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8/10/2019 Plutarco Lesky
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ALBÍN LESKY
H I S T O R I A
DE LA
LITERATURA GRIEGA
VERSIÓN ESPAÑOLA DE
JOSÉ M.
a
DÍAZ REGAÑÓN
BEATRIZ ROMERO
ñ
E D I T O R I A L G R E D O S , S. A.
M A D R I D
8/10/2019 Plutarco Lesky
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© EDITORIAL GREDOS, S. A . Sánch^ Pacheco, 81, Madrid, 1989, para la versión
española.
Título original: GES HI HTE
DER GRlPCHISCHEN LITERATUR , 2.
edición, A. F J^NC KE
AG
VERLAO,
Bern 1963.
PRIMERA EDICIÓN,
enero
de 1969.
1.*
reimpresión, abril de 1976.
2. reimpresión, febrero de 1983
3. reimpresión, abril de 1985.
Impreso en España. Printed in Spain.
Gráficas Cóndor S. A . Sánchez Pacheco , 81, Madrid, 1989. - 6288.
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852
Época imperial
Museo: Ediciones: A. LUDWICH, Bonn, 1912 (Kl. Texte, 98).
ENRICA
MALCOVATI, Milán,
1947.
H.
FÁRBER, Munich, 1961 (Heimeran, bilingüe)
con
Pap. Rylands L ibr.
486 y los
testimonios posteriores sobre
la
influencia
del
poema
en los dos
príncipes
de la
lírica
popular alemana.
—
Léxico,
en la
edición
de A. M.
BANDINI,
Florencia, 1765.
— G.
SCHOTT,
Hero und Leander bei M usaios und
Ovid, tesis doctoral, Colonia, 1957.
B . PROSA
i. PLUTARCO
En esta visión panorámica reclama Plutarco
su
lugar propio, pues frente
a
las corrientes dominantes de su época él adoptó una posición marginal. El hom
bre que jamás trató de conquistar con ideas originales nuevos horizontes ni sacu
dir las barreras de su siglo estampó de tal manera el sello de su personalidad en
el acervo de la tradición (que reelabora háb ilmen te), que hizo de ella algo perso
nal e influyó en todas las épocas.
Su vida transcurre en el período que se extiende en tre pocos años antes del 50
y pocos años después del 120, lo cual significa que conoció el reinado de los F la-
vios, la decadencia bajo Domiciano y el renacimiento del imperio en tiempos de
Trajano. Nació
en
Queronea
de
Beociá, donde
su
familia gozaba
de
gran repu
tación
4 8
. Estudió, naturalmente, en Atenas. Gracias sobre todo a su maestro Am-
monio, se adhirió allí a la Academia, y durante toda su vida tuvo gran venera
ción hacia su fundador. De sus estudios matemáticos, emprendidos con celo, nos
habla él mismo (núm. 24, 7; 387 s. )
4 9
, y diversos escritos suyos testimonian su
dedicación no menos ardiente a la retórica. Conoció la extensión del imperio gra
cias a los viajes que emprendió a Asia y Alejandría, pero sobre todo a Italia. Esta
mos mal informados sobre la fecha y duración de sus estancias en Roma, pero
probablemente tuvieron lugar poco antes del 80 y poco después del 90. Nunca
duraron mucho, pues en la biografía de Demóstenes (2) dice Plutarco que en
Roma había estado
de tal
manera absorbido
por la
política
y la
filosofía
que no
pudo aprender correctamente el latín, y por esto, sólo en sus últimos años se con
sagró a la literatura romana. Sus relaciones con Roma fueron leales y carentes de
problemas; él, en cuya vida desempeñaron tan gran papel los amigos, los tuvo
también romanos e importantes. Por ejemplo, L. Mestrio Floro, que le otorgó la
ciudadanía romana y con ella su nom bre gentilicio M estrio, y Q. Sosio Senecio,
el confidente de Trajano. Según la
Suda,
Trajano le concedió la dignidad consu
lar y puso bajo su autoridad a los procónsules de Iliria; según E usebio (hacia el
año 119), Adriano le nombró procónsul de la Hélade. Ambas noticias no son
aceptables en esta versión
5 0
; es difícil decidir si tras ellas se oculta alguna espe
cial distinción hecha
a
Plutarco
en su
vejez.
48
K. ZIEGLER,
"Plutarchs Ahnen",
Herm., 82,
1954 ,
499.
