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JORGE CEVES
compilador
HISTORIA ORAL
u ifrw
Instituto
Mora
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Instituto de Investigaciones
Dr.
José María Luis Mora
Hira de Gortari Rabiela
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Hugo Vargas Comsille
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Universidad Autónoma Metropolitana
Gustavo Chapela Castañares
Rector General
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Portada: Yolanda Pérez
y
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Primera edición
1993
©
Derechos reservados
conforme a
la ley 1993
Instituto de Investigaciones
Dt. José
María
Ltús
Mora
Plaza
Valentín Gómez Farías núm.
12
San Juan Mixcoac
México
03730 D F
ISBN: 968-6382-80-1
Impreso en México
Primed
in
Mexico
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ÍNDICE
Introducción
Jorge E
Aceves Lozano 7
SoBRE L
HISTORI
OR L
27
lPara qué
sirve la
historia
oral?
Lutz Niethammer
29
De Herodoto a la grabadora: fuentes y
archivos
orales
D Aron Schnapper
y
D Hanet
60
- Praxis
antropológica
e
historia de vida
Fra1~oise
Morin
83
Los CONCEPTOS LOS MÉTODOS 115
- Historias de
vida
y análisis del
cambio social
Paul Thompson 117
Los
relatos
de
vida
en
el
análisis social
Daniel Bertaux
136
Historias de vida. Narrativa y la búsqueda del yo.
Martine
Burgos 149
Autobiografías diarios historias de
vida
e
historias orales
de
trabajadores: fuentes
de
conocimiento
socio histórico
Bronislaw Misztal
164
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lEs la historia de vida un espacio al margen del poder?
Régine
Robín
181
UNOS
E LOS TEMAS
El tiempo de mi vida : las funciones del tiempo
en
la
historia oral
lessandro Portelli
Las mujeres en el exilio: volverse feminista
Valentina d Rocha Llma
Mas allá de la trivialidad y la nostalgia: Contribuciones a la
construcción de una historia local
193
195
219
Llnda
Shopes 243
Bibliografía general 254
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INTRODUCCIÓN
]ORG
E CEVES LoZ NO
CAMINOS
DE
LA
HISTORIA
ORAL: LOS ANTECEDENTES
Desde los tiempos más antiguos
en
el oficio de historiar, el recurrir a los
testimonios orales de los grupos humanos ha sido fuente e inspiración
para el desarrollo del conocimiento histórico.
Desde la época de los griegos Herodoto que entre otros hace
el relato de las guerras Médicas-
y
Tucídides
quien
relata las del
Peloponeso-se han utilizado los testimonios orales de los actores o los
testigos de ciertos hechos o eventos sociales
que
despertaron interés,
siempre bajo un espíritu crítico.
No
sólo se consultaban los documen
tos escritos accesibles, sino que también se buscaban evidencias de
tipo personal trasmitidas oralmente, pues las sociedades antiguas eran
iletradas
y
analfabetas. Polibio, en el siglo
U
a. C. advertía sobre lo
ineludible que era considerar a los testigos de los hechos para hacer
una verdadera
historia.1
La
memoria, los testimonios y la tradición oral fueron desde los
inicios de la historia una fuente accesible, necesaria para ampliar las
evidencias e imprescindible en contextos
donde
la cultura oral era el
eje de la producción y
la trasmisión de conocimientos. Así, en la época
medieval, los cronistas recogían las versiones populares e informado-
Ph. Joutard, &tu wces que nos
llegan
del pasado Fondo de Cultura Econ6mica,
México, 1986, cap. 1, pp. 13-15 (Col. Populai; 345).
7
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8
Introducción
nes orales de la gente para alimentar sus escritos y enriquecer sus cono
cimientos,
no
obstante que sus obras
no
iban más allá de las murallas
y los edificios donde nacían. En el siglo XVI en Nueva España, fray
Bemardino de Sahagún recogió sistemáticamente los testimonios de
los ancianos indios para su
Historia general
de
la misma manera que lo
hicieron otros cronistas del periodo colonial.2 Posteriormente Voltaire,
en
la Francia del siglo
de
las Luces, recurrió a la utilización
de
testi
monios orales para conocer mejor y ensanchar su cuerpo de evidencias
sobre el periodo del reinado de Luis
XIV.
Michelet, a su vez lo hizo con
el afán
de
recuperar ciertas tradiciones y acontecimientos preservados
en la memoria
de
las personas a quienes pidió narrar sus recuerdos más
remotos sobre el espíritu y consecuencias de la revolución francesa.3
Aunque éstos no fueron
de
manera alguna los padres de la historia oral
moderna, son los antecedentes que podemos identificar
en
la tarea de
establecer el carácter científico
de
las distintas fuentes históricas.
En el desarrollo
de
la disciplina encontramos que el empleo de la
información oral ha sido
una
constante,
si
bien
ha
variado en
cuanto
a los factores siguientes: accesibilidad, intensidad, rango o amplitud,
valoración y jerarquía frente a otras fuentes de información.
Los especialistas de la historia, durante el siglo
XIX desconfiaron
en
repetidas ocasiones de la evidencia que se originaba en la tradición
oral y en los testimonios personales. Estos eruditos depositaron su
entusiasmo y valoraron especialmente la documentación escrita: las
fuentes documentales resguardadas
en
bibliotecas y archivos diversos,
que ya formaban voluminosos acervos a disposición de los investiga
dores.
La
perspectiva que dominaba
en
la historiografía decimonónica
privilegiaba la historia política y los grandes acontecimientos diplomá
ticos, bélicos o administrativos
de
los Estados europeos e imperios en
formación. La historia de los notables fue por muchos años objeto de
estudio y razón de ser
de
la investigación histórica occidental. El pro
greso de jerarquización y discriminación de las fuentes históricas, y la
atención a determinados sujetos o actores
de
la sociedad, se redujo a
2Cfr
Guillermo Ramos Arizpe y Salvador Rueda,Jiquil/xm 1895-1920.
Una
11isión
subalterna del pasado a
tra és
de la historia
oral
entro
de Estudios de la Revolución
Mexicana Lazáro Cárdenas ,
A C.
Jiquilpan, 1984, pp. 44 y
ss.
3
Ph. Joutard, El documento oral: una nueva fue.nte para
la
historia ,
en
Ph.
Joutard
y
otros,
Historia
oral
e
historias
de 11ida
FLACSO ·
San José, 1988, pp. 6
y
ss.
(Cuadernos de Ciencias Sociales, 18.)
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Jorge
Aceves
9
la consideración casi exclusiva
de
la documentación escrita relativa
a las elites y a los sectores sociales hegemónicos. La historiografía tran
sitaba por los pasillos del Estado
y
al construir la historia del poder, la
glorificaba.
Solamente los practicantes del folklor y
de
cierta etnología del
norte europeo, continuaron recopilando y nutriéndose de las fuentes
vivas para ampliar sus conocimientos y construir sus descripciones
y explicaciones sobre la cultura y la vida
de
los pueblos campesinos
tradicionales.
Las
fuentes orales, una vez discriminadas, quedaron en
el campo de las ciencias menores y fueron destinadas a usarse en re
lación con sujetos sociales analfabetas o inferiores . La tendencia pre
dominante fue entonces establecer el carácter científico de la historia
con base en el uso y análisis casi exclusivo
de
fuentes documentales.4
LA HISTORIA Y
LAS
CIENCIAS SOCIALES
Ya en el siglo XX la tendencia general dominante en la producción his
toriográfica seguía los mismos caminos de los eruditos clásicos, y sólo
el contacto y la mutua influencia con otras ciencias sociales y huma
nas motivó que la historiagrafía modificara su jerarquía de fuentes y
ampliara sus perspectivas científicas. Esto ocurrió
en
el periodo de en
treguerras, y más claramente a partir de la década de los años cuarenta.
Entonces ocurre un acercamiento de la historia a los
temas
y
métodos
de las ciencias sociales, así como a los términos y categorías científi
cos. La
renovación metodológica y las innovaciones aportadas por las
ciencias sociales se manifestaron tanto en la proliferación de nuevas
técnicas de investigación -sociológicas y antropológicas, por ejemplo-
como en nuevos instrumentos y medios tecnológicos (calculadoras,
grabadoras, etc.), que influyeron en la historia en dos niveles: en las
grandes categorías sociológicas y
en
el uso de métodos de investigación
que manejaban evidencias no medibles o cuantificables, los denomina-
4
Así lo exponen también G. Ramos
A
y S.
Rueda Jiquilpan op.
cit.,
p. 46:
Fue,
sin embargo, la experiencia directa de los historiadores en
la
construcción de la historio
grafía como discurso científico la que hizo desechar y jerarquizar las distintas fuentes, y
valorarlas e interpretarlas con vistas a una fiel recreación del pasado acorde a las concep·
ciones tenidas sobre la ciencia y lo científico en las distintas épocas; y fue esta experien
cia la que distanció al historiador de las 'fuentes vivas',
que
generalmente deformaban
la realidad en su favor y obstaculizaban la fría y desapasionada labor historiográfica.
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10
lmroducci n
dos métodos cualitativos
5
Cada disciplina benefició a la historia más
por sus aportes metodológicos que por cuestiones de campo u objetos
de investigación. La antropología, por ejemplo, influyó a la historia en
dos aspectos: a) al corregir
el
inherente etnocentrismo del historiador
occidental no crítico, y
b)
al abrir a la historia regiones geográficas y
fuentes de información y de conocimientos no puestos por escrito.
La ciencia histórica tuvo que engarzarse más fuertemente con las
demás ciencias sociales, añadiendo al
criterio .temporal la noción del
espacio concreto, para así poder expresarse en los diversos niveles y
momentos de la reconstrucción e interpretación de la historia: desde
el ámbito de la microhistoria hasta
el
de la historia regional y aun
na·
cional. Este desarrollo gradual hacia una ciencia histórica más local y
regional motivó la producción de una historia de 'tono menor', que
al descender un poco de la monumentalidad de los fenómenos univer·
sales y nacionales, quiere reencontrarse con lo que se recoge
en
ámbi
tos temporales y espaciales más pequeños .
6
Por ello la historia local y
regional requiere de sus propias fuentes, tanto en el proceso de descu
brirlas como para integrarlas o construirlas. Las fuentes, al ser orien
tadoras en el camino hacia un mayor conocimiento histórico y social,
participan
en
la construcción de las identidades locales y regionales.7
Este acercamiento de la ciencia histórica a otras ciencias sociales
coincidía
ton
un replanteamiento de
los
métodos y presupuestos de la
investigación social. Desde los años cuarenta
y,
por ejemplo, desde el
núcleo de la revista de los Annales (Lefevbre y Bloch),
la
propia histo·
ria renovaba sus puntos de partida y reformulaba sus jerarquías científi
cas,
en
cuanto a su predilección por ciertos sujetos y actores históri·
cos, temas y problemas de investigación, métodos y técnicas, fuentes
y procedimientos específicos de su actividad profesional, así como sus
vínculos con el Estado y la sociedad.8
5
Ver
Geoffrey Barraclough, Historia en M. Freedman,
S. J. e µ¡et
y G. Ba·
rraclought, Corrientes de la investigación en las ciencias sociales, Tecnos/UNESCO, Madrid,
1981, t
2,
pp. 293-567.
6 Véase Arístides Medina Rubio, Teoría, fuentes y método
en
historia regional ,
Relaciones, Colegio
de
Michoacán, vol.
IV,
ndm. 15, verano 1983, pp. 89-90.
7
Medina Rubio,
ibid,
p. 92.
8 J. Fontana, Historia. Análisis del pasado y proyecto social, Crítica-Grijalbo, Bar
celona, 1982; Eric Hobsbawm, De la historia social a la historia de la sociedad
en
E. Hobsbawm, Marxismo
e
historia
social,
LAP, México, 1983; E. P. Thompson, Miseria
de la teoría, Crítica-Grijalbo, Bárcelona, 1981; P. Vilar, Historia marxista, historia en
construcci6n , en C. R S. Cardoso y H. Pérez B. (comps.), Perspecti IW de la historiografía~
contemporánea, SEP México, 1976 (Sepsetentas, 280). \v
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Jorge Aceves
Frente al historicismo y al positivismo más clásicos y ortodoxos
se levantaron nuevas voces renovadoras que proponían perspectivas
y concepciones pioneras más heterodoxas y, por lo mismo, más aleja
das de las tendencias hegemónicas de la historiografía occidental.
La
llamada historia social
fue
constituyéndose como una propuesta re
novadora del papel de la ciencia histórica, tanto para interpretar el pa·
sado como para intervenir más activamente en las tareas del presente.
La historia social, en su desarrollo, permitió y buscó el contacto con
otras disciplinas científicas, diversificándose así los puntos de partida y
perspectivas de análisis. Historia económica, demográfica, social (es-
tructuras y movimientos sociales), geografía histórica, historia de las
mentalidades, etc., fueron derivaciones y vinculaciones de la práctica
historiográfica concebida como ciencia o historia total.
9
De manera paralela, el desarrollo de las ciencias sociales experi·
mentó en buena parte del siglo XX una tendencia decreciente en la
utilización de los métodos cualitativos y de los llamados documen
tos personales. En la segunda década del presente siglo, en Estados
Unidos se desarrolló una corriente sociológica que utilizaba la meto·
dología cualitativa
de
manera central en sus análisis. Esta corriente o
¡¡escuela de Chicago estuvo influida estrechamente por la experiencia
de la sociología en Polonia, que desarrolló investigaciones con base en
la recopilación y sistematización de informes orales y autobiografías de
campesinos. lo
Esta tendencia de investigación tomó fuerzas en el espacio aca
démico norteamericano e impulsó diversos proyectos que utilizaron
las historias de vida como parte central de
su
metodología de investi
gación, no exclusivamente sociológica. Los sujetos sociales estudiados
eran principalmente individuos no integrados a la sociedad, y concep
tualmente ubicados como anómalos , vagos, delincuentes, ladrones,
etc. Esta tendencia se diversificó posteriormente
y
además de comple-
9
P.
Vtlar,
Historia marxista .. , op
cit.,
pp. 145-146: ... la historia social se
rá siempre también historia global o total,
ya
que hincará sus raíces
en
la economía y
la demografía y no podrá eludir el estudio de las ideologías y de las mentalidades .. .
También véanse las obras
ya
citadas:
E.
Hobsbawm,
De
la historia social ... ,
op
cit.; G.
Barraclough, Historia ; y C. RCardoso y H. Pérez B.,
Los
mé¡odos de la historia, Grijalbo,
México, 1977. ,
IO
Véase Florian Znaniecki y William
l.
Thomas, The polish
peasan1 in Europe
and
America University ofChicago Press, Chicago, 1918-1920, 4 vols.; Ken Plummer, Los
documentos personales. ln1roducción a los problemas
y
la bibliografía del
método
humanist.a,
Siglo XXI de España, Madrid, 1989.
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12
Introducción
jizar sus puntos de partida teóricos, incorporó un conjunto más variado
de sujetos sociales, dando cabida a grupos sociales de las clases medias,
pero enfocándose mayormente a los sectores bajos de la sociedad.
El desarrollo de esa metodología cualitativa , que fundamentaba
su análisis social a través del uso de historias de vida, de testimonios,
entrevistas orales y de la observación participante, se enfrentó gra
dualmente a una tendencia de investigación empírica que
fue
ganando
relevancia y prioridad científica en Estados Unidos, es decir aquellos
acercamientos que centraban sus indagaciones y análisis con base en
modelos y procedimientos más cercanos a las ciencias básicas como
la física, la matemática o la estadística.
La
tendencia a desarrollar
proyectos cuyos propósitos eran medir, contabilizar y cuantificar todas
las aristas de la realidad social, hegemonizaron las ciencias sociales en
Estados Unidos (aunque no sólo allí) e impusieron su normatividad y
patrones de formulación, desarrollo y presentación del análisis social:
el pretendido objetivismo y neutralismo ideológico que abanderaba los
esfuerzos científicos.
La
tendencia cuantitativista dominó así el pano
rama cien tífico de la posguerra, desde los años cuarenta hasta finales
de los sesenta, marcando el ritmo y la dirección del desarrollo de las
ciencias sociales. Por ello las aproximaciones de carácter cualitativo
de la sociología empírica al estilo de Chicago quedaron a la zaga, dis
criminadas y circunscritas a proyectos de poca duración e importancia,
recibiendo escasos apoyos financieros y marginándoseles en espacios y
foros académicos.11
Es
importante decir que el análisis social siguió utilizando la me
todología cualitativa y
no
abandonó totalmente el uso de historias de
vida y otros documentos personales, aunque la encontramos como
subsumida a la tendencia de análisis social dominante: el cuanti
tativo, vinculado a los paradigmas funcionalistas de la sociología nor
teamericana y a los modelos estructuralistas de corte europeo, en boga
antes de los setenta.
La
crítica a dichos paradigmas sociales, el desa
rrollo de extensas y profundas crisis sociales a fines de los sesenta y
las propuestas renovadoras
dentro
de las ciencias sociales son algunos
de los factores que posibilitan el resurgimiento y la mayor relevancia
J
Balán (comp.),
Las
historias
de
vida en ciencias
sociales.
Teona y técnica Nueva
Visión, Buenos Aires, 197
4;
D. Bertaux, El enfoque biográfico: su validez metodológica,
sus potencialidades , en Ph. Joutard y otros,
Historia
oral
op.
cit., H. Schwartz, y
J
Jacobs, Sociología
cualitativa
método para
la
reconstrucción
de
l realidad Trillas, México,
1984,
558pp
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Jorge
Aceves
13
del análisis social en términos cualitativos. Sin convertirse en la ten
dencia dominante, ni mucho menos, sí adquirió mayor peso y presen
cia académica. A partir de los setenta el desarrollo de la metodología
cualitativa de investigación se vio enriquecida con nuevos conceptos
y puntos de partida teóricos y aportó al análisis social una mayor com
plejidad, pertinencia y difusión social.
TENDENCIAS
EN
I HISTORIA ORAL CONTEMPORÁNEA
La
historia oral contemporánea se ha desarrollado a partir
no
sólo de
la revaloración de la metodología cualitativa en las ciencias sociales
y de la renovación de la ciencia histórica
en
su contacto con otras
disciplinas científicas, sino también del desarrollo de un cierto capital
científico-tecnológico, que-estableció, desigualmente, las condiciones
para la producción de un tipo de conocimientos, con recursos instru
mentales, financieros y humanos especializados.
~ : Estados Unidos surgió la historia oral moderna, ya que allí se
concentraban los recursos científico-tecnológicos no sólo en
las
uni
versidades, sino también en los organismos gubernamentales, empre
sas de medios informativos, etc., que adaptaron y
en
ocasiones solici
taron un tipo especializado de proyecto científico para el análisis socio
histórico. El acceso y la utilización de los instrumentos de grabación
en
proyectos de investigación social y humana, experimentaron un no
table ascenso a partir de los años cuarenta.
En Estados Unidos, partir de 1948, se establece el funciona
miento formal de un proyecto de historia oral contemporánea en_ la
Universidad de Columbia dirigido por Allan Nevin, donde se emplea
la grabadora de carrete para el registro de los testimonios orales de
los
informantes de dicho proyecto. Proyectos como éste estaban dirigidos
a esclarecer hechos y eventos políticos mediante testimonios y relatos
biográficos de dirigentes políticos locales y nacionales. Como ejemplo
de tales proyectos, mencionamos el dedicado a esclarecer los inicios de
la radio, el de un presidente norteamericano, el del imperio Ford, en
tre otros más, enfocados a las elites políticas de Estados Unidos. Con
el tiempo, a estos proyectos se les bautizó como de hill.toria oral'~ y
su objetivo consistía en crear enormes bancos de datos que se depo-
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14
lrurodu ión
sitaban escrupulosamente, y muy bien organizados, en bibliotecas o
·centros de información, para que posteriormente fueran consultados
y rigurosamente analizados.12
La historia oral estadunidense es más bien de corte archivístico
y empírico, ya que
se
preocupó más por registrar y construir archivos
que
por desarrollar esfuerzos de análisis sociohistórico.
e
la consi
deró, especialmente
al
principio, como una ciencia auxiliar del método
histórico, como una simple técnica o procedimiento para almacenar
grabaciones. Se la veía como una técnica más de la entrevista grabada
y como un sistema depurado de la transcripción de la oralidad; o bien
como un sistema preciso para la constitución y conservación de un
nuevo tipo de archivo: las cintas grabadas y transcritas. Era una la
bor más bien archivística.
El
desarrollo de instituciones, asociaciones
y programas de investigación en Estados Unidos experimentó un boom
en
los años sesenta y setenta, a tal grado que
en 1967
se agruparon 90
asociaciones locales y regionales, y para 1973
ya
estaban integradas a
nivel nacional aproximadamente 315 agrupaciones de historia oral.13
La característica de
los
proyectos iniciadores
-el
resaltar y selecci~nar
sujetos sociales de la clase política dirigente- fue modificándose y en
sanchándose para incluir más y diversos actores sociales, con nuevos
intereses y problemas a estudiar. La política nacional o local, los gran
des hombres y sus hechos, la historia como celebración dejó
de
ser
el único camino de hacer historia.
Desde los setenta, la historia oral norteamericana diversificó sus
fuentes vivas, pluralizó las voces que recogía, complejizó sus propósi
tos científicos y desarrolló nuevos espacios institucionales, sociales y
aun editoriales, que muestran este crecimiento y enriquecimiento de
la práctica historiográfica.14
En Europa, por otro lado, la historia oral también se desarrolló
poco más tarde. En la década de los setenta surge y se desarrolla pau
latinamente en varios países, especialmente en Inglaterra. Para 1972,
ya encontramos allí un núcleo de seguidores de la historia oral, que
casi de inmediato inició la publicación de su boletín para después con
vertirlo en revista: Oral History The]oumal ofthe Oral History Society.
En
1973
se
constituyó la Asociación Inglesa de Historia Oral, que tres
12 Ver
D.
K.
Dunaway y
W. K.
Baum (comps.),
Oral
history: and interdisciplinary
anthology MSH
Nashville,
1984, 436
pp.
13 Véase el trabajo de Phillipe Joutard, El documento oral ... , op. cit.
14
Para constatarlo revísese el contenido de las revistas norteamericanas:
11ie
Oral
History
Review
(desde
1973)
y
la lntemational]oumal o Oral History
(desde 1980).
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Jorge
Aceves
15
año~ má_s tarde ya contaba con 300 miembros. Desde un principio,
la h1stona oral a la inglesa ha tenido por objeto la historia social de
amplios grupos de trabajadores de la ciudad, del campo y de las cos
tas. Aquí tampoco esta práctica de la historia ha sido patrimonio ni
monopolio de los círculos universitarios
ya
que sindicatos, asociacio
nes locales y comunitarias han participado en tales proyectos amplia y
profusamente.15
Con base en la experiencia inglesa, aunque
no
constituye el único
ejemplo a nivel nacional y europeo, se ha constatado que para el es
tudio de
los
sectores populares, o de aquellos grupos usualmente ol
vidados por el r:egisrr~de la historia
-las
minorías étnicas, el mundo
camp~sin~,
~j<:_r_e§¡
los ancianos, los jóvenes, cada cual con sus
expenenc1as humanas ancladas con frecuencia en la v:i<la cotidiana y
microsocial-, la historia oral se ha vuelto insustituible)6.
. En países
~cómo
Italia, Francia, España, Noiueg~. Alemania, Po-
lonia, etc., se
ha
desarrollado también la historia oral produciendo in-
- teres~nte~ y distintas prácticas para enfocar los problemas y el papel
d~l h1stonado.r. Los balances recientes destacan la vitalidad y las am
plias pe~pec~1vas de investigación y difusión existentes, concluyendo
que la h1stona oral europea reciente ha logrado avances cualitativos
y.c~librado mejor las expectativas que en un principio le dieron na
c1m1ento.
El
desarrollo de un espíritu crítico y e l mejoramiento del
corpus metodológico han enriquecido y evitado el posible descalabro
por el que muchos practicantes, por sobreestimar y no tener claros los
límites propios de la oralidad, llevaron
al
descrédito muchos de sus re
sultados.
Lo
importante ha sido ver con claridad sus potencialidades,
pero también sus limitaciones~:?, La experiencia europea benefició y
complementó la perspectiva pragmática norteamericana de la historia
oral: no sólo se interesó en nuevos sujetos sociales y en <;:onstruir nue
v_as
fuentes histórica~;. también
se
propuso hacerlo desde una perspec
tiva conceptual y cnt1ca, al enfocar los temas de investigación desde
15
Véase ~h. Joutard, El documento oral... ,
op.
cit., p. 8; Raphael Samuel
(comp.),
Historia popular
y
teoría
socialista
Crítica Grijalbo, Barcelona,
1984;
J.
Le
Goff,
Pensa\f
historia,_P_aidós, Barcelona, 1991, incisos
4
y 5
. Joutard 1bia. p. 1 . Ver los balances y recuentos de Paul Thompson citados en
la biplio~afía
de
esta antología. '
1,_¿__7yéase
Giovani Contini, La historia oral en Italia y Daniéle Voldman, La histo
ria oral.en Franci~ , ~~bos
en
His~ria
y
Fuente Oral núm. 5 1991, Barcelona; RonaldJ.
Grele, lntroduct1on ,
en
lnternatwnal annual o oral history 1990,
Ct
Greenwood Press,
1991;
Jan Wlodarek (comp.), Biography
and
Society núm.
11,
Newsletter, Diciembre
1988, ISA, RC, núm.
38,
París.
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16
Introducción
entramados teóricos y
de
pertinencia social. .La historia oral europea
camina estrechamente con las corrientes de la historia local y popular
y es netamente social.18
En esta renovación de las perspectivas y puntos de partida del
análisis social e histórico, podemos ubicar el surgimiento de la
histo-
ria
oral contemporánea. Por un lado, tenemos los aportes renovadores
de la llamada historia social europea, que consistieron básicamente en
replantear críticamente los intereses y la práctica tradicional del histo
riador, las fuentes y los métodos de investigación utilizad9s: Por
el
otro,
la experiencia norteamericana y las contribuciones de las ciencias so
ciales que utilizaron
la
información oral y la metodología cualitativa,
básicamente la antropologfa social y la sociología de corte cualitativo.
La historia oral se nutre principalmente de estas dos experien
cias f se conforma en el entrecruzamiento
de
disciplinas tales como
la antropología, la sociología, la lingüística, la psicología y otras más.
Ya que al surgir
de una
vertiente de la historia social contemporánea,
selecciona nuews sujetos sociales antes no considerados: sectores subal
ternos, mujeres, niños, minorías culturales, etc.,
19
con el propósito de
abordarlos en niveles y escalas más locales y regionales, intentando con
técnicas .más precisas la construcción o localización de
nuevas fuentes
de información sociohistórica, y.enfocándose al análisis de situaciones
y fenómenos históricos poco estudiados, como fueron por ejemplo el
interés por los procesos productivos y migratorios o
los
relativos a la
familia y la vida cotidiana.
Yno
de los propósitos que ha ido definiendo la historia oral a par
tir de
su
surgimiento
ha
sido el de lograr aproximaciones a profundidad
con base en la utilización de relatos e historias de vida sobre los proce
sos históricos considerados, ciertamente
con
la intención de ampliar
el rango social de producción y socialización de los conocimientos. La
historia oral se
ha
caracterizado por considerar el ámbito subjetivo
de
la experiencia humana
-la
memoria,
el
trayecto biográfico, la inter
pretación de los procesos colectivos, etc.- y por destacar y centrar su
labor de construcción de fuentes y de análisis en esas experiencias,
por examinar la
visión
y versión de la experiencia de los actores sociales
especialmente atendidos por la historia social, local y oral.
18
Véase el excelente texto colectivo de Paul Thompson (comp.), Our common
history. The tr1msfomu1tion o Europa Pluto Press, Londres, 1982.
19 El término "nuevos" no significa que apenas surgieran a la existencia social,
pero antes de esta renovación dichos sectores sociales subalternos no eran "objeto" de
la historiografía dominante, lo mismo que los nuevos fenómenos de interés histórico que
involucraban a las grandes mayorías sociales.
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Jorge
Aceves
17
LA
HISTORIA ORAL EN Mfxrco
En nuestro país, no se
ha
realizado todavía un balance cabal de la géne
sis y desarrollo de la historia oral tal como se ha practicado
en
las últi
mas dos décadas. Existen aproximaciones y breves recuentos, tanto
para México como para el resto de Latinoamérica.20
No obstante, y a riesgo de simplificar demasiado su evolución,
considero que la historia oral contemporánea
en
México
-de
1970
a la fecha- y en el contexto de su propia realidad social y cultural,
ha estado atenta a lo que acontece en el exteriot; y en ocasiones ha
retomado y adecuado las experiencias
tanto
norteamericana como eu
ropea. De la primera, se reprodujeron los grandes proyectos de investi
gación empíricos y ciertamente, pragmáticos: el rescate extensivo de
la memoria de los viejos (hombres y mujeres), ya fueran revoluciona
rios, obreros, campesinos, inmigrantes, políticos de la elite, intelectua
les y profesionistas, etc. Se pretendía crear grandes acervos de cintas
grabadas que, una vez organizadas, clasificadas y correctamente trans
critas, estuvieran depositadas y a la disposición del historiador
en
el
futuro mediato. Una de las limitaciones principales que experimen
taron dichos proyectos a gran escala fue la inexistencia de los recur
sos científicos y tecnológicos necesarios para desarrollar un "capital
científico", en los volúmenes y escalas como se producen y concen
tran en Estados Unidos. En nuestro país
no
existían ni los recursos
humanos ni financieros que permitieran apoyar y asegurar el desarro
llo y permanencia de proyectos institucionales de historia oral
en
gran
escala, al "estilo norteamericano". También por ello es entendible que
no
exista una asociación regional, y menos aún nacional, de historia
dores orales
en
México, así como tampoco existe un órgano editorial
de difusión adecuado a los diversos investigadores involucrados
en
es
tos proyectos que incorporan el estudio de la evidencia oral.
20
Véase Eugenia Meyer, "La historia oral
en
Latinoamérica y
el
Caribe" en
Historia
Y
Fuente
Oral
núm. 5 Barcelona, 1991, pp. 139-144; Alicia Olivera S., "Eso que llaman
historia oral" en Historias núm. 16 enero-marzo 1987, México, pp. 143-149; Salvador
Rueda YA. Olivera, "La historia oral.
Su
importancia
en la
investigación histórica con
temporánea", en Boletín CERMLC 1 vol. 3, núm. 3, diciembre 1980, Michoacán, pp.
74-83;
B. García y
X.
Sepúlveda, "La historia oral en América Latina", en Secuencia
Inst. Mora, núm.
1
marzo, 1985, México, pp. 162-176;
Cuicuilco
ENAH núm. 22,
1989, YEnsayos
sobre
las culturas
contemporáneas
Universidad de Colima, m1ms. 8-9,
1990; A. Camargo, V de Rocha Lima y L Hippolito, The life history approach
in
Latin
America", en
Life Stories/Recits
de
Vie
núm.
1
1985, Pans-Essex, pp. 41-53.
8/17/2019 Historia Oral 2_cropped
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18
Introducción
A pesar de que ya no se desarrollan en la act~alidad p~o~e~tos de
historia oral a escala muy amplia en nuestro pais, esta dISCiph~~
ha
seguido muy de cerca la experiencia europea, inmersa en el
espmtu
Y
conceptos de la historia social.21
De
ma1:er~ que
en_
muchos
centr?s
de investigación y educación superior -pubhcos y
~nv_ados-_
o~gams
mos gubernamentales, asociaciones civiles, comumtanas y smdicatos,
en las zonas urbanas o rurales, etcétera, se llevan a cabo pr~yectos a
escalas reducidas si bien intensivas, que tienen como propósito_tr~ba
jar y construir acervos testimoniales de carácter oral. S~s ~b1en:os
son múltiples y diversos, no sólo de tipo h~stórico o academico, s~no
también pedagógicos, de difusión y promoción cultural, de denuncia Y
de
lucha
sociopolítica.
22
. .
Las preguntas que se plantean a la historia oral
siguet
~ie?do de
este tipo: lpara qué nos pueden servir las fuentes orales.
lComo
se
pueden trabajar esas nuevas fuentes? l(?~é. tipo
co.~trt~
d;be
mos de contemplar en su producción, anahsis y ut:hz~cion. l~ual ~s
la diferencia específica frente a otros métodos
_
tecmcas d~ i~~esn
gación sociohistórica? lCómo se realiza el estudio de la s~b1et_1V1dad
los procesos de la rµemoria, los
f
ujos
de la_
oralidad? Estas mq metude~
no siempre se resuelven fácilmente, no siempre se encuentran
el
es
pacio y
momento
adecuados para reflexionar y confr~ntar pr~puestas
y resultados con la realidad. Sin embargo, la histona ~ral sigue lla
mando la atención -y no sólo a los historiadores- prec1Sam~nte por
su
constitución pluridisciplinaria y la versatilidad de propósitos que
puede sustentar. , , · d
Aquí
y allá se ofrecen cursillos y talleres de metodos y tecmcas e
historia oral, se escriben regularmente ensayos y artículos de carácter
21 El archivo sonoro del INAH, pionero en la práctica de
la
historia oral en ~éx~~º·
ha
transitado en los últimos años hacia esta nueva forma o tstrategia de nvesnga_cion.
Tanto en el Instituto Mora, como en el Centro de Estudios de la Revolución ~ex1cana
Lázaro Cárdenas se desarrollaron diversos proyectos
de
escala Y rango a_mpho; ~n la
actualidad se ha dado mayor impulso a los de ámbitos locales y mas reducidos. Veanse
los boletines informativos de las respectivas instituciones. . . L
22 Actualmente se desarrollan proyectos de historia oral en sinos como: a UAM,
Iztapalapa (área de historia), la Universidad Autónoma ~e Baj~ Cal~fomia, el ~legio. ~e
la Frontera Norte, el Instituto de Investigaciones Dr. Jose Mana Luis Mora, la Dire~c1on
de
Estudios Históricos del NAH, el CIESAS, la Universidad Veracruzana Y~n orgamsmos
bemamentales como el IN , la DGCP, el CONAFE, el INEA y otros más. Inmtutos, museos
~asas
de
cultura
en
diversos estados de la república también
han
desarrollado tn s
experiencias particulares en
el
estudio de la historia local y regional a través
de
la
ente
oral.
8/17/2019 Historia Oral 2_cropped
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Jorge ceves
19
científico, se organizan encuentros y reuniones con investigadores de
distintas disciplinas sociales y humanísticas. Todo ello para comunicar
y discutir ideas y resultados. En fin, existe interés en conocer y prac
ticar las propuestas de la historia oral contemporánea, y cada grupo lo
va realizando con la información, los medios y los materiales que tiene
a su alcance.
Aunque existan los materiales, éstos
no
siempre son accesibles, ya
sea por estar en otros idiomas o por ser caros o difíciles de conseguir
tanto para los historiadores en particular, como para algunas biblio
tecas especializadas. Debido a la dispersión
en
que se hallan dichos
materiales nos pareció necesario presentar una selección de trabajos
sobre la historia oral contemporánea, que a continuación se ofrecen.
L ANTOLOGÍA: INVITACIÓN A
CONOCER
LAS FUENTES VIVAS
La historia oral, como uno más de los métodos de la investigación
sociohistórica contemporánea, nos ofrece resultados e informes que
podemos ya rastrear principalmente a partir de la década
de los
años
setenta. Las dos décadas acumuladas nos ofrecen un buen caudal de
trabajos que
han
abordado problemas, temáticas, sujetos históricos,
zonas geográficas y espacios sociales muy distintos y que han aportado
un conjunto de presupuestos metodológicos y herramientas técnicas
de investigación.
Ofrecer una antología de lecturas sobre historia oral no es una
tarea muy sencilla, dada la gran cantidad
de
material publicado. Por
ello, esta antología responde a un enfoque personal; se trata de una
guía de lectura cuyo propósito es lograr satisfacer -así sea parcial y
temporalmente- el interés por acercarse a una metodología de inves
tigación más cualitativa y humanista sobre los problemas y sujetos so
ciales contemporáneos.23
La antología es una invitación al conocimiento de las diversas pro
posiciones y experiencias de la historia oral, con el fin de comprender
su
importancia actual y la necesidad social
de
emprender esfuerzos sis
temáticos por estudiar, reconocer y valorar con justicia lo relativo a la
23 Para realizar esta antología me fue de mucha utilidad un trabajo previo:
J
E.
Aceves,
Historia oral e historias
de
vida.
Teoría métodos
y técnicas. Una bibliografía comen·
tada CIESAS, México, 1991 (Cuadernos de la Casa Chata .
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20
Introducción
experiencia humana y la subjetividad contenida en ella. Me gustarla
pensar como si esta antología fuera una especie de convocatoria para
todos los interesados en buscar y hallar en el pasado inmediato par,
tes de sí mismos y de la sociedad que les
ha
tocado
vivir.
La
sensi,
bilización del público lector es por tanto un propósito central de la
antología y de las sugerencias contenidas en ella.
Los textos de esta antología son de carácter introductorio
y
sin
embargo, su nivel académico y sus propuestas metodológicas los ha,
cen materiales de gran interés para el especialista. Ninguno es parte
de un manual o guía de campo; todos son trabajos pensados como
en,
sayos o artículos de investigación, y
han
sido recogidos en memorias
de trabajos presentados
en
coloquios y encuentros internacionales, o
publicados en diferentes revistas de prestigio dedicadas a esta metodo,
logfa. Los criterios que se procuró seguir para esta selección fueron los
siguientes: que fueran materiales producidos en la última década; que
se hubiesen difundido en revistas dedicadas a la historia oral, historias
de vida o historia social; que fueran trabajos de difícil acceso o inéditos
en español; que fueran ejemplos de trabajos de calidad de autores re,
conocidos por sus contribuciones al desarrollo y difusión de la historia
oral contemporánea.
No se incluyeron en esta antología otros trabajos importantes,
bien por ser fácilmente accesibles en México, o por haber sido recien
temente editados en revistas, o bien por constituir textos clásicos sobre
el tema desde hace ya más de una década. Sin embargo, en la biblio
grafía general se incorporan las referencias a estos materiales.
Los textos seleccionados incluyen aspectos teóricos, metodológi,
cos y técnicos así como balances de la historia oral.
Un
primer grupo
de trabajos (Niethammer, Aron-Schnapper/Hanet, Morin) tratan de
antecedentes, desarrollo y vínculos con otras ciencias sociales, recuen
tos de su logros y problemas, etc. En un segundo bloque (Thompson,
Bertaux, Misztal, Burgos, Robin) encontramos textos que abordan
cuestiones de método y de conceptualización surgidas a partir del tra,
bajo empírico con las fuentes orales. Finalmente, un tercer conjunto
de aróculos (Portelli, Rocha Lima, Shopes) tienen características más
bien temáticas
y
a partir de sus experiencias de investigación, exponen
problemas concretos acerca de los diversos sujetos y ámbitos sociales,
al igual que de los métodos y técnicas empleados en la historia oral
contemporánea.
El
primer grupo se integra con trabajos de un historiador alemán
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Jorge Aceves
21
y de dos franceses. L. Niethammer24 en su texto lPara qué sirve la
historia oral? nos da un excelente acercamiento a proolemas; foqüle-
füoes y dificultades que se enfrentan al practicar y desarrollar inves,
tigaciones de historia oral. No es un texto precisamente sencillo,
ni
muy optimista en cuanto a las potencialidades del método; sin em,
bargo, por su carácter crítico, por las precauciones metodológicas que
señala, su lectura es de mucha utilidad. Es importante destacar que el
autor está convencido de que la historia oral puede contribuir a trans,
formar, en mayor o menor grado, la relación tradicional existente entre
los historiadores y los grupos sociales sujetos de sus estudios.
El
texto de
D.
Aron,Schnappery
D.
Hanet,25 por su parte, además
de haber sido uno de los primeros exámenes sistemáticos de la historia
oral en Francia, contribuye a distinguir los conceptos y términos referi
dos a testimonios, entrevista, fuentes y archivos orales. Su objetivo es
poder definir
el
estatus científico de las diferentes formas de practicar
la historia oral y valorar el tipo de novedad que representa esta ten,
dencia de investigación. Por lo demás, resulta de gran interés porque
enfatiza el proceso central del método: la situación
de
la entrevista y
la especificidad de los archivos orales.
