos,
legales, en el empleo o en la comunidad y, a pesar de eso,
continúa con el consumo de las sustancias?
3. ¿Cuánto tiempo consecutivo lleva en el presente programa de rehabilitación?
Menos de tres meses Tres meses o más
4. ¿Ha tenido algún consumo de sustancias posterior a haber ingresado al
presente programa de rehabilitación?
5. ¿Ha tenido algún intento de suicidio en los pasados seis meses?
139
6. ¿Ha experimentado alguno de estos síntomas durante los pasados seis meses?
a. Escuchar voces que comentan tus actos o que te ordenan hacer
cosas
b. Ver cosas que otros no ven
SI NO
c. Sentir sensaciones raras en el cuerpo
SI NO
d. Sentir que te persiguen
SI NO
e. Sentir que todos están en tu contra y/o que te quieren hacer
daño
f. Tener ideas que constantemente no son compartidas por los
demás
NO
7. ¿Has tenido alguna hospitalización por alguna condición mental en los
pasados seis meses?
8. ¿Usted entiende que ha tenido experiencias de abuso sexual alguna vez en su
vida?
140
9. Observaciones de la entrevistadora sobre función cognitiva:
a. ¿Se observa disfunción o impedimento cognitivo severo al grado de
no comprender las preguntas, elaborar respuestas, seguir instrucciones
o mantener un comportamiento aceptable para el proceso de
entrevista?
10. ¿Tiene una cubierta de seguro médico vigente?
SI NO
141
Apéndice G
CONSENTIMIENTO INFORMADO
La estudiante doctoral María de los Ángeles González Morales solicita su
participación voluntaria en el estudio que realiza como requisito para obtener el grado
doctoral en Psicología en la Universidad del Turabo. El estudio lleva por título
“Antecedentes de abuso sexual en mujeres dependientes de sustancias en centros de
tratamiento residenciales de recuperación en Puerto Rico”. El mismo es un estudio no
experimental que busca explorar la existencia de antecedentes de abuso sexual entre
mujeres que participan de tratamientos de rehabilitación a drogas en el nivel residencial y
las percepciones que puedan tener acerca de la adicción a drogas como secuela de su
experiencia de abuso.
A las integrantes del estudio se les pedirá que participen de una entrevista que
conducirá personalmente la estudiante investigadora y que tendrá una duración
aproximada de dos horas. Las participantes serán identificadas mediante un código
numérico que se le asignará para garantizar el anonimato. La información obtenida en las
entrevistas será documentada por escrito en el formulario de entrevista y grabada,
además, en un medio de audio electrónico. Por tal razón, durante el proceso de entrevista
no se mencionará el nombre de la participante sino que se hará referencia a ella mediante
el código asignado.
La participación es completamente voluntaria y usted puede negarse a participar o
abandonar el estudio en cualquier momento que desee, aún cuando ya haya firmado este
consentimiento y sin mediar explicación alguna, y esto no conllevará ninguna
142
consecuencia para usted. La información recopilada será utilizada estrictamente para
propósitos del estudio y estará bajo la supervisión del Comité para la Ética en la
Investigación (IRB por sus siglas en inglés) de la Universidad del Turabo.
Una vez culminada la investigación, la información suministrada por usted será
guardada bajo la responsabilidad y custodia de la estudiante investigadora por un término
de cinco años. Al finalizar este período, toda la información (escrita y en audio) será
destruida en presencia de dos testigos. Si tuviera alguna duda o queja sobre los aspectos
éticos del estudio o sobre sus derechos como participante, puede comunicarse con el
Comité de Ética de la Universidad del Turabo llamando al (787) 745-4949, extensión
4126. Al colaborar con este estudio estará ayudando a obtener información valiosa que
será de utilidad en asuntos relacionados a la prevención y tratamiento de las mujeres con
trastornos de sustancias y que tienen un historial de abuso sexual.