49
Citamos los escritos que componen las
Mordía
con los números de la lista que
las sigue.
50
Cf. las objeciones de K. LATTE en Z IEGLER,
RE y.
abajo), 658, 1.
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Prosa
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El hombre que gracias a sus viajes conoció territor ios im porta ntes del impe
rio y al que se abrían las casas de los poderosos pasó la mayor parte de su vida
en la pequeña localidad que era su patria. Ocurrió con su vida lo que con su
actividad creadora:
su
mirada abarcó extensos espacios, pero
él se
mantuvo siem
pre voluntariamente dentro
de los
límites impuestos
por su
propia manera
de
ser y en ellos realizó sus mejores aspiraciones sin intentar aquello que su destino
le tenía vedado. Lo que nos hace tan simpático a Plutarco es la riqueza de valo
res humanos que desplegó dentro de esta limitación. Su fuente principal fue
sobre todo
una
íntima vida familiar,
de la que nos
ofrece
un
testimonio suma
mente simpático el escrito consolatorio a su esposa Timóxena en la muerte de su
homónima hijita (núm. 45). Siguiendo una tradición cívica antigua , Plu tarco no
se apartó de las tareas de su ciudad, sino que en ella se puso al frente de las
construcciones públicas
y fue
arconte epónimo. Todo esto suponía para
él pe
queñas tareas;
más le
daban
que
hacer,
sin
duda,
sus
relaciones
con el
antiguo
centro de la vida religiosa griega, Delfos, que estaba a un paso de Queronea.
Estas relaciones se reflejan en su vida y en sus escritos y llegaron a su culmina
ción cuando fue investido para largos años con un cargo en el doble sacerdocio
de Delfos,
la
dignidad
más
alta
del
culto. Además
de la
familia,
de la
actividad
comunal y el servicio deifico, llenaban esta vida su nutrido círculo de amigos.
La casa de Plutarco rara vez estaba sin huéspedes, pues fue su hogar algo así
como el centro de un círculo interesado en numerosos problemas, pero sobre todo
en cuestiones filosóficas.
La pluralidad de objetos científicos que atraían la atención de Plutarco se co
rresponde
con la
multitud
de
escritos
que se
agrupan bajo
la
denominación poco
feliz de Morália. En ellas se contienen, si incluimos las B iografías, sólo un tercio
aproximadamente de las obras de Plutarco, como nos m uestra el llamado catálogo
de Lamprias, lista muy descuidada e incompleta, que no puede proceder de un
Lamprias, hijo
de
Plutarco,
por el
hecho sólo
de que tal
hijo
no
existió
51
.
No es
posible exponer aquí
la
multitud
de
temas tratados
en las Moralia;
intentaremos
sólo ofrecer una ojeada de conjunto siguiendo las indicaciones de los títulos, que
daremos después, y a los cuales nos referiremos para decir algo sobre dichos
temas.
U n
no
pequeño grupo
se
destaca
por su
fuerte retoricismo,
y
esto permite
fe
charlo con toda probabilidad en sus primeros años, cuando Plutarco no había
expresado todavía su posición moderadamente reservada contra la retórica. En
estos escritos aparecen declamaciones sobre Tyche,
su
papel
en la
vida
de
Ale
jandro y en la historia de Roma, sobre los fundamentos de la gloria ateniense y
otras cosas más (núms. 8, 20-22, 27; además, 32-34, 62). En tal medida se aparta
Plutarco del equilibrio de otros escritos, que investigadores como
POHLENZ
y
ZIEGLER apuntan
la
posibilidad
de que
estos primeros prod uctos inma turos hayan
sido publicados sólo después
de su
muerte. Tratados
de
filosofía popular, cuyo
tono fundamental lo marca el hecho de que habla sobre la tranquilidad de las
almas (núm.
30),
ocupan
un
gran espacio.
En
este
y en
otros muchos escritos,
el
gran admirador de Platón se nos muestra fuertemente influido por el estoicismo.
La meta
de la
serena
paz de las
almas,
a la que
todos
los
sistemas helenísticos
51
La carta dedicatoria que precede en algunos manuscritos es una falsificación me
dieval: K. ZIEGLER, Rhein. Mus., 63, 1908, 239 y 76, 1927, 20.