Franc;oise Morin26 en su trabajo Praxis antropológica e historia
de vida desarrolla un examen del uso de las historias de vida en la
investigación antropológica y sociológica recientes, tanto en Estados
Unidos como en Francia.
El
recuento es muy ilustrativo en cuanto a
24
Lutz Niethammer, destacado historiador alemán,
es
director del Instituto de
Estudios Culturales Superiores de Essen, de relevancia para el desarrollo y difusión de
la historia oral y obrera contemporánea. Entre sus publicaciones destacamos: La his·
toria oral como canal de comunicación entre obreros e historiadores , en Ph. Joutard
et al., Historia oral
e
historia
de
vida, FIACSO, Costa Rica, 1988, pp. 29-42 (Cuadernos
de Ciencias Sociales nfun. 18); L Niethammer (comp.), Lebenserfahrungund kollekti'l eS
gediichtnis die
praxis
der oral history, Suhrkamp Taschenbuch Wissenschaft, núm. 490,
1980, Lebensgeschichte und
sov lkultur
imruhrgebiet 3 vols., 1983-85).
25 Historiadoras que desde 1972 desarrollaron una investigación sobre Archivos
orales e historia del Seguro Social
en
Francia .
Cfr
D
Aron Schnapper y
D.
Hanet,
~chives orales et histoire des institutions sociales , Re11ue Frani;aise de
Sociologíe,
vol.
XIX,
1978; Histoire orale ou archi'l es orales? rapport d'activité
sur
la
constitution d'archi'l es
orales pour l'histoire
de
la sécurité socia le, Association pour l'histoire de la Sécurité Sociale,
París, 1980; Sources orales des historiens et constitutions d'archives orales , BuUetin de
Liaison
du omile D'histoire de la Securité
Sociale,
nfun. 7, enero de 1980.
26
Véanse algunos trabajos de la autora, antropóloga de la Universidad de Tou
louse, Le Mirail: F Morin y Guy Pouget,, Langue et identité ethnique: le cas occitan ,
Pluriel
1978, 15, pp. 9-26; E Morin, Identité ethnique
et
ethniclté, analyse critique
des travaux anglo-saxons , Production
et affirmation
d'identité,
Privat, 1980.
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22
lmrodu ión
la manera
en
que el método de la historia de vida ha influido positiva
mente en
el
desarrollo de ambas disciplinas, en cuanto a sus posibilida
des de hacerlo con otras. Para ejemplificarlo, Morin toma la cuestión
de la emicidad y revisa los logros, posibilidades y problemas que por la
utilización de informes orales
han
enfrentado los estudiosos del tema.
En el artículo se discute el frecuente desdibujamiento de las fronteras
entre las diferentes ciencias sociales, incluyendo en tales reflexiones a
la propia historia.
El segundo bloque de textos se inicia con un trabajo de Paul
Thompson27 titulado "Historias de vida y análisis del cambio social".
Allí se reflexiona sobre los caminos que
han
llevado a la confluencia de
la historia oral con la sociología que trabaja con relatos e historias
de vida. Hace un recuento del desarrollo de la historia oral inglesa,
aportando ejemplos y experiencias personales que conduzcan a una
mejor reflexión y evaluación sobre las bases conceptuales y las nece
sidades de vincular más la teoría con los procesos sociales y los cam
bios actuales. Thompson arguye que los relatos e historias de vida son
elementos clave de tal proceso; allí las mediaciones entre individuo y
sociedad son centrales para encontrar la lógica de los hechos en la vida
social.
Daniel Bertaux,28 en su texto sobre "Los relatos de vida en
el
27 Profesor de la Universidad de Essex, Inglaterra.
Es
el fundador V
ex
director
de
la revista Oral History Joumal (1972), y uno de los promotores y analistas más significati
vos a nivel internacional de esta disciplina. De
su
extensa obra
en
historia oral citamos
sólo:
The
ooice
of
the past: oral
hístory,
Za.
ed., Oxford University Press, Oxford,
1988;
Edwardians childhoods, Routledge Kegan Paul, Londres, 1981;
The
edwardians: the
remaking of
british
sociecy,
Weidenfeld and Nicolson, Londres,
1975;
"Oral history and
working class history"
en
B.
Bemardi, C Poni y
A
Triulzi (eds.), Fonti
Orali:
antropología
e storia,
Milán,
1978;
con T Wailey y T Lummis,
lioog
the fishing, Routledge, Capman
Hall Londres, 1983; E
P
Thompson (comp.}, Our
common
history.
The
transforma-
tion of
Euro
pe Pluto Press, Londres, 1982; "Playing at sktlled men: factory cul ture and
pride in work sktlls among coventry car workers", Social hístory, 1988; "Women in
the
fishing: the roots of power between the sexes", Comparative studies
in societ'y
and history,
27 (1985),
1; P Thompson,
C.
Itzin y M. Abendstem,
l don t fed old.
The
experience
o
later life, Oxford University Press, 1990.
28 Destacado investigador social francés en el CNRS, cabeza
del
Comité de Inves
tigación núm. 38, "Biografía vSociedad",
de
la Asociación Internacional
de
Sociología
(ISA) y editor de su boletín Biograph:,
and
Sociery, as( como de la revista internacional
Life Stories/Recits
de
Vie. Entre su extensa obra, cito sólo
D.
Bertaux (comp.), Biograph:,
and societ:,.
The
life hisiory approach in
th
social science, Beverly Hills, Sage Pub ., 1981;
Destins personnels t strnctures
de classe,
PUF,
París,
1977;
Histoires
de vie ou
recits de pra-
tiques? methodologie
de
l approche biographique
en sociologie,
Cordes, París,
1976; El
en-
8/17/2019 Historia Oral 2_cropped
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Jorge Aceves
23
análisis social", contrapuntea certeramente el artículo de Thompson
para examinar la situación que guarda la investigación sociológica re
lacionada con el uso de testimonios orales. El objetivo del texto es
discutir
y
reflexionar críticamente acerca de tres modalidades de pro
ducción de relatos de vida y las correspondientes formas de relación
entre investigador y narrador. Examina, asimismo, las diversas fases
por las
que
pasa o debería pasar la sociología que pretende desarrollar
los métodos cualitativos, a saber: la fase exploratoria, la analítica y la
sintética. El trabajo presenta también argumentos en favor de una es
critura sociológica más expresiva, que permita vincularse con públicos
más amplios
y,
al mismo tiempo, pueda ofrecer interpretaciones más
certeras y cercanas acerca de la vida social. Pues, como dice Bertaux,
es necesario "regenerar el estilo de la escritura sociológica, que desde
hace mucho tiempo se quedó encallada entre los callejones simétricos
del cientifismo y del ensayismo literario".
El artículo de Martine Burgos,29 "El texto
y
la vida", de contenido
marcadamente metodológico, aborda un problema que los usuarios de
materiales autobiográficos encuentran frecuentemente:
las historias
narradas tienen su propia lógica, no son sólo datos crudos,
sino.
que
configuran texto, narraciones; son un género específico. El trabajo de
Burgos se concentra en este punto inspirándose en las contribuciones
de
L.
Goldmann y P Ricoeur. Conceptualiza y discute.JLQ§ ,tfmü,nos:
el de sustancia~ el
del.coherencia
de los re atos de vida, criterios ambos
"é¡üele permiten examinar la cuestión de la credibilidad de los relatos.
Para Burgos, la existencia de una narrativa coherente depende de
la
estructura externa de la "vida real" que se refleja en ella: no es algo
que
el
narrador pueda crear a voluntad, sino sólo bajo ciertas circuns
tancias.
Lo
central del argumento de Burgos, consiste en conectar y
enfatizar dos elementos que usualmente se tratan de manera separada:
la vida y la historia o relato. La autora propone considerar ambos ele
mentos de forma estrechamente relacionada, como algo que siempre
debiera estar presente en el análisis de relatos e historias de vida.
Bronislaw Misztal,30 investigador polaco, ilustra y sistematiza, con
foque biográfico: su validez metodológica, sus potencialidades"
en
Ph. Joutard y otros,
Historia oral e historia de vida, Fl.ACSO, Costa Rica, 1988, pp. 55-80.
29 Otros trabajos
de la
autora, desde el campo
de
la sociología de la literatura, son:
Un récit en creux" en ewe de Sciences Humaines, 4, 1983; "l émergence du romanes
que
dans les histoires de vie paysannes. Analyse comparative
de
trois récits",
en
,·arios
autores, Societés
¡xi:,sannes
et depa:,sannisation, Tud Ha Bro, Rennes, 1983. ,
30
También del autor: Misztal,
B.
y
J.
Wasilewski, "Les vainqueurs
et
les vaincus:
la
Pologne aprés décembre 1981 ,
Ufe
Stories ecitsde Vie, núm. 2, 1986, París-Londres,
pp.
21-33.
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24
lmroducci n
su artículo sobre las diversas fuentes para el conocimiento sociohistóri
co de los trabajadores, los diversos tipos de documentos personales con
los que se enfrenta
un
historiador o investigador social y los que puede
llegar a producir con la historia oral. Discute someramente las especi
ficidades y problemas de las fuentes consideradas, y ofrece ejemplos del
caso polaco, no sólo para su localización, análisis y conservación, sino
también por su relación con otro tipo de fuentes no contemporáneas
y no construidas durante la investigación. Por ello, es un trabajo que
intenta mostrar las posibilidades y requerimientos de la investigación
centrada en documentos personales e información oral.
El breve texto de Régine
Robin31
tiene cierto interés sobre todo
polémico y metodológicó:'Discute·fa relación eritfé historia oral y la
berintos del pode¡; los problemas de la llamada "historia militante" y
sus vínculos, con lo que se pretende otorgarle un estatus de "historia
crítica alternativa". El interés de la autora consiste en parte en ha
cer evidentes las diluidas fronteras entre el conocimiento histórico y
los requerimientos del poder, sean cuales fueran éstos. Resalta mucho
más los problemas que surgen al utilizar el método de historia oral que
sus bondades,
ya
de todos conocidas y
en
ocasiones celebradas acríti
camente. Es un texto sobre los límites de
un
método y sobre ciertas
ilusiones de sus practicantes. Enlazado con lo anterior, la autora va
discutiendo diferentes formas de utilización del material resultante de
la historia oral
y
de vida, concretándose a vincularlo cada vez más con
la creación y ficción literarias.
Los tres textos siguientes abordan aspectos temáticos particula
res y podrían considerarse como ejemplos de los problemas, sujetos y
contextos sociales que se abordan actualmente desde la historia oral.
El trabajo de Alessandro Portelli,32 "El tiempo de mi vida. La
3 Catedrática de la Universidad de Québec en Montreal, tiene una vasta pro·
ducción, de la cual cito: "Enjeux: récits de vie, discours social et parole vraie",
en
Vingtieme
Siecle
10,
1986, París, pp. 103-110; "Frontiéres du fantasme ou récit vecu?",
Cahiers
e
Serrúotique
Textuelle núms. 8-9, 1986, pp. 9-20;
illusion
biographique: his-
toire
et
fiction
Ed. du Préambule, Montreal, 1989; "Literatura
y
biografía", en la revista
Historia
y
Fuente
Oral
núm.
l,
1989, Barcelona, pp. 69-86.
32 Relevante historiador oral de la Universidad de Roma, ha trabajado aspectos
te6rico-metodológicos
y
desarrollado nuevas líneas de investigación histórica. Editor
de l
Giomi
Cantati y promotor del "Circolo Gianni Bosio", en Roma. Entre algunos
de sus textos:
Biografia
e una
citta. Storia
e
racconto Temi
1930-1985 Giulio Einaudi,
Turín, 1985; The best trashcan wiper in town: the life and times ofValtero Peppoloni,
worker",
Oral
History
Review
vol. 16, núm. 1, primavera 1988, Nueva
York,
pp. 69-
90; La verdad del corazón humano. Sobre los fines actuales de la historia oral"
en
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orgeAceves
25
función del tiempo en la historia oral", es un ejemplo de los proble
mas metodológicos que enfrenta el historiador al intentar compren
der
y analizar las fuentes orales, sean grabaciones o transcripciónes de
tas mismas. Portelli examina las modalidades de uso y percepción
de la noción del tiempo por parte de los narradores, las formas de ar
ticulación de los procesos de la memoria y la necesidad de entender
las diversas "funciones" del tiempo para comprender el proceso na
rrativo
y
sus productos, sean historias
de
vida, autobiografías, relatos
orales, u otros.
Con
ejemplos de sus experiencias en entrevistas ora
les, el autor muestra los recursos que los narradores ponen en juego
durante la entrevista,
y
la forma en que las narraciones son afectadas
por la mera presencia del historiador-recolector. Los cambios que se
hacen en la transcripción de la oralidad para hacerla literaria y social
mente comprensible en el tiempo y en el espacio social donde se gene
ran. Memoria, subjetividad, oralidad, son varias de las nociones que,
junto con la del tiempo, denotan la complejidad que Portelli confiere
al análisis histórico que descansa en fuentes orales.
El
texto "Mujeres
en
el exilio" de la brasileña Valentina da Rocha
l,-ima
33
se propone contribuir a la historiografía de la mujer exiliada. Es
un aporte de su experiencia de investigación; narra los múltiples pro
blemas que tuvieron que superarse para desarrollarla exitosamente
y
obtener resultados, tanto a nivel personal como en cuanto a un mayor
conocimiento del exilio en general y de la mujer en particular. e exa
mina el aporte específico de la historia oral en este proyecto de gran
escala, así como la formación de una práctica política feminista que
acompañó a la mayor parte de las exiliadas entrevistadas.
El
artículo
enfatiza el involucramiento político de las exiliadas y examina cinco
temas que dan pie al análisis de la historia reciente de la mujer bra
sileña (1964-1979) en su búsqueda por reconstruir su identidad.
Secuencia núm.
12,
septiembre-diciembre, 1988, Instituto Mora, México,
pp.
191-
196; "Historia y memoria: la muerte de Luigi Trastulli", en Historia y Fuente
Oral
núm.
1,
1989, Barcelona, pp. 5-32; "Forma
y
significado de la representación histórica",
en
Historia
Y Fuente
Oral núm.
4,
1990,
pp.
79-99; "Oral history, the law and che making
ofhistory" en History
Workshop
núm. 20, 1985, pp. 5-35.
33
Destacada investigadora e integrante del Centro para la Investigaci6n y Do
cumentación de la Historia Brasileña Contemporánea (CPDOC); entre sus obras: V da
Rocha Lima (comp.), Getulio
una historia oral
Editora Récord, Río de J aneiro, 1986; A.
Camargo, V da Rocha L. y L. Hippolito,
The
life history approach in Latin America",
Life Stories/Reciu
de Vre
núm. 1, 1985; A. Oliveira, M. T. Moraes,
N.
Marzola y
V
da Rocha L., Memorias das mulheres do exilio,
Paz
e Terra, Río de Janeiro (Memorias do
Exilio, 2); "Memoirs of a project:: Mem6iras do exilio. Steps
of
a methodological search",
ponencia al X Congreso Mundial de Sociologfa, México, 16-21 de agosto, 1982.
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26
lmroducci6n
Cierra esta antología el texto de Linda Shopes.34
s
un trabajo
de
carácter propositivo sobre el papel que puede desempeñar la histo
ria oral en la construcción y desarrollo de proyectos de historia local
y comunitaria. Plantea la necesidad de enfrentar una tendencia de
la práctica histórica contemporánea, que sólo pretende recuperar el
pasado en función de preservarlo bajo una forma romántica y triviali
zando los hechos y circunstancias históricas. La historia oral, arguye,
ha favorecido el interés de la comunidad y de los grupos sociales loca
les por su pasado histórico, pero requiere no estancarse en la mirada
hacia atrás, sino volverla hacia el futuro. Para ello, propone que la his
toria
oral-orientada
a la comunidad-se
centre
y enfoque sus esfuerzos
heurísticos hacia el estudio de
problem s
relevantes y pertinentes de la
sociedad que se investiga. Asimismo, sugiere contextualizar siempre
los llamados "núcleos-problemáticos" (conjunto de problemas socia
les relevantes para la localidad) como parte de los ámbitos y niveles
sociales mayores.
Parafraseando a Paul Thompson,
35
desearíamos que la lectura de
estos textos animara al lector a descubrir las
fuentes
vivas y a involu
crarse con ellas. Ya que la mayoría de los estudiosos que lo han hecho
han descubierto que la historia no sólo se oculta detrás de los docu
mentos, sino que aparecen también en la memoria del presente, en las
palabras y
en
las experiencias de vida de la gente que ha sido testigo
de determinada historia. Esos
historiadores,
en
el proceso
de
descri
bir e interpretar el pasado, han decidido escuchar el testimonio de los
vivos.
La historia oral propone así indagar nuevos temas y problemas,
orientando los proyectos hacia el conocimiento o descubrimiento de
nuevos sujetos y actores sociales, renovando métodos y utilizando
tam
bién fuentes, medios y recursos técnicos novedosos, más adecuados
a la estrecha y comprometida relación que los historiadores y demás
científicos sociales desean tener con el tiempo y la sociedad en que les
ha
tocado vivir.
Junio, 1992.
3
4 Historiadora norteamericana, integrante del equipo editorial de la Oral History
Re11iew. Cito de ella The Baltimore neighborhood heritage project: oral history and
community involvement", Radical History Re11iew núm. 25, 1981, pp. 27-44.
35 P Thompson, en su "lntroduction", ur common history Pluto Press/Humanities
Press ne., New Jersey, 1982, p. 9.
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SOBRE L HISTORI OR L
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¿PARA QUÉ SIRVE LA HISTORIA
ORAL?
LUTZ NIETHAMMER
Un viejo fontanero, nacido en 1900 en
una
familia de trabajadores
de catolicismo estricto, trabajador
en
el ramo
del
metal desde 1919,
sindicalista desde los años cincuenta, miembro del
PC
desde 1928
y
de
nuevo desde su jubilación a finales
de
los sesenta, ha trabajado toda su
vida en pequeñas empresas del ramo del metal, en la última durante
32 años.
Con
motivo de la pregunta de si en la fase
de
la guerra
relámpago
Blitzkrieg)
había creído en una victoria alemana, recuerda
{en la entrevista) l discurso de Hitler que daba a conocer l ataque a
Polonia
y
comenta:
Allí tenía
yo
un colega que estaba en las
SA,
pero nos entendíamos,
él sabía perfectamente que yo pensaba por mi cuenta. Y de pronto
nos enteramos de la guerra. Él tampoco vive hoy ya: tuvo un ac
cidente, cayó de un tejado. Y entonces nos enteramos de la gue
rra. Bueno, digo, Jupp se llamaba Joseph, le llamábamos Jupp,
más corto-,
sí,
Jupp, la guerra ya está perdida , le dije al hombre
de las
SA.
Hombre
dice
cómo puedes decir eso. Jupp -digo-,
después de esto ya hablaremos. No es que me hubiese hecho algo,
o
así,
eso no.
Me
conocía, sabía que yo era un buen colega y todo,
también que me gustaba ayudar y eso. Sí, y después de la guerra le
pregunté a él le alistaron aún, fue militar (mientras que nuestro
interlocutor fue declarado inútil; L. N. ). Después
de
la guerra
• Memoria y biografía publicado
en
istoria
y
Fuente Oral,
núm. 2, 1989, pp.
3-25.
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30
lRzra
ué
sirve la historia oral
volvió.
Le
digo:
Jupp, lqué te
dije
el 1 de septiembre
del 39?
"Maldita carroña me dice-, tenías razón . Sí --<ligo yo--, los ale
manes aún no han ganado ninguna guerra. Ni siquiera ganaron
la
del
70-
71,
sólo
5 millones o
billones
-lqué era?- en
el
ataque de
julio ...
le
digo- ganar ganó elinglés la guerra, nooo, y -le digo- no
sotros los alemanes aún no hemos ganado ninguna guerra. Tenemos
las
guerras
de
1806, Napoleón,
y
.. le digo- Y Federico
El
Grande
tampoco
ganó
muchas guerras: la guerra de los Siete Afios,
eso
no
eran guerras ganadas -le digo-, todo derrotas." Así
se lo
expliqué,
históricamen te.1
Entrevistar al pueblo
no
siempre conduce a la verdad
en
la histo·
ria. Algunas informaciones generales demuestran ser erróneas
cuando
se comparan
con
las fuentes más cercanas al tema, de tal forma que
hay que delimitar qué es lo que vale la pena preguntar. Pero a me
nudo uno obtiene respuestas a preguntas que
no
se han formulado,
y, además, apuntan a nuevas preguntas. No es un resultado sino una
premisa de la historia oral el hecho de que los historiadores que dis·po
nen
de fuentes adecuadas a sus preguntas no necesiten crear nuevas
fuentes. Ningún historiador sensato hará entrevistas para echar nueva
luz sobre el balance de los éxitos militares de Alemania. Sin embargo,
la cita invita a observaciones y consideraciones de otro tipo.
En primer lugar,
documenta
la necesidad cotidiana de fundamen
tación histórica de pronósticos y juicios políticos
aunque en
este caso
los argumentos históricos falsos respaldan un juicio correcto. Podría
invitar a restituir
un
aprendizaje
en el
palimpsesto del recuerdo de
un
anciano
a
saber, que todas las guerras de los grandes suponen derrotas
para el pueblo y a preguntar por qué este sentido (sea
en
la conver
sación mantenida entonces, sea en el recuerdo de un ochentón sobre
lo que había dicho años atrás) se convirtió
en
un modelo de argumen
tación nacional: idespués de todo los alemanes nunca ganamos lEs
esta la voz de un pueblo vencido varias veces pero a pesar de ello sólo
superficialmente enmendado?
l
refleja la pragmática comunicativa
de un izquierdista
ante
la esperanza de victoria de su entorno? l re
mite a la irritación de un comunista alemán frente al pacto de Stalin y
Hitler o a la expansión militar y el afianzamiento de la hegemonía rusa
como sustituto de la revolución en el área socialista? Está claro que
1
Entrevista con
Anton
Cronenberg, Casette 11 l Entrevistador, Alexander
von
Plato. Proyecto
LUS R.
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Lutz
Niethammer
31
esto no se puede decidir exclusivamente a partir de este fragmento de
conversación, pero sí se podría determinar mejor a partir de la compa·
ración entre diversas interpretaciones de entrevistas significativas.
La cita también se podría ofrecer como fuente para relativizar el
significado de ·la pertenencia a tendencias políticas (como, en este
caso, al pensamiento de tradición comunista y al séquito del ührer
fascista) frente a la importancia del medio social y al compañerismo
en
el trabajo: tanto
en
el Tercer Reich como posteriormente, el viejo
izquierdista y el viejo nazi son, en primer lugar, compañeros mientras
se relacionen como buenos colegas en la empresa. Ya el hecho de que
nos haya llegado este testimonio (y que el hombre de las SA tenga que
ir a la guerra mientras que nuestro entrevistado puede quedarse
en
la
empresa) señala las fuerzas de resistencia
de
culturas sociales frente
a las lealtades políticas y las posibilidades del poder. De este modo
se podría fomentar la comprensión de aquellos espacios y relaciones
prepolíticos que se expresaban, por ejemplo, en el slogan
de
desnazi
ficación del "nazi que se había mantenido honesto" como una de las
bases
de
integración social en la posguerra.
Finalmente la cita también es adecuada como objeción frente a
un prejuicio histórico muy extendido: a saber, que hasta el inicio de
la guerra o hasta Stalingrado, casi nadie en Alemania había dado con
un pronóstico correcto
de
la situación y que, aquellos que ya habían
expresado en Weimar que "Hitler significa la guerra", habían sido eli
minados en su totalidad por el terror nazi --evidentemente una doble
exención para los muchos que habían aprobado el fascismo en su fase
de expansión. Sin embargo, había en realidad restos
de
una opinión
pública contraria, por ejemplo en los rincones de compañerismo en
las empresa1:, y en ellos no sólo se diagnosticaba que Hitler significaba
guerra, sino que esta guerra también se perdería. Una tal intervención
rompe, además, con la supuesta amplia aprobación al Sistema NS, de
jando de lado tópicos, aparentemente de sentido común, y abre el te
rreno a preguntas más profundas.
El lector crítico alegará con razón que todo esto es demasiado sig
nificativo para una alocución claramente confusa
de
pocas frases.
Y
en
efecto, desarrollarla de este modo solamente es posible sobre el fondo
de muchas conversaciones, que presentan referencias y datos aislados
(o estructuras de relación latentes entre la memoria individual y la
pública) como experiencias sistemáticas de investigación y así las va
lidan. Para todo ello existen ahora diferentes fundamentaciones. A
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¿fura ué sirve
la
historia oral?
32
. de la historia oral se ha desarr~Uad.o
nivel internacional, la prácnc; . ha producido una conciencia
con
fuerza durante el óltimo
;codem~
YEn esta aportación quisiera in-
, · del met o. · de
progresivamente
cnnca
. . del trabajo con entrevistas
tentar generalizar algunas ~e~pecnva~encias hechas con el proye.~to
recuerdo sugeridas a partir e
~xlpe
l zona del
Rhurl
930-1960 (a
.d ltura socia
en
a
·
. . ,
Historia de la vi a y cu ) 3 Considero que una de imitacion
partir del ahora citado como
LUS: ¡
ria oral y
una
determinación más
de las expectativas puestas en la is o l d s colaborarían a reforzar los
estricta de las dimensiones de sr5 ~ ~ o ~ a ~o,ntemporánea y a la comu
impulsos que puede apor~ar a. a .
ni
cación social sobre la
histohr~a.
. ral tomada del método amen-
od
·fi
d istona o , d
La palabra c i ca a .
·fi
do literal- no para un eter-
· · a -en contra de su sigm ca .
cano se un iz
1
' . . ales revistas especializadas Ora
2 A seguir de forma clarísima en las
d~s p~:~Jo)
e Intemational
Joumal of Oral
(University of Essex, Colchester, R;mo . en el Bul etin d'lnstitut d'Histoire du
~tory (Mecl<ler Westport, Conn.); para rancia b e la mesa redonda:
Problemens
de
~:
PréserH
(Véase ~qu~ i~;t {
~o: u;era:ºacrtas
de los _congr;: ~;ª~ ;=~;~
métodhe en
htStoire ora
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' (
P)
Our Common
HtStory.
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r;~ r c ~ t : : e {~ ; f it<teí:/:~.ej :
~a::~:~:.;t~~h(ll~/:e
o . f ence Amsterdam, octu re, . b e 1982 (hekt. ed. p 1 ippe
HtStory Conl:'His:oire
Orale,
Aix
en
Pro~enc.e,~r;I ~der a la Societat, Barcelona,
lntematwna I .
1
rnational d'HtStoria
v a
· l los volúme·
Joutard
1
~;-J\~o~:.º~~r~es Vilanova). Ent ~:e:;Ja~~:;:i:ti::i;ives
C?edacht-
: : l ~ t z
Niethademme?i :i;~J:~~~i~~:t:it~l
y memoria colectiv(
a.
;;tt:~:Ji:~
nis.
Die Pra:os rora 2 d 1985· Gerhard Botz e.a. co b idie
historia oral), Francfort, 1980, a.Ee
.,E'nführung
in Arbeitsweisen und
Themen
e
.
Geschichte und
Arbeiterbewegung_-
me
'
Historia oral y movimiento obrero. n~ m
der
Geschichte
geschichtsloser
Soz1~ gruppen
(
s temáticos de la historia de grupos soc1ale~
troducción a los modos die trabalJ9o8y4ca{:~ntroducciones básicas son
P.aul Thodmppas~:·
. . ) Vi
a y
Co
oma, · · q ·nous ,11iennent u ,
sin h1stona , ien
t
d
1978
. Philippe Joutard:
Ces
ooix "'
The
ooice of
the
lfst,
Ox or ' '
el
Land
p is 1983. · . la Fundación Volkswagen Y por
ar '3 El proyecto
LUSIR
fue financiado por en 1980-1983 en la Universidad de .Es~n
Federal Nordrhein Westfalen y IIHevado adcai;e desde 1984 se trabaja en una amphac1fn
n la Universidad a Distancia agen, on h a arecido, fundamentalmente, en ?s
y e ecto. Resultados del proyecto. an p
d'e heute hinsetzen
sol .
Faschis·
de ~ste proy ditados or mí:
Die
Jahre
wei
rncht,
wo
man ' ónde onerlos. Experiencias
voluef:~::gen
im R[urgebiet (''Aquellos
añ :
uno~o richt~
war, daschiefgegangen
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dd
Rhur) y
HinU:~ rs~;s
uno
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da cuenta que fue ?ueno que
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zona del Rhur ), ambos Ber~ Y.
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no funcionara. Expenencias de posguPlato· Der Verlierer
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leer
aus. trie
I
n")
83 el volumen Alexan er von . . d Comités de empresa protoco
ª
l9b : : Prowkoli (El
perdedor no se
quleda
sm ~o por nosotros dos: Wir kriegenJetzt
g e~ B 1984 así como
en
el vo umen e
I
a
Berlm y onn, ,
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Lutz Niethammer 33
minado tipo de historia que se bastase con la tradición oral, sino para
una técnica específica de investigación contemporánea.4 Es adecuada,
por un lado, para la exploración de determinados campos fragmenta
rios para los que no hay o a los que no es accesible
otro
tipo de docu
mentos
de
transmisión y, en este sentido, representa un instrumento
de heurística contemporánea. Pero, por
otro
lado, permite una con
cepción más amplia del pasado inmediato y
de
su elaboración socio
cultural como historia, y así su práctica revierte sobre la comprensión
de la historia
en
general.
A esto se le enfrentan dos malentendidos muy extendidos. El uno
opina que la historia oral
es
un autoengaño social-romántico, que se
pierde por falta de recuerdos fiables y afirmaciones representativas y
no
sirve científicamente para nada. El otro busca
en
la historia oral
una especie de acortamiento universal respecto al ayer, una especie de
instant history
propia para todo y que permite comprender los mundos
perdidos del abuelo a partir de su última casette. En contraposición a
estos prejuicios globales,
la
función de la historia oral para la historia
contemporánea se ha de entender más bien análogamente como la
arqueologia para los historiadores de la historia antigua.
Se trata de un campo de métodos específicos para un tiempo de
terminado y apoyado en un trabajo interdisciplinario, que posibilita
una ampliación de la tradición y percepción histórica y que se dife
rencia de otros campos de heurística histórica por el hecho de que
las fuentes no son directamente accesibles y que la forma de explo
rarlas determina su carácter. Es cierto que también esta comparación
es defectuosa, entre otras cosas, porque los restos de lo recordado en
la memoria no tienen la calidad de los fragmentos
de
cerámica en un
yaciiniento.
5
Pero es instructiva aun por encima
de
lo heurístico: la
andere Zeiten. Auf der Suche
nach
der Erfahrung des
Volkes
in nachfaschistischen Liindern
(''Ahora nos tocan tiempos diferentes. A
la
búsqueda de la experiencia del pueblo en
países posfascistas ), Berlín y Bonn, 1985, que reúne colaboraciones recopiladoras de
nuestro proyecto con estudios de historia oral de Italia, Austria y la República Federal.
(Este artículo
es
un recorte de mi colaboración a este volumen:
Preguntas-respuestas
preguntas.
Experiencia
y
reflexiones
a
la historia oral). Los colaboradores y autores del
grupo del proyecto LUSIR son:
Anne
Katrin Einfeld, Ulrich Herbert, Nori Méiding, Bemd
Parisius, Alexander von Plato, Margot Schmidt, Michael Zimmermann y yo.
4 Respecto a los orígenes de la historia oral y a su relación con la tradición oral ,
remito a mi colaboración: Oral history
n
USA'.', Archi
für
Soz.ialgeschichte 18 (1979),
pp. 454-501, y respecto al centro de interés temático: Érase una vez ... Del cambio de
la tradición oral , Joumal für Geschichte (
1984)
H. 3, pp. 8-41.
5 Véase el apartado Gedachtnis und Befragung (Memoria y formas de interro
gar),
Fragen-Antworten-Fragen
(preguntas-respuestas-interrogar),
ibid.
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34
lRzra
ué
siroe la hiswria
oral?
excavación amplía la comprensión histórica basada en la transmisión
textual, mediante la dimensión de lo espacial y rompe proyecciones
de la fantasía histórica a su respecto, aportando una nueva posibili
dad de percepción (de lo perceptible, de localizaciones
en
planos, etc.)
para realimentadas de una forma más realista. De forma parecida la
inducción interactiva de la entrevista de recuerdo estimula la pers
pectiva de la ciencia histórica, marcada por datos producidos en
un
proceso, mediante la aproximación a la perspectiva de la experiencia
subjetiva. Favorece, además, atribuciones proyectivas. Por último, y
de forma parecida a la arqueología, crea a partir de una forma específi
camente fragmentaria
y
ejemplar, bases para una nueva percepción,
en
este caso: la de la dimensión de la experiencia.
Por todo esto, ahora voy a intentar delimitar escuetamente los
campos en los que la entrevista de recuerdo promete una aportación
heurística para la historia contemporánea y apuntar, seguidamente,
algunos puntos de vista que muestren en qué medida la dimensión de
la experiencia es históricamente importante y cómo su intervención
puede
tener
una función crítica.
EL TESTIMONIO DE LOS EXPERTOS
Con la vista puesta en aquelias elites cuyas memorias, si algún día se
escribiesen, no serían vendibles, se creó la historia oral en la América
de la inmediata posguerra.
Se
reconoció no sólo que las decisiones
socialmente relevantes se producen cada vez menos en el nivel del li-
derazgo representativo, sino que se preforman en gran medida en los
altos mandos, las estructuras organizativas y los procesos de votación;
y que a
menudo
los responsables ya sólo las resiguen y legitiman res
pecto a la opinión pública. Pero las prácticas lógicas y los procesos
institucionales, que están en la base de estas decisiones, se desarro
llan a partir de un tejido de elites participantes (managers, funciona
rios, burócratas, expertos), que la mayoría de las veces
no
producen
transmisión histórica respecto a sus motivos y relaciones y cuyos tes
timonios escritos sólo son las morrenas ter:ninales de los procesos
de votación internos que cada vez necesitan menos de la escritura.
Esto era completamente diferente en el siglo XIX
y
principios del
XX
cuando, en primer lugai; el número de participantes era mucho menor
y en segundo lugar, a éstos no les quedaba más remedio que comuni-
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Lutz
Niethammer
35
carse po · b
r escnto so re sus motivos real E .
modernos a mediados del siglo
XX
od es. s cierto que
los
aparatos
crecimiento que, sin embargo de~~ d~en _ca1a vez más papel
un
cación
moderna
pero baio
las'
d.
ismdmmr
por la telecomuni-
d
b
. ' , con iciones el teléfo d
¡
pos e tra
ªJº
móviles esta tr . . , b no y e os gru-
1
. . , ansrnision asta cad
aná isis histórico penetrante 6 L b . a vez menos para un
de estado mayor en la Casa l as gra acion~s
de
N~xon
del trabajo
cámara para el soborno . anca y
el
trabaJo de Fhck utilizando la
, no tienen tanto v
¡
d
yan transmitido un com rta . a or e rareza porque ha-
los negocios, sino porqu~na : : : º~f~ lmente 1~sacostumbrado en
brado por los poderosos es
extr
d e tr~nsmisión de lo acostum-L . . ema amente musual.
a expenencia enseña sin embar I
círculo de estas elites amp1·' d go, que so
O
pocos jubilados del
ia as, que una vez fuera d · ·
necen a menudo en la disciplina de su . . . e ~rvicio perma-
y quieren recordar con precisión fip_nvilefado anonimato, pueden
dad anterior. Excepto en casos
ext:u
~ ~ t ~ os¡ detalles de su activi
rehúsa de sus servicios cuando s aor manos, a memoria del pasado
una vez pasados decenios de p e trata ~e
l~
reconstrucción detallada,
han mostrado, una y otra
~ez
1:~tesos e e~isión co~cretos. Esto
lo
con la persecución de críme , n~errogatonos a testigos en relación
dos decenios y también, ha d:~: ~;~~alsocia_l~stas después de más de
critos de testigos y apostillas a inf< ~putacion a las montañas de es
Puede ser diferente si
los
suces
o~a~iones
orales contemporáneas.7
ment?s críticos en la trayectori::i:~nJfifan a la _vez importantes mo
éste nene a menudo escrú ulos ~ 11_1emonzante, pero entonces
periencia hecha con entrfvistatd~~t~fº~~zar
?les
recuerdos.
La
ex
propuesta de que para la histon· f
as
a e ites, ha conducido a la
. . a po itica contemporán 1 ·
?ªtonos a testigos se deberían realiza 1 . ea, os mterro-
importantes. Pero estos ro ectos r a poco tiempo de los sucesos
transmisión tropiezan
mp
y parabasegurar preventivamente la
' uy pronto con arrer d , .
gadora, entre otras cosas porqu . 1· . as e economia mvesti-
todológicos.s e imp ican importantes problemas me-
Arthur
M. Schlesinger, Jr. ya formul6 esto 196
cremento de las máquinas de escribir h h h
en
7 de la forma siguiente: El in-
de p~peles, mientras que el incremento~ef~l~f.aum~ntar
en:aordinariamente
la marea
senado de este papel. Desde t ono a reducido extraordinariamente el
en onces se producen c d d
vez contienen menos cosas. (On th . . a a vez más ocumentos que cada
Mont~ly, marzo, 1967, pp. 69-71). e writmg of contemporary history , The Atlantic
Representativo sería Wolfan Be M . .
mstad
8
t
s.f., pp. 63,
ss.
g
nz
Y artm Müller:
Geschichtswissenschaft
Dar.
Véase Ora] historyin USA'' .
op.
cit.'
p.
480.
El
problema fundamental en
la
pro-
8/17/2019 Historia Oral 2_cropped
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36
iPara ué sirve
la historia oral
Muchos historiadores contemporáneos, decepcionados del rendi
miento y
la
fiabilidad de las "entrevistas dirigidas" a elites, encontraban
sin embargo estos encuentros valiosos como conversaciones "de en
torno". Porque la memoria de largo plazo parece más productiva para
las relaciones sociales dentro y
entre
las organizaciones, para la valo
ración de circunstancias que determinaron procesos de decisión y para
la repetición del código en que se comunicaba sobre éstos; en una pala
bra: para historias de los niveles superiores del mundo del trabajo.
9
Por
eso se podían realizar, en estos casos, investigaciones antropológicas y
de historia social sobre el
mundo
cotidiano del organizationman. Como
muleta informativa de la historia política contemporánea, también hay
que considerar estos recuerdos
de
relaciones organizativas altamente
diferenciadas como datos especialmente fluidos
y
subjetivos, que sólo
se pueden valorar y controlar en relación con las correspondientes in
vestigaciones
en
archivos. En este sentido, la entrevista-interrogatorio
se acerca aquí al procedimiento de investigaciones combinadas para la
ilustración del estado de las cosas tal como se practica judicialmente.
A menudo conversaciones "de fondo"
(background),
llevadas sin mag
netófono y que por ello tampoco dejan material textual utilizable, son
más fructíferas y suficientes.
ximidad temporal de entrevistas históricas al acontecer político que deberían clarificar,
está en la interacción entre economía de la investigación y protección del secreto. Si la
interrogación se realiza desde fuera de las relaciones de poder, le faltan
los
criterios por
los que vale la pena practicar historia oral, y resulta una especie de escritura histórica
de transición que,
en
vista de
su
gran presentación de historia oral, más tienta a los pe·
riodistas que a los historiadores. Las excepciones se producen cuando la investigación
está orientada hacia
una
relación de cosas concretas y altamente escandalosas y se lleva
a cabo en la forma de una investigación criminalista, porque entonces,
en
caso de éxito,
se produce un escándalo en el
que
el poder tiene
que
prescindit; para su defensa, de
la práctica normalmente utilizada de mantener secreta información. (Un ejemplo: la
investigación del Washington Post
en
el
affaire
Watergate.)
Si
la interrogación se reali
za desde las relaciones de poder, se pueden abarcar los campos de desideratas para una
transmisión futura, pero falta la mirada crítica
que
pueda valorar
su
significado y formu
lar preguntas correspondientes, y para el análisis es difícil liberarse de los mecanismos de
censura de la institución. Es muy poco frecuente que un político pueda a la vez privile
giar y liberar, para una tarea de este tipo, a un investigador. Una tal excepción es Arnulf
Baming:
Machtwechesel
(Cambio de poder),
Stuttgar\
1982,
pp.
13
ss.,
un
informe es
cueto e impresionante de sus experiencias
en
actos políticos actuales, con enrrevistas y
con la dimensión de
su
eficacia.
