Post on 19-Jan-2016
El Club de las Excomulgadas
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AAvviissoo EExxccoommuullggaaddoo
El Club de Las Excomulgadas ha realizado
este proyecto de fan traducción Sin Ánimo
De Lucro Alguno.
Está hecho por Fans para Fans, Siendo su
Distribución Complemente Gratuita.
No ha tenido en ningún momento el objetivo
de quebrantar la propiedad intelectual del
autor o reemplazar el original. Su Único fin
es incentivar y entretener con la lectura en
nuestro idioma.
Así mismo las Incentivamos a Comprar Las
Obras de Nuestras Autoras Favoritas, ya
sea en el idioma original o cuando estén
disponibles en español, para seguir
disfrutando de estas grandes novelas.
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AArrgguummeennttoo
Rea encuentra la manera de agradecerle a Studs, un sexy alienígena, por su
audaz rescate.
Relato corto de lectura gratis de Kate Hill.
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Studs
Sólo mirarlo, sentado en una caja en un rincón del refugio limpiando su
arma, era suficiente para que las rodillas de Rea se debilitaran. Tal vez porque lo
había imaginado de pie, bajo una ducha de agua caliente, limpiando otra arma… la
que tenía entre sus piernas y creaba una protuberancia tentadora en sus pantalones
negros.
Lamiéndose los labios, miró sus manos moverse sobre el liso cañón de la
pistola láser. Sus dedos largos y delgados fueron hechos para acariciar los pezones
de una mujer. Casi podía sentirlo pellizcando y haciendo rodar los suyos.
La mirada de Rea viajó sobre sus anchos hombros y pecho. Delgado, pero
aún así musculoso, tenía el aspecto atractivo y fornido de un guerrero. ¡Y esas
piernas largas y fuertes! Una vez que una mujer consiguiera ser atrapada entre ellas,
nunca querría ser puesta en libertad.
Quién habría pensado que encontraría un hombre como él en este desolado
agujero de mierda, que alguna vez había sido un centro de investigación para
científicos que estudian la vida vegetal. Asignada aquí como guardia de seguridad,
Rea había esperado puro aburrimiento. Entonces una guerra intergaláctica había
estallado, dejando a su planeta de origen luchando por la libertad. Ellos no podían
prescindir de una unidad para rescatar a un puñado de científicos civiles que
estudian las propiedades místicas de los frijoles en una base fuera del planeta.
De alguna manera, Rea había logrado trasladar a su gente al refugio, y los
mantuvo a salvo mientras una unidad enemiga había establecido un campamento
en la base. Aún así, un solo guardia no podría resistir para siempre.
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Entonces, Studs y un par de sus hombres habían llegado, y lograron
recuperar la base. Sonrió al pensar en su nombre. Studs. Qué apropiado, al menos
para ella. En el idioma de él significaba algo completamente distinto1.
Él había llamado por refuerzos y ahora esperaban, confiando en que nadie
más tratara de reclamar la base antes de que llegara el transbordador de rescate.
No es que ella no estuviera agradecida, pero no podía dejar de preguntarse
qué demonios estaban haciendo allí. Studs y su gente eran mercenarios. Dudaba
que su gobierno les hubiera pagado para lanzar una misión de rescate por algunos
insignificantes investigadores de laboratorio.
Studs terminó de limpiar su arma y la colocó en la funda atada a su largo y
musculoso muslo. Con el corazón palpitando por la lujuria, Rea se le acercó y le
preguntó:
—¿Ha habido algún tipo de comunicación con tu nave?
Su intensa mirada azul se fijó en ella. El hombre tenía unos ojos que podrían
derretir un planeta de hielo sólido.
—No, es demasiado peligroso para nosotros mantener las frecuencias
abiertas.
—¿Tienes hambre? No tomaste tu ración de la cena.
Él se puso de pie, elevándose por encima de ella. Al ser de una raza
alienígena, era más alto que la mayoría de los de su especie. Pocas personas
apreciaban la belleza de las razas alienígenas, pero Rea encontraba irresistible a un
hombre como éste.
—Podría comer algo —dijo, con su voz profunda y tranquila, que envió un
temblor de lujuria por su espina dorsal. Lo que no daría por oír esa voz en su oído,
diciéndole cosas sucias mientras la follaba.
1 Juego de palabras entre Studs, el nombre del protagonista masculino, y Stud, que en inglés significa: semental.
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—Ven.
Le hizo una seña con un dedo para que la siguiera, y se dirigió por el
estrecho pasillo hacia la sala de suministro de alimentos. Studs la siguió, sus pasos
eran tan silenciosos que ella miró por encima del hombro para asegurarse de que
estaba realmente allí.
En la sala de suministros, Rea tomó una caja de raciones. Studs colocó los
brazos a su alrededor desde atrás y le dijo:
—Puedes decirme que me vaya al demonio, si lo deseas, pero desde el
momento que te vi, Rea, he querido follarte. ¿Qué dices?
En ese momento, ella no podía decir nada. Estaba en un estado de shock
sexual sólo por la sensación de tenerlo presionado contra su cuerpo.
—¿Es eso un sí? —Susurró en su oído.
Ella se volvió ligeramente y miró sus nítidos rasgos alienígenas, y esos
maravillosos ojos. Su cuerpo se sentía tan duro y caliente, y su polla presionaba de
manera seductora contra su trasero. Rea se obligó a mantener la calma. Cuando
habló, su voz sonó mucho más estable de lo que ella se sentía en realidad.
—Claro. ¿Por qué no?
—No suenas demasiado entusiasmada. —Deslizó la punta de la lengua a lo
largo de un lado de su cuello y ella cerró los ojos, incapaz de evitar un gemido de
deseo. Una risa baja y sexy retumbó en el pecho del hombre—. Eso suena mejor.