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8
5
4
Época imperial
aspiraban, es ensalzada aquí por un varón que en su propia intimidad reunía las
mejores condiciones para lograrla. Por el mismo motivo sabe Plutarco decir tam
bién (núm. 12) cosas útiies sobre el matrimonio, y hay que notar que en el Eró
tico
(núm. 47) es cierto que, siguiendo las huellas trazadas por Platón, proclama
a Eros como guía hacia le absoluto, pero en él relega a un plano muy secundario
al amor homosexual
52
. A cada paso notamos en las obras de Plutarco un marca
do temperamento didáctico. No es de extrañar que también se haya manifestado
directamente en cuestiones pedagógicas (núm. 2 s.).
Además de muchos escritos compuestos a la manera de la diatriba, tiene Plu
tarco obras en las que acomete serias discusiones filosóficas. Sin penetrar en los
últimos recovecos de los problemas, nos ha trasmitido cantidad apreciable de ma
teriales para la historia de la filosofía. El escrito sobre la teoría del alma del
Timeo
platónico (núm.
68
s.) da una interpretación caprichosa y armonizadora, pero es
interesante por la discusión del problema de la perversa alma cósmica. Los
Pro
blemas platónicos (núm. 67) tratan determinados pasajes, entre los cuales reapare
ce en primer plano el Timeo. Es chocante que de los escritos polémicos de Plu
tarco contra estoicos y epicúreos (núm. 70-72, 73-75) hayamos conservado tres
contra los primeros y tres contra los segundos. La sospecha de ZIEGLER, según
el cual esto sería el resultado de una selección, es sugestiva.
Plutarco no escribió únicamente sobre el alma humana —sobre este tema te
nemos fragmentos de une obra extensa—; en el círculo de sus preocupaciones
también tuvieron cabida (núm. 63) cuestiones de psicología animal. Una pieza
curiosa y de autenticidad discutida es el diálogo sobre la razón de los animales,
con su envoltura mitológica (núm. 64), cuya tendencia satírica recuerda el estilo
cínico. Los dos libros contra la alimentación a base de carne (núm. 65 s.) guardan
analogías con las primeras obras afectadas de retoricismo. En ellos se aprecia in
flujo pitagórico.
Al terreno religioso, que tanta importancia tema para Plutarco, pertenecen los
diálogos píticos sobre la misteriosa E colocada a la entrada del templo de Delfos
(núm. 24), sobre el formulismo de los oráculos (núm. 25) y sobre su decadencia
(número 26). Uno de los escritos más interesantes es el que trata Sobre Isis y
Osiris (núm. 23)
5 3
, en el que Plutarco, que era mista de Dioniso (núm. 45, c. 10;
611 d), da una explicación, o mejor una maraña de explicaciones sincréticas y
alegóricas, de la religión de los misterios de Osiris. En ellos resalta Osiris como
dios principal que representa el Logos y lo existente sobre el mundo del devenir.
Isis, como diosa de la sabiduría, procura a los hombres el acceso al conocimiento
de lo Sumo; empero, Tifón es el principio hostil, padre de la mentira y de la
ofuscación, obstáculo en el camino que conduce a la comprensión. Como se ve,
la obra representa un importante testimonio de una religión mistérica que se ha
apropiado motivos de abolengo platónico y se propone como meta el conocimien
to de un principio supremo e inteligible (352 A: f)
TOU
iipÓTou
KCCI
Kuptou
KCU
vor)ToO yveomej
54
. Más afín a nuestra sensibilidad es el diálogo Sobre el tardío
52
Otros escritos de filosofía popular, 4 -7 , 9 , n , 28 s., 31 , 35-4 0.
53
T H . HOPFNER, P. über Isis und Osiris. I. Die Sage. Monogr. des Archivs Orien
tal™, 9, Praga, 1940 (texto, trad., coment); // . Die Deutungen der Sage, 1 9 4 1 .
54
ANTONIE WLOSOK , Abh. Ak. Heidelb. Phil.-hist. Kl, 1 9 60/2, 56, lo pone bien de
manifiesto.
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Época imperial
Variada como el contenido es la forma de las Moralia. Muchas de ellas tienen
forma dialogada. Se advierte la aspiración a imitar a Platón en la presentación del
cuadro escénico, en la tendencia a dejar el diálogo en boca de un interlocutor, en
la ocasional introducción de mitos, pero el desenvolvimiento, de la parte dialogada
permite reconocer grandes diferencias, y no pocas veces reemplaza al diálogo la
exposición magistral continuada. Hemos separado como grupo de cuño personal
las declamaciones retóricas, engendros de sus primeros años. Otros escritos pre
sentan el carácter de tratados puramente objetivos, mientras que en los tratados
de filosofía popular resaltan rasgos de la diatriba.