9
La propuesta de una etnografía de las capas dominantes (Elitelore) con entrevistas
de historia oral en Latinoamérica, fue hecha por primera vez en un congreso del folclor
en
1967 por James
E.
Wilkie: "Postula tes of the Historia Oral
Center
for Latín America",
]oumal o librnry History, 2, ( 1967) pp. 45-54.
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utzNiethammer
En LUSIR este tipo de entrevista~
tructuras políticas, sólo se realizaron
en
historias de vida a miembros de comités de
t
de la red de elites
de
base industriales mineras
tigaciones de actas sindicales. Justamente, conve
1
,
~I
margen de las entrevistas propiamente dichas, die.
importantes, por ejemplo, para la reconstrucción de
i
39
políti~as.
1
~
Pero las informaciones sobre contenidos
polí~ic'-.
e~penencias
y
sus códigos, que
van
más lejos de semejantes
h.
c10nes reales y planteamientos estructurales, son a menudo e s ~
mente
difíciles de interpretar
en
el campo
de
las elites políticas
da'~
que
éstas constantemente tenían que repensar la determinación
de
sus·
metas
Y
en consecuencia, su memoria
ha
trabajado
y
reinterpretado
sus recuerdos
ya en
muchos sentidos.
. Quisiera mostrar esto con el ejemplo
de
una reflexión retrospec
tiva
d~
un
representante sindical sobre
el
problema de la socialización
e n la mmediata posguerra. Formuló así sus experiencias: ''Aquí el
tlempo
no
estaba maduro para aquel tiempo."
En
un principio el
oyente queda perplejo ante una frase tal. Pero la contradicción de
que esta afirmación sea por un lado de brevedad formularia por otro
lado borrosa y vesti~a ~e conceptos generales ("tiempo"), ~ue aquí,
a_demás, esconden sigmficados diferentes,
apunta
a un código quie
tista
de
la autocomprensión, en la que se mantiene una certidumbre
que _ ª
no es apropiada para ser comunicada.
Es
cierto que con un
mfmmo
de
conocimi~nt~s sobre la :poca, es fácil descifrar los concep
tos generales en su significado pohtico. Pero el entrevistado parece
que no
quería decir la frase resultante: "Aquí las circunstancias socia
les
no
es~aban maduras para la socialización",
ya que
sólo habría sido
una m~mda racionalización de una derrota
de
las izquierdas. A base
de decir men~s, daba a conocer más sob1e sí mismo, escondiéndolo de
nuevo ~nsegmda.
El
entrevistado es hijo
de
un carpintero que era un
decepcio,?ado "viejo luchador" de las
SA.
Al
final
de
la guerra, con
vencido. general
de
adolescentes"
en
las
juventudes
hitlerianas de la
Al~ma~ia central, huyó de la ocupación rusa del
Rhur
y ya en
1946
era
gma de Juventud
en
su empresa; dos años después se hizo miembro del
• O Alexandervon Plato; ";<'er scho Roben:
R?" (lQuién
dispar6 sobre Roberc R.?)
P;Óx1~amen.te en: Hannes Heer, Volker Ulrich (comp.): Unsere Geschichte (Nuestra
h1stor:~),
Rem1:"clc,
1985. Véase también Baring, pp. 16 ss.
. ~ntrev1sta.
con
Konrad Vogel, casette
I
2.
Entrevistador Alexander
von
Plato
La
histona
de su vida está explicada en ibid.,
\krlierer
(Perdedores), pp. 180 ss. ·
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38
¿Para qué sirve la hiswria oral? ..
. 6 funcionario sindical, también
sindicato y más a~e~nte'. se co~;ir~:;ués de la guerra, lo llevó a la iz
del
SPD.
Su
cambio e
onen':ci
n, so social vertiginoso; hoy figura
quierda a la vez que le aporto un ~scend l i·zquierda entre los multi-
d l pocos protagonistas e a ,
1
cfom~ un~osed~:u ciudad. La socialización es una meta que para
e ,
uncionan . ci io el contenido de su nuevo
después de la guerra, designa en
_un
pdnn hpora se identifica con aquel
. desde la perspectiva e a , l
~:::~;/~:~de esta distancia, la
s o r t z ;
YJi~~:~~~~~i:n;;~~:ai
A partir de este concepto te'.°poral o·
'ropo
en otro lugar sí es-
l · ). por lo visto e mismo e d( aquí e nempo · ·
nte
en la zona e
taba maduro para la socialización, pero er~ 1ustEame l . cúmulo
. , . d d de él había huido. ste comp eio
ocupación sovienca, e on d adro enigmático en el que se
. · compone e este cu d
de expenenci~s,_ se d l historia vital y una orientación a -
integran condiciones e ento~o, l ero sin embargo conservada .
. d
d'
n' e ahora ya mactua P , '
qum atar iame . . . ae a la comunicación porque para
Todo ello, en un pnncipio,
s~
s~Jtr 'd d el entrevistado esconde las
el mantenimien~o
del~
p~opia iide~nm:diante fórmulas vacías. Pero
difíciles percepcion.~ e a r;_a las vacías contienen una oferta co
como código reduci o, estas ormu en una conformidad en el
municativa al interlocutor,dqlue le prop~n al de racionalización de la
marco de un traslúcido
roo
e o convencion
izquierda. · , n políticos están
El ejemplo puede mostrar que las
en~redvaidsetass
ccoon múltiples líneas
l
, ialmente
en
socie
llenas de a evosias -espec d . d' ..
0
Incluso y especialmente
, . b d en su pasa o inme
tac
· ,
polmcas que ra
as
d · d efímero para la me-
allí donde el objeto de.l recuerdo ~o esse~ ª ; :u importancia perso
moria de largo plazo smo que est pre cuerdo no reelabo
nal, las entrevistas expr~san só~? raras¿:~~;~;~vierte
en
un fondo
rado de relacione~ polí~cas -~ª i~:ªf~s factores individuales y sociales
fructífero para la m~es;gaci
~-
transformación de
la
experiencia,
que interactúan
en
a o~ac ;n y r lo ue hace a la reconstrucción
pero en una fuente comp ica a
\
't'qa
no es tan determinante en
histórica. Sin embargo, esta pro ema ic .6 de campos
otro tipo de entrevistas
d~ expedrtfios_pa:a
1:~e~:;:::~c~is;ber: para la
de la historia contemporanea e cien es .d.
. d l d' ·ones de vida con iana.
reconstrucción e as con
i~id 'd
-en la que los grupos e in-
u
de la vi a con iana
na
gran par e . iales elaboran interpretaciones so-
dividuos entablan relacion~ soc y dos por interpretaciones
bre
la
coherencia de sus vidas o son marca
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Lutz Niethammer
39
heredadas- no produce, por sí mismo, ninguna transmisión textual
y,
a menudo, tampoco de otro tipo. El déficit histórico de este campo
en el que interfieren estructuras sociales y procesos políticos con la
vida individual,
en
que la historia se vuelve experiencia vivida, re
sulta sorprendente para muchos, porque la cotidianidad parece tan
cercana, que se podría suponer que su transmisión sea ubicable y cada
cual un experto de su historia inmediata. Pero, de hecho, la histo
ria de la cotidianidad es especialmente difícil de investigar y necesita,
a menudo, más fundamentación teórica que la historia política o de
las ideas.12 Responsable de ello es, sobre todo, la circunstancia de que
la mayor parte de lo cotidiano en la: vida diaria se constituye a partir
de un gran número de realizaciones subconscientes, en la costumbre
de percepciones y acciones rutinarias y apenas manifiestamente va
riables, cuya imagen específica se integró en la socialización y sólo es
visible desde dentro de su especificidad cuando su práctica ya no se da
por supuesta. Pero lo subconsciente es historia olvidada .13 La ela
boración de sus contenidos específicos permanece inconsciente y no
se transmite mientras éstos son válidos. e hace visible sólo en tanto
estos contenidos ya no son evidentes, es decir, por percepción ajena o
recuerdo.
En este sentido no es de extrañar que la aproximación histórica a
la praxis de los sujetos suponga problemas heurísticos específicos. Los
restos de una cotidianidad anterior son, dada
la
oralidad que predo
mina en la masa de relaciones cotidianas, especialmente fragmenta
rios, y los elementos aca~reados por la cultura material, en tanto que
han sido transmitido y reunidos, no contienen su sentido
en
ellos mis
mos, dado que sólo son formas de paso e instrumentos de una vida
desaparecida. La interpretación histórica depende entonces, normal-
12
Véanse mis Anrnerkungen zur Alltagsgeschichte (Anotaciones a la historia
de
la cotidianidad),
eschichtsdidaktik (
1980), pp. 231 ss.;
Alf
Lüdtker, Rekonstruktion
von
Alltagswirklichkeit -Entpolitisierung der Sozialgeschichte? (Reconstrucción de la
realidad cotidiana- iDespolitizaci6n
de
la historia social7), en Robert M. Berdahl, et
aL
Klassen
und
Kultur
(Clase
y
cultura), Francfort, 1982, pp. 321
ss.
Referencias bibliográfi
cas amplias
y
complementadas enNorbert Schindler: Spuren in die Geschichte der an
deren Zivilisation (Huellas a la historia de la otta civilización) en Richard von Dülrnen
y Norbert Schindler (cornps.), Volkskultur (Cultura popular), Francfort, 1984, pp. 13
ss.
Así corno Klaus Tenfelder, Schwierigkeiten rnit dern Alltag (Dificultades con la
cotidianidad), eschichte
und
eseUschaft 10 (1984), pp. 376 ss.
13 Pierre Bourdieu:
Entwurf
einer Theorie der Praxis
auf
der rundlage de Kalryüschen
esellschaft
(Esbozo para una teoría
de
la práctica basada en la sociedad cabileña),
Francfort, 1976, p. 171.
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40
lRzra
ué
sirve la historia oral?
mente, del caso singular transmitido, que documenta la descompo
sición de la praxis cotidiana o la persecución de
un
comportamiento
discrepante, o bien de otros te~timo~ios de
observ~dore_s
profan?s,;
Para dilucidar si estos testimonios aciertan o no el sentido propio
de las circunstancias descritas o con qué reflejos
lo
alumbran, son ne
cesarios testimonios controladores "desde dentro".
14
Hoy la mayoría
de proyectos de historia oral están orientados a los gru~os sociales o
a fases de las generaciones actuales que no han producido, o apenas
lo han hecho, testimonios subjetivos de transmisión y los quieren in
troducir
en
la historia mediante entrevistas sobre historia de vida y
cotidianidad.
Pero tampoco para eso hay caminos directos. Si las relaciones del
individuo con la contidianidad se abren fundamentalmente a la per
cepción externa y al recuerdo, también la inducción interactiva de
secuencias cotidianas en las "entrevistas de recuerdo" produce sólo
fuentes que únicamente son interpretables, en su totalidad, mediante
el control recíproco de ambas dimensiones, la externa y el_recuer~o,
ya que aquí se habla sobre la cotidianidad sólo por dos monvos. Bien
14 Donde el individuo se aparta de sus referencias sociales y choca con el sistema
de reglas de la sociedad, se forman a menudo, a la zaga
del~
pe~cuci6n judicia o _admi
nistrativa fuentes históricas que hacen hablar al poder silencioso de acontecimientos
y
tambi~ a sujetos que en otro caso permanecerían mudos. _Ejemplar
serí_a:
Regina
Schulte: "Feuer im Dorf" (Fuego en el pueblo), en Heinz Reif (comp.), Rauber,
Volk
und Obrigkeit
(Ladrones, pueblo y autoridad), Francfort, 1984, pp. 100
ss.
Pero tales
investigaciones presuponen un mínimo de amor a la verdad y e apoyo por ~arte de las
instituciones.
En
el caso de las persecuciones de masas, especialmente
en
el siglo XX que
eligen sus víctimas independientemente de su subjetiv dad,
~ ~
s~ele encontrar esto;
el destino de las víctimas justamente no es representatlvo o md1canvo para la suerte de
los no
perseguidos que en otros aspectos sí les son comparables. Si _e~ este caso. no ~e
elabora a posteriori una transmisi6n a partir del informe de los supervivientes, la histona
de las víctimas desaparece
de
la memoria. En relación
con
esto, no se debe atender a
reflexiones sobre precisión respecto a la economía investigadora o a elucubraciones re
lativizadoras válidas solamente para otras formas de transmisi6n, porque los actos de los
perseguidos en estos casos son totalmente ciegos frente a la subjetividad Yexperiencia
de los perseguidos. Por tanto, aquí hay un campo de tareas importante para la historia
oral, que sin embargo, he dejado de lado en este artículo porque se plantean
una
serie de
problemas adicionales
en
base a la profunda traux_natiz.aci?n de los a~ectados, con:io se
ha
mostrado en la investigaci6n de, por ejemplo,
mbus
indias perseguidas y esp~ialm~n
te, en supervivientes judíos del holocausto, tal como se tiene que
to~ar
en consideración
en
una investigaci6n sobre la experiencia alemana
de
la persecuci6n que, finalmente,
parece iniciarse. Véase el informe del óltimo proyecto sobre mujeres francesas depo~ta
das a Auschwitz: Michael Pollak,
wpérience
concentratíonnaire:
ressources de x>u1101r
et
seru d identité, en Vilanova (comp.), pp. 353
ss.
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utz Niethamrner
41
porque se ha preguntado sobre ella, y entonces el sentido es consti
tuido por el entrevistador porque su petición de descripción exacta de
campos prácticos cotidianos solamente puede arrancar de la memoria
latente testimonios parciales. O bien, porque el entrevistado quiere
reco;dar una cotidianidad que ya no existe y supera el impedimento,
por el supuesta, de la trivialidad de lo explicado sólo mediante el sen
timiento del pesar o del alivio por un cambio sucedido. Estos senti
mi~nt~s nostálgicos, presentes en muchas personas ancianas15 -y no
e l significado que tenfa en su momento la praxis vital-son los quemo
tivan a la memoria activa a la comunicación y estructuran su sentido.
Pero ambas perspectivas se pueden complementar y controlar. A un
entrevistador paciente y ya suficientemente conocedor de los detalles
~e la vida de su interlocutor como para poder hacer preguntas poste
nores concretas, en la "entrevista de recuerdo", normalmente se le
suelen describir con exactitud rutinas cotidianasl6
-en
cualquie'r caso
aquellas que formaban parte del núcleo de actividad del entrevistado
Ycuyo dominio ~ra, por tanto, importante para él y un elemento de
su ~u.tocomprens1ón. Según mis informaciones,
la
causa de que estas
cotidianas puedan ser actualizadas en la memoria, no ha sido aún in
vestigada. Pero a mi parecer hay dos motivos plausibles: su dominio
e~a fundamental para la realización vital del trabajo o de otras acti
vidad;s, _de forma, que su desarrollo fue exactamente interiorizado y
s~ practica a traves del tiempo las hizo "pasar a la sangre", como se
die~. ~ero, por otro lado, se trata en la mayoría de los casos de co
nocu~iento~ materiales "inocentes" que
-a
diferencia por ejemplo de
las onentaciones de valores o experiencias básicas problemáticas- no
.
15
-~l
problem~ de
la
distorsi6n nostálgica se discute intensamente ahora en
la
in
vesttgac10n sobre h~stona oral. Véase por ejemplo Selma Leydesdorff,
Identification
and
P<>wer n
the
formation o the
romantic memory
en
ibid,
pp. 309 ss. En nuestro propio
proyecto me parece que esta dimensi6n se ha quedado corta
durante mucho tiempo.
Está~a~os tan ocupados con la comprensión de las numerosas pruebas de privacidad
Y actividad
durante
el fascismo, positivamente valoradas
en
los recuerdos de muchos
d e nuestros entrevistados, que no percibimos con el suficiente cuidado sonidos acceso
rios q~e, v~es .P~rían hacerlas aparecer también como recuerdos que escondiesen
exper~~ncias trreslStt~les de sometimiento y exposici6n.
Véanse.por e¡emplo los estudios sobre aprendices
de
panadero y muchachas
de
servicio doméstico, de Daniel Bertaux e Isabelle Bertaux. Wiame, y sobre costureras de
Nelleke Bakker_y_Jaap Talsma,
en
Botz/Weidenholzer (comps.), pp. 235 ss
0
sobre mu
chachas de servicio de Dorothee Wierlingen Talsma (comp.), vol. 2, pp. 307 ss.,
0
bien
en LUSIR :ºl. 1 (vé~se nota 3), por ejemplo las aportaciones sobre trabajo doméstico
d~
las
mu¡eres de mmeros de Anne-Katrin Einfeldt o
de
mineros j6venes de Michael
Zimmermann.
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42
lfura
qué
sirve la historia
oral?
tuvieron que ser explicados o reinterpretados.17 La precisión del re,
cuerdo resulta, en gran medida, del hecho de que el interrogado no
pueda reconocer una relación
entre
la pregunta y el sentido de su his,
toria vital.
Y,
normalmente, tal relación tampoco existe, sino que
el
sentido de la pregunta posterior se constituye analíticamente y con,
cierne a las condiciones de vida de
un
grupo. Sin embargo, indirecta,
mente puede crearse esta relación en el momento del análisis, porque
la experiencia y las valoraciones del entrevistado se pueden cotejar,
respecto a su consistencia, con sus informaciones sobre historia coti,
diana. Si tales informaciones se adquieren preguntando a un grupo
reunido por una praxis común, producirán un potencial de recuerdos
ingenuos de densa descripción.18 En combinación con recuerdos sobre
situaciones comparables, se puede controlar y desarrollar una nutrida
descripción estructural, libre de particularidades individuales, o la ca,
racterización de un hábito de estructuración social de las disposiciones
para la praxis de los individuos.19
La consecución de estos datos por conversaciones -en el léxico
de la investigación social empírica se trata de entrevistas de expertos
es, sin embargo, a veces difícil. Por parte del entrevistador es ne,
cesaría una
gran
cantidad de trabajo introductorio para que, por un
lado, pueda
entender
por su parte el sentido de sus preguntas para su
17 Las·teorías fenomenol6gicas y marxistas sobre lo cotidiano, empiezan por cons
tatar
que lo cotidiano consiste en rutinas que se hat'l sumergido desde la conciencia,
pero que son actualizables. La inocencia
de
estos conocimientos es, en algunos casos,
precaria: a saber, cuando el interrogado ha reelaborado
tanto
la historia de su vida,
que
en
la entrevista
tiene que inventar
también cotidianidades extrañas.
18 Clifford Geertz, Dichte
Beschreib1mg; Beitriige
zum krstehen Kultureller Systeme
(Descripción densa. Aportaciones para la comprensión
de
sistemas culturales), Franc
fort, 1983. Especialmente la p. 21 muestra que no es la etnografía, comosistematizaci6n
de cotidianidades lejanas, quien puede integrar el contenido de la investigación cultu
ral, sino sólo los acontecimientos, modos de comportamiento, instituciones o procesos
sociales densamente (es decir comprensiblemente) descritos en el contexto de loco
tidiano. Con otras palabras: la investigación de la cotidianidad es irremplazable, pero
no
suficiente. Sin embargo, la ciencia de la historia
no
puede conseguir (a diferencia
de la emograffa) el conocimiento
de
condiciones cotidianas mediante la observaci6n,
y cuando las
deduce
a partir, por ejemplo, de informes sobre acontecimientos, mal los
puede volver a introducir para su análisis como correlato controlador. Por
eso
hay que
estar de acuerdo con Hans Medick, Missionare im Ruderbootl ([Misioneros en botes
de remos?), Geschichte und Gesellschaft
10,
(1984), pp.
295
ss., cuando exige
en
pp.
J 13
ss., la necesidad
de
reconstrucción de la historia de
la
cotidianidad
con
las &timas
técnicas, para poder
hacer
justicia a lo
que
él llama, de forma
en
cierta medida malin
terpretable,
la
teoría innata del sujeto histórico .
1
9 Respecto al
concepto de
hábito
de
Bourdieu, véase más adelante.
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Lucz Niechamrner
43
inves?gación y, por tanto, reúna l . . .
descnpci6n de recuerdos a paciencia necesana para una tal
tas suficientemente prec i ~ : ~ · par~ qfoue pueda formular pregun
cuerdo de rutinas
cot1ºd1 an
'
t
prem rmadas para apoyar el re-
as (como la e
¡ · ,
d
puesto de trabajo determinado I v? u~1on e actividades en un
ser aceptado por el entrevistad~ c: orgamz~c16n us~al del día, etc.) y
dar una tal información R dm¡° alguien a quien merece la pena
a menudo, en que no p~ed~r:0%tere e entrevist~do la dificultad radica,
ejemplo, cómo estaban amuebla~os nder el se~ndo de la pregunta (por
largo de su niñez), que le irrite la
l ~
tr_es pisos en los que vivió a lo
presuponga en
e
entrevistad
tnbv1ahdad
de
lo
pretendido o que
l
or un sa er quizás ·
ra o en esa especialidad
( B
_ . no existente en gene-
que hacer en una casa ) · uenob, senonta, ya sabe el trabajo que hay
· · · m em argo el traba· d d
cnpc1ones detalladas de la d· d
JO
e recuer o en des,
este tipo de barreras com
_cot~
iam ad, presupone la superación de
L
unicanvas por parte de a bo . l
a subjetividad de la
ex
rien . . . m s mter ocutores .
. interpretación del sentid . peh c1a de lo cotidiano y
los
modelos de
o m erente a las s t ·
se pueden reconstruir del m· d 1 uac1ones cotidianas, no
d
ismo mo o a partir de b ·
recuer os, porque la mayoñ d l com mac1ones de
miento con interpretacione:
~s t s
:eces éstas sucumben al enfrenta
tanto,
las
informaciones en
la
en;no_res, externas o supuestas, y. por
diendo a la historia de la vida
d;vista
de r~cuerdos varían respon
lo largo de los tiempos má y I pensamiento del entrevistado a
D
• s que a su particip · ,
nes. ado que las dimensiones de la vid .a~1on en estas situacio-
elementos de estructuras espe
ffi
d a
cot1d1~na
no son solamente
también el alcance de la praxi~ d~f~nd~ ~~upo, smo que ~ircunscriben
de su extensión
yde
su estruct . , .
1v1
uo,
la
percepción subjetiva
histórico:20 lqué tipo de p blurac1on mterna sería de un especial valor
. ro emas se pueden e l
naires
en este marco1 lpa , r so
ver,
con qué
parre
· · ra que son necesarias sol ·
o mstitucionales?, lson com atibles 1 . uc10nes organizadas
estructuras cotidianas o p as per~epc1ones de sentido con las
son compensatonas respecto a ellas?,
lcómo
20
En la historia contemporánea es t .
temas
de
referencia socioculturales I an evidente la superposición de diferentes sis
e~tre los que se mueve el individu~ enu;~ que se p~ed~ construir sentido y significado
aislados o un proceso unilineal de c
1
q . ª subordmac16n
de
aro bientes subculturales
valoraba la contradictoriedad d I o
on~ac1_6n
de los mundos vitales (Habermas) s b
dividuos.
Véase
también la poi expenenc1a y las tolerancias de movimiento de los~ -
--o<l G h mica entre AlfLUdtke· Kol . . m-
er: ese ichte als Einbahnstra
lC
1 . . • onisatton
der
Lebenswelten
como calle de dirección ónica 7) y Detl o~1zac1ón
de
los mundos vitales o historia
(Gloria y miseria de la barberí~)
D
: .v eu
ert; Glanz
und
Elend der Bartwichserei
' ru
rgumeni
140,
(1983),
pp.
536
ss.
8/17/2019 Historia Oral 2_cropped
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44
iPara
ué sirve la historia
oral
se transmite el
mundo
inmediato
en
sus relaciones globales, presen
tadas por medios de comunicación de masas, mercados o centros de
poder político? Por eso es necesario
intentarreducir
las desfiguraciones
del "efecto nostalgia" de la memoria cuando recuerda estructuras de
sentido de
lo
cotidiano para el sujeto. Para ello hay básicamente
dos posibilidades. Por lo menos en tanto las interpretaciones narra
das se desvíen
de
modelos hoy vigentes o considerados ahora como
válidos por el entrevistado, pueden despertar la sospecha de
una
"co
rrección" original. Pero además de esto, también se puede controlar
la correspondencia
entre
la descripción del detalle y la interpretación
de la totalidad, a saber si las interpretaciones organizan en
el
recuerdo
el
material transmitido de las propias rutinas cotidianas
y,
específica
mente, si éstas son compatibles con otras descripciones transmitidas.
Un buen ejemplo para ello se encuentra en las investigaciones
de Franz Brüggeemeier2 l sobre la cultura de los mineros en la
fase
de expansión de la minería
en
el
Rhur en
el cambio de siglo.
e
había sorprendido, en conversaciones con mineros viejos, el hecho
de
que describiesen sus condiciones
de
trabajo y de vida
continuamente
mediante calificativos de independencia, libertad, cálculo razonable
y cooperación. Esto
contrastaba
con todas las informaciones previas:
fuentes de la misma época describen a estos trabajadores como ines
tables e inadaptados, la bibliografía interpreta este comportamiento
como residuo inadaptado
de
valores agrarios y como modos de com
portamiento de inmigrados en choque con las exigencias de disciplina
de un modo de vida industrial. Al observador acrítico la autointer
pretación de los mineros le parece una
deformación nostálgica, por
que percibe sus condiciones de vida y trabajo como extremadamente
míseras e inestables, mientras que él está acostumbrado a suponer el
bienestar y la seguridad materiales como condiciones previas de in
dependencia, libertad, etc.
Una
reconstrucción exacta de las condi
ciones cotidianas de trabajo
y
vida, permitió reconocer que éstas eran
perfectamente compatibles con la autointerpretación de los mineros,
ya que bajo las condiciones específicas de los grupos de trabajo enton
ces usuales en la mina,
de
las viviendas necesariamente cooperativas
y de
la
alta movilidad
dada
la gran
demanda
de fuerzas de trabajo, las
míseras condiciones de vida sólo eran superables mediante el desarro
llo de una alta capacidad de cooperación y autodirecci6n.
Por lo tanto si la experiencia de proyectos de historia oral evi,
21 Véase Franz Josef Brüggemeier, Leben
\IOT
Ort, Munich, 1983.
8/17/2019 Historia Oral 2_cropped
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utzNiechammer
dencia que la "enr·
para
la
reconsn
otro caso se tendn.
falta de transmisión
tación
de
su sentid~ ¡.
de ella perspectivas para
conclusiones
al
respecto p,
empíricamente reforzadas;
que yo supongo limitado, de
l::.
la
cotidianidad, se pueda superai
desarrollada para la historia contem
, . Según mis observaciones, las ;u
factles de re~?rdar y narrar, cuanto más Ct.
to
má~
~abihdades prácticas aparecen
en
conoc1m1entos teóricos)
y cuanto
más claran.
en
e
,contex~~ de experiencias inmediatas ¡x.
cepc1on o utilización
de
un producto) U b·
ama de . n tra "
casa que tiene ingresos accesorios media~t
parec~n· ser mucho más capaces de una narración
e
su tra ªJº
en_el
marco de una entrevista
de
historia
or;f
plo, un trab~Jador de una cadena de montaje o una traba\
en una_
oficma:2~
Cuando
la cotidianidad consiste
fund~m~
en
acciones tnviales
en
, · \
son abstractos o d'fi
si
mismas, c~yos efectos y responsabr
1
usos, Y cuyo sentido sólo pod '
-~
47
relaciones inabarcables para el afectado ( ue
na¡
ser aprecia \
mente
de
la
posición social y del sueldo),qel
e:;;~~t~d:educe may~
nudo, desamparado en sus intentos de d . . estara, a me
-.
de las relaciones sociales
en
po .
1
scnpc1ón, su representación
\
cla de modo inexplicabl ' r eJ~I;P º•.
una
administración, se
mez-
\
miento
de
su autoestim: c~n tmam estac10nes que sirven al manteni,
aumento de
la
mod . s e p~oceder alcanza amplios campos en
B . ema orgamzac1ón del trabajo.
or encima de esto desde la pers . d I
en
la narración dest· d,
pecava
e recuerdo
-es
decir
ma
a a un extraño más
jo
¡
tador-
es más fácil describir diferenc·
:e~
~orno es e entrevis-
culturas cotidianas que se apa t d tas que sm~1htudes. Justamente,
r an e expectac10nes y usos actuales,
22
En las entrevistas
LUSIR,
a menud
sociales presentes
en el
trabajo por II o en estos casos se sustituían las relaciones
erotismo de oficina), mientras~ueet~~:~squerodean el ugar de trabajo (por ejemplo,
características de realizaciones (por e·
le
~~bre.:l. traba¡o quedaba reducido a simples
en la administración"). ¡em p
0
•
escn ir facturas", o "lo que se suele hacer
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48
lPara
qué
sirve l
hiswria oral?
no se demuestre mucho más apto para la sintetización que en la vida
real.27
Sin embargo, en ambos casos las trincheras parecen más profun
das de lo
que
son.
La
historia oral y otros campos de la historia so
cial cualitativa, son necesariamente parte de una tradición de com
prensión científica histórica y social, ven en la historia un campo cul
tural que
ni
se puede ni se debe disolver completamente por la ciencia,
y tienen en común
con
muchos historicistas tardíos el prejuicio
de
que
la hif>toria es hecha por personas, sólo que para ello tienen en obser
vación a muchas más personas. Al igual que la ciencia social, histórica,
realizan una ampliación de los controles científicos de las transmisio
nes históricas, son partidarios de la democracia (incluso
entre
las elec
ciones) y
la racionalidad (incluso hasta
el
reconocimiento de sus lími
tes) y se remiten a tradiciones ilustradas, aunque no a las fantasías
de grandeza burguesa en ellas racionalizadas y a su alud de expansión
modernizante convertido en estructura, sino a
la
entonces reconocida
necesidad de autoformación y autorreflexión social.28 l ué significa
-situado
en un horizonte así ampliado- la aportación antes mencio
nada de
la historia oral a estimar la formación y praxis histórica de la
27 Véase Jürgen Kocka, "Klassen oder Kultur?" ( Clases o cultura?), Merkur 36
( 1982), pp. 955 ss.; ibid, "Historisch -anthropologische fragestellungen- ein Defizit
der historischen sozialwissenschaft?" (Problemas histórico-antropológicos, iUn déficit
de la ciencia social histórica?)
en
Hans Süssmuth (comp.),
Historische-Anthropologie),
Gotinga (1984),
ibid.,
"Zurück zur Erzlihlung?" (iVuelca a la narración?), Geschichte und
Gesellschaft
10, (1984), pp. 395 ss., Hans-. Ulrich Wehler: Preusfsen ist wieder chic
...
(Prusia vuelve a ser chic .. ) Francforc, 1983, pp. 99 ss.; ibid, "Geschichte
ven
unten
gesehen "(La historia visea desde abajo),
Die
Zeit,
núms. 19, 3, 5, p. 64.
El
tono
de
este apartado está provocado por las tiradas contra la "historia cotidiana"
con
las que,
desde hace algún tiempo, Hans Ulrich Wehler se desfoga mezclando
en
tonos estridentes
argumentos notables con polémicas generales, llamando a la defensa de la razón de
Occidente contra el peligro Verde y considera, más allá de la discusión, ésta como
show
bussiness.
Contra ello
no
se puede reaccionar muy en serio. Sin embargo, antes de
conocer la última polémica, yo lo había
intentado en
una escueta determinación
de
situaciones que aparecerá ahora como "Das kritische Porential der Alltagsgerschichte"
(El
potencial crítico de la historia de la cotidianidad), Geschichtsdiáaktik, Cuaderno 3,
1983.
28 La ambivalencia está expuesta de la forma más evidente en lmmanuel Kant:
"Idee zu einer allgemeinen Geschichte in weltbürgerlicher Absicht" (Idea para una his
toria general
con
objetivos
de
ciudadanía universal),
Geselschaftliche Schrifren,
vol. 8,
Berlín, 1912, pp.
12
ss. Me parece cuestionable que se pueda salvar el llamado pro
yecto de la modernidad o
una
"racionalidad
no
recortada" como totalidad,
con
base
en
aislar sus formas predominantes como patologías. Véase, por ejemplo, la introducción
a Jürgen Habermas (comp.): Stichworte
zur
geistigen
Situation der
Zeit" (Claves para la
"situación espiritual de la época"), 2 vols., Francfort, 1979, pp. 7 ss.
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I..utz
Niethammer
49
masa de sujetos?
No
se trata rimari . .
(o la reconstrucción de rela . p almente de la h1stona sucedida
b
c1ones
en
e pasad ) d
sa er
ya
existente
en
la trad ó . d o ~ue ~ue a aclarar
el
al significado
de
la historia ~c;n~os~no
1
\~pro~1mac1ones empíricas
mensión historia de
la
experienc1·a·
1 boa
~~tona.
Llamo a esta di-
. · e a rac1on de pe ·
nores como preestruc turación de e . rcepc1ones ame-
las perspectivas de investigació p ;c~pc1ones futuras
-aquí
se hallan
en
este momento. Si se sustitu
~ .~
s mte es ntes de la historia oral
configuración y en el se undo y perc~pc1ón ' en el primer caso,
por
la transferencia conscie~te
enf°r ~rax~
se nos presenta, más allá de
ciclad de comprensión y orienta~~ó: s:l r por experiencia y la ~apa
subconsc1encia sociocultural E t • campo mucho más ampho
de
parte de la historia de la . . s e ~ampo de lo subconsciente forma
un
campo interdisciplina~~pe;enc1a,
_pero ~a
convierte, también,
en
recuerdos" siempre puedes . ara su mvesngación, la "entrevista
de
De d I uponer
una
aportación 29
s e que a historia del pensa · h
.
sal con
el
desgaste del
conce
t
d m1_ento
a perdido su columna dor-
cionismo económico ha
sucu1:n~-~
ealr~
de desarrollo y que el reduc
perestructura, tal como
la
post \ a
I
autonomí~ relativa" de la su
según
mis
informes ninguna
t~ ,
a e estructurahsmo, ya
no
existe,
torio extenso para las rela . na
que
pretenda un sistema aclara-
¡
c1ones entre los
ca
b. . l
es y espirituales
en
la hist . E m ios
matena
es, socia-
perimenta de momento
enºí~ª~ie:/sr c~~po
de desideratas, se ex
conceptos, en los que se suele t i istonca con un sinnúmero de
"historia de mentalidades" d
1
rat~r
1º~malmente
de variantes de la
de los Annales
por
ejem lo ckl t~o e o . e cl_asificaci~n d~ la escuela
de las emociones.30 En
efto
pode
h1stona de las imagmaciones o
cho de que aíslen artificial~ conctpdt?s me -~arece problemático el he-
ente
a 1mens1on cultural
y,
o bien la de-
29c .
. orno intento mostrar en el a arcado "Befr .. .
c1ón
y memoria)
en
Fragen-Antworie/Fra
en
l
agun_g
und Gedachtms" (Interroga-
el arreglo social
que
consigue so'lo lo .
g 1
da entrevista de recuerdo alcanza, dado
(
" · . • s mve es e la c · · d I
. memona latente"), con ello apenas la confi . onc1encia y e o preconsciente
Interpretación que vaya más le¡'os d
dgurbac1ón de
la personalidad infantil. Una
· d
I
e su texto e e ser
d
· d d
c1a
e psicoanálisis, dificilmente pu d .
ev1
enc1a
a,
ado que, a diferen-
30
Véase, por ejemplo, Hage: &:h~1=1I?,Mtar ~ ~ validación comunicativa.
Grenzen eines Paradigmas der
fr ..
. h ' enea itatsgeschichte.
Chancen
und
l
.· anzos1sc en Gesch" h · h
menta idades, posibilidades y límites
de
. ic tswis~nsc_ aft" (Historia de las
owu 36, (1985), pp. 247 ss y co un paradigma de la c1enc1a histórica francesa)
por ejemplo, Hans Werner
Goe.,
tz
V.roo prollgramas
experimentales
de la
medievalfstica'
)
A
hi
, orste ungsgeschi ht • (Hi . •
nes •
re
v für
Kulturgeschichte
61 ( 1979)
2
c e
stona de
las
im
a~nacio-
Entdeckung der Liebe
1
m
H h .
1
1
•
PP· 53 ss.; Peter Dinzelbacher· "Über
di e
oc m1tte a ter" Sob Id b · . '
edadmedia),Saeculum32(198 )
185 ree escu nm1entodelamorenlaalta
, pp.
SS.
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46
lllira qué siroe la historia oral?
que quizás hoy
ya
son imposibles de encontrar, estimulan la memoria
a la comunicación. Pero lo que en el pasado era parecido a lo ac,
tual, tiende a borrarse en la normalidad, que fagocita las diferencias
matizadas. Sus contornos no se dejan establecer mediante una dife
rencia clara y es difícil mostrar su especificidad en narraciones. No
sólo nuestro proyecto ha hecho la experiencia23 de que los recuerdos
y la espontaneidad del entrevistado disminuyen cuando
ha
alcanzado
los 50 años, y éste no puede mostrar una diferencia de su pasado res
pecto a la actualidad con una situación totalmente distinta, sino sólo
con similitudes de mayor o menor grado. Eso puede tener relación con
el grupo de edad más entrevistado hoy (por encima de los 60 años),24
pero
da
también
un
indicio de que la continuidad sea un impedimento
para recuerdos plásticos y dignos de ser comunicados, cosa que coin,
cide con las opiniones arriba expuestas sobre la inconsciencia de la
normalidad cotidiana.
Formularé ahora lo dicho de una forma más generalizadora: la
reconstrucción de la cotidianidad con la ayuda de "entrevistas de re
cuerdo" es más adecuada para condiciones de vida que aun han per
tenecido
al
campo de experiencias de
los
coetáneos pero que con el
tiempo han variado, que no a modalidades que sólo se
han
desarro
llado desde esa fase y hoy dominan. Esto puede parecer una banalidad
histórica; pero la función altamente limitadora de esta consideración,
resulta sólo del hecho de que se refiere a un método histórico específico
contemporáneo. Puesto que si se quiere diferenciar realmente la his
toria contemporánea de la historia de otro tipo, entonces se caracte,
riza por el hecho de investigar sucesos y estructuras con los que
los
contemporáneos tienen, todavía, una relación de dominio y de expe
riencia inmediata.
23
Véase Ulrich Herbert, Die
guten un
die
schlechten
2.eiten" (Los buenos y los
malos tiempos), LUSIR, vol. , pp. 67 ss., y, por ejemplo, Yves Lequin y Jean Métral:
"Auf der Suche nach einem kollektiven Gedachmis" A la bósqueda
de una
memoria
colectiva), en Niethammer, Lebenserfahrung (Experiencia vital), pp. 339 ss.
24 Historia oral también se puede hacer con entrevistados más jóvenes, por ejem·
plo, con aquellos que crecieron en los años cincuenta. Entonces se muestran dos fenó
menos:
en
primer lugar, la memoria mantiene siempre impresiones
de
la construcción
de la propia colección de experiencias y éstas son más densas en la juvenrud, también
bajo condiciones sociales de relativa continuidad; pero, por otro lado, estas condiciones
no aparecen con tanta continuidad como en
el
caso de los que en aquel tiempo llevaban
a buen puerto sus esperanzas,
y
su especificidad
en
aquel momento ha de ser explicada
a
una
generación posterior. Eso se muestra, por ejemplo,
en
memorias de juventud de
la generación del 68.
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utz
Niethammer
47
EXPERIENCIA DE
LOS SUJETOS
Pero
Ia
historia oral no es sólo un .
vacíos en la historia contemporá mstrume~ to heurístico para llenar
curarlo todo aporta posºbºlºd d nea que, sm ser una medicina para
. ' i i i a es en absol d .
percepción diferenciada en I h. . uto agota as mediante una
nes de vida cotidianas An" a IStonadsocial
y
cultural de las condicio,
1
. ·
Lesquena a
lah·
.
a ciencia histórica en bas ' IStona oral interviene en
h
. . e a empezar a estim I
IStónca de
Ia
masa de su·etos (ab . . ar e carácter
y
la praxis
nea con otros esfuerzos
po~
una
h.