Durante algunos momentos besó su cuello y mordisqueó su oreja, mientras
sus manos acariciaban suavemente sus pechos. Rea se apoyó pesadamente en él,
permitiéndole sostener su cuerpo. La mano del hombre se deslizó hacia abajo y
ahuecó sus pelvis. La acarició, haciendo que su ya excitado clítoris se calentara aún
más.
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Desde el momento en que se conocieron, Rea había fantaseado con esto.
Ahora estaba ocurriendo. Studs la iba a follar y ella lo deseaba tanto que se olvidó
que estaban en la sala de suministros de un refugio, y una guerra hacía estragos en
toda la galaxia.
Studs le retiró la camiseta, pasándola por su cabeza, y la arrojó a un lado.
Ella se volvió hacia él, mirándolo quitarse su propia camiseta. Esta vez, cuando la
abrazó, sus pechos se aplanaron contra su pecho desnudo. Aparte de una cicatriz
rugosa a través de sus pectorales, su cuerpo era suave. Ella se inclinó y deslizó la
lengua sobre uno de sus pezones, y luego lo besó descendiendo a lo largo de su
plano y duro abdomen.
Con un gruñido bajo, él la separó suavemente y ambos terminaron de
desvestirse.
Rea lo observó fijamente, prácticamente babeando ante la vista de su larga y
gruesa polla. Al igual que el resto de su especie, la bulbosa cabeza se ladeaba hacia
un lado.
Studs tomó un pequeño recipiente del bolsillo de su pantalón. Roció sobre su
polla el aerosol anticonceptivo y protector contra enfermedades, y luego arrojó el
recipiente a un lado y se dirigió hacia ella.
Agarrando un puñado de pelo en la parte posterior de su cabeza, tiró
suavemente, haciéndola arquear el cuello.
—¿Estás segura de que esto es lo que deseas? —Le preguntó, para luego
besar su cuello.
—Diablos, sí.
Una sonrisa curvó sus labios delgados. La hizo girar con rudeza y la guió
hacia un contenedor de suministros. Rea se puso tensa, temiéndole realmente por
primera vez. A pesar de la intensa atracción que sentía hacia él, todavía eran
básicamente desconocidos. Por la forma en que la sostenía contra el contenedor y
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sus grandes manos que la controlaban tan fácilmente, esperaba que la reclamara de
manera rápida y dura. En lugar de eso, la rodeó con el brazo y comenzó a acariciar
su clítoris. Exploró sus suaves pliegues con sorprendente suavidad. Introdujo los
dedos en su interior y jugueteó con ella hasta que se humedeció.
Rea jadeaba, su corazón latía con fuerza. Su coño palpitaba y ella se retorcía
de placer mientras su pulgar rodaba sobre su clítoris. Justo cuando estaba a punto
de explotar, él retiró la mano y agarró sus caderas. Ella gritó de deseo al sentir la
punta de su polla presionando contra labios de su coño. La llenó lentamente, y
luego comenzó a empujar a un ritmo constante, llevándola de nuevo al borde del
clímax.
—Por favor. —Jadeó ella, aferrando con sus manos el contenedor de
suministros y empujando el trasero hacia él—. ¡Studs!
Él no dijo nada, pero su respiración entrecortada y su calor corporal, por no
hablar de su larga y gruesa erección, le dejaban saber que estaba tan excitado como
ella.
Actuando de manera poco habitual en un hombre a punto de llegar al
clímax, él no apresuró el momento, sino que desaceleró y cambió sus movimientos,
manteniéndola en el borde, hasta que finalmente ella dijo sin aliento:
—Demonios, Studs, ¿dejarás que me corra?
Él se rió de manera perversa y empujó fuerte y rápido, lanzándola al
orgasmo. Rea gritó, sin importarle que alguien que pasara cerca de la sala de
suministros pudiera escucharla. Segundos después, lo sintió correrse también, con
su cuerpo caliente y duro empujando con fuerza dentro de ella.
Jadeando después del orgasmo, permanecieron apoyados contra el
contenedor. Luego él se enderezó, pero en vez de apartarse y alcanzar su ropa, la
llevó hacia sus brazos. Rea apoyó la mejilla contra su pecho, cerrando los ojos y
escuchando el ritmo de su corazón. Deslizó los dedos a lo largo de la dura columna
vertebral, y apretó con sus palmas los músculos de su trasero.
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Elevando la cara hacia la de él, preguntó:
—¿Por qué viniste a este lugar? Por alguna razón, dudo que mi gobierno te
pagara lo suficiente para este rescate.
Él la miró durante tanto tiempo, que ella pensó que podría optar por no
responder. Finalmente dijo:
—Yo crecí en un lugar como este. Mi familia fue asesinada durante un
ataque similar. Esto no fue algo de trabajo. Era personal.
La había sorprendido de nuevo. Ella asintió y le acarició la cara.
—No era mi intención fisgonear.
—Eres curiosa por naturaleza. He notado eso sobre ti. Y quería decirte que
eres una guardia magnífica, por haber logrado mantener a salvo a estas personas
hasta que llegara la ayuda.
Ella resopló.
—Llámalo instinto de supervivencia.
—Yo lo llamo: estar hecha del material del que están hechos los
mercenarios, si estás interesada en un puesto de trabajo, una vez que salgamos de
aquí.
Rea levantó una ceja.
—¿Te refieres a trabajar contigo?
—No hago este tipo de ofertas a la ligera. Piénsalo.
Ella asintió, se separó de él y buscó su ropa. No queriendo parecer
desesperada, no le respondería de inmediato. Sin embargo, en su interior, ya había
tomado la decisión.
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Algo le decía que este era el comienzo de una larga y emocionante
asociación.
Fin
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