No son las
Moralia
las que han cimentado la fama de Plutarco, sino más bien
su literatura biográfica. El mismo nos dice (Proem. Emil.) que se acercó a ella
empujado por otros, pero que luego tomó gusto por este género. En el mismo
pasaje explica el sentido de esta actividad: el contacto con los grandes hombres
del pasado infunde en nuestra propia naturaleza sus altas virtudes. Pero si alguna
vez nos presenta una pareja de dudosa moralidad, como Demetrio y Antonio (por
lo demás, uno de sus más brillantes paralelismos), luego nos asegura con ahínco
en la introducción que también los ejemplos negativos pueden excitar a la recta
conducta de la vida. Recientemente ha demostrado
ALBRECHT DIHLE
que la tra
dición biográfica en la que se sitúa Plutarco está profundamente influida por la
teoría peripatética, la cual en su sistema ético atribuye a las acciones de los hom
bres importancia decisiva. También F R. LEO ha insistido en la importancia del Pe-
rípato para la biografía. Con esto no se pretende poner de relieve lo que es
evidente, es decir, que en las acciones se reflejan las cualidades morales, sino la
teoría aristotélica
59
de que las "virtudes éticas" no se dan naturalmente con an
terioridad a su manifestación, sino que surgen como actitudes habituales (presu
puesta, por otra parte, la disposición a ellas) con el obrar y en virtud de éste.
Esta relación entre r¡0r) y irpá^Eic; determina en la biografía de Plutarco una
descripción del carácter que constantemente brota de las acciones de sus héroes;
en consecuencia, entra naturalmente en juego material histórico en cantidad. Con
frecuencia se ha censurado a Plutarco por su manera de utilizarlo. Sería realmen
te difícil hacer de él un historiador de categoría, pero Plutarco no pretendía serlo.
Sobre este particular se expresó clarísimamente en la introducción a su
Alejandro,
en la cual califica a su tarea de "biografía", no de historia. A él no le preocuparon
jamás las conexiones históricas o la etiología política en el sentido de Tucídides:
a él sólo le interesan las grandes figuras humanas, cuyos rasgos —así lo dice en
el pasaje aludido— resaltan, sin embargo, no sólo en los grandes hechos, sino
también en muchos pequeños ademanes, en muchos dichos. Éste es el Plutarco
de las anécdotas, siempre dispuesto a hacer gran acopio de ellas y a dar a sus
biografías con un número sin fin de historietas una cautivadora variedad. En esto
radica en primer lugar la influencia que ellas han ejercido en todos los tiempos,
de tal manera que su pervivencia constituye precisamente un capítulo de la his
toria literaria europea. Añadamos aún la notable destreza de Plutarco en la na-
55
S on imp ortantes para su estudio sobre todo los prime ros capítulos de la
Ét. a Nic.
Con razón hace resaltar K . v. FRITZ, Gnom., 28, 1956, 330, cuan singular es que pre
cisamente Aristóteles separe tan tajantemente la formación del "ethos" por medio del
obrar y la "physis". Se ha abandonado aquí una tradición que remonta a Píndaro y a
Sófocles. De Eurípides se infiere cuan problemática llega a ser.
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Prosa
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rración dramática y destaquemos, como es debido, que estas biografías transpa
rentar una clara comprensión hacia los hom bres y un simpático optimismo m oral,
y con ello habremos caracterizado suficientemente su obra. En la cuestión relativa
a la medida en qu e Plu tarco , utilizó fuentes genuinas o se atuvo a resúmenes p re
existentes, la investigación se inclina hoy a reconocer su personal elaboración
60
.
Pero, como es natural, hay que suponer que también tuvo en sus manos colec
ciones que le brindaban apotegmas, anécdotas y citas de poetas. Él mismo pudo
haberse confeccionado estos medios auxiliares.