;ev_iand~.
de1
p~eblo)
.25
Esto
la
ali
por las ciencias humanas esp . is
ona
social cualitativa, influenciada
,
ec1a
mente por I
1
muestra cada vez más . a antropo ogia y que se
dº como potencial críti fr
ra igmas, es decir,
los
intentos de d . . co ente a
los
llamados pa,
del saber histórico. omm10 de la completa organización
Al historicismo tradicional en su fo
raba la sociedad como . , rma afín
al
poder, que valo,
d . b . . una construcc1on de . . , . ,
e a
a sm investigar al p
bl
.d
opos1cion cienafica
y
que
· ue o, consi erado · ,
interpretarlo según supo . . quantite neg¡igeable para
I
sic1ones generales •
vas, os esfuerzos por una h. . . generosamente comprensi-
. istona social c
¡ · .
l
pecavas populares concretizadas ua itaova e oponen pers,
lativa autonomía de est
(o
h~blando académicamente:
la
re-
d
ructuras parciales soc.
¡
I
pue en acabar de contabilizar desde la l<_'Cu tura es), que no se
entre trono y cátedra a n perspectiva central de la alianza
, o ser que se int
¡
r
categorías residuales
("
egren
en
a rorma marmnal de
constantes antropoló · )
6
ó
representantes líderes de la d . . gicas . Por otra parte
· . ama a ciencia soc· I h· . '
sentirse provocados por el h h d ia IStónca, parecen
· ec o e que en
1
hº ·
t1va, su arsenal domé ,.; . a istona social cualita-
suco macrosoc1oló · d
más envejecido y acrítico . gico e teorías resulte cada vez
' que su invocación d . .
aparezca como una reducci·ó ,
·
. e racionalismo crítico
I d n esten y sm cons . ,
os
mo
os de conocimiento histó . ecuenc1as practicas en
nanción de los sujetos
y
d l ncod
y
que,
en
la historia,
la
obsti-
e os mun os de experiencias cotidianas
~: Véase LUSIR, vol. , p.
O.
Esta valoración s6lo se ued d . .
y
la
nu::ª . izquierda histórica
~o di:cu:: : ~;~roí·dado
que
la
derecha histórica tardía
H
~us o ¡envos de investigación e inter s ' no están
en
disputa metodológica
istonadores de Berlín de
1984
b ~ses no se solapan apenas. En el C d
. so re Historia An l ongreso e
~ r
P~rte
un
portante
de
la generación mayor o
yse
. tropo
¡gía,
faltaba
en
las secciones
og1ca. interesa a por la antropología social
8/17/2019 Historia Oral 2_cropped
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50
¿Para
ué sirve la hiswria oral?
jen coagular en una estructura estática,_ o bien investiguen (cultural-)
inmanentemente
sus cambios: en el pnmer caso, resultan estructuras
sin historia cuya larga duración postulada no serla convincente _en la
historia co~temporánea;
en
el segundo, una historia del pensamiento
socialmente ampliada, desposeída de
su
fundamentación idealista o
incluso de cualquier fundamentación. _
El concepto de experiencia, tal como era utilizado en los anos 60
con
criterios
de
historia social por Edward Thompson
31
y
que se con
virtió entonces en un concepto básico de la Nueva Izquierda), ofrec~
ventajas frente a esto, en todo caso si se le v~elve a li~~ar del opti
mismo que se le inculcó
en
su momento. Remite las trad1cio~:s de va
lores efectivos y las estructuras de pensamiento, a ~a percepcion de un
conjunto
de condiciones estructurales y suce~s. mterpreta?os como
acontecimientos históricos. Está abierto a mas mterpretaciones con
base en nuevas percepciones e interpretaciones, también desde o_tros
campos.32
y
no apunta al vacío
de
anticuado de una ~enta~idad
sino a la percepción e interpretación de futuros sucesos y situ~ciones
por los sujetos
de
la experiencia,
~
lo qu~, es
_capaz
de relacionarse
con sus praxis y, con nuestras propias expenencias. . ,
Sin embargo, la Nueva Izquierda, con su concentracion so?re ~l
efecto creador de experiencias de lucha colectiva para la conciencia
colectiva de un grupo, solamente
ha
tematizada una ~apa, la supe~
ficial, de la experiencia, su historia de sucesos y conflictos. Este m-
31 Edward P Thompson, The
making
o the
english working
class Londres,
1963,
define en su prólogo
su
interpretación de clase:
Una
clase deviene cuando algunas
personas sienten y articulan, como resultado de experiencias comunes (heredadas o
compartidas), la identidad de los intereses
entre
ellos mismos y frente a otras ~ers~nas
cuyos intereses son diferentes
de
los suyos
y
normalmente opuestos).
La
expenencia de
clase viene determinada, básicamente, por las relaciones de _pr~ucción,
en
las
que
las
personas
nacen
en las que
entran
involuntariamente. Conciencia de cla~e es la ma.~era
como se manejan culturalmente.
Véase
la crítica
de
Dieter Groh en su mtroducc1on a
Edward P Thompson, Cultura plebeya
y economía
moral Francfort, Berlín YViena, 1980,
pp. 25
ss.
ed
b ·
tº
·
guia
32
En este sentido el concepto
de
experiencias
pu
e a arcar mves igac10nes •
das por teorías
de
aprendizaje y socialización. Michael Ves~ei;
Die
Entste.hu~g des
Proleta-
rials als Lemprozess
(La génesis del proletariado como proc,,so de aprendiza¡e), Fra~cfort,
1970,
ha
intentado
estructurar la investigación
de
Thompso~
en
un esque1_11a dchco del
aprendizaje a partir de luchas y ha derivado
en
consecuencia y
al_
co~trano qu~ E~~ls
y Marx, la predisposición a ello
no
de la degradación y homogeneización de
la
si_tuaci6n
material de los trabajadores, sino de
la
diferencia
entre
est~ pr~eso Y las exige~~ias
con las
que
se los medía, en este sentido coincidiendo con pr.mcipios nuev~s, empmco
comparativos, de una teoría de la revolución, o mejor del evitar
la
revolución.
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Lutz Niethammer
51
vel_ es especialmente fascinante tanto para los que han participado
activamente en un suceso, como, también, para la reconstrucción his
tóric~
de
la conciencia, porque aquí, en densa sucesión bajo las exi
gencias de la lucha común, la experiencia vivida se
ha
de expresar, se
ha
de
discutir y convertir en acción a nivel de conciencia, cosa que
arrastra los procesos de pensamiento al ritmo
de
los acontecimientos
y levanta auténticos bastiones de material de transmisión en los que
se puede sepultar la arqueología de la conciencia. Solamente después
de los acontecimientos se puede medir hasta qué punto la productivi
dad
de
la conciencia, deudora de la lucha y
de
la colectivización,
ha
expresado también las capas más profundas de la experiencia de los
participantes y jugará un papel importante para la praxis futura o si los
par~cipantes se habían embriagado con la situación de lucha y después
habian vuelto con resaca a una cotidianidad totalmente diferente.33
Si ahora uno introduce conceptos estructurales de la ciencias so
ciale~ o de la antropología, para iluminar las capas más profundas que
relacionan la conciencia actual con las estructuras a más largo plazo de
las c_ondiciones de vida, permanece inevitablemente un hueco de pen
samiento
en_tre
la subjetividad expresiva de la conciencia
y
la objetivi
dad construida de las estructuras. En este hueco
de pensamiento ger
minan las denuncias de conciencia falsa o arrogancia ilustradora .
Partiendo de una perspectiva diferente de problematización
-quería
superar en sus estudios etnológicos la contradicción
entre
es
tructuralismo y fenomenología- Pierre Bourdieu34 ha
intentado
cerrar
este hueco en la experiencia
con
su esbozo teórico de hábitos y pra
xis . Su pensamiento es sencillo y convincente, aunque su traductor
alemán; que habla de la dialéctica
entre
interioridad y exterioridad,
esto es entre la interiorización de la exterioridad y exteriorización de la
interioridad ,
35
intenta, con todos los medios a su alcance, imposibili-
33
En este sentido
la
reflexión sobre la relación de experiencias cotidianas fue
representativo para el per,isamiento continuado de la Nueva Izquierda. Véase Oskar
Negt/Alexander Kluge .Offemlichkeit
und
Erfahrnng (Opinión pública
y
experiencia),
Francfort,
1972.
Me
ha
interesado
ya
desde siempre
qué
resultados aportaría una conti·
nuación del.principio de estudio de la experiencia para la clase trabajadora inglesa más
allá del camsmo hasta alrededor de
1880.
En cierto modo nuestro proyecto se iniciaba
en una línea paralela, de saber: en la historia
de la
continuación
de la
fase heroica
de la
cultur{ del mo:Vimiento obrero
en
la República de Weimar.
; ~urdieu: Entwrf (Esbozo), esp. el capítulo Struktur, Habitus, Praxis (Estruc·
tura, habito, praxis),
~P·
139 ss. Véase taro bién el mismo: Zur Soziologie
der
5ymbolischen
f~.rmen
(Para una soc10logía de las formas simbólicas), Francfort, 1974, esp. pp. 42 ss.
( Klassenstellung und Klassenlage ) (Posición de clase y situación de clase).
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52
iHzra ué sin,e la
historia
oral?
tar
esta
comprensión. Bourdieu
apunta
al
hecho
de que conformación
y praxis no están cortocircuitados entre sí, sino que son ligados por
la historia de la vida. Las estructuras interiorizadas en el proceso de
socialización, válidas
en
el
entorno
sociocultural del sujeto, se con
vierten en una segunda naturaleza cuyo carácter específico de grupo
él
llama hábito: disposiciones
en
gran medida inconscientes y perdu
rables que ordenan actuaciones futuras, pero no como mecánicos re
flejos atemporales, sino como una exteriorización que integra todas
las experiencias pasadas .
3
6
Este canal subterráneo de la segunda naturaleza como historia ol
vidada, posibilita a Bourdieu evitar el cortocircuito mecanicista sin
caer
en
su opuesto de arbitrariedad subjetiva. Abre las estructuras so
ciales a
la
historia y lo hace sólo en aquellos grados de libertad que
exige un desvío por la ordenación de la experiencia de los sujetos y la
estructuración, dependiente de la experiencia, de su praxis.
El concepto teórico de Bourdieu encaja perfectamente
en
el hueco
situado entre aquellas dimensiones de experiencia de las que el sujeto
es consciente, que refleja
en
su praxis y
que
por ello pueden ser trans
mitidas e históricamente investigadas,
y
la estructuras profundas de su
conformación por estructuras socioeconómicas.
Es
cierto que
la
in
vestigación histórica y de ciencias sociales también puede investigar
esas estructuras, pero sus interrelaciones en el desarrollo de la vida
continúan en
la oscuridad.
El
hecho de que disposiciones tempra
namente adquiridas se mantengan inconscientemente y estructuren
de caso en caso la actuación práctica, es una hipótesis informada por
el psicoanálisis
que está
ampliamente documentada
en
el campo de
la socialización primaria (especialmente por miembros pertenecientes
a la clase media de países industriales del siglo
XX).
on el renaci
miento del interés psicoanalítico
en
la teoría cultural (concretamente
35 Bourdieu, Entwirf,
p.
164 (traductor Bemd Schwibs).
36 lbid. p. 169. Partiendo de materiales de historia contemporánea, represento
aquí, con la acentuación de fa individualización vital de formas de hábitos sociales
para la estructuración de una praxis específica, un modo de lectura que Bourdieu más
bien implicita y posibilita que explicita. Véase, sin embargo, su intento de mediar
la gramática generativa que une la escolástica con el gótico, con la innovación del
abad Suger, en su epílogo a Erwin Panofski: Gothische Architektur und Scholastik
(Arquitectura gótica y escolástica), que está impreso bajo el ótulo de Der Habitus als
Yermittlung zwischen Struktur und Praxis
(El
hábito como mediador entre estructura
y práctica) en Bourdieu, Symbolische Formen (Formas simbólicas),
p.
125, esp. pp. 155
55,
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Lutz Niethammer
en la socialización secundaria), se alcanza, sin
r
crítico, que provoca los esfuerzos interdisciplinal
coanálisis) en
tanto
en
cuanto
la posición psicm
puede aprender la verdad
de
la historia vital, ale
de
sus posibilidades
de
trasposición.37 También
e·
55
ganado a partir
de
situaciones relativamente
estau\..a:S
ye1ement:ates:¡·,·-·----
deja abiertas muchas cuestiones, a saber: cuáles estructuras desarro-
llan y
en qué
momento esta fuerza de predisposición; cómo los niveles
de
socialización, que pueden estar estructurados a partir de diferentes
campos circundantes, se adecuan
entre
sí en la experiencia; y qué efec-
tos pueden tener estructuras concurrentes (por ejemplo
en
desclasa-
dos) o cambios específicos en las estructuras del
entorno
(por ejemplo
en la guerra, o en desterrados) sobre la relación de carácter y praxis.
La lista de preguntas se alarga rápidamente cuando uno se mete en la
investigación histórica de un hábito .38
Donde
queda
tanto
por determina¡; me parece oportuno dtrigir
la mirada hacia una historia
de
la experiencia
que
no caiga rezagada
3
7
Véase, por ejemplo,
Han
Martin Lohmann comp.), Das Unbehagen in
der Psy-
choanalyse.
Eine Stretschrift
(El
malestar
en
el psicoanálisis.
Un
escrito para la polémica),
Francfort y París, 1983, que en muchas facetas reivindica
una
revitalización de la teoría
psicoanalítica de la cultura, sin profundizar en sus contenidos actuales. a aportación
del etnopsicoanálisis para una etnología del país,
me
parece estar más bien en la me-
todología (Georges Devereux,
Angst
und
Methode
in den Sozialwissenschaften. Miedo y
método en las ciencias sociales, Francfort, 1984), o más bien
en
la sensibilización de
los
investigadores; véase Mario Erdheim y Maya Noadig, Groantasien und sozialer
Tod
(Fantasías de grandeza y muerte social),
Kursbuch,
58 (1979), pp.
115
ss.
e
la parti·
cipación en reuniones que me han posibilitado Mario Erdheirn
(Etnología
de l
ciencia,
Zurich), Hermann Sturm Estética y lo ajeno, Essen) y Regina Schulte Historia y an-
tropología: la percepción de lo otro, Londres), he ganado la impresión de que partes del
psicoanálisis, de la antropología, de la historia social y de ciencias afines se ven referidas
las unas a las otras para la superación de déficits y crisis disciplinarias, pero aún buscan,
más allá de estímulos ejemplares, lenguajes en los que puedan relacionar entre sí las
aportaciones de una colaboración
en el
campo de la investigación cultural.
38 Véase, por ejemplo, Dieter Groh, Base-processes
and
the problem oforganiza
tion: outline ofa social researchproject , Social History, 4 ( 1979), pp. 265 ss., esp. 279 ss.
En el proyecto LUSJR, que se limitaba a un campo de investigación mucho más modesto
e intentaba no investigar macroestructuras y procesos sociales, sino tenerlas
en
cuenta
sólo como horizonte interpretativo, nos encontramos con los problemas de operaciona
lización de un hábito inductivamente, no por una derivación
de
Bourdieu. Afectaban
sobre todo a la determinación de predisposiciones según alcance social, nivel temporal
y relación de procedencia, y la diferenciación de reproducciones individual-familiares,
que en una entrevista de recuerdo a menudo sólo se pueden presentir respecto a
los
mo
delos y acontecimientos socio-históricos, que están dirigidos a lo público y se muestran
ali( de forma más clara.
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54
l A:lra
qué siroe
la historia oral?
detrás de la comprobación histórica de estructuras efectivas, pero que
se enfrente a la esponjosidad de los conceptos históricos relacionados
con éstas ( cambio social )
y
al aura fatalista de una legalidad pro
pia y elaborada sobre los cambios estructurales, a base de investigar,
desde la perspectiva de la historia de la vida, la efectividad de estas
estructuras.39
Con
ello se ganan no sólo conocimientos sobre los cam
pos de acción práctica de los sujetos, sino que se amplían estos mis
mos campos.
Ya
que si Bourdieu tiene razón, si la imprimación de los
sujetos que estructura inconscientemente su actuación, se
ha
conver
tido
en
su segunda naturaleza y con ello
la
historia olvidada forma
la mayor parte de su experiencia, se posibilita con su investigación
un aumento en autodeterminación para los sujetos. a entrevista de
recuerdo sólo alcanza este campo, sin poder abarcarlo totalmente o
estructurarlo; pei;o se encuentra con los problemas del psicoanálisis en
el umbral de
la
pubertad, en cierto modo desde
el
otro lado.4°
Una gran parte del interés por la historia oral me parece surgir de
expectativas todavía no muy claras en esta dirección. lCómo podría
ser su aportación a una historia de la experiencia del tipo mencionado?
Desde luego, no de forma que, por ejemplo, intente radiografiar la
segunda naturaleza del hombre en una muestra representativa de
historias vitales, dado que sólo puede mantener y valorar un número
limitado de entrevistas de recuerdos y dado que no alcanza la his
toria de la primera niñez del entrevistado y la mayor parte de lo que
éste considere privado; con ello quedan fuera de consideración impor
tantes acuñaciones de su personalidad. Pero, por otro lado, el trabajo
interactivo de la memoria
en la
entrevista de recuerdo y esto la
diferencia de otros tipos de entrevistas narrativas- aporta no sólo
la experiencia ganada en
conciencia, sino, también, un gran número
de huellas de la historia olvidada que remiten a su aspecto público.
El
mayor número de historias plásticas de la memoria del entrevistado,
proviene del encuentro con novedades, por tanto hace accesible una
39
Las llamadas estructuras y procesos trascendentes (Kocka), o bien la integración
de
sistemas (Groh)
de
la historia
de
la sociedad, no son tan estáticas como en el estruc·
turalismo etnológico, pero
con
construcciones similares que, si se aíslan del pensar y
actuar de sujetos históricos o éstos se les subordinan, son legitimadas como autómatas
fantásticos. La historia perdería entonces sus receptores excepto en una condición
de
catecismo de adaptación. . .
40
Véase Mario Erdheim, ie gesellschaftliche Produktion wn Unbewut Eme Em·
führung in den ethnopsychoanal:ytischen Prozess (La producción social
de
subconsciencia.
Una
introducción al proceso etnopsicoanalítico), Francfort, 1982, esp. pp. 271 ss.
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utzNiethammer 55
imagen interiorizada previa al concepto nuevo y esto remite a la falta
en el pasado de una predisposición
al
respecto:41 Yen la ordenación de
historias vitales, suscitadas por las mismas estructuras socioculturales
se pueden extraer fragmentos de lo que Bourdieu llama hábito .42 '
. '°:dem~,
e l
~aterial
de
nuestras entrevistas sugiere que la expe
nencia
del
md1v1duo
ba¡o condiciones de cambios sociales de gran
e~~ergadura para la vida individual, no sólo viene marcada por dispo
s1c1ones
tempranamente adquiridas, sino que se forma, en un proceso
de constante conflicto, con desafíos y normas sociales. Para una his
toria de
la
experiencia en este sentido,
las
entrevistas de recuerdo
pu~den crear bases de investigación importantes
y
dadas las disconti
nrndades de la historia alemana contemporánea, a menudo las únicas.
También aquí podemos referirnos a que en la narración de la historia
vital se relatan, fundamentalmente, encuentros con novedades que
no se acaban ~e adaptar a las pasadas estructuras de pensamiento, y
para ello dan pie más que suficiente los intrincados itinerarios sociales
que
casi_
todos habían de absolver en los años cuarenta. Por otro lado,
la elección, los comentarios y la utilización argumental de anécdotas
parecidas, en su caso también
las
huellas de su reelaboración, dejan
reconocer procesos de interpretación
y
de asimilación posteriores, que
pueden resultar de propuestas de interpretación o soportes de censura
de la cultura general, especialmente cuando su realización
ha variado
temporalmente, o también de expectativas proyectadas del entrevis
tador que se hayan transmitido al entrevistado. A partir de una in
vestigación exhaustiva del texto se pueden encontrar, a menudo, en
la entrevista, huellas con las que descomponer en niveles de tiempos
diferen~~s esta ensambladura de muchas capas de restos de vivencias,
transm1S1ones de experiencia y reelaboración actual. Con ello se des-
41
L d
a exp_enencia con entrevista e recuerdo enseña que las historias que recuer-
dan
los en~e:1Stados aparecen,
en
mayor medida,
en
dos terrenos:
en
su juventud y
en
la descnpción de su enfrentamiento con algo extraño hasta el momento (en nuestro
caso: fundamentalmente la guerra y la improvisación del abastecimiento
en
la posgue
rra) ~ue tenía para ellos un significado profundo (es decii; no lo extraño encontrado
por e¡emplo,
en
un viaje de recreo, que no se describe prácticamente nunca). De ell~
deduzco que la memoria mantiene escénica o anecdóticamente aquellas escenas
en
las
que se apren~e algo nuevo, conceptualmente aún
no
preparado, mientras que mediante
lo
ya
aprendido puede reducir en su complejidad experiencias posteriores comparables
y como tales las puede olvidar .
42
Véase, por ejemplo, Nori Moding, Siempre tengo
que
estar comprometido con
algo, pero no me pregunte por qué ,
LUSIR
vol. 3.
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56
lPara
ué sirve
la
historia oral?
cubre la continuidad de la experiencia a través de rupturas sociales o
políticas, en las que se interrumpen los sistemas de informes manteni-
dos
en
archivos o varía su ángulo de perspectiva y que a menudo, por
el
hecho
de que interpretaciones supuestas hasta el momento, se ha-
yan convertido en inverosímiles o inútiles, producen una separación
entre propuestas sociales y experiencia personal. En consecuencia, el
desvío por la historia vital individual también es necesario para la
percepción histórica de la corriente subterránea de la experiencia po-
pular. Al respecto quisiera aportar dos ejemplos de nuestro proyecto,
que iluminan, desde diferentes niveles de la experiencia popular, el
problema de la represión y el cómo evitarla: en las narraciones de vi-
vencias sobre las situaciones de vida y trabajo durante la guerra, las
escenas solían estar llenas de figurantes extranjeros, mientras que al
cuestionar el nacionalsocialismo se mencionaba fundamentalmente la
guerra como tal y los crímenes contra los judíos, pero no los trabajado-
res extranjeros. Si se preguntaba entonces a los entrevistados sobre la
problemática de los trabajadores extranjeros, sólo excepcionalmente
aparecían narraciones en las que extranjeros aislados cobraban nom-
bre, rostro y voz;
en
la mayoría de los casos se prod ucfan dos reacciones
estereotipadas: por un lado se afirmaba que con frecuencia les habían
dado bocadillos, por otro se apuntaba que los trabajadores extranjeros
liberados
en
la primavera del 45 saqueaban e incendiaban.
Las
reac-
ciones aportan una doble descarga de conciencia ante la suposición de
una mayor relación que la propiamente percibida con el problema de
sentido y valor del enjuiciamiento del nacionalsocialismo, y la aportan
por
la acentuación de la propia humanidad frente a un sistema inhu-
mano
de tiranía, pero que queda tendencialmente justificado, visto
el comportamiento de los trabajadores extranjeros liberados. Pero se
trata,
en
este caso, de un reflejo de represión bastante superficial; a
diferencia del tema del antisemitismo, que fue exhaustivamente tra-
bajado por instituciones formadoras de opinión en la posguerra,
no
ha
habido una tematización social del problema de los trabajadores ex-
tranjeros y prisioneros de guerra; así éstos, por una parte, no están
reprimidos
en
la memoria de la guerra, pero, por otra, tampoco están
integrados
en
la experiencia histórica. Estos recuerdos se narran
en
forma aún
no
trabajada y a menudo, incluso,
en
el tono original nacio-
nalsocialista, lo que apunta retrospectivamente
no
sólo a la extensión
de los presupuestos de interpretación nacionalsocialistas, sino también
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Lutz Niethammer
57
al futuro, a la preparación de los alemanes para recibir a los trabajado-
res emigrantes,43 también éste un concepto nacionalsocialista.44
Como segundo ejemplo tomo las tres historias de amor de la tra-
bajadora técnica Monika Hertel. Cuidadosamente da a cada una de
estas relaciones un sentido trascendental
al
rememorar su vida: su
primer amor fue para el sobrino de la mejor amiga de su madre,
ambas mujeres fomentaron
lo
que así se iniciaba y ella cree hoy que
habría continuado la relación; pero Monika fue el último amor del
chico, que murió ya al comienzo
de
la guerra de un disparo en el ab-
domen. Su gran amor por un arquitecto la sacó de su propio y estre-
cho ambiente, despertó
en
ella pasión y experiencia cultural; pero
l
amado debía supervisar, hacia el final de la guerra, presos de Dachau
realizando trabajo industrial y lo último que oyó de él fueron sus de-
presiones, después aun se enteró de que en ese tiempo él había en·
gendrado un niño con otra mujer. A los pocos años se encontró, en
pleno día, con un conocido casual que la había visto anteriormente
con un compañero de trabajo en una oscura estación ferroviaria y que,
después, le había escrito siendo prisionero de guerra inglés; su encuen-
tro será amor a primera vista . Este hombre se convertirá en su marido
pero antes de esto, Monika también tendrá que experimentar una
pérdida, a saber: en consideración y en perspectivas. Su amigo tiene
el bachillerato de guerra y una formación de urgencia como maestro.
Empleado
en
1947, ha de ser despedido
en
1948 cuando, con la re-
forma monetaria, vuelven a ser colocados los padres de familia desna-
zificados. Rápidamente se casan, para que él pueda mantenei; como
necesitado de ayuda social, su puesto de maestro. Pero no tienen nada,
y fundamentalmente no tienen piso. Aunque están civilmente casa-
dos, los padres los obligan a la abstinencia sexual hasta que al cabo
de un año pueden obtener un piso y casarse por la Iglesia la reno-
vada vigencia de la patria potestad se considera, en el ambiente de la
Renania, como antifascismo y se hace prevalecer mediante la dispo-
sición sobre el piso.
Su
suegra retomaba la situación
en
el punto en
que la guerra le había arrebatado a su hijo adolescente, hacía ya casi
diez años. Su niño , oficial de aviación fuera de servicio, se doblega
y Monika Hertel no quiere perder su tercer amor. Para ello se somete
a una tiranía beata, abandona su deseo de estudiar, después, incluso
43 Gastarbeiter Literalmente: trabajadores huéspedes ; N. del T.
44
Ulrich Herbert, partheid nebenan (Apartheid aquí al lado), en
LUSIR
vol.
1
pp. 233
SS,
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58 ifhra ué siroe la historia oral
su profesión, en la que ganaba más que su marido y que le gustaba.
Finalmente se alcanza la familia normal de los años cincuenta; pero y
esto
la
enlaza con el fatal inicio de
un
buen matrimonio- a sus hijos
les deja más libertad, fomenta sus relaciones, apoya sus cualificaciones.
Sus ideales de educación son la respuesta al moho familiar de posgue
rra que amenazaba con destruir su tercer amor. Quiere posibilitar a sus
hijos lo que le imposibilitó a ella la muerte social de su gran amor. Y pa
rece como si se sirviera para ello de aquellos medios que habían abierto
los caminos a su primer amor antes de que interviniese la guerra.
Una historia como ésta no contiene sólo piezas de mosaico con las
que
junto
con otros informes comparables- se puede reconstruir la
sucesión de modelos de valores y comportamientos que determinaban
la vida de familia y el comportamiento de pareja en los treinta y cua
renta, en su interrelación con condiciones de vida rápidamente cam
biantes. También muestra el desarrollo me parece que conseguido)
de experiencias históricas primarias, en el que lo perdido no es de
vorado por lo conservado, sino que se admiten recuerdos junto con
sus referencias de condiciones sociales y se dotan de tristeza, amor y
sentido y en el que el pasado experimentado fundamenta experiencias
de acción. Finalmente, muchos informes sobre experiencias tempra
nas comparables, podrían ser una aportación para la comprensión de
nuevos estilos de educación y conflictos generacionales desde los años
cincuenta y para un diagnóstico de su déficit de sentido cuando se des
prenden de sus relaciones históricas de formación y fundamentación y
se convencionalizan.
No es la valoración de una entrevista aislada, en cuanto a histo
ria de la experiencia, la que aporta nueva luz sobre la historia con
temporánea. Como tal ésta sólo podrá dar indicios sobre modelos
pattems)
extendidos y su poder efectivo históricamente específico, su
adaptación, rechazo u otro tipo de elaboración en la experiencia in
dividual. Y estos indicios no son pruebas con las que se pueda imper
meabilizar una nueva tesis. Las respuestas
de
los entrevistados funda
mentan más bien preguntas de nuestro saber histórico previo, exigen,
por un lado, una ampliación de nuestras estrategias de investigación
y por otro, se incluyen como documento de los sujetos directamente
en la comunicación histórica. Su interpretación se puede ampliar a
una historia social de la experiencia en la medida en que se consiga, a
partir de numerosas valoraciones de entrevistas, mostrar la regularidad
de tales ordenaciones y modos de elaboración en cortes temporales y se
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utzNiethammer
9
consiga situarlas desde la perspectiva de la historia social. Para eso es
necesaria la relación con investigaciones históricas de estructura social
inclusive psicohistóricas) que pueden utilizar todo tipo de transmisio
nes fragmentarias para la precisión de las estructuras
de
condiciones
y actuaciones en campos temporales limitados de todo tipo, por un
lado para ganar medidas sobre la situación, por otro, para historiar las
investigaciones con una perspectiva informada desde los sujetos.
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DE
HERODOTO A LA
GRABADORA:
FUENTES
Y ARCHIVOS ORALES*
DOMINlQUE
ARON-SCHNAPPER
Y D NlELE
H4.NET**
Numerosos trabajos se desarrollaron bajo la dirección de historiado
res, etnólogos o sociólogos en los Estados Unidos desde fines de los
años cuarenta, luego en
Gran
Bretaña con el nombre de oral history,
y en Francia, sobre todo desde 1975, con denominaciones diversas.
Todos emplean o producen "testimonios orales", término genérico que
evoca un parentesco esencial entre todas estas investigaciones. No se
trata aquí de
enumerar
los trabajos en curso (cosa que han hecho R.
Bonnain y
F
Elegoet
1
, sino de diferenciar los proyectos que, en efecto,
tienen en común reunir y/o hacer uso de los testimonios orales, pero
cuyo objeto y categoría científica siguen siendo fundamentalmente di
ferentes.
La
ambigüedad surge enseguida, pues ni el término de
testi
monios
orales, ni el de archivos orales traducen el de oral history, género
que
tanto practican los universitarios estadunidenses; los archivos o
testimonios no son historia. Además, lqué significa una historia oral,
que sería diferente de, u opuesta a una historia escrita?
Annales, E.S.C., año 35, núm. 1, enero-febrero 1980, pp. 183-199. Traducción
de
Rossana Reyes.
Centre de Recherches Historiques.
I
R. Bonnain y Fl. Elegoet, "Mémoires de France", Ethnologie Francaise, 1978,
t
8,
pp. 337-355. También puede consultarse Ph. Joutard, Le document oral, une nouvelle
source pour l'histoire", L Histoire, núm. 12, 1979, pp. 106-113.
60
8/17/2019 Historia Oral 2_cropped
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D.
Aron-Schnapper
D.
Hanet 61
Quisiéramos demostrar que en realidad existen tres tipos de tra
bajos con diferente categoría científica:
1)
La
recolección de testimonios orales
que
practican los archivis
tas profesionales, conservando y archivando los discursos políticos, las
historias de vida récits
e vie),
las autobiografías de hombres célebres
o, por el contrario, de albañiles, zapateros, obreros, etcétera, al igual
que
las fuentes escritas tradicionales. En la práctica, hoy son más bien
los hombres de radio y televisión quienes desempeñan
en
Francia esta
función; en los Estados Unidos, son los especialistas en
oral
history, que
se dan a sí mismos un título un tanto abusivo, a nuestro parecer, el de
oral
historia.ns.
2) La recolección de entrevistas o testimonios orales- destina
dos a ser analizados e interpretados de inmediato por los diferentes
especialistas en ciencias sociales.
El recurso de los testimonios orales cobra sentidos diferentes de
pendiendo de las tradiciones intelectuales
de
quienes los utilizan. Para
los etnólogos siempre
han sido uno de sus materiales básicos. Por su
parte, los sociólogos siempre
han
oscilado
entre
el
enfoque cuantita
tivo, que lleva a medir los fenómenos macrosociológicos, y el enfoque
cualitativo, atento a percibir los destinos individuales y los casos par
ticulares.
R.
Bonnain y F Elegoet recuerdan que la primera utilización
de las historia de vida como material sociológico privilegiado se re
monta a 1918 y a la famosa obra de W. Thomas y F Znaniecki The
polish peasant
in Europe
and America). A una fase de cuantificación
y de predilección por los modelos matemáticos, sigue hoy un regreso
a la atracción de comprender grupos pequeños mediante entrevistas
profundas, por la reconstitución de
lo
vivido, actitud cercana a la del
etnólogo que establece contactos directos con la población estudiada.
Un
buen número de encuestas citadas por R. Bonnain y
F
Elegoet
ilustran esta tendencia actual de la sociología,
que
refleja también la
corriente "interaccionista" ejemplificada por
lo
trabajos de
E.
Goffman.
La novedad está
en
el cambio de actitud de los historiadores:
iya
ahora parece muy lejana la época en que los mandarines de la vieja
Sorbona no aceptaban las investigaciones dedicadas a los actores vi
vos, ni el análisis de la información oral
Aun
cuando discutan, con
sobrada razón, su alcance y su valor, los historiadores, "nuevos" o no,
aceptan el valor de las fuentes orales, no sólo como fuente comple
mentaria de información, especialmente para la historia de las men
talidades o para la de los medios populares, sino como un medio de
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6
De Herodoro a la grabadora
acercamiento específico para penetrar desde el interior una cultura
O
una forma de conciencia colectiva.2
Así
recuperan
las
ventajas que
~la_ude Lévi-Stra_uss encontrara
en
el empleo de las autobiografías de
mdios, que permu~an restituir una cultura indígena 'del interior', si
tal cos~ ~uede decirse, como un conjunto vivo y gobernado por una
ªrn:1ºn~a i~terna y no como una apilación arbitraria de costumbres y
de mstitucion~s cuya presencia simplemente se comprueba 3
_Cualesqmera que sean las diferencias de perspectiva entre los in
v~stigadores, su empresa es la misma, la de la inteligibilidad de la re
alidad social, mediante
el
empleo
de
las fuentes orales entre otras
Los
llan~ar~1;1os
~isto~ad_ores
en
este texto, aunque
s~
formación ;
su
ad_s~npcio~
umversita1:a los clasifique como sociólogos, etnólogos
o pohtologos.
en
su traba10 de recolección y de aprovechamiento de
fuentes orales desempeñan el papel de historiadores .4
3) El tercer tipo de trabajo es la constitución de archivos orales
que
a
la
~ez son más que la simple recolección de documentos orale~
q_ue practican la mayo~ía de
los_oral historians
estadunidenses, pero que
si~ ezi:ibargo
no
consntuyen m una historia oral, como tampoco una
histo_na f~ndada en testimonios orales. Estos archivos, formados para
~os histonadores del futuro, no se trabajan, hecho que, como veremos
impone reglas particulares para su elaboración. '
_Est~
es el trabajo qu~ hemos realizado formando archivos para
la historia del Seguro SociaJ.5 De cualquier manera, antes de insistir,
en
una
segunda parte,
en
la especificidad del trabajo de archivo oral
respecto al de los archivist:as p~ros y al
de
los historiadores , es impor
tante
_rec~rdar algunos principios metodológicos comunes que rigen la
constitución de estos nuevos documentos en cualquiera de los casos.
; Véa~se, en este misn:o número,
los
artículos de J. Lequin y de Ph. Joutard.
. ?·
Lev1-Strauss, resena de
L.W.
Simons, The autobiography o a
opi indian, Yale
Umversity Press, New-Haven, 1942 en Année sociologique Za. serie 1940-1948 t
¡
330. ' ' ' .
p.
• 4
Cada vez que usemos
el
término de historiador
en
esta forma
lo
pondremos entre
comillas. '
.
5
El program~ de archivos orales se asignó
al
Centre de Recherches Historiques
ba10 1ª re s~onsab1hd ad ~e Dominique Schnapper, y fue financiado por el Comité In
term m1stenel pour l. . HIBtoire de la Sécurité Sociale bajo la dirección de P. L
Se i~ició el 1
de
abril de 1975 y concluyó el 31 de diciembre de 1979 E~ t::~ue.
rea_hzaron 365 entrevistas a
201
personas. Hizo las entrevistas
D.
Han~t, a quie~ :
unieron S. ~eswarte y D. Pasquier, el 1de enero de 1976 y A. Le Clech, Cl. Schneidet
M. Vormenngen, el 1de enero de 1978. '
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D.
Aron-Schnapper
y
D.
Hanet
/
EL CARÁCTER Y EL DESARROLLO DE LA ENTREVISTA
En las ciencias sociales, el método sólo se justifica por los resultados
que permite obtener; no podría ser evaluado antes del desarrollo de
la investigación. En cierto modo, el objeto propio de cada encuesta
impone su método: la manera de abordar un medio, de establecer la
relación con el entrevistado y de obtener su confianza varían según el
medio que se estudia. Pese a todo, en la medida
en
que una encuesta
se basa esencialmente en entrevistas, existen algunas reglas que rigen
su desarrollo.
La práctica de la entrevista ha sido el objeto
de
muchos estudios
por parte de psicólogos y de sociólogos,6 y no se trata aquí de resu
mirlos, sino de subrayar intencionalmente, para quienes están menos
familiarizados con
esta técnica que
no
es indicada
por
los especialistas
en ciencias humanas, algunos puntos esenciales a modo de ayudarlos
a aplicar rápidamente una técnica que, como las otras, se mejora me
diante el saber y la práctica.
El objeto de
las
entrevistas
Las entrevistas
no
son por sí mismas una panacea: recogen de manera
privilegiada cieno
tipo
de información
en
ciertos medios sociales y en
der
tas situaciones. En particular, se emplean con el propósito de conservar
y transmitir las historias, la descripción de los gestos de un oficio, de la
vida cotidiana
y
en general, todo
lo
que por su
carácter no
deja huella
escrita o deja pocas. Asimismo, varía el grado
en que los diferentes
grupos sociales dejan huellas escritas de su existencia; en última ins
tancia, las posibilidades de los analfabetos (que por largo tiempo
han
sido la mayoría de la población) de aparecer en las fuentes escritas
son menores que los políticos o los diplomáticos. Las situaciones de
marginalidad como, por ejemplo, las prácticas de los obreros nortea
mericanos en huelga durante la Gran Depresión,
que
estudia Terkel,7
la conciencia obrera, la memoria colectiva de tal o cual grupo,
lo
vi-
6 Se encontrará una introducción general
al
tema en Ch. Nahoum, L entretien
psychologique,
Presses Universitaires de France, París,
1958
y
una
bibliografía completa
en S. Richardson, B. Dohrenwend, D. Klein, lmerviewing
and
its
fimctions
Basic
Books
Nueva York
1965.
7
S.
Terkel, Hard times: an oral
history
o the Great Depression in America Pantheon
Books, Nueva
York
1970.
8/17/2019 Historia Oral 2_cropped
http://slidepdf.com/reader/full/historia-oral-2cropped 63/132
64
De
Herodow a
l grabadora
vido del cambio social pueden ser objetos privilegiados para los testi
monios orales. También se entiende el desarrollo de los testimonios
orales
como
recurso para la historia social inglesa reciente.
Pero, por una parte, como lo recuerda Ph. Joutard, no existe la
tradición oral pura; por otra,
aun entre
los medios que dejan innume
rables huellas escritas sobre su actividad y su existencia, las entrevistas
permiten recuperar todo lo que ha existido fuera de los textos.
Desde esta perspectiva,
el
ejemplo de la historia del Seguro Social
nos parece ilustrativo.8 Los archivos orales, en particular, parecen a
priori poco adecuados para la historia de los organismos administrati
vos oficiales, que funcionan creando y aplicando una legislación escrita
y que, además,
cuentan con
numerosos cronistas e historiadores
en
el
curso
de
su desarrollo.
Ahora
bien, la experiencia ha demostrado que,
incluso en esta área, que parecía desafiar el trabajo de archivo oral,
aquéllos permiten obtener una gran cantidad de información
que
sin
los archivistas orales habría quedado en el olvido y no hubiera nunca
llegado a constituirse en acontecimiento para los historiadores del fu
turo. Esta investigación nos parece proporcionar una justificación a
fortiori del trabajo de archivo oral.