Aunque su participación se limita a una entrevista, se reconoce que este proceso
pudiera evocar recuerdos que le hagan re-experimentar sensaciones, sentimientos o
síntomas asociados a sus experiencias pasadas. A tales efectos, a usted y al personal del
centro de rehabilitación se le hará entrega de información que le ayudará a contactarse
con esta servidora, con la directora de investigación y/o con alguna agencia que pueda
atender una situación de emergencia que pudiera estar asociada a la participación en este
estudio. A través del programa, la estudiante investigadora realizará contactos vía
telefónica con usted y algún miembro del personal (preferiblemente personal clínico)
diariamente durante una semana después de haberse completado la entrevista para
explorar personalmente la posible presencia de síntomas asociados a sus experiencias de
abuso y que pudieran haber surgido como secuela de la entrevista. Además, se acordará
143
con el programa que cualquier efecto posterior al período de una semana sea informado a
la estudiante investigadora para actuar en conjunto a favor del bienestar de la
participante.
Certifico que he entendido la información expuesta en este documento y que
acepto participar voluntariamente de la entrevista, que la misma sea grabada en un medio
de audio y que sea contactada vía telefónica a través del programa para seguimiento
diariamente durante una semana después de la entrevista. Certifico que se me ha
orientado sobre mis derechos como participante y se han respondido todas mis preguntas.
___________________________ __________________ ____________________
Nombre de participante Fecha Firma de participante
___________________________________________________
Nombre y título de testigo
_____________ ____________________________________
Fecha Firma de testigo
___________________________________________________ __________________
Firma de estudiante investigadora Fecha
_______________________________________________ _____________________
144
Firma de la Directora del Comité de Tesis Fecha
_______________________________________________ _____________________
Firma de miembro del Comité de Tesis Fecha
145
Apéndice H
Código ___________________
PLANILLA DE RECOLECCIÓN DE DATOS
(PARA USO EXCLUSIVO DE LA INVESTIGADORA DURANTE LA
ENTREVISTA)
Estudio de investigación:
“Antecedentes de abuso sexual en mujeres dependientes de sustancias en centros
de tratamiento residenciales de recuperación en Puerto Rico”
Fecha: _______________________________
7. Datos sociodemográficos:
7.1. Edad:
21-25 -35 -45 -55 -59
7.2. Estado civil:
nunca casada casada convivencia consensual separada divorciada
viuda
7.3. Raza:
7.4. Orígen nacional:
146
7.5. Vivienda:
propia alquilada vivienda pública vive con familiares
deambulante
7.6. Composición familiar:
sola con familiares con pareja
con pareja e hijos
7.7. Número de personas en el hogar:
-4 -8
7.8. Número de hijos:
-2 -4 -6 -8 -10
7.9. Embarazo actual:
7.10. Abortos:
7.11. Municipio de residencia: __________________________________
7.12. Zona:
7.13. Nivel educativo:
elemental intermedia superior
grado técnico grado universitario (grado asociado o más)
7.14. Ocupación:
desempleada estudiante empleo tiempo pacial
empleo tiempo completo
147
7.15. Ingreso anual:
- -$20,000 -$30,000
7.16. Fuente de ingresos:
asistencia pública pensión empleo legal empleo ilegal
apoyo familiar
7.17. Práctica religiosa:
8. Historial de sustancias:
8.1. Drogas utilizadas, edad de inicio, via de consumo, frecuencia máxima, duración
Sustancia Edad de
inicio
Vía de
consumo
Frecuencia
máxima
Duración Cantidad
máxima
Alcohol
Nicotina (Cigarrillo)
Marihuana
Cocaína
Crack
148
Heroína
Inhalantes
Sustancia Edad de
inicio
Vía de
consumo
Frecuencia
máxima
Duración Cantidad
máxima
Meds. Controlados
recetados
Meds. Controlados NO
recetados
Drogas de diseño
Otras (especificar)
8.2. ¿Por qué razón cree que empezó a usar sustancias?