Poseemos 22
Vidas paralelas,
cuya enumeración damos más ad ela nte
6 1
; se ha
perdido la pareja Epaminondas-Escipión, en la que el segundo personaje debía
ser más bien Escipión el Viejo que Escipión Emiliano. Poseemos las biografías
separadas de Arato y Artajerjes y además las de Galba y Otón. El catálogo de
Lamprias menciona otras muchas, entre las cuales de poetas (Hesíodo, Píndaro,
Á rato) y una del filósofo Crates, que, como Hesíodo y Píndaro, era también be od o.
La idea de emparejar a un gran personaje griego y a otro romano correspon
de tanto a la época en que la tradición quizá trataba de afirmarse de cara al po
derío romano como a la naturaleza conciliadora de Plutarco, que pretendía incluir
en el marco de su concepción del mundo los acontecimientos históricos. Plutar
co, al que era enteramente extraño el convencimiento de los modernos historió
grafos que no existen verdaderos paralelismos, fue a veces muy afortunado en
sus emparejamientos, como, por ejemplo, en el de Demetrio y Antonio, mientras
que en otros casos las posibilidades de comparación eran muy escasas, aunque no
falten del todo. En el caso de Pericles y Fabio Máximo puede servir de modesto
vínculo entre ambos su caudillaje en la guerra defensiva. Cuando Plutarco por
regla general concluye un par de biografías con una comparación-resumen, con
una síncrisis
6?
, deja transparentar en ella su tradición retórica. Hay en ella mu
chas cosas forzadas, otras inconsistentes, pero hoy no se propende, como hacía
R U D O L F H I R Z E L , a excusar a Plutarco de la responsabilidad de haber compuesto
estas partes.
En la época en que escribió Plutarco, el aticismo estaba en su apogeo, pero
también en este aspecto mostró su ponderación. El ciudadano honorario de Ate
nas supo valorar la cultura y la lengua ática, pero no se entregó a la caza de vo
cablos áticos raros ni prohibió la entrada en su dicción a elementos de la koiné.
Adoptó esta actitud ponderada frente a la retórica después de haber aprendido
a liberarse de sus cadenas, perceptibles en sus primeras declamaciones. En gene
ral es tan escrupuloso en la evitación del hiato, que puede tomarse como un
criterio de autenticidad. Se percibe la tendencia al período rítmico en el empleo
60
E .
BÜCHNER,
Gnom., 32, 1960, 306, hace un recorrido instructivo por la bibl. a
esta cuestión en relación con la vida de Pericles.
61
Agis y Cleómenes están agrupados con los dos Gracos formando una tetrada.
Aquí no tocamos la cuestión de la cronología relativa de las Vidas. Ésta es muy difícil
por las citas alternadas, para las cuales hay que tener en cuenta las añadiduras poste
riores, cf. ZIEGLER, RE (v. pág. 86o), 899. C. THEANDER, "Z ur Z eitfolge der B iographien
Pl.s",
Éranos,
56, 1958, 12.
62
Para el concepto: F
FOCKE,
"Synkrisis",
Herm.,
58, 1923, 327. Para Plutarco:
H .
ERBSE,
"Die B edeutung der S ynkrisis in den Parallelbiographien Plutarchs ",
Herm.,
84 , 19 56, 398.
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Época imperial
de los tipos usuales de cláusula
63
. La lengua de Plutarco tiene características per
sonales, que se revelan sobre todo en los períodos larguísimos, en cuya acumula
ción interviene no sólo el deseo de darnos una extensa información, sino tam bién
la tendencia, común
a
toda literatura
muy
evolucionada,
a
darnos
en el
marco
de
una frase amplia el mayor número de elementos conceptuales.
La considerable diferencia entre el catálogo de Lamprias y lo conservado demuestra
que en los siglos oscuros se perdieron muchas obras de Plutarco. Para las Vidas se
puede asegurar
la
existencia
de una
edición
en dos
tomos, ordenada cronológicamente
(según los personajes griegos), que quizá remonte a fines de la Antigüedad. Los repre
sentantes de esta edición son un manuscrito de Seitenstetten (siglos xi-xn) y otro de Ma
drid (Matrit. 55; siglo xiv). Además de la edición en dos tomos existió en la primera
época bizantina otra
en
tres tomos
que
ordenaba
la
materia primero
por el
lugar
de na
cimiento
de los
personajes griegos
y en
segundo lugar cronológicamente. Existen manus
critos
del
siglo
x que
representan
ya
esta edición:
Vat. Gr. 138,
Laur. conv. soppr.