En
efecto, los archivos orales han permitido recuperar dos series
de documentos: por una parte, los pequeños hechos ciertos , cuya
acumulación ilustra, enriquece, matiza y corrige la reconstrucción de
tendencias racionalizantes de los historiadores; por otra parte, la ma
nera en que los diferentes actores históricos
han
vivido el nacimiento
y la vida de
una
institución.
Consideremos estos dos puntos. Los archivos orales nos permiten
descubrir cómo
han
sido elaborados los textos, quiénes son sus verda
deros autores (el ministro firma un plan o una reforma, es raro
que
los
haya redactaqo él mismo), cómo en la práctica, han sido aplicados,
9
con
qué
resistencias se
han
topado; nos descubren los proyectos olvi
dados, las posibilidades idas. Sólo los testimonios orales pueden
hacer
revivir el detalle de la vida cotidiana de las oficinas: equipo de máqui-
8 El
objeto propio de esta investigación y los problemas metodológicos que planteó
se
exponen
en
nuestro
artículo Archives orales
et
histoire des institutions sociales ,
Rewe
Fran~aise
de Sociologie, XIX, 1978, pp. 260-276.
9 lsabelle Bertaux estudia también la aplicación de la legislación (o mejor, su no
aplicación)
en
la formación de los aprendices de panadero. La manera
en que
los textos
se aplican a la realidad es un objeto privilegiado de las entrevistas orales. Cfr. l Bertaux
Viame, l.Ápr,rentissage en boulangeire dans l entre-deux-guerres, une enquete d histoire orale,
tesis
de
maestría, París VII septiembre de 1976.
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D Aron-Schnapper y D
Hanet
nas, de impresos, racionamientos de la época
de
guerra, calefacción
o mobiliario; pueden revelar, a través de sus detalles y mejor
que
los
análisis abstractos, la creciente burocratización de las instituciones del
Seguro Social y
su
influencia sobre el poder
de
los directores de las
Cajas, sobre la manera
de
escoger a los empleados, sobre
el
estilo de la
gestión financiera, sobre el estilo de las relaciones
entre
el director y
los empleados,
entre
los diferentes empleados.
Los
testimonios orales recuperan, por
otra
parte, lo vivido por los
actores históricos, lo
que
Péguy llamaría la historia haciéndose , es
decir, las diferentes significaciones que los actores
han
dado a su acción
y a la de los otros: no sólo es imposible conocer a las personas, sino las
relaciones entre ellas a través
de
las fuentes escritas. La evocación
d··
las personas (algunas
de
ellas olvidadas), las opiniones recíprocas
que
los actores
dan
unos de otros, el estilo de las relaciones interpersonales,
forman parte de la realidad
que
ha
de estudiarse
en
la medida
en
que
las instituciones,
cuando
surgen, quedan profundamente marcadas
por
_las
personalidades de quienes se
encuentran en
su origen, a veces de
manera definitiva.
Así muchos hechos olvidados, las evidencias de lo
que
Paul Leui
~lio~
llama, lo invisible cotidiano , las posibilidades censuradas por la
1lus16n
retrospectiva
de
necesidad, las interpretaciones contradicto
rias, en
una
palabra, lo vivido por lo sobrevivientes del Seguro Social,
constituyen objetos que sólo los testimonios orales permiten recuperar
y transmitir a los historiadores del futuro.
Sin embargo, como las otras fuentes, la utilidad
de
los archivos
orales depende del objeto
de
la investigación: si bien recogen de ma
nera privilegiada
el
cómo se aplica la legislación, la historia de la
l~gislación debe escrib~rse primero a partir de los textos legislativos; si
bien dan
fe
de las re lac1ones
entre
las personas, de los juicios
que los
di
versos actores dan unos de otros, las notas del Ministerio de Relaciones
Exteriores no dejan de ser por ello una fuente irreemplazable para la
historia diplomática. Para conocer las costumbres funerarias, las tum
bas y los cementerios son asimismo más útiles que las monedas. Si,
por esencia,
la
historia es conocimiento
mediant~
documentos los
testimonios orales constituyen
un
tipo de documentos
entre o~o;.
a relación
entrevistador entrevistado
La
entrevista es una relación singular entre
el
entrevistador y el
en-
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De Herodow a la
grabadora
tre\'IStado -lo que excluye la entrevista en la que participan dos o más
personas, de carácter esencialmente diferente.
La
experiencia muestra
que
la
primera reacción del entrevistador es, como lo dice C. Rogers, el
descubrimiento de un vacío, de una diferencia, de una separación por
llenar.1° Este descubrimiento explica los dos tipos de errores que come,
ten
los
principiantes: el del entrevistador silencioso que deja parlotear
srn conrrol. por lo tanto sin objeto, al entrevistado; el del entrevistador
impenoso que habla por el entrevistado, tiende a hacer las preguntas
y a dar las respuestas, e induce la respuesta con su formulación de las
preguntas.
El
primer discurso de un enrrevistado tiene siempre un sentido
particular; el X)lírico o el militar hacen una declaración
ya
fabricada
y
prevista, incluso sobre un tema preciso, para periodistas e investiga·
dores, con la mente a menudo poco clara; el gran industrial también
dispone de un discurso
ya
listo,
que
ha "ofrecido" bajo formas leve
mente diferentes en coloquios, seminarios y reuniones de trabajo. En
el caso del Seguro Social, los responsables, políticos o militantes sindi·
cales tenían una declaración preparada sobre el medio en general, su
participación
en
el
medio, lo
que
había sido, lo que hubiera debido ser.
Incluso en los medios populares, el discurso autobiográfico que mejor
p<xlría
llamarse testimonio,
se
organiza y reconstruye de inmediato: la
O X)S1C1ón entre lo escrito y lo oral coincide con la de lo espontáneo y lo
constru1do. l l Pero en todos los casos, el trabajo de archivo oral, como
el de "hISroriador" que recoge testimonios orales, intenta rebasar el
discurso inicial para alcanzar lo inédito de la información y acercarse a
lo
\'i\'ido
p<Jr
los
actores históricos.
La
relación singular y prolongada
entre dos rnd1v1duos que se establece a lo largo de la entrevista cons·
muye un medio privilegiado (que lo escrito no puede conocer) para
salir de esta primera fase
-más
o menos larga según los entrevistados
,
para realizar, más allá de las declaraciones y
los
testimonios, verda
deras entrevistas.12
La
relación de entrevista es una relación social entre dos indi
viduos socialmente determinados. Ahora bien,
la
vida social se ,re-
1: C Rr,ger,, Le
dé~lt ppement
de la penr nne Dunod, París, 1967, ¡xmim.
11 Coment:ano de
J.
Gr1y durante la jornada de estudio 50bre "el testimonio oral",
r,rg,,niz;.d,, ¡y;r l.s Fond.stion ~·atir,n;sle des Sciences Poliriques
el
14 de mayo de
1977
bw,
re\¡y,m.sbilid.d de J. B<,urdin
y R.
Girardet).
1 De
cu;,lquier mr.,dr, igue habiendo posibilidad de fracaso, sobre todo entre los
r~¡y,n\;,ble\ de alto nivel,
en
cuyo
cav, el
mejor entrevistador no obtendrá jamás sino
el dL.curv, Y• prr,nunci;,dr,
en
numerr.,sa., circunstancias oficiales.
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D
Aron-Schnapper D
Hanet
6i
sume en una incesante evaluación mutua entre unos y otros indivi
duos. Además, toda relación donde uno está en la posición y en el
derecho de interrogar al otro crea, por sí misma, una relación de des
igualdad, más o menos perceptible según el sentido de la diferencia
social entre el entrevistador y el entrevistado. Incluso
en
una enrre
vista donde la adscripción social del entrevistado es cercana o superior
a la del entrevistador, como era el caso
en
nuestra encuesta, seguimos
teniendo la tendencia a "evaluar, a ju:gar, a aprobar o desaprobar
lo
di·
cho
por la
otra
persona o por el otro grupo".
u Ya
Alexis de Tocq ueville
describía lo que esperaban el público y los amigos de quien hablaba
de sí mismo: "Entonces, aun cuando uno quiera ser sincero, es raro
que
lle,·e a cabo esta empresa.
La
falla está, primero,
en
el público. a
quien le gusta que uno se acuse, pero que no soporta que uno se elo
gie; los mismos amigos tienen
la
costumbre de llamar candor amable
a lo malo que uno dice de
sí,
y vanidad incómoda a lo bueno que uno
cuenta, de
cal fom1a que la sinceridad se vuelve así un oficio bastante
ingr.anto."14 Esto obliga
al
entre,·iscador a realizar progresivamente un
verdadero trabajo consigo mismo que le pem1ica inceriori:ar la humil
dad de saber escuchar sin juzgar, guardar una
simratía
acti,·a que sin
embargo no implique ninguna participación. Mediante una continua
vigilancia de sí, que podría llamar.se epistemológica. el entre\'Íscador,
con su actitud profunda, podrá hacer sentir
al
entrevistado que se
le
escucha
con
atención, sin evaluarlo, ni aprobarlo,
ni
condenarlo. Se
trata, pues, de crear un verdadero
luibitus
del entre,·istador, que con
la
práctica se vuelve "natural".
Este
habitus
implica que
el
desarrollo de la entre,·ista obedece a
ciertas reglas simples, que parecen evidentes una ve: que se fomm·
lan. El entrevistador debe, a lo largo de las entrevistas, ser discreto,
centrando la conversación en los temas esenciales pues, en efecto, los
resultados parecen ser mejores
si
se respeta el ritmo y el estilo del en
trevistado, que
si
la conversación se desarrolla de manera lógica pa·
ra el entrevistador; hay que precisar al entrevistador la infom1ación
en
el momento
en
que recuerda un fragmento de vida o, dicho de otro
modo, dejar que su memoria t1uya con libertad, ayudando y orientando
al mismo tiempo sus recuerdos; nunca juzga¡;
evitar
las preguntas di·
rectas que parecerían un interrogatorio policiaco, así como las pala-
13
C
Rogers, op
cit.
p. 230.
14 A de Tocqueville, "Souvenirs", Ckuvrc:s com¡ i¿1es Gallimard. París, 1964, t. XII,
p.
101.
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68
De Herodow a
la
grabadora
bras cargadas de valor; multiplicar los puntos de vista, insistir sobre los
puntos detallados, los ejemplos; pedir ilustraciones precisas, aclarar las
expresiones ambiguas,
no
hacer las preguntas delicadas sino hasta
las últimas entrevistas, simpatizar con
el
entrevistado permaneciendo
neutro y borrado. Realizar una entrevista tal vez
no
llegue a ser todo
un arte, como dice Ch. Morissey, pero en todo caso es una práctica en
la que uno se educa con el trabajo y la experiencia.IS
Además de la actitud del entrevistador, una de las condiciones
esenciales de la confianza
que
debe establecerse entre los dos miem
bros de ese diálogo singular y desigual es la garantía que el entrevista
dor pueda ofrecer de guardar el secreto. El anonimato es el secreto
de
los sociólogos (aunque
en
ciertos medios plantea problemas difíciles
de resolver). Los archivistas, o los archivistas orales , recogen entre-
vistas que por
30
años
quedan
al amparo del secreto de los Archivos
Nacionales (en el caso de nuestra encuesta). Con parte de nuestra
población, esta garantía fue la condición necesaria para evitar una ne
gativa. Para los historiadores que quieren usar de inmediato los do
cumentos es indispensable obtener la autorización para publicar que,
según los medios y las personas, amenaza con lograr que se olviden
muchos hechos significativos o, por el contrario, con estimular la pa
labra del que habla.
En esta empresa de progresiva adquisición de confianza, el uso de
la grabadora, que da a las palabras pronunciadas un peso suplementa
rio, amenaza con aumentar la reticencia del entrevistado,
que
será me
nor
si éste la percibe como un instrumento acostumbrado de trabajo, o
mayor si representa
un
aparato extraño y solemne (que provoca decla
raciones igualmente solemnes)
De
hecho, según nuestra experiencia
y la de otros equipos, el empleo creciente de este tipo de aparato en
todos los medios hace
que
no tarden
en
olvidarse de
él.
No por ello deja la grabadora de representar una novedad
en
la
utilización de las fuentes orales que los historiadores (en sentido es
tricto) han conocido desde Herodoto. Libre es de aceptar este re
lato de los egipcios quien encuentra tales cosas increíbles; en cuanto a
mí, lo que me propongo a todo lo largo de mi historia es poner por
escrito
lo
que
dicen unos y otros, tal corno lo he oído. 16 Por
otra
15
C. Morissey, On oral history interviewing , en L Dexter (comp.), Elite and
specialized
interviewing
Northwestern University Press, 1970.
16
Herodoto,
,
2.3. Elegimos esta cita entre las que nos señaló nuestro amigo
Philippe Gauthier, en particular Herodoto, IV, 195; vn, 148, 150, 152, etcétera.
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D Aron-Schnappery D. Hanet
69
parte, en lo que respecta a las acciones que ocurrieron en el curso de
esta guerra, no
he
creído que, para narrarlas, hubiere yo de fiarme del
testimonio de los que llegaron primero, como tampoco
de
mi personal
parecer. O bien los presencié
yo
mismo, o bien
he
averiguado entre
otra
gente sobre cada uno de ellos con toda la exactitud posible.
1
7 La
grabadora sustituye los discursos reconstituidos según la lógica
de
la
historia18 o las descripciones de los testigos oc u lares , 19 que los his
toriadores del pasado reescriben de manera magnífica a partir de un
documento bruto que no es, por definición, propiamente lo vivido por
los agentes históricos, sino la reconstrucción
que
éstos hacen de él
ya sea inmediatamente, ya sea al término de
su
vida, reconstrucción
indudablemente más cercana de lo vivido que la de los antiguos histo
riadores que trabajaban con tradiciones orales, o de los historiadores
contemporáneos
que
trabajan con fuentes escritas, pero
de
la misma
naturaleza.
alú:lez
y
límites
de las entrevistas
El hecho de elaborar voluntariamente documentos para los futuros his,
toriadores no tiene nada de nuevo, muchos grandes hombres y otros
menos grandes, en particular numerosos funcionarios,
han
dedicado
su
retiro a redactar sus memorias o, con mayor frecuencia aún, a pro
poner reformas a partir de su experiencia. Pero entre la redacción de
memorias, es decir, la elaboración de archivos escritos y la constitución
de
archivos orales, existe cierto número
de
diferencias. El escritor dis
pone de tiempo, puede precisa~ confirmar sus recuerdos; a cambio, les
da forma, es decir que construye, puede tender a la autojustificación
sin el riesgo de que lo contradigan. He observado que la mayoóa de
17
Tucídides, 1, 22.
18
Recordemos la famosa fórmula de Tucídides 1, 22): Añado que
en
lo que toca
a
los
discursos pronunciados por unos y por otros,
ya
sea justo antes,
ya
sea durante la
guerra, era muy difícil reproducir su contenido
con
exactitud,
tanto
para mí, ct1ando
los había oído personalmente, como para cualquiera que
me
los transmitiese de
tal
o
cual procedencia, y
he
expresado lo que, a mi parecer, hubieran podido decir que mejor
respondiera a la situación.
19
También Michelet reescribe talentosamente las descripciones que su padre le
hacía de la vida cotidiana en los conventos antes de
la
revolución (L
histoire
de l
Révo
lution fraru.aise,
fditions de la Pléiade, París, 1939, pp.
24-25)
y el relato
de un
testigo
ocular sobre la atmósfera de la asamblea que votó por la muerte de Luis
XVI,
op. cit.,
pp.
329-330.
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70 De Herodow a la grabadora
quienes han dejado memorias sólo nos han dejado ver sus malas accio
nes o sus debilidades, cuando, por azar, las
han
tornado por promesas o
por buenas intenciones,
lo
que a veces ha ocurrido
..
No
es
entonces
el amor por la \'erdad lo que hace hablar, son los vicios de la
mente
que traicionan sin querer a los \'icios del corazón."20
Los
testimonios
orales, cuando
se
trata de una \'erdadera campaña de archivos orales
y no de una simple recolección de testimonios, tienen diversas venta
jas en relación con las memorias escritas. En primer lugar, su carácter
sistemático permite recoger testimonios de todos los actores aún vivos,
que en su mayoría nunca hubieran pensado en escribir memorias; en
consecuencia,
se
reúnen múltiples testimonios sobre los mismos he
chos. Por otra parte, un buen entrevistador, por su misma neutralidad,
puede hacer evocar hechos olvidados a medias, hacer decir cosas que
el entrevistado no quería pensar o formular,
ya
sea por su actitud (para
quienes no tienen vocación de escritor, a menudo es más agradable
hablar a alguien atento y ajeno, que escribir), o bien por las objeciones
que la multiplicidad de los testimonios recogidos le permite plantear,
corno \'eremos más adelante.
Desde luego, el futuro usuario deberá verificar con mayor rigor la
exactitud de
los
hechos y
de
la información, pues el entrevistado no
siempre tiene el tiempo ni la posibilidad de consultar sus papeles, aun
que después de todo el documento escrito está con frecuencia "cons
truido" para otros, sino para el historiador rnismo21 y, de todas formas,
el
historiador debe siempre someter los documentos, cualesquiera que
éstos sean, a una crítica cuya función es "responder a la siguiente pre
gunta hecha por el historiador: 'Considero que este documento me
informa esto;
¿
puedo confiar
en
él?"'22
La
recolección y el uso de las entrevistas pueden y deben ser tan
rigurosos corno en el caso de las fuentes escritas familiares para el his
toriador, o en el de los datos codificados que elaboran los sociólogos,23
a condición de respetar las reglas del desarrollo de la entrevista,
que
ya
antes hemos recordado brevemente, y
de
tomar la entrevista corno
una fuente entre otras.
Por lo demás, una entrevista nunca es únicamente verbal. Debe
¡ A de Tocqueville, Souvenin , r p. ca. p. 101.
¡
1 Es el caso de las actas
de
reuniones, los documencos
de
contabilidad, etcétera.
;; P. Veyne, Omrment (JTI écril l huroire, Éditions du Seuil, París, 1974, p. 194.
¡3 Hace ya mucho que M. Magec demostró que la observación etnológica
podía
ser can rigurosa como la explotación de los resultadOII codificad011. e,~ M. Magec,
Guide
d
étude
cürecte
es
Cf,mpt .ntemenU
cuhureh
CNRS,
París, 1962.
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D Aron-Schnapper y D Hanet
l
ir acompañada de observaciones sobre las expresiones.
los
movimien
tos involuntarios, la vestimenta. el contexto de vida. las maneras. los
comportamientos reales que pueden restar \'alor a los planteamientos
que
se hagan, o modularlos. Por
la
misma razón -el discurso está le¡os
de ser
el
único medio de expresión· una entrevista nunca debe anali
zarse como un documento único que se baste a sí mismo. ~Arch~vistas
orales" e "historiadores" por igual deben considerarla como una ruente
entre otras, completarla con todo lo que pem1ita situarla y criticarla.
con
todas las demás fuentes de conc,cimiento (obsen·aciL)nes. wm¡:x.)r·
tamientos reales, documentos escritos personales o generales. tex ws
legislatiYOS,
objetos. etc.). Ninguna fuente es única para
lL IS
h1swria
dores: lpor qué la fuente oral tendría. abruptamente. este pm·1leg10
exorbitante? ,Por qué de súbito oh·idarfan k1S hisroriadL)res wJL, k,
adquirido por la crítica de la "historia científica" elab1)rada desde
el
siglo
xvm?
Si bien es necesario respetar algunas reglas esenciales
en
el desa
rrollo de una entre,·ista. no deja de ser cierto que las en tre\'isras Cl,bran
una significación diferente según
el
trabajL)
de
im·estigaciL'ln
en
el que
sean utili:adas.
"ARCHIVISTAS ORALES , ARCHI\1STAS E "HISTl. 'RL-\[\_
'RES
Los términos de testimonio oral o de
or.zJ hisrory
pueden.
en
etect\.).
designar el trabajo
de
los archiYistas, quienes recL,gen
dedar,l('.Íl)fü~S
;·
testimonios de "los má
;;
,·iejos del pueblo", de los "grandes tesn~l'IS .
o de los ''\·enerables ancianos" comL, decía ~tichelet. y k IS
cl~ihcan.
los ordenan, los codifican y lL,s CL,nsen·an.
al
igual ,1ue k IS ,k,cumenn.'\S
escritos; o rambién pueden designar el trabajo de k IS "hiswri,l\fore5"
que analizan y hacen
inteligible..':-
los don1menn.,s L,rale:- que LHI\.\. : L
ellos mismos, han recogido c«..'n
el
sobreentendido Je que. para i.l his
toria m,~s contemporánea,
pan.'Ce Jitkil.
si
no
imp,) ;;ible. pa~u p1.,r
alt\.,
los testimonic..'lS de lüs tc.-stigos
L
Je
k1S
agenres
histL\riú\,.-.;
y PL'r
últimc..,,
d trabajo de los "archi,·ist,l."'
L,rnles .
cuya t.'Spc.'CihcidaJ inrentareml'
1
s
ahora demostrnr. H
:4 fa d,m, que e$C-'I' t~mlÍn<' n,, Jdinen ('<'l'l'<'nll$, $in,,
par,.,J,.,.
"'-.:hll~ l=J "hi$·
wriaJ,,r
puede Sc: r, en primer
lu~:1r,
al\:hh'i$ta, ,, "ar,-hivi$tll ,,mi-
,mt~
Je reali:ar ~u
,, id,, de
hi$1<,ri.1d,,r.
puc"Je u1ili:,1r t,">'tim,,nk~
~,>giJ,,~
pt'r ,m:hi\·i$lll~ ,, tma ,"llmpana
de
:m:hin'I' ,,rale$ ..:,,nJudJ:i
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ªnl\:hh·i$1:I$ ,,m1~·.
f\,r
la ml~ma m:,~n. la,
entl'<.',·i$·
8/17/2019 Historia Oral 2_cropped
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7
De Herodow a la grabadora
LA ESPECIFICIDAD DE
l
CAMPAÑA DE ARCHIVOS ORALES
La
problemática Los archivistas tradicionales se contentan con recoger
declaraciones y testimonios, sin problemática precisa, y con conservar
los para que sirvan a los investigadores del futuro. Su problema, como
el de los archivos escritos, es el lugar, que algún día obligará a elegir
entre las transcripciones orales, las cintas y los documentos escritos,
en función de criterios que aún están por definirse. (Por ejemplo, lno
habría que pensar
en
una selección representativa para los expedientes
del Seguro Social?)
Por el contrario, los historiadores (que, recordémoslo, pueden
ser sociólogos o politólogos .. ) usan
el
método de las entrevistas para
responder a una problemática precisa, aunque a veces se defina de
manera amplia: por ejemplo, el aprendizaje del oficio de panadero de
entreguerras que estudia l Bertaux, el cambio social que A. Burguiere,
J.
Goy, J.
Ozouf
toman por objeto de su encuesta; la militancia política
de los estudiantes de entreguerras
J.
Boudin, R. Girardet). El carácter
científico de la empresa es el mismo para todos aquellos que llama
mos historiadores , a pesar de que los especialistas de ciencias socia
les son más sensibles a los problemas generales y tienden a privilegiar
el presente, mientras que los historiadores (en el sentido estricto del
término), preocupados también por saber lo que ocurrió en un lugar
dado en un momento del pasado , dirigen su atención sobre todo a los
hechos singulares de ese pasado.
En contraste con los dos trabajos precedentes, los archivistas ora
les , que trabajan para los historiadores del futuro, tienen una pro
blemática mucho más precisa. Por definición,
los
hombres plantean
al pasado preguntas relacionadas con su propia experiencia histórica.
Por definición, los archivistas orales no pueden imaginar todos los
interrogantes a los que en treinta o cuarenta años se verá sometido el
material que ellos recogen hoy. Para ellos,
la
cuestión no es, pues, para
usar la expresión de Bachelard, definir y construir hechos en función
de
una problemática teórica que
no
pueden formular, ni establecer
el
tas elaboradas y explotadas
en
función de
una
encuesta particular pueden constituir, a
continuaci6n, archivos orales para los historiadores del futuro¡ sería una lástima
que
las entrevistas que proyecta A Prost para los subtenientes de la guerra de Argelia se
destruyeran después
de
su primera explotación.
En
función
de
su experiencia histórica,
los historiadores del futuro amenazan con leer
en
ellas informaci6n
que
a nosotros se
nos escapa.
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http://slidepdf.com/reader/full/historia-oral-2cropped 72/132
D. Aron Schnapper y
D. Hanet
73
diálogo entre el material recopilado y la formulación de las hipóte
sis
que constituye la esencia de la empresa científica, sino recoger, de
la manera más amplia y lo más abierta posible, un máximo de infor
mación, por ende contradictoria, que multiplique los puntos de vista
de diferentes actores históricos sobre los mismos sucesos.
No
se trata de oponer archivistas orales e historiadores por su
método, con entrevistas libres para los primeros y entrevistas guiadas o
semiguiadas para los segundos. En ninguno de los casos, son libres las
entrevistas (en
rigor
sólo las entrevistas clínicas pueden llamarse asO
sino que pueden calificarse indistintamente de semiguiadas o guiadas,
si por ello
se
entiende que el entrevistado deja fluir libremente su me
moria y su discurso dentro del cuadro definido por el encuestador.
25
Se
oponen por la significación diferente que se confiere a una entrevista
del mismo tipo: los historiadores usan los elementos, es decir, los re
lacionan con la problemática de la encuesta; los archivistas orales ,
los recogen, pero para ellos no son un momento de una investigación
científica de la misma naturaleza. En
el
primer caso, el entrevistador
edifica
la
entrevista en torno a la formulación del problema que
se
plantea, sin dejar de respetar el ritmo y
el
estilo del entrevistado. En
el segundo caso, se persigue información de manera sistemática y ex
haustiva, de tipo capta-todo , para usar la fórmula de los politólogos,
multiplicando
los
puntos de vista contradictorios. El fin y la función
de la entrevista no son los mismos.
Por eso la forma y el número de las entrevistas varían en
los
tres
casos considerados: las semejanzas de método
se
detienen en
el
de
sarrollo mismo de la entrevista.
Los
archivistas y los historiadores
pueden obtener las respuestas a todas las preguntas que
se
plantean en
una sola entrevista, aunque su duración implique varias sesiones (no se
puede hacer una entrevista de diez horas sin parar). Al contrario,
los
archivistas orales , más abiertos , más críticos, sólo pueden mejorar
la calidad de la información obtenida confrontando puntos de vista,
interrogando
en
repetidas ocasiones a los mismos actores, estudiando,
analizando el material recogido según los métodos comprobados de la
crítica de textos que los historiadores (en el sentido estricto) practican.
Así podrán confrontar de manera anónima los testimonios simultáneos
de los diversos actores, y con sus objeciones, suscitar complementos,
matices, precisiones, y a veces la retractación.
La
multiplicidad de
los
25
La
distinci6n clásica guiada/semiguiada nos parece inadecuada para caracterizar
una
serie de entrevistas en las que se suceden fases no guiadas y guiadas.
8/17/2019 Historia Oral 2_cropped
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74
De Herodoto
a la grabadora
entrevistados es una necesidad del método
de
los archivistas orales
En el cuadro se encontrará un ejemplo concreto
de
las entrevistas que
deben practicar los archivistas orales .
Número de entrevistas realizadas según
el sector de actividad principal del entrevistado
Sector de actividad
Núm ro e
fases
l
2
3
4
5
8
Total
Administración central
y
responsables nacionales
5
10
3
21
Mundo político
5
3
9
Mundo médico
6
5
12
Mutualidad
4
Cajas del Régimen General
29
20
7
3
59
Cajas
del
Régimen de
Minas
4
18
4
28
Cajas
del
Régimen Agrícola
24
6
2
32
Cajas
del
Régimen Comerciantes
3
4
8
Cajas
del
Régimen
Artesanos 2 6
Cajas
del Régimen
Ferrocarriles
9
4
14
Cajas de
las
Profesiones
liberales y otras cajas
z
5
8
90
78
18
1
4
2 1
Número de entrevistas
90
156
54
4
4
8
368
• Esta categoría comprende a
la
vez a personas ancianas
que
fallecieron después
de
la primera fase, a personas que perdieron
la
memoria, a personas que sólo participaron
de forma marginal o
en
fechas recientes
en
la historia del Seguro Social, a personas
de
posición modesta, cuya experiencia fue muy limitada o, por el contrario, a personas
con
frecuencia importantes, localizadas
al
final
de
la encuesta, cuando
la
información
ya estaba bien establecida y con quienes una sola entrevista larga, muy bien preparada,
permitió confirmar los hechos obtenidos.
En lo referente a los múltiples pequeños hechos ciertos , al igual
que
en
lo vivido por los actores históricos, tal y como ellos lo reconsti
tuyen a partir de sus recuerdos, al ir avanzando la encuesta las entre-
vistas permiten obtener respuestas a una serie de preguntas suscitadas
por
el
conjunto de información ya reunida y mejorar la calidad de la
información obtenida.
Este método, al que nos vimos obligados al comienzo de nuestra
experiencia en la confonnación de archivos orales (abril-noviembre de
1975), nos parece indispensable para escapar a esos testimonios ya pre-
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D Aron Schnapper D
Hanet
75
parados, a esos discursos sobre uno mismo elaborados para
el
otro por
amabilidad hacia
el
encuestador y que los archivistas corren siempre
el
riesgo de recoger piadosamente. Claro está
que
hay
que
pasar por este
discurso-testimonio o discurso-declaración,
que
a
menudo
tiene lugar
en la primera entrevista. Es indispensable
que
el archivista oral lo
escuche, aunque no responda a las preguntas que el entrevistador se
plantea: es necesario este discurso para cimentar la confianza, tiene
un efecto catártico ineludible para que
en
las entrevistas siguientes
puedan tratarse temas más precisos.
Los relatos de los viejos
no
carecen nunca de interés, pero, después
de este discurso recogido por
el
archivista, la constitución de archivos
orales comienza cuando el archivista oral , cuyo papel es más com
plejo y más activo, rebasa esta primera fase (que puede ser más o menos
larga) para obtener hechos nuevos, como ya hemos visto antes, o bien
una percepción nueva
de
hechos
ya
conocidos, gracias a la confianza
que inspira y al trabajo de crítica que ha realizado con todas las entre-
vistas precedentes. Sólo este trabajo de crítica de los textos, que acaba
por tomar más tiempo que la grabación misma de las entrevistas, per
mite lograr una nueva calidad
en
la información.
Ninguna insistencia serla excesiva
en
esta especificidad del objeto
y del método de los archivos orales.
De
ningún modo porque, hasta
donde nos es dado sabe~ nuestro equipo sea
el
único que la practica
de manera sistemática (en los trabajos norteamericanos de oral history
que, por su objeto, se parecen al nuestro, los
oral
historio.ns son archi
vistas, en nuestra opinión), sino porque funda la distinción de los tres
papeles sociales y permite precisar el método propio para la elaboración
de archivos orales.
La elección de la
muestra.
La constitución de una muestra obedece
a reglas diferentes para los historiadores
y
para los archivistas ora
les . Si se trata de un trabajo histórico , el objeto de la investigación
determina
la
elección. Además, en numerosos casos
el
problema de
la representatividad es secundario, pues la lógica
no
es la de la es
tadística, sino la
de
la
calúlad
de
las entrevistas y
de
la información
que contiene. (Con todo, hay que tomar precauciones ante la ten
tación posterior de extraer conclusiones estadísticas de una muestra
que
no
se construyó sobre una base estadística.)
En cambio,
cuando
se trata de archivos orales, es más útil que el
investigador se esfuerce en multiplicar los grupos representados,
en
ob
tener
entrevistas tan variadas como sea posible, aun cuando no adopte
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76
De Herodow a
la
grabadora
la lógica de la representatividad estadística. Por ejemplo, en nuestro
trabajo, realizamos entrevistas a funcionarios de diversas instituciones
sociales,
de
todos los niveles, a políticos, sindicalistas, médicos, em
pleados y responsables del Régimen General, y a los de las cajas par
ticulares, a los de
Vichy y a los de
la
Resistencia ,• así como a los
usuarios
de
diferentes medios sociales. En resumen, intentamos obte•
ner la información más completa y más precisa posible, encuestando,
en la medida de lo posible, a todos los actores implicados o a los repre
sentantes de
todos
los grupos implicados. No obstante, observemos que
la representación de las diversas categorías no puede dejar de ser des
igual, en primer lugar por razones biológicas
y
sobre todo, porque los
grupos sociales participan a edades distintas
en
la historia del Seguro
Social: los sindicalistas y
el
personal
de
las instituciones sociales, desde
el principio de su vida profesional, y a edad más tardía,
los
políticos y
médicos.
Ninguna campaña
de archivos orales pem1ite encuestar a
todos los actores cuyo testimonio habría permitido una reconstitución
más fiel
de
los acontecimientos.
El us9 Los archivistas puros se contentan con clasificar y codifi
car sus documentos, mientras que los historiadores se ven confron
tados ante los problemas clásicos del uso de las entrevistas, sobre los
que existe además
una
abundante bibliografía. Nos conformaremos
con
recordar el principio esencial.
El
uso de las entrevistas puede y
debe ser tan riguroso como el de los cuestionarios estadísticos, pero
proporciona resultados
cualitativos
que convienen a ciertos objetos, a
ciertos medios, a ciertas situaciones. Si uno busca cómo ha sido
vivido
el cambio social a nivel
de
un pueblo, la grabación el uso
de
entre-
vistas pueden constituir
un
medio de investigación riguroso, siempre
y
cuando
este
método
no excluya otras fuentes de información. Si,
por el contrario, se intenta sa9er cómo evolucionó la repartición de
las fortunas en Francia
durante
el mismo periodo o la evolución de las
oportunidades en
la escuela según las categorías, socioprofesionales,
la encuesta estadística es obligada, los testimonios orales sólo pueden
usarse a título
de
ilustración.
Los archivistas orales no aprovechan su material, estrictamente
hablando. Practican el método tradicional de los historiadores, el
de
la
• Uso extensivo de las dos grandes fuerzas políticas de Francia durante la II Guerra
Mundial para referirse a dos bandos contrapuestos (los vichyssois eran los partidarios
del régimen de Pétain, instalado en Vichy, mientras que la Resistencia se oponía a la
introducción del fascismo en Francia). [N. del
T.
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D.
Aron Schnapper
y D. Hanet
77
crítica de los documentos, que la escuela histórica científica elaboró
en
el siglo
XIX
para obtener información de mejor calidad. Como
ya
vimos
antes, cada entrevista se analiza y critica no sólo
en
función del cono
cimiento del problema que tengan los investigadores, sino sobre todo
en función de las otras entrevistas. Al ir avanzando la encuesta, se
vuelven cada vez más centradas, la búsqueda
de
información es cada
vez más precisa. Paradójicamente, en este intercambio de métodos en-
tre las disciplinas de las ciencias sociales, los archivistas orales se ven
en la necesidad de aplicar la más clásica crítica histórica
en
el análisis
de las entrevistas.
lDebe la crítica de las grabaciones ser de
la
misma naturaleza que
la aplicada a las fuentes escritas? Si se toma en
cuenta
el inevitable
sesgo que introduce la situación particular
de la
entrevista, nos parece
dificil analizar las entrevistas si no es según los principios de la crítica
de textos (lo que no es el caso cuando se
trata
de encuestas relacio
nadas con la oralidad misma, como los emotextos de Ph. Joutard).
Hemos dejado de lado todas las interpretaciones del inconsciente que
se expresarían a través del hecho de la oralidad: vocabulario, aso
ciación de ideas, la fluidez y el tono de sus palabras, balbuceos, va
cilaciones, lo que exige,
en
nuestra opinión,
tanto
la competencia del
lingüista, como la del psicoanalista (según M. Eyck, los resultados que
los politólogos
han
obtenido hasta la fecha
han
sido poco convincen·
tes).
La
especificidad de lo oral reside, en nuestro caso, en la calidad
específica
de
la información.
Los
documentos
orales: riesgo de fascinación
Después de la fascinación que largo tiempo ejercieron sobre los inves
tigadores de ciencias sociales los métodos matemáticos y la abstracción
de
la
cuantificación, tiende a desarrollarse
una
nueva fascinación por
los métodos de lo vivido (suponiendo que
el
término tenga un sen
tido), independientemente de los resultados que permitan obtener.
quí importa subrayar,
con
base en algunos ejemplos, los abusos que
el empleo
de
lo oral amenaza con causar, abusos relacionados con lo
que podemos llamar la doble ilusión de la realidad -ilusión de tocar
lo vivido mismo- y de la totalidad. Esta fascinación se expresa
en
la
multiplicación
de
las historias de vida, de las autobiografías,
en
las que
el investigador sueña con descubrir el todo
de
lo vivido, el todo del
individuo, del grupo familiar o hasta de todo el grupo social. Es con
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78
De Herodow
a
la
grabadora
motivo de esta fascinación
que
los investigadores comprueban, con
pesar, que los entrevistados
construyen su autobiografía; algo inevita
ble, desde
el
momento
en
que ya
no
viven
su
vida sino que la cuentan,
en que escogen ciertos hechos desechando otros; algo inevitable, pue
sto
que
nunca
puede decirse todo y que lo vivido es por esencia indefi
nido, que la relación entre el entrevistador y el entrevistado desvía el
texto (pero con relación a qué verdad
si
no a la de lo vivido mismo que
nadie,
ni
siquiera el entrevistado, descubrirá nunca).26 En resumen, el
hecho de que ningún método recobrará
nunca
lo vivido, de que toda
fuente, escrita u oral, no será
nunca
sino la visión que los contem
poráneos, autores de estas fuentes, tenían
de
su propia historia ,27 se
resiente
como una
restricción insoportable.
Esta fascinación por el documento puede observarse en una pri
mera etapa
de
los trabajos de lsabelle Bertaux, uno de los raros trabajos
que se califican como historia oral llevada a buen tém1ino en Francia
sobre el aprendizaje del oficio de panadero en la época de entreguerras.
Aunque en
el
subtítulo del trabajo se lee encuesta de historia oral , se
trata más bien
de
una antología de documentos orales, sumamente va
liosa, para escribir una historia que, en esta etapa al menos, se reduce a
algunas frases sugerentes: Todo converge en
una
relación fundamen
tal,
la
relación de extorsión del trabajo gratuito que los artesanos pana
deros imponen a los niños [ .. ] debido a las necesidades estructurales
que se derivan del carácter artesanal del ramo. 28 Lamentamos que
no haya demostrado esta proposición analizando las entrevistas que
recogió,
entre
otras fuentes.2
9
En el transcurso de un coloquio, dijo:
No
hice
el
análisis de estas entrevistas,
no
podía decir
nada
mejor
26
No se
trata
del sesgo
que
imprime
un
mal entrevistador, sino del sesgo inevitable
que
toda situación de entrevista introduce.
2
7
P
Veyne, 1'.histoire conceptualisante , en J Le Goff y P Nora (comps.), Paire
'historie, t. l Gallimard, París, 1974, p. 67.
28
J. Bertaux, op.
cit.,
pp. 174-175.
29 Pero seguramente era sólo una etapa de su trabajo, pues en un texto que con
tiene reflexiones muy diversas, Daniel Bertaux, en una parte
de
su argumentación, que
por lo demás nos parece discutible, se une a nuestra posición a propósito del trabajo dd
sociólogo:
Helo
aquí situado ante la alternativa fundadora: callarse y dejar hablar , o
bien subir
de un
brinco
al
nivel verdaderamente sociológico,
en
el que
uno
ha de es
forzarse por distinguir el movimiento histórico de las
relaciones
sociales.
Este nivel existe
potencialmente y, por regla general, casi nunca se
encuentra
en el nivel de la conciencia
de los actores, o al menos de sus discursos. Por
lo
tanto, el análisis sociol6gico h 11
1
,g,1r,
pero
este
lugar
ha de
ser conqi,istado. Cfr.
D. Bertaux,
Comment
l'approche biographique
peut transformer la pratique sociologique , Recherches
l:conomiques et
Sociales, núm. 69,
abril de
1977.
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,
D.
Aron-Schnapper D Hanet .J.lLU~C_
i:
79
Bibliotec8 ~
que los entrevistados. 30 No cabe duda
de que
estos documentos son
estéticamente superiores, por su poder de evocación, la calidad siem
pre emotiva de los relatos autobiográficos, la descripción pintoresca de
los testigos oculares o
de
los venerables ancianos ,
en
comparación
con los análisis abstractos de los historiadores, pero no
por ello dejan
de ser una forma de inmediaticidad confusa .31 Suprimir el análisis
por su causa es renunciar a la misma empresa científica.