ejemplo de los padres curiosidad presión de grupo
para sentirse relajada para dormir para mantenerse alerta
para no sentirse triste para olvidar recuerdos dolorosos
para tener sexo otra razón: __________________________________
149
8.3. Historial de tratamientos para la recuperación de sustancias:
8.3.1. -5 6-10
8.3.2. -5 -10
8.3.3. -5 -10
8.3.4. -5 -10
8.3.5. Tiempo aproximado de permanencia en tratamientos:
Menos de un mes entre 1 a 3 meses entre 3 a 6 meses
entre 6 a 9 meses entre 9 a 12 meses más de 12 meses
8.3.6. Tiempo aproximado en abstinencia luego de tratamientos:
Menos de un mes entre 1 a 3 meses entre 3 a 6 meses
entre 6 a 9 meses entre 9 a 12 meses más de 12 meses
9. Historial de abuso sexual:
9.1. Edad de inicio: menos de 5 años 6-10 años 11-15 años
16 a 18 años 19-21 años 22 años o más
9.2. Tipo de abuso:
Tipo de abuso Cantidad de
incidentes
Duración
del abuso
Relación con
el aggressor
Reporte de
agresión
Cuándo se
reportó
A quién
se
reportó
exposición de
desnudez
ser tocada o
tocar genitales
sexo oral
observar
pornografía
producir
pornografía
150
penetración
vaginal
masturbar o ser
masturbada
sodomía
asalto sexual
con violencia
otras prácticas
(especificar)
9.3. Servicios recibidos por abuso sexual:
Ninguno Evaluación médica Sicológicos Siquiátricos
Fármacoterapia Trabajo social Legales
Otros: ________________________________________________________
10. Historial de salud mental:
10.1. ¿Ha sido diagnosticada con algún trastorno mental?
Diagnóstico Edad Quién diagnostic Tratamiento recibido
Depresión
Bipolaridad
Ansiedad
PTSD
Aprendizaje
ADD
ADHD
Comportamiento
Alimentarios
Sexuales
Identidad sexual
Personalidad
151
Otros
10.2. ¿Ha experimentado algunos de estos síntomas frecuentemente sin que se le haya
diagnosticado alguna condición mental?
tristeza desesperanza insomnio pesadillas
falta de apetito irritabilidad aislamiento
ideas suicidas intentos suicidas comportamiento agresivo
impulsividad pensamientos intrusivos
recuerdos vívidos perturbadores ansiedad desconfianza
culpa vergüenza otros ___________________________________
11. Relación percibida entre el uso de sustancias y el abuso sexual:
11.1. ¿Piensa que existe alguna relación entre los eventos de abuso sexual y su
uso de sustancias?
sé
11.2. ¿Recuerda algún o algunos sentimientos asociados al abuso sexual?
Explique cuáles:
_________________________________________________________________
_________________________________________________________________
_________________________________________________________________
_________________________________________________________________
11.3. ¿Recuerda haber usado alguna sustancia para sobrellevar o aliviar alguna
de estas experiencias?
152
tristeza desesperanza insomnio pesadillas
falta de apetito irritabilidad aislamiento
ideas suicidas intentos suicidas comportamiento agresivo
impulsividad pensamientos intrusivos
recuerdos vívidos perturbadores ansiedad desconfianza
culpa vergüenza otros__________________________________
11.4. ¿Recuerda haber sentido alivio de estas experiencias luego de haber
consumido alguna sustancia? Si No
Explique:
_______________________________________________________________
_________________________________________________________________
_________________________________________________________________
_________________________________________________________________
11.5. ¿Recuerda haber re-experimentado alguna(s) de estas experiencias si
suspendía el consumo de sustancias?
Explique:
_________________________________________________________________
_________________________________________________________________
_________________________________________________________________
11.6. Una vez que suspendía el consumo de sustancias por algún tiempo o se
rehabilitaba, ¿recuerda haber vuelto al consumo de sustancias luego de haber re-
experimentado alguna(s) de las experiencias ya mencionadas? Si No
153
Explique:
_________________________________________________________________
_________________________________________________________________
_________________________________________________________________
12. Exploración de impacto del proceso de entrevista en la participante
7.1. ¿Cómo se siente una vez terminada la entrevista?
_____________________________________________________________________
_____________________________________________________________________
____________________________________________________________________
7.2. ¿Ha experimentado algún malestar emocional o físico durante la entrevista?
Cuáles:
_____________________________________________________________________
_____________________________________________________________________
_____________________________________________________________________
7.3. ¿Ha experimentado deseos de usar alguna sustancia durante la entrevista?
SI NO Explique:
_____________________________________________________________________
_____________________________________________________________________
7.4. ¿Ha sentido deseos de morir durante la entrevista?