206,
Laur. pl. 69, 6, cada uno para un libro. En la edición de la Coll. des Univ. de
France
(cf.
abajo), cuyas colecciones corrieron
a
cargo
de M.
Juneaux,
se
hace resaltar
la especial importancia
del Par. gr. 1674
(siglo
xin) en la
edición
de los 3
volúmenes.
Para la tradición de las
Moralia
fue decisivo el que Máximo Planudes, en un trabajo
redactado a fines del siglo xm o a comienzos del xiv, reuniese en un corpus las obras
trasmitidas en varios grupos La inexacta denominación de Moralia tuvo su origen en
el hecho
de que
Planudes puso
al
principio
de su
corpus
las
' H G I K Ó . Para
las
diversas
etapas
de su
actividad recopiladora,
en el
transcurso
de las
cuales Planudes incluyó tam
bién las biografías, tenemos testimonios sobresalientes en el Ambros. 859 (C 126 inf.;
poco antes de 1296); París. 1671 (com pletado en 1296); París. 1672 (poco después de
r302).
La
tradición
de las
Mort ia
es muy
rica
y
diversa para cada
uno de los
escritos.
La antigua edición Teubner de las Moralia de G. N. BERNARDAKIS en siete vols. (Leip
zig,
r888-96)
ha
sido casi totalmente reemplazada
por la
nueva,
en la que
trabajaron
C.
H U BE R T ,
W.
NACHSTÁDT,
W. R.
PATÓN,
M.
POHLENZ,
W.
S IEVEKING,
I.
WEGEHAUPT
y K. ZIEGLER (6 vols., el V todavía incompleto, Leipzig, desde 1908; en nueva impre
sión han aparecido repetidas veces con notas de H. DREXLER los fase. V/i, 3;
VI / 1 -3 ,
1957-60).
En
cuanto
a las
Vidas,
la
edición teubneriana
de C.
SINTENIS
(5
vols., Leipzig,
1852-55,
reimpresa
a
menudo)
ha
sido reemplazada
por la de C. LINDSKOG y K. ZIEGLER
(4 vols. en 8 partes, Leipzig, 1914-39, 1 en 3.
a
ed., 1960; 2 en 2.
a
ed., 1959) . En
la Coll. des Un. de Fr. (bilingüe): R. FLACELIÉRE, M. JUNEAUX, E. CHAMBRY, Plut. Les
vies parálléles. 1 (Thésée-Romulus. Lycurgus-Numa), 1957; 2 (Solon-Publicola. Thémis-
tocle-Camille),
1961; basadas
en
nuevas colaciones
de M.
JUNEAUX.
Damos
a
continuación
una sucinta relación de la<- obras plutarquian as conservadas. Las cifras encerradas en
paréntesis se refieren a las ediciones modernas mencionadas; sólo para una pequeña parte
de las Moralia remitimos todavía a BERNARDAKIS. La inautenticidad se expresa por el
paréntesis
que
encierra
el
número
de
orden,
la
duda
por el
signo
(?),
pero
hay que
advertir
que
existe todavía mucha inseguridad
en el
juicio
de
ciertos escritos.
Moralia:
(1.) De liberis educaríais, rispi nalbav áyayí jc ,
(I 1 ).
—
2.
De audiendis poetis. ricoc,
S EÍ TÓV
véov itoi-quccTcov
ÓKOÓEIV (I
28). —
3. De
audiendo. riepl
TOO <ÍKOÓEI.V (I
7 5 ) . —
4 . De
adulatore
et
amico.
Í7c3c, Sv TIC, S taxpívE iE TÓV KÓXCÍKCC TOO <¡>ÍXOO (I 97).—
5.
De
profectibus
in
virtute.
nSq fiv
TIC,
OCÍO9OITO SOCUTOO
TtpoKÓitTOVToc,
su
ápeTf]
(I 14 9) . —
6.
De capienda ex inimicis utüitate. Tl c, Sv
TIC,
áit ¿xQpñv ¿K))EXOÍTO(I 172).
7 . De
amicorum multitudine.
Usp\
•noXixfnXlaq
(I 1 8 6 ) . — 8 . De
fortuna. Tlspl
TÓ/IC,
(I 197) . — 9 . De
virtute
et
vitio.
rispl ápETTJc, KCCI KaKÍac, (I 204). — (10.)
Consolatio
ad
63
Ditroquéo, crético
y
troqueo, crético doble, hipodoemio.