Por otra parte, les verdaderamente bruto este documento? Se
guramente la grabación
de
los discursos ofrece un documento más
próximo a la realidad
que
los reconstruidos por Tucídides según la
lógica de la situación histórica. Pero quien
evoca sus recuerdos ya
no
es quien los vivió: también reconstituye sus recuerdos según su propia
lógica. El documento oral, como la fuente escrita, puede y debe ser
estudiado y criticado, en el sentido fuerte de la crítica histórica. La
situación de entrevista es uno de los elementos de los que Seignobos
llamaba la crítica externa. El documento oral
no
es un
fin
en sí; no es
historia, es un documento para los historiadores contemporáneos o
para los del futuro y por lo mismo debe someterse a las mismas con
diciones
de
empleo científico que las otras fuentes. La recolección
de documentos orales puede ser tan rigurosa y sistemática como cual
quier trabajo científico, sin que por ello el documento como tal se haga
científico .
o
vivido existencial no es la construcción necesaria del
conocimiento, la conciencia ingenua no es el equivalente de la con
ciencia conocedora. La historia pertenece al
orden
no de la vida, sino
del espíritu. 32
La
mis'lla renuncia a la empresa científica se expresa por momen
tos entre algunos investigadores del museo etnográfico de Creusot.
Este vasto proyecto conlleva primero una labor, perfectamente justifi
cada, que puede llamarse archivista en el sentido amplio del término:
Una
sección entera de nuestra memoria colectiva amenaza con des
aparecer para siempre
si
no guardamos, conservamos, inventariamos,
clasificamos, exponernos estos testimonios tan diversos de modos de
vida en vías de extinción. 33 Tenemos las preocupaciones acostum
bradas de los museos: inventarios de los emplazamientos, de las cons-
30
Comunicación oral de Isabelle Bertaux en la
jornada de
estudio sobre el testi
monio oral ,
ya
citada.
31
P Veyne, k,c. cit., p. 70.
32
R
Aron.
lntrodi,ction
aa philr,sophie
de
l'histoire, Gallimard, París, 1948 ( la. ed.,
1938),t
102.
3
J
C
Marrey, Point de vue ,
Aménagement
local, febrero de 1977, p. 4.
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80
De Herodoto
la
grabadora
trucciones, de los archivos, de los documentos y también de los
objetos, desde luego ...
34
Pero a este trabajo de archivista q~e acoge
máquinas y legajos por igual haciendo un llamado a la población para
que espulgue sus graneros y haga revivir sus más antiguos recuerdos,
se suma de inmediato la ambición de influir
en
ella: Invitamos a la
población a descubrir los factores positivos
que
f~rjar~n su ~~rso~ali
dad y a los negativos que frenaron su desarrollo ;
35
La ongmahdad
del museo etnográfico de
la
Comunidad reside
en
su ambición: aspirar
al desarrollo cultural de una población.
36
Última etapa, la población
no
sólo ayuda a reunir archivos de todo tipo (desde objetos hasta re
latos autobiográficos), se convierte en objeto y actor involuntario de
una empresa
que
ya
no
es ni archivística
ni
histórica . Los investiga
dores, que ya no son ni archivistas ni historiadores ,
se
sitúan en el
mismo plano que la población y acaban por escribir en el programa de
uno de sus congresos: El aislamiento de los
que
fabrican la historia
debería poder convencerlos de que,. para una buena part~ de la ?ent~,
la cuestión es simplemente vivirla. No se trataría
de
la misma histona
y no sería válida para todo el mundo? 37 La respuesta a esta pregunta
retórica es evidentemente no; la palabra historia se toma en dos sen
tidos diferentes:
la
historia
que
viven los hombres tiene
una
categoría
epistemológica distinta de la historia fabricada (admiremos de paso
la crítica que este término implica) por los historiadores. La práctic.a
histórica sabe bien que
no
es cuestión de revivir el pasado, de perci
birlo y ponerlo a prueba [ .. ] sino de present rlo en un discurso que lo
haga inteligible.
38
•
Seguramente la práctica de las entrevistas orales, como toda_ prac
tica social,
nunca
es inocente, e incluso si se realiza sin que el inves
tigador tenga la aspiración de provocar una reacción p~lític.a (en el
sentido amplio),
puede
llevar a una nueva toma de concienci~ colec
tiva. Los
historiadores se encuentran ante el problema conocido por
los sociólogos
que
trabajan
en
las sociedades contemporáneas, cuyo
análisis mismo se convierte en uno de los datos objetivos de la reali
dad social que han observado e interpretado.
Ya
la toma de conciencia
34 M. Évrard, Les gens feuillent mémoire et grenier , ibid., p. 7
35 bid.
36
M.
Évrard, l:économie de
la
communauté urbaine.
Le
Creusot-Montceau-les
Mines , Spécial éco-musée, p. l
37 Programa del Congreso sobre la Memoria colectiva obrera , organizada los días
7 8 9 de octubre de
1977
(Circular del
15
de abril, p. 1).
' ' 38 F
Chatelet, a
naissance de
l'histoire, Pion, París, 10/18 , 1974, P· 16.
8/17/2019 Historia Oral 2_cropped
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D
Aron-Schnapper
y D Hanet
81
de las sociedades contemporáneas por sí mismas constituye, gracias a
las ciencias sociales,
una
de sus características. Sin embargo, no hay
que
concluir por ello
que
la encuesta oral cuestiona el papel de los
historiadores , que el historiador
ya
no
es responsable de
detentar
o
de elaborar
un
saber, sino, como el narrador
en
la sociedad antigua
(por lo demás mítico),
de
mantener y
de
transmitir una tradición.
No
se debe sustituir el papel de historiador (sociólogo, psicólogo ... ) que
interroga, analiza, explica, vuelve inteligible,
por
el del archivista.
El
papel del archivista, oral o no, tiene su
evidente
utilidad y nobleza,
pero
no
debe confundirse con
el
del historiador .
Aun cuando
no se
trate
del pasado sino del presente, el conocimiento sólo puede ser re
trospectivo: podemos vivir u observar los sucesos en el momento en
que
ocurren, sólo después los organizamos y los podemos
hacer
inteli
gibles.
Como
ha
señalado
J
Goy,39
no
es cuestión
de
elaborar una nueva
historia (el historiador siempre se compromete
con
la investigación de
su
propio pasado, así sean las fuentes orales o escritas) ni, claro está,
una
nueva sociología, sino de regresar a la constitución, con los medios
mecánicos
de
reproducción y el carácter sistemático de la encuesta
mediante entrevistas, perfeccionadas por sociólogos y psicólogos, de
las fuentes que durante siglos fueron las fuentes de los historiadores,
aunque una tradición reciente
que
apenas si se remonta a principios
de este siglo haya llevado a los universitarios franceses a rechazarlas.40
Los inicios de la historia griega descansan en relatos;41 el historia
dor
es,
en
primer lugai; el que se informa, el
que
investiga la tradición
oral.4
2
Con
todo, desde Herodoto y Tucídes existe por definición ese
desfase típico entre la experiencia vivida
y
la retrospectiva, que nunca
es resurrección y siempre es reconstrucción conceptual .43 Sin em
bargo, ese regreso a las fuentes de la historia
no
debe
hacemos
olvidar
9 Intervención
en
la jornada de estudios organizada por la Fondation Nationale
des Sciences Politiques,
ya
citada.
40 El
término de documentación oral de archivos orales nos parece conveniente
para el trabajo de los archivistas y de los archivistas orales ; en cambio, seguimos la
mentando el empleo del término de historia oral, adoptado
en
Francia siguiendo a los
anglosajones, para designar una historia que se basa en fuentes orales, entre otras.
41 En cuanto a mí, he de hacer conocer lo que me dicen, pero no estoy obligado
a creer completamente en ellos (que asf se diga de todo mi relato), pues hay gentes que
llegan a pretender .. (Herodoto, VII, 152). Podrían citarse muchos otros pasajes de
Herodoto: I, 123;
IV,
195;
VII, 148, 150,
152;
vn, 154, 168, etcétera.
42
D. Roussel, Les historiens
grecs,
Presses Universitaires de France, París, 1972.
43 R.
Aron,
op
cit.,
p.
95.
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82
De Herodoto
a
la grabadora
el sentido mismo de la reconstitución histórica, ni las adquisiciones de
finitivas de la escuela histórica científica del siglo
XIX
Cualquiera que
sea el proyecto, el del archivista, el del "historiador" o el del "archi
vista oral", el propósito es la utilización o la constitución de una nueva
fuente histórica, que algunas generaciones de historiadores universi
tarios equivocadamente dejaron de lado, y que los recientes intereses
de los historiadores han dotado con nueva actualidad. Puesto que los
cambios particularmente rápidos de la sociedad industrial hacen que
se resienta con mayor fuerza la necesidad de
mantener el recuerdo de
las tradiciones preindustriales y de recordar a un mundo que se desva
nece de
manera a menudo brutal, necesitamos
tanto
archivistas que
acepten las fuentes orales dándoles igual valor que a
los
documentos
escritos, como "archivistas orales" que (sin importar cuál sea su for
mación inicial) conozcan a la vez la práctica de la entrevista y el análi
sis riguroso de los textos, así como -last, but not least- historiadores
contemporáneos dispuestos a usar las fuentes orales, que reconozcan
su valor inestimable y sus límites.
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PRAXIS ANTROPOLÓGICA E HISTORIA
DE
VIDA*
FRAN<;OlSE
MOR N
Excepción hecha de narraciones como Tristes tropiques, los trabajos an
tropológicos de los antropólogos franceses no suelen ser
best
sellers. No
obstante, en los últimos años varias obras
de
"intelectuales nativos"
en
particular aquellas
en
las que el sujeto relata su historia de
vida-
han tenido un gran éxito.
La moda de la "autobiografía del pobre" se inició en 1975 con Le
cheval
d Orgueil, que forma parte de la serie comercialmente exitosa de
"Terre humaine".
Los volúmenes previos de la serie se convirtieron de pronto en te
soros ocultos para quienes procuraban comprender "lo que pasaba
en
la
mente
de los sujetos"
1
Todos los editores descubrieron a su "campe
sino arquetípico" y le dieron
voz.2
Como observó Claude Kamoouh, "la
hagiografía de los campesinos agotados por el trabajo se vende bien".
3
*Publicado en
Intemational Joumal
of
Oral
History, vol. 3, núm. 1, febrero, 1982,
pp. 5-29. Traducción de Victoria Schussheim.
I Pierre-Jakez Helias, prefacio a Toinou le cri d'un enfant, Antoine Sy v~re (comp.),
París, 1980.
2
Por ejemplo Émile Caries
J.
C.
Simoens, 1977), Henri Vincenot (Denoel, 1978),
Grenadou
Seuil,
1966), editado ahora en rústica.
3
Claude Kamoouh, "Les chantrés de la rusticité", Autrement, vol. 14, núm.
1,
1978. Kamoough, L 'Homme,
17,
1977, le recrimina a esta literatura, y en particular
a Helias, por tratar de comprender el pensamiento del campesinado bretón a través de
sus "anécdotas de granero más que mediante
la
reflexión sobre la cultura de
la
región
bretona". Pero como señalara Marce Druhle, Le
che\ al
d Orgueil de Pierre Jakez Helias:
83
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84
Praxis amropol6gica e historia de vida
De hecho, las innumerables narraciones
de
la serie, trazadas con bu
cólica rusticidad y que celebran los fuegos de turba al anochecer, cons
tituyen una excelente mina de inforrnación.4 Además,
Heritage year
que legitimó y honró después los valores
en
extinción de la cultura
campesina, incrementó este interés por los poetas épicos de la vida
rural .
El nuevo mito del buen salvaje refleja un cambio del interés, del
exotismo lejano al exotismo próximo en el que se crea distancia, si
multáneamente, a través de la historia y del terna . El mito desarro
llado durante recientes años de transición
con
una creciente concien
cia de todo un mundo
el
mundo
de
la Francia rural, con sus institu
ciones, su calendario y sus relaciones- está desapareciendo .5 Como
ha señalado Freddy Raphael,
el
amor por
el pasado
y
la
resurrección de la tradición representan,
con frecuencia, una sensación de pánico ante el rápido cambio, un
deseo de esconderse bajo las faldas de
la
abuela como si fuese otro
mundo ,
un
temor a perder los baluartes y los apoyos necesarios
para mantenerse firme contra el flujo de cambios que inundan este
siglo.
Negarse a cortar
el
cordón
umbilical
con
el
pasado constituye
un intento por huir de la muerte.6
Para poder saciar esta hambre de pasado, para satisfacer esta bús
queda de raíces perdidas, los últimos testigos y las únicas fuentes de
una civilización moribunda relatan su historia y se transforman en los
bardos de nuestro campo de ficción .7
analyse d'un document 'biographique' , Pluriel 1980, Helias en ningún momento ha
aducido cientificidad;
no es
un problema que le interese . Este bretón escribe sus me
morias y da testimonio de una visión interna de la sociedad campesina, ya sea mítica o
moral.
4 Freddy Raphael, Le travail de la mémoire et les limites
de
l'histoire orale ,
Annales, enero-febrero, 1980, p. 143. ,
5
R. Bonnain·y Fanch Elegoet, Mémoires de crance: apere.u provisoire des
en·
quetes
en
cours ,
Ethnologie francai.se
núm. 8, octubre-diciembre, 1978,
4, p.
339.
6
Raphael, Travail de la mémoire , p. 143.
7
Véase el libro de Michel Marie y Jacques Viard,
La
campagne inventée Editions
Acres-Sud, 1977.
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Fraru;oise
Morin
LAs
NARRACIONES DE
EXPERIENCIAS DE VIDA
CUESTIONAN A LA SOCIOLOGÍA
85
Mientras este fenómeno de la autobiografía del hombre pobre si
gue siendo un éxito popular, los investigadores
en
ciencias sociales en
Francia están descubriendo la narración
de
vida como herramienta
metodológica práctica. Daniel Bertaux, por ejemplo, fascinado por
las obras de Osear
l..ewis
y consciente de la pobreza de esos méto
dos sociológicos cuantitativos que se utilizaron en exceso
en
la década
de 1960, ha procurado aplicar
al
principio casi clandestinamente
el método biográfico como técnica
de
observación. (El
establishment
sociológico permanece indiferente, si es que
no
hostil,
ante
tales enfo
ques cualitativos, que considera subjetivos y, por tanto, no científicos.)
En el contexto de la investigación sobre las determinantes de lamo-
vilidad social , Daniel Bertaux emprendió una crítica metodológica de
la historia de vida,s apoyándose sobre todo
en
trabajos norteamerica
·nos, y puso a prueba el método durante un estudio sociológico sobre
la supervivencia de las panaderías familiares enfrentadas a la meca
nización y la comercialización de la industria .
Ha
descubierto que. la
recopilación de narraciones de vida no es una técnica. Es mucho más.
Es
un nuevo enfoque sociológico. Y este enfoque crea gradualmente la
necesidad de reevaluar todos los otros aspectos de la praxis y el método
sociológico actuales .9
Ha
alcanzado una mejor comprensión
de
la resistencia del esta-
blishment
porque las implicaciones del enfoque biográfico incluyen
todo un nuevo enfoque de la práctica de la sociologia . Bertaux se
ve
llevado, de hecho, a comparar la variedad
de
significados de los
datos que recopila
en
las narraciones autobiográficas (cuya impor
tancia lo abruma ), con la chatura de los datos empíricos habituales
(también denominados cuantitativos .. y hasta científicos ).10 Al
mismo tiempo que critica el frenesí cuantitativo ll de la sociología,
denuncia también a los sociólogos que, presentándose como los crea-
B Daniel Bertaux,
Histoires e
vies
ou
récíts
e pratiques
informe CORDES, marzo de
1976.
9 Daniel Bertaux, Comment l'approche biographique peut transformer la prati·
que sociologique , Recherches
Économiques et
Sociales nóm. 6, abril, 1977, p. 29.
10
lbid. p. 30.
Daniel Bertaux, Ecrire la sociologíe , Tnformation
en
Scienses Sociales núm. 18,
enero, 1979.
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86
Praxis
arnropol6gica
e
historia
de vida
dores de significado", sobreimponen en realidad un collage
de
signifi
cado -extraído
no
de la realidad social, sino de su propia experien
cia personal- cuando
se
enfrentan a datos "silenciosos"
12
Si utiliza el
método biográfico, que "deja que el informante hable por sí mismo", la
sociología ya
no
"se escribirá tras puertas cerradas so pretexto de ob
jetividad". Bertaux denuncia "el mito de las pretensiones científicas
de la sociología"
_ 3 Con
el pretexto de la objetividad, e imitando a las
ciencias naturales, la sociología es llevada a "cosificar
lo
que está vivo,
a estructurar
lo
que es conflicto y contradicción, a considerar inmu·
table y rígido lo que es, en esencia, histórico".14 En la medida en que
libera la voz de sus sujetos, el enfoque biográfico parece "especialmente
útil para reestructurar toda la práctica de la sociología", cuyo objetivo
no
son fenómenos que obedecen a las leyes de la naturaleza física, sino
"la dilucidación progresiva y continua del proceso histórico de las re
laciones sociales"
15
Esa "sociología de rostro humano", que revalide a los seres hu
manos y a la vida misma al negarse a tratar "los hechos sociales como
cosas", según
ha
propuesto Bertaux, caracteriza también el trabajo de
Fanch Elegoet. El enfoque biográfico, que emplea para comprender
las prácticas sociales del campesinado bretón desde el comienzo del si·
glo hasta la
década
de 1960 parece "tener el potencial para arrojar
nueva luz" sobre esa sociedad, ya que permite "que su lógica interna
surja a través de las prácticas y las representaciones de sus actores"
16
Al darle voz a los "actores silenciosos" de la historia, Elegoet se niega
a imponerles sus presupuestos o intereses metodológicos y conceptua
les; el enfoque biográfico "no se presta a la proyección de
un
marco
de referencia externo sobre su sujeto". "Permite una comprensión de
lo que está pensando el campesinado bretón", y el acceso a "la reali
dad cotidiana de sus relaciones sociales". Debido a que destaca la vida
social, "permite que hablen los silenciosos" y "rechaza un testimonio
selectivo, censurado, aprisionado en sistemas de pensamiento exclu
sivos, reduccionistas, totalitarios", la biografía permite "obtener otro
12 Bertaux, "Approche biographique", p. 49.
13
Daniel Bertaux, "From the life history: approach to the transformation of so-
ciological practice" en D. Bertaux (comp.),
Biograph:
and societ: Londres, 1981.
14 Bertaux, "Ecrire", p. 25.
15
Bertaux, "Approche biographique",
p.
33.
16 Fanch Elegoet, "La société paysanne bretonne par l'approche biographique",
ponencia presentada
al
Noveno Congreso Mundial de Sociología, Upsala, 14-18 agosto,
1978, grupo
d
hoc
núm.
20, l'.approche biographique, mimeografiado, 9 pp.
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Fra~oise Morin
87
tipo de infom1ación, densa y profusa" .
1
7
No
obstante, si bien lleva a
los mecanismos lógicos internos de las sociedades que se analizan, el
enfoque biográfico implica una actitud analítica diferente por parte
del analista. "No se trata de hacer que el objeto encaje
en
categorías
externas, sino, por el contrario, de extraer las construcciones inter
nas de la sociedad por medio de las propias categorías semánticas del
informante" _ 8 En oposición a los métodos sociológicos habituales; en
los que "el investigador selecciona los datqs que recopila, impone su
problemática, su ordenamiento de la realidad, sus categorías", Elegoet
recoge el "significado que abunda en el material en bruto, y que rebasa
lo que una metodología predeterminada le hubiese permitido expresar
a los informantes y comprender al analista" .
19
Con su riqueza, el material biográfico desafía al investigador; su
análisis lo lleva a la "formulación de nuevas hipótesis y a la invención
de nuevos principios teóricos".
Desde esos primeros esfuerzos aislados de Bertaux y Elegoet,
20
la recopilación de material biográfico en Francia ha experimentado
cierto florecimiento, no sólo
entre
los sociólogos, sino también entre
los geógrafos, los politólogos, los historiadores y los lingüistas.
2
1
Si bien la recopilación de autobiografías, archivos orales o emo
textos permite "la penetración en esferas y escenarios sociales inacce
sibles por medio de las fuentes escritas, y le da voz a los participantes
olvidados de la historia", como dice Raphael,22 Bertaux y Elegoet han
demostrado que al menos a los sociólogos les plantea una serie de inte·
rrogantes que obliga al investigador a redefinirse, así como a cuestionar
su praxis.
Ya
no puede quedar satisfecho con la simple reproducción
de problemas clásicos. Con la historia de vida el investigador se ve
forzado a "ampliar su enfoque", a "ver desde otra perspectiva", a
fin
de
obtener una visión interna de la vida social.
Según estos dos investigadores, la visión interna de la sociedad a
17 Fanch Elegoet, "l'.homme et lamer , Tud Ha Bro Sociétés bretonnes núm.
l,
1979,
p.
2.
8
R. Bonnain y Fanch Elegoi t, "Mémoires
de
France: les archives orales pour quoi
faire", Ethnologie fraru¡aise vol. 8, núm.
4
octubre-diciembre
de
1978, p. 354.
19 Elegoet, "Société paysanne bretonne", p. 7. '
20
También hay que destacar a M. Catani, quien
ha
empleado desde 1970
el
método
biográfico para estudiar el medio de los inmigrantes en Francia. Véase Mohamed Y
Catani, ]oumal de Mohamed Stock 2, París, 1973.
21
R. Bonnain y E Elegoet,
en su
artículo "Mémoires de France",
han
invent¡,riado
más de cincuenta diferentes proyectos actuales
en
las diversas disciplinas.
22
Raphael, "Travail de mémoire", p. 127.
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88
Praxis
amropol6gica
e hiswria
de vida
~avés de la narr~ción autobiográfica es la razón de ser del antropólogo.
Desde sus comienzos -escribe Elegoet- la etnología ha practicado
la narra~ión c,º~.memorativa, la entrevista genealógica, la biografía,
la autobiografía.
23
Bertaux cita a Leo Simmons y Osear Lewis, au
tores de las grandes autobiografías etnográficas conocidas
en
todo
el mundo, cuyo mérito principal ha sido el de permanecer
en
silen
cio ante la riqueza de las narraciones que recopilaron. Sin embargo,
y aunque la antropología cuenta con una larga tradición de historia
de
vid.a,
debemos recordar que ésta ha sido usada principal
-y
casi
exclusivamente-
en
Norteamérica. lQué piensan de este método los
antropólogos franceses? lPor qué
lo
han empleado tan pocas veces?
Estas pr~guntas se vuelven aún más interesantes ante
el
hecho de que
el trabaJo de campo <; el etnólogo está mediatizado por uno o más in
formantes que
se
refieren a sus propias experiencias vitales cuando res
ponden sus preguntas. Es esto lo que lleva a L L Langness a decir que
toda la an~ropologfa es, por su naturaleza, biográfica[ ... ] porque el in
formante solo comprende las cosas en el contexto de su propia vida .24
Antes de interrogar a los antropólogos franceses acerca de
la
solidez
de este enfoque metodológico, revisemos la tradición norteamericana.
LA HISTORIA DE VIDA EN LA ANTROPOLOGÍA NORTEAMERICANA
Dos obras separadas por un intervalo de veinte años han intentado
asumir una posición frente al problema: la primera es The
use of
per-
soruzl o~u~ts in ~nthropology de Clyde Kluckhon (1945); la segunda
es
_he
life
history
m
anthropological
science
de
L.
L
Langness
(1965)
Al tiempo que presentan una visión crítica del enfoque, ambos libros
prop~gnan su mayor utilización por parte de los antropólogos. Pero
c.o~viene señ~lar que en años recientes, con su insistencia en la obje,
t1V1dad y
~u
b~ueda de una estru~tura -en detrimento de
lo
subjetivo
y de
lo
psicologico- la antropologia ha tendido a descuidar la técnica.
Durante ~odo el siglo
XIX
la literatura de naturaleza biográfica que
rastreaba la vida
de
los grandes jefes amerindios y celebraba las virtu,
des del buen salvaje -que acababa de ser conquistado y al que se
pretendía civilizar - fue muy popular en Estados Unidos. Sin em-
23 Elegoet, Société paysanne bretonne , p. 340.
24
L. L Langness,
The life
history in anthropological scíence, Nueva York, 1965, p. 4.
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Franfoise
Morin
89
bargo, fue hasta 1926, con la publicación de Crashing thunder de Paul
Radio cuando los antropólogos comenzaron a usar realmente el enfo
que biográfico. Como señala John Dollard,
el
valor de la obra radica
en
su reconstrucción de la cultura winnebago desde
el
interior, más
que
en
el excelente análisis de la vida de un individuo 25 En realidad
Radio utiliza la biografía no sólo para rastrear cronológicamente una
experiencia determinada, sino también para mostrar cómo reaccionan
los individuos a las normas culturales impuestas por la sociedad. Su
influencia sobre los antropólogos norteamericanos fue significativa; a
partir de entonces, y hasta 1945, emplearon ampliamente esta técnica
cuando iban a las reservaciones a recopilar relatos de los últimos tes
tigos de la cultura amerindia tradicional. En un esfuerzo comparable,
Edward Sapir destacó las ventajas de un matrimonio entre la psico,
logía y la antropología. Al demostrar en su obra la relación intima que
hay
entre
individuo y cultura, inspiró a muchos de sus alumnos utilizar
la biografía en sus investigaciones.
e
En medio de este florecimiento de los documentos biográficos du
rante el primer periodo (1926-1945), destacan tres obras: Son of old
man hat,
de
Walter Dyk (1938);
Snwke
from their
fires,
de Clelland
Ford (1942), y el más conocido Sun Chief de
Leo
Simmons (1942).
Kluckhohn considera que este libro
es
la mejor autobiografía nativa,
no sólo por su etnografía, que proporciona un caudal de información
nueva sobre una sociedad ampliamente estudiada, sino también por
que renueva el método biográfico. Analicemos primero este último
punto. Leo Simmons, siguiendo los consejos del etnólogo Mischa Ti
tiev, especialista en la cultura hopi, escogió como informante a Don
Talayesva, que tenía entonces 50 años, y lentamente le hizo escribir
-por
sí mismo- la historia de su vida (pagándole aproximadamente
siete centavos de dólar por cada página manuscrita). En consecuen
cia, durante tres años (1938-1941), y totalmente solo, Don Talayesva
escribió un diario que llegó a tener ocho mil páginas y que rebasaba
con mucho las preguntas iniciales planteadas por Simmons, a lo que
se debe su calidad excepcional de reconstruir la cultura hopi desde
dentro... tal como es vivida primero por el niño, y después por el
adulto _26 La contribución metodológica de este libro consiste en el
hecho de que, por primera vez, el autor
de
la biografía es el mismo
informante. Desde iuego, el papel del etnólogo resulta determinante
2
5John Dollard,
Critería
for
the life
history, New
Haven
1935, p. 260.
2
6 Claude Lévi-Strauss, prefacio a la traducción francesa, Soleil hopi l autobiographie
d un
indíen
hopi
Par(s, 1959,
p.
x.
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90
Praxis amropológica e hiswria de vida
en la presentación final; además, Kluckhohn le reprocha a Simmons
el haber condensado excesivamente el material en bruto de Talayesva
-sólo se publicó una quinta parte-y haber modificado el estilo original,
del cual sólo encontramos un breve ejemplo en una carta (apéndice
D
que Don le mandó a su hermano Honseseoma Oso que Rastrea), que
era el nombre hopi de Simmons.27
- Más allá de su novedad metodológica, lqué otra cosa puede en
contrar el antropólogo en una historia de vida como ésta, que tras
ciende la mera descripción para revelar por primera vez, desde aden
tro , cómo se experimentan las costumbres y las instituciones? Titiev,
por ejemplo, le escribió a Kluckhohn que estaba sumamente impresio
nado por la sensación de impacto e ira de Don cuando en su iniciación
le revelaron los secretos de los kachinas .2
8
Al mismo Kluckhohn le
impresionó el papel central que desempeña la brujería en la narración,
papel que poco a poco conduce a la angustia y conforma el compor,
tamiento de Don Talayesva. En su análisis de los efectos de la cultura
hopi sobre la personalidad de Don, David Aberle es sin duda quien me
jor pone de manifiesto la riqueza de este documento.29 Aberle señala
que, desde los 4 años, Don estaba desarrollando una sensación de des
confianza:
Tamqién aprendí a reconocer a la gente en la que
podía
confiar[ ...]
Aprendí pronto a distinguir a la gente que
podía
castigarme[ ...] Los
parientes a los que
un
chico tiene
que vigilar más de
cerca
son
los
hermanos de su
madre
y sus hermanos de
clan.
Tienen dere
cho a castigar severamente a un chico desobediente,
y
casi
pueden
matarlo.30
La iniciación
en
la sociedad kachina, hacia los
9
años, sólo sirvió
para aumentar esta desconfianza. Cuando los kachinas entraron a la
27 Si bien el texto retrabajado por Simmons es tal vez más fácil de leer y, por tanto,
más accesible para el gran público, para el investigador hubiese resultado más útil contar
con
el
texto original de Don.
La
reelaboraci6n y
la
organización del discurso recopilado
por el método biográfico sigue siendo un tema de gran discusión. Para preservar la cua
lidad especfficamente oral
de
los testimonios, se tiende cada vez más, en la actualidad,
a publicarlos sin modificaciones. Véase por ejemplo Selim Ahmed,
Une
.iie d Algérien,
est
ce ~a
f
ait
un
livre que
les gens
oont lire?,
París, 197 3.
8 Citado por Kluckhohn.
9 David Aberle,
The
psychosocial analysis
of
a hopi life-history ,
Comparati1.1e
Psyclwlogy Monographs, vol.
XXI,
núm.
1,
1951.
30
Leo Simmons,
Sun
Chief,
New
Haven, 1945, pp. 67-70.
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Fra~oise Morin
91
kiva sin máscaras me llevé una gran sorpresa. No eran espíritus sino
seres humanos .. Me impresioné y me enojé especialmente cuando vi
a todos mis tíos, padres y hermanos de clan que bailaban como kachi
nas.
Lo
peor fue lo que sentí cuando vi a mi propio padre[ ... ]
3
Los
kachina, a los que siempre le habían presentado como dioses, no eran
más que sus parientes.
La
desilusión y la traición refuerzan lo que Don
había experimentado desde la infancia: resentimiento y desconfianza.
Durante su vida adulta las creencias y prácticas de la brujería siguie
ron reforzando este tipo de personalidad. Dentro del contexto de este
hecho psicocultural, de miedo por un lado y de angustia por otro, la
muerte sucesiva de sus hijos es interpretada como actos de brujería
y hostilidad. Don
se
vio impedido de reaccionar por el miedo avasa
llador de convertirse en un kahopi, es decir en un espíritu maligno o
Dos Corazones. El análisis de Aberle, que lamentablemente no pode,
mos discutir en este lugar, tiene el mérito de demostrar el potencial de
historias de vida como la de Don para revelar la importancia de la inte
racción continua de costumbres, instituciones, creencias y parentesco
con el comportamiento de Don; o,
en
otros términos, la forma
en
que
la cultura funciona como telar para las hebras del destino individual.
La edad dorada de la biografía en Estados Unidos terminó con
Sun
Chief, y las últimas obras son evidencia de una mayor preocupación por
la metodología que en las primeras, que estaban motivadas, sobre todo,
por el deseo de registrar culturas en extinción.
Siguiendo la obra teórica de Cora Dubois y Abraham Kardiner,
quienes utilizaron documentos biográficos,32 el desarrollo de la escuela
de Cultura y personalidad y una vasta investigación sobre el cam·
bio cultural y la aculturación, se podía haber predicho, como hizo
Langness, que la historia de vida adquiriría más popularidad después
de 1945. Paradójicamente, durante este segundo periodo la historia
de vida fue abandonada por los antropólogos norteamericanos.
Se
sugieren varias razones de ello. Langness señala un uso cada
vez mayor de
tests
psicológicos y de entrevistas cerradas por parte de
los antropólogos interesados por los problemas de la personalidad, lo
que corresponde sin duda a un movimiento por objetivar, por cuantifi
car los hechos para volverlos representativos. Cuando se empleaba la
31 Ibid.
p. 84. '
32 Cora Dubois, The
people
of Alor Minneapolis, 1944; Abraham Kardiner, The
psyclwlogical frontien
of
society, Nueva York, 1945.
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Praxis amropológica e hiswria de vida
historia de vida era un tipo de estudio de caso clínico individual, sobre
todo entre los etnopsiquiatras.33
Como lo ha propuesto Sidney Mintz, parece necesario ubicar la
falta de interés de los antropólogos por la historia de vida en el con
texto de la ~ntropología norteamericana. Mintz nos recuerda que,
hasta el comienzo de la segunda guerra mundial, los antropólogos se
concentraban por entero en sociedades ágrafas, técnicamente rudi
mentarias y no muy diferenciadas .
3
4
En la medida en que los evolu
cionistas veían el estudio de las sociedades primitivas en términos
de rastrear la historia de la humanidad, algunos antropólogos, como
Franz Boas, no sentían interés por reconstruir las etapas del progreso
~umano.
No
obstante, era necesario capturar, mientras aún era po
sible, todo lo que quedaba del pasado no occidental .35 Esto sugiere
que el estudio de los pueblos aculturados por el dominio de una so
cie~ad colonial
no
contaba _con un espacio en la antropología.
Las
sociedades que debían estudiarse tenían que ser aisladas, primitivas ,
y
no
estar en contacto con el mundo occidental. Esto tendió a hacer
de la antropología una
ciencia
de una clase de existencia humana (ge
nuina o espuriamente 'primitiva') y a amputar arbitrariamente la com
prensión de las continuidades de la existencia humana
en
l
tiempo
y
en
el espacio.
6
La necesidad de estudiar a esas sociedades como
si fuesen estáticas condujo a los antropólogos norteamericanos, du
rante
50 años, a presentar a los amerindios como primitivos que no
participaron en la historia de la cual fueron víctimas, y a ver bajo una
luz favorable la modernidad de la vida amerindia que se produjo corno
resultado del contacto constante con la sociedad dominante.
Cuando
en
1948,
después de la guerra, Sidney Mintz participó
en
el Proyecto Puerto Rico organizado por Julian Steward, el estudio an
tropológico de las sociedades modernas y complejas era muy poco fre
cuente, si
es
que
no
totalmente herético . Realizar la etnología del
Caribe era igualmente problemático, ya que las sociedades antillanas
no eran primitivas sino productos históricos que no cabían dentro
de la esfera de la antropología clásica. Hasta 1945, la historia de vida
.
33
Por ejemplo George Deveraux, Reality
and dream:
psycliotherapy
of a plain in-
dian, Nueva York,
1951;
\lictor Bamouw, The fantasy world
of
a chippewa womann,
Psych~~ry: Jouma for the t~y of lnie ~sonal
Relations~ núm. 12,
1974,
pp.
67- 76.
S1dney Mmtz, prefacio a la ed1c1on francesa de su libro
Taso,
la ~ie d'un
trawilleur
de l canne,
París,
1979, p. 10.
3
5 fbid., p. 10.
36
lbid.,
p. 11.
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Fra~oise
Morin
93
se adecuaba muy bien a este contexto ideológico. Relataba la vida de
amerindios que vivían en sociedades tradicionales, armoniosas,
si
bien
resultaron profundamente desorientadas por la llegada de los blancos.
Al describir lo que pronto
se
convertiría en el pasado norteamericano,
la historia de vida momificó a los amerindios en su primitivismo ori
ginal, tal como los antropólogos querían representarlo.
Después de la segunda guerra mundial esta herramienta meto
dológica, basada en una visión estática de las sociedades primitivas,
parecía inadecuada para el estudio de sociedades occidentalizadas y
estratificadas. El uso de la biografía, por parte de Mintz y de Osear
Lewis, para relatar la vida de gente común y corriente del proleta
riado de Puerto Rico y de México resultó algo revolucionario o mar
ginal. Cuando en 1960 (un año antes que el libro de Osear Lewis),
apareció Worker
in the
cane 37 casi no había ninguna autobiografía de
personas de la clase trabajadora occidentalizada escrita por antropólo
gos . Esta biografía fue la primera obra antropológica que ahondó en
una vida proletaria a fin de comprender lo que el colonialismo, el im
perialismo, la pobreza y el sistema de la plantación industrial le habían
hecho a un tipo de persona y de comunidad .
8
.
Osear Lewis señala que los antropólogos mexicanos, preocupa
dos por su problema indíger,a, han descuidado a los pobres urbanos .
9
La cultura de la pobreza que se revela en Los hijos de Sánchez, es no obs
tante, un problema persistente. En México ha sido un fenómeno más
o menos perdurable desde la conquista española de 1519, cuando se
iniciaron el proceso de destribalización y el movimiento de campesinos
hacia la ciudad .40
Mintz y Lewis, al trabajar en sociedades que la antropología solía
ignorar, resultan innovadores tanto en sus enfoques metodológicos
corno en las relaciones sociales de su trabajo de campo. n la ma
yor parte de las obras que se comentan aquí, el antropólogo aparece
como un espíritu invisible que graba y observa sin involucrarse emo
cionalmente. Por doquier se pasa por sobre la relación que vincula al
antropólogo y al informante, cuya calidad es decisiva para las condi
ciones de producción de la narración final. Mintz y Lewis, por
el
con-
37 Sidney Mintz, Worker of
the
cane,
New
Haven, 1960.
38 Mintz,
Taso,
p.
14.
39 Osear Lewis,
The children
of Sanchez: Autobiography
of a
mexican family, Nueva
York, 1961,
p. XXII.
Los
hijos de Sánchez. Autobiografía de
una familia
mexicana, Grijalbo,
México,
1982.
40 lbid., p. XXV
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94
Praxis antropológica e hiswria de vida
trario, d_estacan
en
sus respectivas introducciones la importancia de
las relaciones
~
comparten
con
sus informantes, y que no son de na
turaleza ec~nomica, como la de Simmons y Don Talayesva, sino fruto
de una
amistad profunda y
una
confianza reconocida. Oigámoslos:
o que comenzó como un interés profesional en su vida se con
virtió en amistades cálidas y perdurables(
...
]
La
familia Sánchez
aprendió a confiar y a creer en
mí.
Nos llamaban a mí a
mi
esposa
en
momentos de necesidad o de
crisis
y les ayudamos en
enfermedad~s, borracheras, problemas con
la
policía, desempleo y
peleas familiares. No seguí la práctica antropológica habitual de
pagarles como informadores (ino como informantes ), y me sor-
pre~dió la falta
de
motivación monetaáa en su relación conmigo.
Básicamente, lo que los llevó a contanne
sus
histoáas de vida fue
su sentimiento de amistad.41
El
trabajo que Taso y yo emprendimos juntos
se
basaba en la
confianza y la estima mutuas. Nunca le pagué directamente a Taso
por su cooperación, ni hubiese sido posible que lo hiciera: nos
· habíamos vuelto demasiado amigos. Yde cualquier manera el pago
no hubiera sido congruente con
los
valores rurales de Puerto
Rico.
o
que podía hacer era comprar regalos ocasionales para la familia
Y
ayudar con el cuidado dental de los niños, o con
los
arreglos de
l~ casa. Taso c~nfía ahora
lo
bastante en mí como para sentirse en
libertad de pedmne dinero cuando lo necesita mucho, y esto es una
verdadera prueba de
la
intimidad que hemos llegado a
tenei:42
, El uso de grabadoras eléctricas,
que no
eran
tan
comunes
en
la
d~cada de
1950
como ahora, permitió en ambos casos grabar las narra
~iones de los "silenciosos de la antropología". Osear Lewis señala
que
con ay~da de la grabadora las personas impreparadas, sin educación
Yhasta iletradas pueden hablar de sí mismas y relatar sus observacio
~y experiencias de
manera
desinhibida, espontánea y natural".43 Si
bien ~eorganizó cr?~ológicamente la narración grabada, Mintz subraya
que
nunca
cambie las palabras de Taso o su sentido".44 (Adviértase
cuánt~
se
a~anzó desde Sun
Oiief.
Si
Don
hubiese podido grabar
su
narración, Simmons hubiera evitado la trampa
que
se creaba al hacer
que una persona formada en
una
sociedad con tradición oral empleara
la comunicación escrita.)
41 lbid.
p. XX.