SI NO Explique:
_____________________________________________________________________
_____________________________________________________________________
154
7.5. ¿Ha tenido ideas de hacerse daño o quitarse la vida durante la entrevista?
SI NO Explique:
_____________________________________________________________________
_____________________________________________________________________
7.6. ¿Ha tenido ideas de hacerle daño o quitarle la vida a alguna persona durante la
entrevista?
SI NO Explique: _______________________________________
____________________________________________________________________
7.7. ¿Entiende con claridad las recomendaciones a seguir en caso de que experimente
malestar emocional o físico durante las próximas semanas relacionado al contenido
de esta entrevista? SI NO
Por favor, mencione las recomendaciones. Se repasarán y aclararán las
recomendaciones que se entregaron por escrito en el documento titulado “Orientación
sobre señales de alerta de posibles efectos asociados al recuerdo de eventos
traumáticos de abuso sexual e información sobre recursos de ayuda” antes de terminar
la entrevista.
155
Apéndice I
ORIENTACIÓN SOBRE SEÑALES DE ALERTA DE POSIBLES EFECTOS
ASOCIADOS AL RECUERDO DE EVENTOS TRAUMÁTICOS DE ABUSO
SEXUAL E INFORMACIÓN SOBRE RECURSOS DE AYUDA
Si usted, o alguna residente de su centro de rehabilitación para la dependencia de
drogas y/o alcohol ha participado en el proceso de entrevista del estudio de investigación
titulado “Antecedentes de abuso sexual en mujeres dependientes de sustancias en centros
de tratamiento residenciales de recuperación en Puerto Rico” es importante que conozca
las señales que sugieren la re-experimentación de síntomas traumáticos. Si posterior a la
entrevista se experimenta: tristeza, desesperanza, insomnio, pesadillas o sueños
perturbadores, falta de apetito, irritabilidad, aislamiento, ideas suicidas, intentos suicidas,
comportamiento agresivo, impulsividad, pensamientos intrusivos (flashbacks), recuerdos
vívidos perturbadores, ansiedad, desconfianza, culpa, vergüenza, pensamientos o deseos
de usar sustancias, debe solicitar de inmediato la atención de un proveedor de servicios
de salud mental.
A tales efectos, le presentamos la siguiente lista de recursos que puede contactar:
1. María de los A. González Morales
Estudiante investigadora y psicóloga licenciada que conduce el estudio de
investigación
Tel. (787)613-5908
156
2. Dra. Delia Patricia González
Psicóloga clínica y directora de investigación
Tel. (787)529-3483
3. Dra. Marviliz Ávila
Psicóloga clínica, profesora Universidad del Turabo y miembro del Comité de
Tesis
Tel. (787)383-4747
4. Servicio de Emergencias 911
Tel. 911
5. Centro de Ayuda a Víctimas de Violación
Tel. (787)765-2285 / (787)474-2028 / 1-800-981-5721
6. Emergencias Médicas Estatal
Tel. (787)754-2550
7. Hospital Panamericano: Línea de Ayuda 24 Horas
Tel. 1-800-981-1218
8. Sistema San Juan Capestrano: Línea de Ayuda 24 Horas
1-888-967-4357
También puede comunicarse con el proveedor de servicios de salud mental del Centro
o con el psicólogo o psiquiatra que atiende a la participante. Si usted experimenta uno o
varios de estos síntomas o si los observa en una de las participantes del Centro luego
de haber participado de la entrevista del estudio de investigación, por favor, no los
desatienda. Actúe a la mayor brevedad. Comuníquese de inmediato para recibir la
ayuda pertinente.
157
Certifico que he sido orientado(a) y se han contestado mis preguntas. Me comprometo
a comunicarme con la estudiante investigadora y/o con cualquier otro recurso de ayuda
de los mencionados en esta orientación en caso de que surja la necesidad.
_______________________________________________ ________________________
Nombre y título Fecha
__________________________________________________
Firma
_______________________________________________ ________________________
Nombre y título de testigo Fecha
__________________________________________________
Firma
______________________________________________ ________________________
Firma de estudiante investigadora Fecha
____________________________________________ _____________________
Firma de la Directora del Comité de Tesis Fecha
____________________________________________ _____________________
Firma de miembro del Comité de Tesis Fecha