42
Mintz,
Worker
p. 7.
43
Lewis,
Children p. XXII.
44
Mintz,
~rker p.
6.
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Fra~oise Morin
95
Si bien el libro de Lewis nos brinda
una
visión
penetrante
de una
familia proletaria mexicana gracias al uso
innovador
de autobiografías
cruzadas que "suprimen parcialmente la subjetividad inherente a una
autobiografía única",
5
la
obra de
Mintz
parece
más
importante
por un
número
de
razones. El
autor no
se satisface con reconstruir la histo
ria de Taso, sino
que
más bien nos informa de las motivaciones que lo
llevaron a
emprender
la historia de vida de Taso.
Se
entera por ac
cidente
de que Taso, con quien había trabajado varios años antes y
a quien considera su amigo, acaba de convertirse al pentecostalismo.
Al no
comprender
el significado de un cambio tan fundamental para
alguien a quien creía
conocer
bien y
que
había resultado
ser
un
infor
mante muy pobre
en
lo referente a materiales religiosos", Mintz decide
volver a Puerto Rico y "pedirle a Taso que coopere[ .. ] escribiendo la
historia de su vida".46 El trabajo entra, así, en el contexto de un pro
grama de investigación, con una larga relación por ambas partes, con
una gran amistad en la que cada uno involucra al otro, y la riqueza de
cuya interacción nos es presentada por el autor.
Otro elemento innovador que nos ofrece el libro -que ningún
otro documento biográfico
ha
logrado hasta hoy- es el análisis de los
datos biográficos
de
Taso a la luz del
contexto
socioeconómico
de
su
grupo social proletario rural. Como lo
señalara
Mintz
en
un artículo
reciente,47 esto implica que, si bien la historia de vida requiere un tra
bajo de campo intensivo con uno o más informantes, no puede sos
layar el estudio intensivo de la
comunidad
en la que vive y trabaja
el informante principal.
De
hecho, es la comprensión de los cambios
acelerados
que
se produjeron
en
los cinco
años
anteriores
-no
sólo
en
el Barrio Jauca (el barrio de Taso), sino
también
en la región costera
meridional y en todo
Puerto
Rico- lo
que
le permite a Mintz explicar
los diversos problemas a los
que
se
enfrentó
Taso a lo largo
de
su vida
y
comprender cómo -dado el desorden económico, político e ideológico
de toda la sociedad- Taso se ve llevado a escoger rumbos alternativos,
como la conversión al pentecostalismo.
Desde
que
en
1960
apareció este primer análisis del material bio
gráfico -esta "historia
dentro de la
historia"-,48 cabe condolerse, como
Langness, de
que
en nombre de
una
presunta objetividad científica
45 Lewis
Children p. XI.
46 Mintz, \.\íbrker p. 6.
47
Sidney Mintz,
The
anthropological interview and che life history", The Oral
History Review 1979, pp. 18-26.
48 Título del último capítulo de la traducción al francés de Mintz, Worker.
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96
Praxis amropológica e
hiswria
de
vida
mayor Y de preocupaciones teóricas diferentes, los antropólogos nor
teame~icanos hayan rechazado este enfoque. Y, no obstante, lno es
esta busqueda de la precisión una coartada científica para
no
aventu
rarse e~ la ~atural_eza de la relación dual de la antropología, implícita
e~ la histona de vida,
en
la que "el etnógrafo y el infonnante se
entre-
vistan mutuamente ?49
LA HISTORIA DE VIDA Y LOS ANTROPÓLOGOS FRANCESES
Durante
los últimos
50
años
50
los estilos nacionales en antropología
s~ ex~resaro~ en parte, en Francia, en una actitud ambigua hacia la
~1stona de vida. ~lgunos la recomiendan; otros la aprecian pero con
sideran
que
ensena poco. Muchos la ignoran; muy pocos la usan.
~n
~u
~;tfculo de 1_934, "Fr~gmentd'un plan de sociologie générale
des1.-npt1ve , ~ue anahza los metodos existentes para estudiar lo·s sis
temas educativos, Marce Mauss muestra que existe un medio de eva
ua~i~n.
Es_
la recopilación de autobiografías. Se puede interrogar a
md1v1d
u~s discretos como l?s
i_efes
sioux, como por ejemplo a 'Crashing
thunder,
al que Paul Radm introdujo a la historia. En estas narra
cio 1es indiv.~duales se ve cómo se cría a la gente, quién lo hace y de
que
manera .
51
En su famoso Manuel d'etlmographie Mauss encuen
t~a
también que "el método autobiográfico que cons~te en solicitarle
biografías a ciertos individuos, como
lo
hace Radin da excelentes re-
I d
.. 52 n •
su ta os · ue esta manera, uno de los padres fundadores de la antro-
pología francesa parece recomendar la historia de vida como enfoque
metodológico.
En una encomiosa reseña de Sun Chie[, publicada primero
en
una
re~ist~ norteamericana
53
y luego en L 'Anné Sociologu¡_ue Lévi-Strauss
comcide con Mauss.
El libro constituye un documento de excepcional valor para la etno-
:~ Mintz,
. ~~
anthropological interview",
p.
23. Cursivas del autor.
. P
Merc1er, ~nthropologie sociale
et
culturelle" en Jean Poirier (comp.) Eth _
log1egenérale,
París, 1968, p. 898. • no
Marce Mauss, Oeuvres, París, 1969, vol. 3, p. 341.
53
Marce ~auss,
Ma~uel
d ethnographie París, 1947, p.
15.
Leo W. S1mmons, Rev1ew of Sun Chief" Social
Research
núm ·10 1943
515-517. ' ' . ' • pp.
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Franqoise Morin
logía
y la psicologia[ ...]
porque,
desde
el comienzo,
tiene éxito en la
tarea
más difícil
a que se enfrenta el investigador
de
campo: cómo
presentar una cultura ajena
desde
dentro" como un todo viviente
regido
por
la
armonía interna, yno
como
una acumulación arbitra
ria de costumbres e instituciones cuya
exi.stencia,
simplemente,
se
observa.54
97
Esta "admirable biografía pennite observar paso a paso la adap
tación de un niño a las exigencias de su cultura".
5
5 Este teórico del
parentesco nos recuerda, incluso, que "para un niño hopi no
es
más
difícil que para uno de los nuestros
entender
por qué a cualquier an
ciano debe llamarlo 'hijo mío'
.
Lo que le parece contradictorio al
primero no lo es menos para el segundo. "La descripción de las dificul
tades psicológicas que pueden ser causadas por el aprendizaje de este
sistema", incluso para un niño como Don, "que nació en una sociedad
que lo practica tradicionalmente", representa para Lévi-Strauss "una
de las mayores contribuciones de
Sun
Chief a la teoría emológica".56
Esta función catártica, "el mérito principal
de
los trabajos que se ba
san en autobiografías indígenas", permite resolver, por eliminación,
numerosos problemas o seudoproblemas que, "debido a la artificiali
dad de la observación desde el exterior, parecen reales". Pero hasta
aquí llegan las virtudes de la biografía. Si bien Lévi-Strauss coincide
con Kluckhohn en que la biografía "contribuye a resolver falsos pro
blemas", se muestra muy inquieto cuando el segundo observa que "el
estudio sistemático y comparativo de documentos individuales puede
inaugurar
una
nueva era de la investigación etnográfica" 57
En la medida en que revelan varias claves de lo que habría de diri
gir y dominar la antropología francesa hasta el presente y de lo que en
cierta forma determinaría la falta de interés de Lévi-Strauss por la bio
grafía, estas reflexiones, tomadas principalmente de dos de sus reseñas
publicadas treinta años atrás
en
t nné Sociologique, siguen teniendo
importancia. Si bien reconoce el valor excepcional de una narración
corno la de Don Talayesva, que supera lo que para el antropólogo ha
representado con frecuencia un "enigma insoluble" y logra lo que la
~5
Claude Lévi-Strauss, "Compte rendu
de Sun
Chief. the autobiography of
a hopi
indian, par Leo S. Simmons",
I:Anné
Sociologique 1940-1948 1950, p. 330.
55 Oaude Lévi-Strauss, Les
structures elementaiTes
de l
parenté,
París, 1967, p. 104.
5
6
Claude Lévi-Strauss, prefacio a la edición francesa de Sun Chie{. soleil
hopi,
París,
1959,l
v
·
1 Lévi-Scrauss, "Compte rendu", p. 330.
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98
Praxis aruropológica e historia
de
vúia
mayoría de los antropólogos procuran en vano a lo largo de su ca
rrera: la reconstrucción significativa de una cultura desde adentro,
Lévi-Strauss no promueve la recopilación sistemática de esos datos
biográficos porque,
para
él, la experiencia individual no constituye un
objetivo científico. La biografía, más
que
ensefiar, devuelve la vida .
Por tanto, para el etnólogo resulta imprudente detenerse en los casos
individuales; por encima de todo debe recopilar esos elementos que
permitan elaborar una teoría sistemática.
En un artículo publicado
en 1965,
Roger Bastide demuestra que
dos ramas divergentes de la antropología francesa, representadas por
Lévi-Strauss y Leenhardt (sin duda se vincula con este último), se ba
san en un desacuerdo que, en realidad, es filosófico. Detrás de
Do
Kamo y La pensée sauvage están los espíritus de Descartes
y
de Kant.
58
El lector debe consultar el artículo para ver los detalles de la discre
pancia, pero señalemos, al menos, la idea de que las culturas estu- .,
diadas por los antropólogos presentan la misma multiplicidad que las
sensaciones para el filósofo. Ambos pretenden buscar
-y
por tanto
encontrar-
orden. Los etnólogos como Lévi-Strauss buscan la estruc
tura en actos culturales que son producto de la naturaleza humana.
Para descubrir tal orden, el antropólogo debe evitar las ideas confusas
y oscuras , como señala Bastide. Para Lévi-Strauss no existe manera,
como con Descartes, de convertir la confusión en orden y la oscuridad
en
claridad .59 Lévi-Strauss no niega esta zona de penumbra. Se ve
forzado a reconocerla, pero se libra rechazándola . Se libra de ella en
la idea misma de
la pensée sauvage
(que es desculturizada ), y trata la
clasificación de la realidad como característica distintiva de la mente
humana .60 La descarta en su estudio del mito; estudia a éstos para
destruirlos, encontrando sólo las huellas de la razón y sus leyes cons
titutivas.
Nunca
se arroja al abismo, ni coquetea con l vértigo de
los símbolos. Si bien reconoce la riqueza de las ideas, el
des~rtar
de las sugestiones y la cualidad de abrir brecha que se encuentra
en
las obras de Lévi-Strauss, Bastide critica su orientación durkheimiana,
que lo lleva a cosificar las diferencias y a convertirse en el cirujano que
58 Oaude
Lévi-Strauss, Compre
rendu
de l'ouvrage de CI. Kluckhohn.
The
use
of
personal
documents
in anthropological science , L 'Anné Sociologique
1940-1948 ,
1950,
p.
33 l
59 Roger Bastide, Conclusion
d'un débat
récent: la pensée obscure et confuse ,
Le
monde
non chrétien,
julio-diciembre,
1965, p. 139.
60 Ibid., p.
142.
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Franqoise
Morin
99
anestesia los cuerpos que desea operar a
fin
de poder disecar mejor la
red de los ligamientos .
6
1
Este comentario sobre las reflexiones de Bastide no es gratuito.
La historia de vida es parte de las sombras que
ha
desechado Lévi·
Strauss. Desde luego, parece seductor
(ya
que
encomia
Sun Chief);
pero también es peligroso porque desvía al antropólogo de su verda
dero trabajo.
El
problema es que no sólo se revelan dimensiones irra·
cionales de la vida social, sino también dimensiones significativas que
las estructuras de la razón o la mente no cubren. La subjetividad in·
herente de la historia de vida y el que produzca hechos que no pueden
asimilarse con cosas se denuncian como límites del método y pruebas
de su estatuto
no
científico. Lévi-Strauss sigue estando convencido de
que sólo los hechos sociales considerados como cosas pueden cons
tituir una verdad científica .62 Esta cosificación , enseñada durante
los últimos 30 años, ha dominado la antropología francesa a través de
su construcción de un sistema que, por erudito que sea, permanece
en
silencio con respecto a los seres humanos que le han dado vida.
Bastide se
ha
opuesto siempre a la antropología de las formas va,
cías y deshumanizadas. La civilización no es sólo un sistema mecáni
co de conexiones entre puntos, sino una armonía de significados que
no es el reflejo de esas relaciones sino, más bien, su carne y su sangre .
63
El etnólogo debe dejar de colocar la civilización bajo un cristal[ ... ]
debe descosificar los hechos sociales para volverlos humanos
.64
Com
prender que en la vida lo que es animal y planta tiene que triunfar
sobre el espíritu de la mineralogía .
6
5
En
su
busqueda de el Otro
en Otra parte , Bastide sondea incesantemente las profundidades de
un mundo de confusión y oscuridad,66 un
mundo
que nuestra civili
zación rechaza o que, más precisamente, considera como una exis·
tencia inferior, inadecuada, como una conciencia de segundo orden
y
por tanto, indigna de atención .67
61 Ibid., p. 144.
62
Ibid., p.
145.
63
Lévi-Strauss, Compre
rendu
de Kluckhohn , p.
33
l
64 Roger Bastide, l'.ethnologie
et
le nouvel humanisme ,
Rewe
Philosophique,
octubre-diciembre de 1964, p. 447.
65
Ibid.
p. 446.
66
Véase nuestro artículo, Franc;oise Morin, Roger Bastide ou l'anthropologie des
gouffres
,
Archives de
Scienm Sociales
de
Religioru,
n(ím. 40, 197
5,
pp. 99-106. Asi
mismo, Charles Lalive d'Epinay, Roger Bastide
et
la sociologie des confins , L 'Année
Sociologique, núm. 25,
1974,
pp. 13,26.
67 Roger Bastide, Conclusion débat récent , p. 148.
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100
Praxis
antropológica
e historia
de
vida
Como Bastide no levanta barreras impasables entre las diferen
tes ciencias sociales, y como destaca continuamente el hombre com
pleto y la relación íntima entre lo social y lo psicológico, siempre se ha
mostrado abierto
al
uso de la historia de vida
en
el trabajo de campo.
Si bien él mismo no
ha
recopilado ninguna,
ha
recomendado firme
mente el método a sus alumnos, tanto
en
Brasil corno
en
Francia. Ésta
no
es más que una de las muchas sendas que les
ha
abierto, al saber
que
en
su propia vida no disponía de tiempo suficiente para explorar
las todas. Dos de sus antiguos estudiantes brasileños han seguido esta
senda metodológica. La primera, María lsaura Pereira de Queiroz, re
copiló la historia de vida de una sirvienta afrobrasileña, hija de una
esclava y representante de la clase baja de color de Sáo Paulo.
La
segunda, Renata
J
rdin Moreira,
ha
escrito acerca de un dirigente mu
lato de asociaciones masculinas de color , testigo de la historia de los
Paulistas Negros. Bastide presentó estas dos experiencias en un vo
lumen de Sóciologia de 1953, diciendo que,
en
su opinión, la princi
pal contribución metodológica de esos trabajos consistía en demostrar
que,
en
oposición a lo que sugiere Dollard (cuyos criterios parecen re
sultar insuficientes), el investigador, por encima de todo, debe evitar
la estandarización, a
fin de
poder adaptarse al medio social específico.
Tiene que refinar la técnica según el grupo sea aislado o interactivo,
corresponda a un estrato o a otro, tenga modos de vida
fijos
o móvi
les, y grupos tradicionales o de transición .
68
Entre
los
estudiantes que
han par~icipado
en
los seminarios de Bastide
en
I..'.École Pratique des
Hautes
Etudes, Selirn Abou es sin
duda
el que mejor aplicó la técnica
en
su libro Immigrés
dans
l autre Amérique,69 que presenta las autobio
grafías de cuatro argentinos de ascendencia libanesa.
Sin embargo,
si
bien Bastide, tanto en sus clases como
en
sus
publicaciones,7°
se
ha mostrado abierto a esta técnica, nunca ocultó sus
dificultades.
Las
siguientes son las que consideramos más importan
tes. Primero, lejos de ser un monólogo que coloca al observador en
tre paréntesis, la historia de vida se apoya
en
un diálogo en el cual el
68
Roger Bastide, lntrodu¡;ao a dois estudos sobre a tecnica das historias de vida ,
Socioloiia núm. ,
1953,
pp. 6-7.
6
Selim Abou, lmmigrés dans l'Autre Amérique , París, 1971. Véase el anexo,
p. 531.
70
Véase
en
particular Roger Bastide,
Sociologie
des maladies mentales París, 1965.
También su artículo, Psychologie et ethnologie , Ethnologie gétlérale pp. 1649-1650.
Consúltense asimismo
los
archivos orales de su seminario (1962-1973), inventariados
por D. Dauty para CREDA, en los que trata, en diferentes periodos, la historia de vida.
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Fra~oise Morin
101
etnólogo es uno de los agentes del mundo exterior. El etnólogo
s~
en·
cuentra por tanto con todas las dificultades inherentes al traba10.~e
campo. Segundo, tanto la autojustificación como la ~bre:alor~cion
del sujeto pueden llevar al investigador a ret~?tar un
upo.
ideahza~o.
Tercero, aunque resulta deseable
la
comparac10n
entre
va.nos casos
in·
dividuales, en la realidad es utópica porque estamos traba1ando con un
universo de variables múltiples ; en otras palabras, aunque los casos
puedan parecer idénticos, cada uno tiene un significado y una signifi-
cación diferentes.
Una vez que
se
reconocen estas dificultades, el etnólogo puede
encontrar muchas ventajas en la historia de vida; al develar los as·
pee tos subjetivos de la organización, puede comprende~ mej?r
s.u
[un·
cionamiento· al entender cómo actúan juntos en
l
mismo individuo
lo económic~, lo político, lo religioso y lo social, puede, evitar la
d.i·
sección de la realidad inherente en sus técnicas y categonas de traba O
de campo y comprender cómo los jirones de realid.ad crean una Gestalt
única en el nivel del comportamiento verbal del informante;
y,
al pe
netrar en las áreas significativas del sujeto, el investigador puede evitar
los peligros de su propia subjetividad. .
Así como Bastide le demostró al sociólogo que el hombre dormido
no era lo mismo que un hombre muerto , cree que el etnólogo debe
complementar la historia de vida de una persona que se levanta
Y
se sienta con la de un hombre que se acuesta y sueña . En cuanto
a las funciones de esta herramienta metodológica, dependen del mo
mento de uso en el curso del trabajo de campo: puede sugerir hipótesis,
así como permitir su verificación e incluso su ejemplifi~ación. .
Éstas son las mismas funciones que Eric
de
Damp1erre le
ha
atri
buido a la historia de vida y más en general, a los documentos persona
les.71 Dampierre, de hecho, es uno de los pocos ~n~ropólogos fra~~~ses
que ha reflexionado sobre este instrumento. Si bien afirma sus neas
posibilidades , está consciente de los problemas que se p~~.ucen, ~o
sólo durante la recopilación, sino también durante l anahs1S Y~a
i.n-
terpretación. Dampierre llama la atención sobre el aspecto a~n?cial
de la historia de vida, en la medida en que es provocada Y sohc1tada
por el etnólogo. Como respuesta al estímulo, este, tipo de ~ocumento
se escribe en la dialéctica del yo y el Otro, y
cae
asi en la sene de tram·
pas que
entraña
la dialéctica.
El
análisis del documento reside en la
71 Eric de Dampierre,
Le
sociologue et l'analyse des documents personnels ,
Annales,
núm 3, 1959, pp. 442-454.
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102
Praxis amropológica e
historia de
vida
selecci?n de
_las
categorías, que a su vez se apoyan en
las
hipótesis"
qu~ el investigador se ha visto forzado a seleccionar. lCómo se puede
meJorar el valor de ese material? Dampierre planteó esta pregunta en
1959,
y lamenta no haber encontrado respuesta a ella
en
los
manuales
metodológicos.
En
ese periodo en Francia no había más que uno, el de
Marce Maget, publicado en 1953.
La
Guide d étude des
comportements
cultureles,
si
bien le dedica un capítulo a la biografía, no
es
satisfactoria
para el investigador pues no se ocupa de los problemas fundamentales
que aquí se plantean.
El tema de la historia de vida no volvió a tocarse hasta 1974 72 esta
vez en, un libro que denunciaba astutamente
la
bancarrota pedagógica
del metodo an':opológico. En Critiques et
politiques
de l anthropologie,
Jean Copans senala que el único adiestramiento metodológico del
et·
nólogo_
pa~a el t~abajo de campo consiste en leer monografías. No obs-
tante, mdica atmadamente que "la mayor parte de estas obras tienen
una seria falla epistemológica: no se aprende nada acerca de las condi-
ciones de su elaboración",73 lCómo se recopilan los datos?
lQué
obs-
táculos se presentan en el campo? En síntesis,
lcómo
se hace antro-
pologí~? Preguntas que todos los estudiantes se plantean, pero que los
profesionales eluden, prudentemente, en sus libros. Para subsanar esta
brecha metodológica, Copans recomienda una nueva colección nor-
teamericana, Studies in Anthropological Method, que incluye la obra
de ~angness de la que se habló antes. Pero aunque Copans merece
rédito por haber cuestionado ciertas prácticas antropológicas, es de
amentar
q_ue n?.
h~ya ~~enturado
lo
bastante lejos como para li·
rarse
de
cierto ciennsmo que domina a la antropología. Piensa que
angness comete
un
grave error teórico al afirmar que la naturaleza
e la antropología es fundamentalmente biográfica. Para Copans, si
os d~tos re~?pilados está~ e~ el nivel individual, la labor del etnólogo
onsiste en mostrar su significado y definir
el límite e
su
sigruficación
b
· · "
74 El l d l ,
1etwa · .
pape e antropologo es el de producir significado
yana
izar lo más ngurosament~ posible las estructuras, el material y los pro-
uctos ment~les ~e
la
so_ciedad.
Una vez cumplida esta misión, puede
mplea~ la h1st~na de vida para ilustrar el funcionamiento de lo que
a
ha
sido analizado. Desde este
punto
de vista la historia de vida
.
72
Ethnologie génér~le, que apareció en
1968
dedicaba
doce
capítulos (más de 300
aginas) a la metodolog1a antropológica. Ni
una
sola de ellas mencionaba la historia
de
ida.
73
Jean .Copans, Critiques et
politiques
de l anthropologie, París, 1974 p. 47.
74 Cursivas nuestras.
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Praxis amropológi ca e
historia
de vi da
la interacción, se arriesga a convertirse en objeto del interrogatorio.77
Perdería esa distancia áurea, garantizada por su identidad de extran
jero superior ;
78
tiene que estudiar objetivamente a esas sociedades
frías , que son las únicas dignas de su interés.
E NJCIDAD
E HISTORIA DE
VIDA
O DE
CÓMO
UN
TEMA
PROHIBIDO SE UNE A
UN
MÉTODO INÚTIL)
~i
~l
mund~ h~ experimentado más cambios durante el periodo del
ultimo medio siglo que en el tiempo transcurrido desde
el
comienzo
de
la
era
cristiana hasta
el
presente, ha sido sólo
en
los
últimos
30
años que los efectos de ese cambio han resultado tan profundos en el
tercer mundo como en Europa.
Ya
se trate del fin del campesinado
en un lugar o de
la
desaparición de los primitivos en el otro, por pri·
mera vez
en
la historia de la humanidad
ha
habido una ruptura en
la
transmisión de conocimiento por tradición oral .79 Conscientes de
q~e se e~frentan. a los últimos testigos de sociedades desaparecidas, en
anos recientes ciertos etnólogos franceses han resucitado el método
biográfico
y
recopilado datos de sobrevivientes de sociedades que
ya.
no se yueden observar directamente. La urgencia de esta tarea, que
recuerda
la
de los antropólogos estadunidenses en la década de
1930
quienes se veían frente a los últimos miembros vivos de las socieda~
d~s in,dias norteai.nericanas, se revelará en la proliferación de registros
biograficos que
fiJan
un pasado
y
crean archivos orales. En este te
rreno
de
la úl.tima oportunidad ,
el
método biográfico sirve para regis,
trar las prácticas culturales que morirán con sus últimos portadores.
El redescubrimiento de esta herramienta
no
es tanto una cuesti6n me,
todológica como una oportunidad de rescatar un legado cultural. Si
bien es una tarea que amerita prioridad, la historia
de
vida no se enfoca
aquí como un medio de momificar a estos últimos testigos y a través
de
ellos, a sus sociedades extintas.
Por otro lado, si se reflexiona sobre los fenómenos de la ruptura,
77
Véase la ponencia de
M
Catani, Susciter une histoire de víe sociale est d'abord
affaire de relation , ponencia presentada al Noveno Congreso Mundial de >ciologfa
Upsala, 14-18, agosto, 1978. '
; G. Lecl~r~, I::?bservat~n de l ~mme, une hisroire des enquetes socia/es, París, 1979.
Jean Pomer, Des réctts de vte aux ethnobiographies , Mélanges en l honneur
de
Charles Morazé: culture, science
et déwloppement,
París, 1979,
p.
514.
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Fra~oise Morin
105
la anomia, y las crisis engendradas por los rápidos ca~bios ex~eri~en,
tados por los participantes en las nuevas formas ~e vida,.la histona de
vida puede permitir
la
identificación de la elecc1on de ciertas estrat~
gias utilizadas para mitigar el desequilibrio y el.desorden de ~n camb10
demasiado rápido.
La
selección del método biográfico se vmci:la
~on
la dinámica del cambio y por ello, no es un simple registro de pracn~as
culturales sino, más bien, una revelación de interacciones, de confhc,
tos y de posiciones sociales y políticas.
Hasta la década de 1960 los individuos nacían f madu~aban e~
un medio que no cambiaba radicalmente ni cada decad~ m, tan si-
qu
iera de una generación a la siguiente .ªº Ahora no funcionan ya las
' l . d
.d
81
antiguas formas. Hay una crisis del modelo acurnu ativo e v1 a ·
En todos los países occidentales el año de 1965 se pr~~~ta .con:i~ el
punto en el que se desvió la senda lineal de nuestra civ1hzación. El
advenimiento de una nueva cultura y una nueva temporali?ad,
c~y~s
cuatro pilares, de acuerdo con F. Laplantin, son la tecnologi~ a~~10v1~
sual, las computadoras, la energía nuclear y el control genénco; p~o
vocó una crisis de significado y de visi6n social, así como una perdida
de identidad.
Ante
la crisis del tiempo acumulativo
y
lineal, la horno,
geneización cultural y social, el monoteísmo de los valor~s, el saq.ue?
del ambiente y de
la
economía por el dominio tecnocránco, la eh~i-
nación del papel local en la toma de decisiones, se elaboran vanas
contrarrespuestas culturales. Se renuevan viejos nichos cul~ura~es,
como la vida rural, el lenguaje de los antepasados, la comumcac1ón
oral la noción de rafees . Se busca refugio en lo viejo, como manera
de l~grar un reconocimiento de la diversidad
humana
y
la inv~nción
d~
nuevas formas sociales. Pero estas alternativas, estas estrategias de ah
vio, son la expresión de grupos mL1oritarios.
Ya
sean neorr~rales, eco
logistas, regionalistas o nacionalistas bretones, corsos u occ~tanos, son
pequeños grupos de individuos que, en un momento de su ~ida, .se han
encontrado en la necesidad de elegir entre varias trayectonas. lCómo
se convierte uno en ecologista, en neorrural o en nacionalista occi,
tano? lCuáles son los factores mediatizadores que articulan los polos
80
F.
Laplantine, Le revers du míroir , Autremenc, núm. 5, 1976, P· ~·
1
'd al
BI En el mismo artículo
F.
Laplantine entiende, por modelo acumulauvo, e
1.
e
de una sociedad en
la
que su conocimiento memorizado
y
capitalizado no se cuesaona
todavía, así como un tipo de relación con la historia que se entiende co~o un l~gado
que debe ser transmitido y un pasado que ha de ser cultivado [yJ al mismo tiempo
transformado .
82
H.
Mendras,
La
sagesse
et
l
désperdre
France
1980,
París, 1980.
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106
Praxis
antropológica e historia de
vida
individuales y colectivos de esos nuevos escenarios sociales? lC6mo se
elaboran las señales de esas nuevas identidades? Éstas son las pregun
tas a
las
que se enfrentan tanto la psicología como la sociología, y a las
que se puede dar respuesta con la biografía, en conjunción con méto
dos complementarios. Mediante un estudio actual sobre la renovada
a~veración de la identidad occitana, quisiéramos demostrar cómo, en
cierto momento del itinerario de la investigación, la historia de vida
puede servir para el estudio de la identidad. lPero qué queremos decir
con esto? Esbocemos primero nuestro proyecto metodológico y con
ceptual.
Si
b~en
los a.ntropólogos franceses se
han
negado a ocuparse de
la plurahdad étmca
en
las sociedades occidentales {y especialmente
en la~ de Francia), muchos investigadores extranjeros -la mayoría an
glosaJones- han estado estudiando, desde hace más de una década,
los fenómenos del renacimiento cultural y émico. Entre las diferentes
preo~upaciones metodológicas que se están desarrollando y que hemos
anahzado en otro
lugar,83
se cuenta una controversia acerca de dos
conceptos diferentes de emicidad.
El
primero, al que denominamos
p~mordialista , se basa
en
el principio de que el grupo émico es una
umdad cultural caracterizada por cierto número de rasgos objetivos de
natur,ale.za biológica {fenotipo y ascendencia), geográfica, lingüística y
economica. Este enfoque atributivo y categorista de los grupos étnicos
genera una concepción estática de la etnicidad,84 definida como un
sentimiento de pertenencia, que se transmite de alguna manera como
una identidad colectiva, innata para todos los individuos y todos los
miembros de un grupo.
La segunda concepción, a la que llamamos situacionalista ,
t . ,
mucho menos qescriptiva y está más abierta a la dinámica interactiva.
En lugar de tomar al grupo étnico como unidad de análisis, procura
comprender las situaciones en las que los grupos se encuentran
en
in
teracción.85 Estas situaciones entrañan fronteras étnicas que contro-
83
Véase nuestro artículo Identité ethnique et ethnicité, analyse critique des tra·
vaux anglo-saxons ,
Production
et
affinnation
d identité edición privada
1980
84
V
· • ·
eanse
en
particular Raoul Narroll,
On
ethnic unir classification , Current
Anthropology,
vol.
5,
núm.
4,
1965, pp. 283-312;
E. K.
Francis, The narure of ethnic
?1'ºu~ ·
American]ournal o
Sociology,
1952, pp. 393-400, e lnterethnic
relaiion.s:
anessay
m.s~:olog¡cal theory, Nueva York, 1976; H. Isaac, Basic group identity: che idols ofthe
tr1be , en Norman Glazer y Daniel Moynihan (comps.), Ethnicil y: theory
and experience
Cambridge, 1975, pp. 29-52. '
85
Este concepto de etnicidad
se
encuentra particularmente
en
Fredrik Barth,
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Fra~oise Morin
lan la dinámica de la formación de identidad por medio de la cual.un
grupo escoge su propia identidad
y
al ~ism~ tiemp~, ésta le es ~ ~
puesta desde el exterior. Este enfoque dinámico percibe que
l~
etmci
dad puede expandirse y contraerse de acu~rdo
con
l~s.fluctuaciones de
las situaciones históricas, económicas, sociales y po~incas e~,las
que~
encuentran los grupos étnicos. Esto significa que extste una adap~abi
lidad émica; un grupo no movilizado es un
~upo~~
estado de h1b~~-
nación 86 que, en determinado contexto sociopolmco, puede. movih
zar,
reclamar y recuperar su identidad étnica. La obra de Frednk
a ~ ~ h
es fundamental para el cambio de perspectiva hacia esta defimc1on
más dinámica de emicidad, que en
1969
expresó como
una
forma.de
organización social que se produce como ~esul~do de la inter.acción
del grupo y el
medio .87
Insiste en que los investigadores
estu.d1en,
no
el contenido cultural de la identidad émica, sino los mecanismos de
interacción que elaboran, mantienen o ponen
en
peligro las fr~nteras
colectivas. En la última década se han multiplicado los estudios que
utilizan este enfoque situacional. No es un tema de moda :i~o una
obra que contribuye a la elaboración de un nuevo enfoque teonco que
cuestiona los datos de una antropología antes santificada;
88
según
el
etnólogo escoja ser primordialista o situacionalista, las conclusiones de
su investigación pueden diferir radicalmente. .
Examinemos el problema occitano a la luz de estas dos 1~te:rre-
taciones. Si se trata de comprender la realidad del actual renacimiento
occitano haciendo un inventario de los atributos objetivos de un
grupo occitano en
1980, el
intento termina
en un
impasse.
Las
señales
de la occitanidad resultan muy vagas.
El
lenguaje
no
es más q~e
.un
patois
que habla una minoría de campesinos; nunca ha extsndo
un territorio geográfico discreto; la cultur~ está
en
p~oceso de desapa·
rición. Definirse a uno mismo como occitano no nene más q~e.una
débil resonancia
en
las áreas rurales que son, sin embargo, las ultimas
Ethnic groups and boundaries Boston, 1969 (Los grupos étnicos) sus
fronteras,
Fondo de
Cultura Económica, Méxic;,
1979);
Abner Cohen,
Urban ethnicit)',
Nueva
York,
1974;
John Bennet (comp.), The
new
ethnicicy:
perspectives
in
eihnology, Se.
Paul, 1975; A. L
Epstein, Ethos and identity, three studies in et~n~il)', Londres, 1978, YLeo A. Despres,
Ethnicity and resource
competition
in plural
societies,
La ~aya, 9_ 5 .
86 Cynthia
H.
Enloe, Ethnic
soldiers,
State
secunt)
m dwided
society,
Nueva
York,
1980,
p.
6.
87
Barth, Ethnic,
p. 15.
l n A
l
R ·
88
Abner Cohen, Ethnicity: problem and
focus
in anthropo ogy , nnua eview
inAnthropology, núm.
7,
1978,
pp. 379-403.
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108
Praxis
amropológica
e
historia de
vida
representantes de esta vida tradicional "reivindicada".
Lo
primordial
de esta identidad occitana resulta ser inexistente a la luz de una inter
pretación objetivista.
Su
inexistencia vuelve irrelevante un sujeto de
investigación que
ha
sido diluido y anulado por la reducción teórica.
Desde esta perspectiva el renacimiento occitano no
es
más que
una
creación ideológica de intelectuales marginados.
Por contraste, si se trata de comprender la etnicidad occitana co
locándola
en
un proceso dinámico de interacciones
en
las que uncen
tro ha impuesto un lenguaje y una cultura, ha definido su historia y
controla el mar.iejo económico y político de su espacio, definirse como
occitano significa ser consciente de esta dependencia, desear recupe
rar una identidad saqueada y un territorio colonizado. Desde esta pers
pectiva, que valora
lo
diacrónico más que
lo
sincrónico,
lo
subjetivo
más que lo objetivo, las metas relevantes
se
convierten
en
el deseo de
disputar las fronteras asignadas por el Otro, que hacen del lenguaje
propio un patois
de
la propia historia una página
en
blanco y del terri
torio propio "el Mediodía", con todo su séquito de estereotipos étnicos
negativos. Este despertar de la conciencia, que
se
expresa primero
en
términos de defensa de un lenguaje indiscutiblemente moribundo, de
una identidad perdida, más que vivida, de un territorio más mítico que
real, lleva a los occitanos a "querer vivir
en
su tierra" y a rechazar el
trabajo fuera de su región. Conocidos antes como gascones, auber
nienses, provenzales, buscan hoy estas "identidades" en "hibernación"
a
fin
de poder reelaborar y asumirse como "occitanos". Los conflictos
que oponen a los habitantes de Decazeville y Larzac o a los viticulto•
res de Montredon con la administración parisiense no son ya conflictos
aislados, sino los
de
una Occitania colonizada.
Ya
sea que sirva como
último refugio de las rápidas mutaciones de la sociedad posindustrial o
que construya mañana un movimiento político contra el Estado y sea,
por tanto, una indicación de una "revolución oculta",
89
a través del en
foque situacional la etnicidad occitana
se
convierte
en
tema relevante
para el análisis. Por encima de todo, nos ha permitido comprender la
significación ideológica y cultural de la etnicidad, el importante papel
de los intelectuales como "dadores de significado" a un espacio cultural
rechazado, y la dinámica del proceso de movilización que transforma
una identidad negativa
en
una identidad combativa.
Mientras se investigan las diferentes funciones sociales del len
guaje oc, así como las representaciones de Nosotros y de Ellos que en-
89 R. Ledrut,
LA
réwluiion cachü Tournai, 1979.
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Fra~oise Morin
109
gendra, los datos recopilados por medio de entrevistas, la observación
de grupos e incluso los cuestionarios muestran que, de acuerdo ~on
la situación, el lenguaje puede ser experimentado de formas muy dife
rentes, y hasta opuestas.
El patois
como lengua del trabajo agrícola, del contacto
_co~
los
animales, de la intimidad
en
una familia extensa, del reconocimiento
y la comunicación entre Nosotros los aldea,?os y Otro_s
;ldeanos ~s
vivido también por el campesino como un sublengua¡e del traba¡o
no urbano y por tanto, no culto. El lenguaje se convierte, así, en un
estigma que señala una identidad étnica negativa.
~o
obstante, este
mismo lenguaje se enseña
en
las escuelas secundanas. De _hecho, el
oc atrae cada vez a más jóvenes por la curiosidad, la nostalgia por una
civilización perdida y la necesidad de identificarse
con
los antepasados.
El lenguaje, medio de creación de conciencia y de revuelta de~e ~68,
se
ha
convertido
en
símbolo de la militancia
en
pro de una identidad
autoproclamada, y en objeto de una camp~ña ~ara_ intr~ducirlo como
lengua nacional.90 Las múltiples y contradictonas 1dent1dades q~e se
reflejan
en
un único lenguaje occitano pueden comprenderse m;¡~r a
la luz de esta interpretación contextual que se concentra en lo~ hm1tes
que conforman estas identidade~. y convie~~en a : leng~,ª occitana en
el eje de las interacciones entre Nosotros y los Otros ·
Para el campesino, el
patois
es el lenguaje del
ostal
la aldea, el
"terruño", es decir, un espacio conocido y familiar. Pero en cuanto el
campesino sale de este espacio, se encuentra enfrentando al m_undo
tecnológico de los Otros, portadores de una cultur~ y un
le_ngua¡e
su·
periores, que lo fuerzan a abandonar los propios y a i~temahz~r su
Yo
Y
su identidad de grupo
en
términos negativos.
Es
esta interacción entre
él y los Otros la que engendra situaciones en las que debe apr:nder los
valores que arrojan un profundo descrédito sobre aquel_las ~na~es cu ·
turales que perciben los Otros y que Goffman denomina
es~igmas
·
Para el joven estudiante de secundaria de la ciudad,
en
cambio, el oc
es un lenguaje de un área "pensada", pero se mantiene en el nivel del
aprendizaje libresco que invoca al pasado
y
losan
tepasados. El estu·
diante se pone así
en
oposición al campesino
que ha
llegado a conocer
su espacio social por la vía de la experiencia.) Hablar oc ya no.es hablar
patois el
lenguaje de los animales, sino,
en
el marco de u~ mundo ur
banizado y civilizado, es obtener comprensión, redescubnr un mundo
90 Véase nuestro artículo, Fran~oise Morin y Guy Pouget, "Langue
et
identité
eth·
nique: le cas occitan", Pluriel núm.
15,
1978,
pp.
9-26.
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110
raxis
amropológica
historia de vida
olvidado, un maestro. El lenguaje es el símbolo de un espacio político
dominado por el Otro
al
que uno ubica
en Otro
lado, de preferencia
en
París. Tras cobrar conciencia,
en
un
momento su vida, del domi-
nio expresado por estas fronteras impuestas, a su vez, por el Otro, el
militante lucha por hacer que el lenguaje experimentado en su niñez
como señal de vergüenza sea reconocido como lenguaje nacional .
Después de observar los diferentes grados de identidad occitana,
procuramos comprender ahora su función y su dinámica, identificar las
fases y las etapas que estructuran la identidad occitana, los mediadores
que expresan la identidad individual y grupal, y los catalizadores que
convierten a una identidad estigmatizada
en
una identidad de
com·
bate. El enfoque biográfico nos parece el mejor adaptado para este
propósito porque
en
el curso de una trayectoria de vida puede asir los
mecanismos de interacción
con
el Otro que presiden la elaboración de
identidades múltiples y las situaciones
en
que se yuxtaponen, se mez-
clan y/o se complementan mutuamente, o entran
en
conflicto. Ningún
cuestionario ni observación participante puede proporcionar tales da-
tos. Sólo el individuo,
en
su relato, puede presentarlos y volverlos
significativos de acuerdo con su propia lógica social. Sin embargo, la
singularidad del testimonio único no
es
lo que nos interesa.
Sólo por medio de la multiplicación de trayectorias de vida dife-
renciadas según la edad, el sexo, el medio social y el área en que se
habita logramos comprender la formación de estos grados diferentes
de identidad occitana.
Estamos en proceso de recopilar trayectorias de vida que se cen-
tran en la región gascona de La Lomag11e de la cual disponemos ya de
datos socioeconómicos. Al dirigirnos a la esfera campesina que parece
menos movilizada por el renacimiento occitano, le hemos concedido
un lugar privilegiado a las ancianas, que parecen haber desempeñado
un papel fundamental en la formulación de esta identidad negativa.
No
hemos tratado de comprender la biografía de una mujer particular,
sino más bien de desentrañar ciertas secuencias biográficas que corres-
ponden a diferentes temporalidades y espacios sociales, como las de la
escuela y el hogar, espacios habitados alternativamente por lenguajes
diferentes que corresponden a dos culturas en continua interacción y
competencia: el francés, lenguaje del maestro y del espacio nacional,
sinónimo de ultura y de Poder, y el
patois
lenguaje del terruño y de
Nosotros, de las prácticas culturales y del trabajo doméstico.
Se
de-
tectan los periodos del ciclo familiar en los que la mujer desempeña
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ra~iseMorin
111
un papel fundamental en la transmisión de los valores del gru~o, en
contrapunto con cambios, rupturas y acontecimientos del espacio na-
cional, como la guerra de 1914 que acarreó la des~ntegración de la
identidad étnica e inyectó el tiempo histórico
en
el tiempo grupal. En
estas primeras narraciones de vida la mujer campesina parece con~ar
con una identidad más negativamente cargada que el hombre. La m-
ternalización de la cultura y el lenguaje de Nosotros como algo que
no tiene valor económico y debe ser abandonado se repite a
lo
largo
de las entrevistas. Tras haber sufrido una agresión simbólica de las
instituciones educativas por lo referente a su lenguaje y su cultura
(como le ha ocurrido, por ejemplo, a las campesinas bretonas
d~
Fanch
Elegoet),91 la mujer campesina ha llegado a pensar_en esas senales de
identidad cultural como obstáculos; de aquí se denva, durante la en-
trevista antropológica, el problema de hacer que ~stas _mujer~s hablen
de su forma de vida, de pensamiento y de aut01dent1dad d1fere~tes,
debido a los estigmas que les han enseñado a vincular con la identidad
cultural.
La
interacción entre investigador e informante encuentra
aquí su dimensión plena; a partir del interrogatorio recíp~oco el su-
jeto adquiere lentamente conciencia del valor de
su
narración y de las
prácticas cotidianas que constituyen la i~entidad_. Aunque_ no se_~a
iniciado aún el análisis de estas trayectonas de vida, da la 1mpresion
de que la mujer campesina resulta de particular inter~~· ~n su pa-
pel de principal educadora de sus hijos, escoge transmitir ciertos va-
lores y tradiciones del grupo y del ostal (sobre to_do
re_ligiosos
morales
y culinarios), mientras censura otras señales de
1den_tidad
que puedan
obstaculizar una eventual movilidad social. (Por eJemplo, puede no
transmitir el patois mientras que el padre, que sigue siendo c~mpe-
sino, continuará usándolo con el hijo.) Al cabo
de
sus trayecto~as ~e
vida estas mismas mujeres se ven cuestionadas por la generacion JO•
ven ~ue participa en el despertar de las identidades en hibernación
y en la revaloración del Nosotros rechazado. En una familia °':citana
de tres generaciones no resulta raro observar el curso
en
conflicto de
tres identidades cambiantes:
_ Los abuelos (sobre todo la abuela), que
se
identifican con un
mundo que consideran pasado de moda, rechazado y
atra_sado
que
al mismo tiempo son vistos por los nietos que viven
en
la ciudad como
91
Fanch Elegoet,
Nous ne satJion que
le breton
et
il fallait p,irler fra~ais
a Baule
1978.
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112
Praxis
antropológica
e
historia de
vida
depositarios de una cultura
en
extinción, cuyas tradiciones y valores
deberían preservarse;
- ospadres, destinados a vivir en un mundo urbano a fin de as
cender la escala social, ignorando o abandonando, como desventajas,
las señales de la identidad campesina occitana, e identificándose con
la cultura dominante.
- oshijos, que redescubren los valores de la cultura rechazada,
aprende~ el lenguaje censurado, recopilan prácticas tradicionales de
los abuelos y procuran el renacer de la civilización reprimida por medio
de la identificación con una cultura que, para ellos, se ha convertido
en
mito.
Una
vez que se recopilan estas narraciones de vida campesinas
que procuran identificar y superar aspectos negativos de la identidad
occitana, las biografías de occitanos urbanos de la misma región que a
través de su actividad como músicos, cantantes, promotores de grupos
teatrales y maestros- participan
en
la reconstrucción de la identidad
occitana y
en
el futuro de Occitania, se concentrarán
en
el proceso
de movilidad étnica. Se analizará el total de sus narraciones de vida
y se las examinará
en
relación con las inquietudes metodológicas y
conceptuales de las cuales partimos. Como nuestro objetivo
no
es re
copilar archivos orales de una sociedad moribunda ni divulgar datos,
sino
detectar
las interacciones sociales que se encuentran
en
ciertas
prácticas de identidad que determinaron trayectorias de vida, el
en-
foque biográfico sirve de medio para que los actores de la etnicidad
occitana participen en la producción de su significado.
El uso de la historia de vida en el transcurso de esta investigación
antropológica
no
es el simple redescubrimiento
de
un método. Implica
un reexamen, por parte del antropólogo, tanto de su tema ·como de su
método y sus conceptos.
No
está de más mencionar que, al plantear la
etnicidad occitana como tema de investigación
es
decir, al decidirse
a estudiar
un
proceso de cambio dinámico, rechazando las categorías
objetivas y estáticas del equipo analítico clásico a fin de sondear en las
experiencias
y
la subjetividad de la identidad
étnica
esta herramienta
metodológica, hasta cierto punto, se impone por sí misma. iLos temas
prohibidos y los métodos inservibles van de la mano Si el antropólogo
se permite enfrentarse al desafío de nuevos campos de investigación,
como el de la pluralidad étnica en las sociedades occidentales, tiene
que reexaminar sus conceptos y sus herramientas metodológicas.
Ya
no funciona la cómoda distancia que le permite observar a las socieda-
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Fraru oise Morin 113
des lejanas a través de sus propias categorías.
Ya
no puede entronizarse
como "productor de significado" de datos proporcionados por los infor
mantes ni procurar la unidad del hombre. Debe abarcar lavisión plural
que el hombre requiere y concederle
al
informante un lugar desde
el
cual pueda contar su historia.
e
esta manera, la narración del in
formante derrumba las estructuras y sistemas fijos construidos por el
etnólogo y brinda los primeros elementos de una "anthropologie de la
différence".
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LOS CONCEPTOS LOS MÉTODOS
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HISTORIAS
b
VIDA YANÁLISIS
DEL CAMBIO SOCIAL*
PAUL THOMPSON
Recientemente, tanto los sociólogos como los historiadores sociales~
han estado redescubriendo el valor de la retrospectiva en la entre- :
vista en profundidad, pero bajo diferentes estandartes. Esto se debe
a que el sociólogo de la historia
de
vida
y
l historiador oral se en
cuentran en un territorio común al que han llegado desde diferentes
direcciones. Para el sociólogo desilusionado del tosco empirismo ma
sivo de la encuesta cuantitativa
y
de la agregación de masas de datos
abstraídos de sus fuentes en rebanadas intemporales e impersonales, la
historia de vida parece ofrecer información que, por su misma natura
leza,
es
coherente, arraigada en la verdadera experiencia social
y
que,
por tanto, puede generar percepciones sociológicas totalmente nuevas,
en oposición a las respuestas autorreflexivas a preguntas predetermi- ,
nadas. (Aunque se requiere un inmediato comentario marginal para
I
insistir en que no sugeriremos aquí que l sociólogo inquisidor podría
pasar, simplemente, de la búsqueda de hechos dirigida por la teoría a
la teorización inspirada por los hechos; ni que las historias de vida
se
pueden leer como
si
presentaran, de manera
no
problemática, hechos
recordados ni, en realidad, que deba mantenerse una distinción tosca
entre la interpretación subjetiva
y
los hechos objetivos que, en rea-
*Publicado en Daniel Bertaux comp.),
Biography
nd society. The life history ap.
proach
in
the
social sciences, SAGE Studies n Intemational Sociology, Beverly Hills, 1981,
pp 289-306. Traducción de Victoria Schussheim.
117
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8
Historias de vida
y cambio social
lidad como sostuve en profundidad en he voice
o
the past- siguen
restando tan enmarañados aquí como en cualquier otra parte.) 1 Pero a
:través de la evidencia de la naturaleza intrínseca de la historia de vida
sea intencionalmente o no, se reintroduce la dimensión del tiem~
en la investigación sociológica: el ciclo de vida, la movilidad social o
la tradición y el cambio ya no pueden ser detenidos artificialmente
' y desarmados como relojes, sino que tienen que ser analizados como
son, en crecimiento y decadencia perpetuos, al menos a lo largo de
la vida de una generación. Para los primeros grandes teóricos de la
sociología, Marx y Comte, Weber y Durkheim, era axiomático que el
presente formaba parte de la historia.
La
historia de vida,
en
contraste
con la encuesta de masas, le da a los sociólogos un método que entraña
el mismo supuesto inherente.
Para los historia,dores el paso del tiempo fue siempre un punto de
partida, y la distinción entre la encuesta de masas y la historia de vida
nunca tuvo tanta importancia.
La
innovación clave fue el uso directo
de la ~ntrevista, la recopilación de evidencia oral mediante su propio
t~aba¡o
de campo.
Los
historiadores no son puristas metodológicos,
smo urracas; ante un problema, se apoderarán de cualquier eviden
cia que puedan descubrir y le darán el mejor uso posible. Es un lugar
común que la evidencia resultará parchada y sesgada, y que cuanto
más remoto sea el periodo estudiado, más inadecuada tenderá a ser.
La
historia oral surgió, en parte, del intento de utilizar las tradiciones
orales de las sociedades ágrafas, transmitidas a lo largo de siglos, para
construir historias, por ejemplo, del África precolonial, donde faltaba
la documentación escrita.
2
De
manera similar, para esos historiadores
1
Paul Thompson,
The wice
o the past.
Oral history
Oxford University Press,
Oxford, 1978 La 110:¡:
del pa5ado
Alfons el Magnánim, Valencia,
1988)
capítulo:, 4
( Evidencia ) y 8 ( Interpretación ). Este libro brinda
un
análisis com pl¡to
de
la filo
sofía y la práctica de los métodos de
la
historia oral y la historia de vida, así como una
sustancial bibliografía. Para información general véase también la revista semestral
de
la Oral History Society,
Oral History
que publica noticias regulares
de
Gran Bretaña
Y de
otros países europeos, reseñas, sugerencias bibliográficas y guías
de
las investiga·
c1ones
en
proceso,
as(
como aróculos destacados sobre el método de la historia oral y
sus resultados. Ha habido números especiales sobre historia
de
la familia e historia
de
las mujeres. Se puede conseguir en la Oral History Society, Department of Sociology,
University ofEssex, Wivenhoe Parle, Colchester C04 3SQ, Inglaterra. '
2
El
clásico es Jan Vansina, De la
tradition
orale essai
de méthode
historique Tervuren,
Annales
du
Musée Royale
de
l'Afrique Centrale, Sciences Humaines 1961 traducido
1
l
J ' '
mg es como an Vansina, Oral tradition. A stud:y i i
historical
methodolog: Rutledge
and Kegan Paul, Londres,
1965
La
tradición
oral
Editorial
Labor,
Barcelona,
1967).
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Paul Thompson
119
-relativamente pocos- que se interesan por la historia política y so
cial muy reciente, el atractivo inicial de
la
entrevista como forma de
recopilar evidencias era, simplemente, práctico: no se disponía de su
ficientes documentos.
Los
que existían podían
y
debían ser usados, sin
duda, junto con
la
evidencia oral. La forma de la entrevista típica era
semiestructurada, y
se la
mantenía pragmáticamente entre un cuestio
nario rígido y un testimonio espontáneo que dependía, de modo más
o menos firme, de
la
naturaleza de este problema histórico. Y
fue
sólo
a través de la experiencia de la entrevista que los historiadores descu
brieron que
la
historia oral podía aportar, no sólo más fragmentos de
información, sino enteras perspectivas nuevas; evidencia, y también
interpretaciones, de los puntos de vista, antes mal representados, de
hombres, mujeres y niños coiµunes y corrientes, acerca de lo que según
ellos
tenía más importancifl/~n
su
vida. Fue este descubrimiento el que
ha
hecho de la historia/cial europea
no
sólo
un
método sino un movi
miento, y un movimiento cuyas ambiciones básicas tienen mucho en
común con las de
la
sociología de la historia de vida.
Es evidente que, una vez que se reconoce que el presente tiene
que\
ser estudiado dentro de la perspectiva del tiempo, para los sociólogos :
se vuelve muy importante tener a su disposición información descrip- \
tiva básica, en términos
de
las cuestiones que están investigando res- ,
pecto al presente, acerca de cómo funcionaba la sociedad hace
30, 50
o 70 años. Ocasionalmente, los sociólogos lo han hecho bien. Entre '
las decenas de estudios de comunidad que erróneamente dan por sen
tado un pasado tradicional estable en contraste con el presente di
solvente y modernizado¡;
Westrigg
de James Littlejohn, se destaca por
su construcción, ígualmente sólida, de la clase social aldeana y del
poder en el pasado y en el presente.3 Pero tales obras son raras.
Es -..
más frecuente que los sociólogos investiguen el presente, busquen una
obra histórica importante del pasado reciente, no la encuentren, y se
dediquen a inventar.
Así fue
posible que toda una escuela de pensa
miento sociológico acerca de la familia floreciera a partir de la creencia
errónea de que la industrialización
y
la urbanización habían acarreado
una transformación de las grandes familias extensas multigenerncio-
nales del pasado a las familias nucleares pequeñas y ultraprivadas del
presente. Esta escuela de pensamiento dominó durante décadas la so
ciología de la familia; no obstante, no requirió más que una brevísima
3
James Littlejohn,
X-éstrigg;
the sociolog: of a cheviot
parish
Rutledge and Kegan
Paul, Londres, 1963.
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120
Historias
de
vida y cambio social
investigación empírica en los afios
60
para demostrar que en la ma-
yor parte de Europa occidental y de Estados Unidos la familia nuclear
había sido tan decisivamente dominante en el pasado como lo es hoy.
Para el periodo que abarca la memoria viva, esta cartografía básica
a partir de una etnohistoria como línea fundamental del trabajo
sociológico
contemporáneo
se ve facilitada en gran medida por las
entrevistas. Mi propio libro
he
edwardians:
the
remaking o british
society,4
fue concebido originalmente como una revisión general de
la historia social del periodo, más que como una aventura de trabajo
de campo. Pero descubrí que preguntarle al pasado lo que los colegas
sociólogos le estaban preguntando al presente difícilmente resultaba
posible con las escasas fuentes históricas convencionales
de
que se dis-
ponía. Había una·abundancia de publicaciones de principios del siglo
XX, incluyendo numerosos documentos gubernamentales, y algunos
estudios sociológicos de avanzada; pero muchas de las cuestiones que
me interesaban eran ignoradas o tratadas desde una perspectiva unila-
teral. El material manuscrito
no
podía llenar el vado porque la mayor
parte de lo que había llegado a los archivos ampliaba, simplemente,
las perspectivas burocráticas que se encontraban
ya
en
las
fuentes im-
presas: los archivos no habían recopilado aún una cantidad significa-
tiva
de
documentos personales, como diarios y cartas, que brindasen
puntos de vista alternativos. Yo quería saber qué significaba,
en
esa
época, ser hijo o padre en diferentes grupos sociales; cómo se conocían
y cortejaban los jóvenes; cómo vivían juntos después de casarse; cómo
conseguían colocación y cambiaban de empleo; qué sentían acerca del
trabajo; cómo veían a sus jefes y a sus compañeros
de
labores; cómo so-
brevivían y qué sentían cuando estaban desempleados; cómo variaba
la conciencia de clase según la ciudad, l campo y las ocupaciones.
Resultaba más fácil aproximarse a algunas de estas cuestiones que
a otras. Y antes de hacer cualquier interpretación tuvimos que'enfren-
tarnos, no sólo a los problemas de percepción comunes a todo el mate-
rial procedente de entrevistas, sino a las especiales debilidades y fuer-
zas
de la memoria; la reflexión al respecto habría de llevarme después a
escribir
he
voice o he past. Sin embargo, una vez que empezamos a re-
copilar la evidencia de las que llegarían a ser unas quinientas entrevis-
tas, seleccionadas sobre la base de una muestra diseñada para hacerlas
representativas (en términos de sexo, clase ocupacional y región) de
Paul Thompson,
Tlu
edwardians: tlu remaking o british
society,
Weidenfeld and
Nicolson, Londres, 1975.
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uul Thompson
121
la población británica en 1911, se advirtió de inmediato la riqueza de
la información de que podía disponerse con este método. he edwar-
dians
es un comienzo, más que una conclusión, y las entrevistas que
se recopilaron para ese trabajo están sirviendo ya de fuente para otros
estudios de investigación. Pero el libro muestra con claridad cómo la
evidencia vital de la entrevista directa está contribuyendo a construir
una historia social confiable del pasado reciente; y sin ella no hubieran
podido emprenderse con seriedad algunas secciones, en particular las
que tratan de la familia. Cosa igualmente importante, como antídoto
contra las simplificaciones inevitables requeridas por cualquier visión
general de una estructura social global, pude presentar catorce rela-
tos de historias de vida de familias eduardianas reales, yuxtapuestos
a fin de mostrar la gama de la experiencia en las diferentes clases so-
ciales, desde la hija de un aristocrático propietario rural hasta el hijo
de un jornalero urbano desempleado, con lo que se ilustraba al mismo
tiempo la estructura
y,
gracias a su individualidad distintiva, el peculiar
carácter único, así como la representatividad
de
cada caso, y se reve·
laba la desaliñada realidad en que tiene que basarse la interpretación
histórica y sociológica. Las entrevistas de historia oral, en síntesis, pro-
porcionaron el material para la generalización sociológica descriptiva
del periodo y al mismo tiempo representaron un corte a través de esa
generalización, haciendo surgir nuevas interrogantes en muy diversos
niveles.
A la más fundamental de estas interrogantes no puedo hacer aquí
más que una referencia. La evidencia de cada historia de vida sólo
puede ser entendida plenamente como parte de toda la vida, pero para
hacer generalizaciones acerca de un problema social
en
particular te-
nemos que desprender la evidencia al respecto
de
toda una serie de en-
trevistas, viéndola y redisponiéndola desde un nuevo ángulo, como si
fuese horizontal, más que verticalmente; y, al
hacer
esto, le asignamos
un nuevo significado. Por tanto, debemos trabajar constantemente a
contrapelo del material a partir del cual construimos nuestro análisis
social global. En la encuesta masiva o
en
la estadística oficial esta di-
ficultad queda oculta, sepultada en la etapa del trabajo de campo, en
esos momentos en que, parado en el umbral de una puerta, un entre-
vistador que cobra a destajo se esfuerza por sondear la vida de otra
persona y tantea en busca de respuestas que puedan reducirse a palo-
mear y marcar las categorías preordenadas de un formulario impreso.
El
método de la historia de vida nos obliga, al menos, a enfrentamos a
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122
Historias
de
vida y
cambio
social
la violencia que se le puede hacer a la conciencia de
los
demás al im·
ponerle nuestros propios términos, y también nos permite encontrar
una solución parcial a este problema, mediante
la
yuxtaposición de las
historias de nuestros informantes con nuestras propias interpretado·
nes, de manera que cuando el trabajo esté escrito, la evidencia pueda
seguir siendo leída tanto a su modo como al nuestro.
Sin embargo, de manera más directa, el material de la historia
oral puede mostrar, simplemente, que nuestras concepciones previas
son falsas. Como profesionales de clase media que trabajamos en un
momento histórico particular, nos vemos llevados, con excesiva fre
cuencia, a generalizar a partir de nuestra propia experiencia y a dar
por sentado que otros grupos sociales u otros periodos la comparten;
o bien, a irnos
al
otro extremo y suponer que es única. Como
ya
se
mencionó, la familia nuclear no era una innovación reciente, y con
la revelación de este simple hecho se derrumbó todo
un
cúmulo de
especulaciones sociológicas. De igual forma, se puede demostrar fácil
mente a partir de la evidencia oral
y
también del pequeño número
de autobiografías tempranas de la clase trabajadora, que se remontan
hasta el siglo XIX), que la preocupación emocional intensa de
los
padres
por sus hijos no
es,
por cierto, algo nuevo, como pretenden hacérnoslo
. creer algunos modernistas autocomplacientes, aunque
su
contexto y
i
sus formas hayan cambiado, de hecho, a lo largo del tiempo.
De
ma
nera similar,
si
bien la disminución del servicio doméstico y el surgi-
miento del trabajo profesional femenino a partir del siglo XIX pueden
haber significado que los hombres de clase media tuvieron que hacerse
cargo de más responsabilidades domésticas y que las mujeres ganaron
poder social, es erróneo supone¡; como lo hacen con prontitud dema
siados sociólogos, que esos cambios se reflejan de manera precisa en
las familias a lo largo de toda la escala social.
Los
estudios de historias
de vida han demostrado con gran claridad que en las clases trabaja·
doras y en el campesinado hay sectores sociales en los que las mujeres
-como las trabajadores textiles, por ejemplo, o las esposas de granjeros
y pescadores- desempeñaron un papel económico mucho más direc
to en el pasado, y en los cuales
hoy,
por
el
contrario, debido a los cam
bios en la responsabilidad económica y en las redes y el poder comu
nitarios, su posición relativa con respecto a la de los hombres se ha
deteriorado.
Cada uno de estos tres casos representa un ejemplo de un pro
blema sociológico
al
que podría contribuirse con un proceso sistemati·
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fuul Thompson
23
co de trabajo de campo en materia de historia de vida, con base teórica,
con lo que se aprovecharía el lapso temporal más largo que brindan las
entrevistas de historia oral con las
personas ancianas, así como con
las generaciones más jóvenes, y la intrínseca flexibilidad del método.
Porque
en
mi opinión es en esta flexibilidad donde radica el secreto
de su pleno potencial.
La
encuesta clásica depende de la eficacia y
la relevancia inmediatas de las preguntas determinadas por la hipóte·
sis
en
el inicio de la investigación. Por tanto, queda inmovilizada por
cualquier descubrimiento lo bastante importante como para cuestio·
nar sus propios términos. Pero el método de la historia de vida se basa\
en una
combinación
de exploración y preguntas dentro del contexto \
de un
diálogo
con el informante. Un supuesto básico de este diálogo
\
es que el investigador viene a descubrir tanto
lo
inesperado como lo
esperado, y también que el marco de referencia global dentro del cual
se da la información no es determinado por el investigador, sino por la
visión que tiene el infom1ante de su propia vida.
Las
preguntas tienen
que coincidir con este marco, no a
la
inversa; y es normal que buena
parte del material de la entrevista se relate independientemente de
las preguntas directas. Por tanto, la forma precisa de la pregunta no
puede ser fundamental para el método de análisis, de modo qu~ desa·
rrollar nuevas preguntas, o precisar y cambiar su enfoque a medida que
avanza la investigación, no pone en peligro la integridad del trabajo.
En consecuencia, el trabajo de campo
en
materia de historias de vida\
puede llegar a ser parte de una metodología mucho más poderosa, de \
un proceso continuo de someter las hipótesis a prueba y reformular· :
las, en el cual los primeros hallazgos llevan a nuevas teorías y nuevas;
preguntas -que se remontan a informantes anteriores y a sus relatos, :
así como a informantes nuevos-, con lo cual se aspira, en última ins-:
tanda
a una sociología que, al mismo tiempo está teóricamente viva y
sustancialmente arraigada
en
la realidad social.
Un ejemplo notable de esta clase de interacción entre la teoría
y el trabajo de campo es el que brinda el estudio, realizado por Peter
Friedlander, de
la
sindicalización de una fábrica automotriz
en
Detroit,
The emergence of a UAW local 1936-1939. study in class and culture.
Al principio, el investigador contaba con
una
escueta narración de
los acontecimientos y con cifras censales brutas extraídas de
los
do
cumentos; pero
no
sabía quiénes constituían el círculo interno de los
5
Peter Friedlander, The emergence
of a
U W local
/936-1939.
A
stud:y
in class
culture
University
of
Pittsburgh Ptess, Pittsburgh, 1975.
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124
Historias
e vida y cambio
social
dirigentes ni cuáles eran los grupos sociales clave de la fábrica y cómo
fueron cambiando las actitudes de éstos a medida que
se
desarrolló la
lucha por la sindicalización. En cuanto a la teoría, podía basarse, por
un lado,
en l
marco referencial marxista del conflicto de clases dentro
del capitalismo; por otro,
en
el concepto weberiano de la racionalidad
y el individualismo esenciales
en
una época burguesa. Pero se pro
ducía una lucha sindical dentro de una sociedad capitalista altamente
desarrollada; sus actores, sin embargo, eran trabajadores que, en su
mayoría, habían migrado a la ciudad desde contextos sociales muy di
ferentes, y que carecían de una cultura de individualismo racional y
de la conciencia del propio interés material
en
sentido de clase. Su lu
cha
por sindicalizarse era, entonces, parte de una transformación mu
cho más amplia de culturas sociales
en
familias e individuos migrantes:
eslavos de mentalidad religiosa, nacionalistas croatas revolucionarios,
artesanos yanquis y escoceses, familias granjeras de los Apalaches y
negros recién urbanizados de las plantaciones sureñas.
El
método de
Friedlander consistió
en
una repetida vuelta a las preguntas, de ma
nera que pudiesen ir de la mano el descubrimiento de la información
y el desarrollo de la teoría. Y aunque
en
la densa descripción
en
la
cual finalmente los fusionó
no
se permitió dar, como era de esperarse,
el último paso hacia
una
nueva teoría, sin duda sentó las bases para
hacerlo con las marcadas diferencias que pudo delinea¡; tanto
entre
las generaciones como entre los diversos grupos sociales de la fábrica,
en
el desarrollo de su ideología y
en
los papeles que adoptaron
en
la
lucha por la sindiéalización;
en
otras palabras,
en
una serie de relatos
precisos de sendas
particulares
de una conciencia a otra.
Ciertamente una de las especiales ventajas del método de histo
ria de vida consiste en que puede estudiar la conciencia común (en
contraste con la opinión de clase media)
y al
mismo tiempo las sen
das de conexión (rastreadas a través de la carrera vital de los indivi
duos).
El
sociólogo Roben Moore, por ejemplo,
en
su estudio de un
valle minero de Durham, Pit-men. Preachers and politics 6 se ocupaba
también,
en
parte, de la evaluación del protestantismo que hizo Weber
y del desarrollo de la conciencia de clase entre los mineros. Logró de
mostrar de qué manera el metodismo primitivo, con su insistencia
en
el auto mejoramiento individual, respaldado por el paternalismo de los
propietarios locales de las minas de carbón, contribuyó a inhibir el ere-
6
Robert Moore, Pit-men,
Preachers and
politú:s: the
effects
o
methodism
in
a Durham
miningcommunity
Cambridge University Press, Londres, 1974.
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Rzul Thompson
125
cimiento de una conciencia militante de clase, hasta que tanto el pa
temalismo como la influencia religiosa se derrumbaron ante la crisis de
la industria minera en el siglo XX. La evidencia oral
le
permitió rastrear
cómo reaccionaban los diferentes grupos
ante
la crisis, sopesar así los
efectos de las influencias económicas y religiosas
en
la comunidad y
contribuir,
de
esta forma, a ese antiguo debate. Sin embargo
cosa
igualmente significativa, pero inesperada-,
ante
la sorpresa del propi..-.
Moore, de las historias de vida se desprendió que podía demostrarse
que la doctrina religiosa oficial, en oposición a los valores congrega
cionales o comunitarios de la moralidad social, tenía poca influencia de
cualquier tipo, porque pocas personas conocían las doctrinas precisas
o, incluso, los principios organizativos de su propia Iglesia.
Las
impli
caciones de tal hallazgo para la sociología de la religión son profundas,
porque
ha
usado como punto de partida la idea de que la doctrina ofi
cial tiene una relación directa
y
explicativa con el comportamiento
social de los miembros de las Iglesias. Esto bien podría decirse de una
minoría educada de la clase media, pero parece probable que en mu
chas comunidades el orden moral tenga
un
arraigo diferente, y que, por
tanto, el enfoque weberiano requiera de una drástica modificación.
También se
han
hecho descubrimientos paralelos mediante la evi
dencia oral retrospectiva en otra investigación sobre conciencia e ideo
logía. Y pueden mencionarse dos más. Primero, en el campo de la
sociología demográfica se ha supuesto, desde hace mucho tiempo, que
la planificación familiar
y
el uso del control natal se extendió por di
fusión de actitudes de las clases medias profesionales, y descendiendo
por la escala social, hasta las clases trabajadoras. e reconocieron cier
tas excepciones a este patrón, por ejemplo la baja fertilidad de los tra
bajadores del algodón
(y
vale la pena señalar que fue posible gracias a
la recopilación de datos retrospectivos de fertilidad), pero fue sólo muy
recientemente que la investigación sobre historias de vida de Diana
Gittin7 indicó que el modelo esencial
de la
teoría de la difusión es
falso:
porque las mujeres de la clase trabajadora cambiaron sus prácti
cas de control natal por canales de influencia independientes -sobre
todo por conversaciones en el trabajo-, más que por una influencia
directa de la clase media. De hecho, las que tenían
el
contacto más
próximo con las familias de clase media, las que trabajaban con éstas
7
Diana Gittins,
Social
change and family mucture: women work and the decline
o
family siZJ , Hutchinson, Londres, en prensa; Married life and birth control between the
wars ,
Oral History
vol.
5
núm.
2, 1977 (nómero
de
historia de las mujeres).
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Historias de vida cambio social
~orno empleadas domésticas, fueron las que recibieron menos conse
OS sobre planificación familiar; y hasta los médicos y las enfermeras,
en
gen~ral, poco aportaban
-cuando
no confundían directamente- a
las pacientes de la clase trabajadora.
La
"difusión" es en realidad una
forma de explicación por medio de la cual las clases medias han ;ecla
mado un inmerecido crédito por una transformación social que le debe
mucho m~s a ~os desarrollos de la estructura económica y social global,
y
a las aspiraciones y esfuerzos de las mismas mujeres de la clase traba
Jadora. Además, la experiencia contemporánea de los demógrafos en
much~s lugares del mundo subdesarrollado apoyarla esta conclusión.
Sm
embargo,
si
las mujeres trabajadoras pudieron desempeñar un
p~pel i~dependiente tan destacado en el logro del extraordinario cam
bio social marc.ado por la transición demográfica de la década de 1870
a la de 1920, Lpor qué han sido mucho más lentas que los hombres
para r_econocer su propio interés colectivo y formar sindicatos efica
ces? Este es un a~unto que los sociólogos e historiadores del trabajo
varones han tendido a dar por sentado, más que a investigarlo como
si s~pusieran q~e ~ra "natural" que las obreras asumiesen un
pa~l
más
débil en_ el ~ovimiento laboral. Y cuando se
ha
estudiado el problema,
~as explicaciones se
han
centrado en los papeles y actitudes de la mu·
Jer e~ el lugar
_de
trabajo, sobre todo en su vida laboral más corta y
mas mterrumpida. Pero en su investigación sobre las obreras textiles
d~ Yo_rkshire Joanna Bornat8 ha demostrado de qué manera la con
ciencia labotel de las mujeres se conformó por su papel subordinado
tanto
en_
el hogar
co~o
en el trabajo.
No
sólo encontraban empleo
por medio de la familia, buscaban en el taller a amigos de la familia
para que las adiestraran y luego
le
entregaban el salario completo a su
madre; era el padre el que les decía si debían unirse o no al sindicato
y si lo hacían, el ~ue pagaba la cuota semanal a los cobradores que
i~a~ .
no al talle¡;, smo de casa en casa. Como lo sugiere este caso, la
dtv1sión caract~nstica (masculina) del mundo del trabajo y el del ho
gar ha oscurecido la comprensión adecuada de la conciencia de clase
de las mujeres como obreras. Y en la Inglaterra del siglo las muje
res h~n representado siempre una tercera parte o más de la fuerza de
trabaJO: l na sociología que no pueda explicarlas seeerige, por tanto,
sob_re
cimientos deformados.
e
hecho la sociología industrial, la his
tona del trabajo y la historia y la sociología de la conciencia de clase,
.
8
Joanna
~rnat,
"Home
a~d
work: a new context for trade union history",
Oral
History
vol. 5, num. 2,
1977
(numero de historia de las mujeres).
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en
la medida
en
que no atribuyan a las mujeres igual importancia en
su análisis, tenderán a generar interpretaciones erróneas del pasado y
predicciones falsas para el futuro.
Y sin embargo, buena parte de la sociología y la historia fallan
precisamente así, encerradas en dichos compartimentos de varones y
mujeres.
La
movilidad social, por ejemplo, se estudia una y otra vez
como si el mundo estuviese habitado por solteros.
9
lPor qué? Porque el
único marco de referencia estadístico de fácil acceso para la medición
es el que proporcionan las ocupaciones. Y como hay que reconocer
que las mujeres no están socialmente definidas, de manera necesaria,
por la ocupación, como sí ocurre con los hombres, la encuesta
de
mo
vilidad social "soluciona" este problema, iexcluyéndolas
iA
la mitad
de la población ¿y cómo podemos saber si
su
movilidad, no entre ge·
neraciones sino
en
sus propias vidas, entre el hogar de clase obrera, por
ejemplo, la oficina de la secretaria
y
el matrimonio con un hombre de
clase trabajadora, no es
más
potente como factor de cohesión social,
de transmisión de valores sociales entre las clases, que la
de
los hom·
bres? Sin historias de vida en las que las mujeres mayores expliquen
en
sus propios términos los pasos clave de su carrera social, no podemos
acercamos siquiera a esta cuestión.
1
En mi opinión, y de la misma forma, la naturaleza del cambio so, ·
cial
en
su conjunto
ha
sido fundamentalmente mal concebida. Las·
causas del cambio social suelen describirse sobre todo
en
términos ·
que reflejan la experiencia masculina, más
que
la femenina: de pre
siones que son colectivas e institucionales, más que personales, de la
lógica de la ideología abstracta que actúa a través de la economía, de
la política, de las redes de elite o de los sindicatos y otros grupos sociales
de presión. Evidentemente todos constituyen,
en
efecto, importantes
fuentes de cambio. Tras ellos yacen también las contradicciones más
profundas de la organización social y económica, que expresan
en
oca·
siones abiertamente, otras veces sin saberlo. Pero sin duda esto no es
todo. Falta un tercer elemento: el efecto acumulativo de la presión
individual hacia el cambio. Éste es
el
que aparece de inmediato con
las historias de vida; las decisiones que toman los individuos: cam
biarse de casa o mejorarla, abandonar una comunidad y migrar a otra,
dejar un trabajo que se ha vuelto intolerable o buscar otro
mejor
in·
vertir dinero en el banco, en acciones o en un negocio propio, casarse
9
Una excepción importante es la que ofrece Daniel Bertaux, Destins personnds et
structure
de classe Presses Universitaires de France, París, 1977.
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Historias
de
vida y
cambio
social
o separarse, tener hijos o no. Los patrones cambiantes de millones
de decisiones conscientes de este tipo tienen tanta o más importancia
para el cambio social
que
los actos de los políticos.
Esto resulta evidente en cuanto observamos los principales cam
bios sociales a largo plazo
que han
tenido lugar
en
Europa occidental
o en Estados Unidos durante los últimos 50 o 100 años. Algunos son
sin duda resultado de la presión colectiva y de la decisión política,
en particular el flujo de los derechos políticos y las libertades civiles
de hombres y mujeres y de las minorías étnicas, así como la creciente
intervención del Estado en materia de educación, salud y bienestar so
cial.
La
presión colectiva, en términos de sindicalismo, es responsable
en parte de la reducción del horario de trabajo
y
por tanto de la opor
tunidad de desarrollar el ocio masivo), y
ha contribuido, al menos, a
proteger aunque no ha logrado mejorar) la participación de la clase
trabajadora en las utilidades reales. Pero nada de eso contribuye real
mente a explicar los dos cambios más sorprendentes: la elevación de
la productividad económica y de los niveles de vida, y
la
reducción del
número de hijos. Aunque diversos Estados han tratado de intervenir
en ambos fenómenos, resulta imposible sostener que sean consecuen
cia de la intervención estatal. Porque la verdad es que ambos siguen
dependiendo en parte -incluso en la era del capitalismo monopólico,
la planificación económica gubernamental internacional las políti
cas estatales de población-·de las decisiones individuales de madres y
padres, de mujeres y hombres como consumidores y productores, tra
bajadores y gerentes, que ni los economistas ni los demógrafos han
aprendido a comprender hasta el punto en que puedan predecir ten
dencias más allá del futuro inmediato o formular lineamientos políti
cos efectivos
en
cualquiera de los dos campos. Como bien sabemos, la
prueba está a la vista: en la recurrente ineptitud de
los
gobiernos en
todo el mundo, ya sean capitalistas o comunistas, cuenten o no con el
consejo profesional de los científicos sociales.
Así, la mecánica esencial de dos de las fuerzas básicas del cambio
social, el cambio en la economía y en la población de una sociedad,
se comprenden de manera muy imperfecta. Y sin duda seguirá siendo
así
hasta que se conjunte lo que se sabe gracias a los estudios de mode
los económicos y demográficos abstractos, a las presiones ideológicas y
colectivas, con la comprensión que sólo puede lograrse mediante his
torias de
vida de
cómo interactúan dichas fuerzas a nivel individual
con las oportunidades económicas inmediatas, con la conformació~
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Paul
Thompson
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de ideas a través de la socialización, la amistad y los medios específi
cos, con el desarrollo de actitudes
en
la infancia y
en
la experiencia
de la familia adulta, para conformar esos miles de decisiones que, acu
mulándose, no sólo configuran cada historia de vida, sino que consti
tuyen también la dirección y la escala de los grandes cambios sociales.
Conviene destacar que no estoy proponiendo el método de la historia
de vida como un enfoque independiente o bien como una verdadera
panacea, pues estos problemas fundamentales son sin duda difíciles de
tratar, y cualquier avance hacia su solución tiene que ser lento. Pero
creo que un paso esencial consiste en aceptar el papel del individuo
como
parte
de la estructura de interpretación.
Una consecuencia inmediata de ese enfoque sería el reconoci
miento, primero, de que una elevada proporción de decisiones indi
viduales cruciales puede ser tomada tanto por las mujeres como por
los hombres; no sólo en esferas como la de la consolidación de la fami
lia, sino también como migrantes y trabajadoras las mujeres cambian
de empleo con más frecuencia que los hombres). Pero, segundo, no
sólo abriría perspectivas totalmente nuevas en campos específicos, so
bre todo
en
los económicos, donde resultaría más novedosa; al mismo
tiempo, y porque la lógica de cada vida muestra que la vida económica
y la familiar son interdependientes, se pondría fin a la separación del
análisis sociológico y el histórico en distintos compartimentos, y a la
relegación de la familia a un papel puramente secundario.
Desde luego, una consecuencia de la estructura sexual del poder
social ha sido que las profesiones de la sociología y la historia, domi
nadas por varones, han solido tratar los asuntos concernientes a las
mujeres, los niños y la familia como de importancia meramente se
cundaria. Aunque el impacto del movimiento feminista ha dado por
resultado una modificación sustancial de este descuido en lo que
se
re
fiere a los estudios de la mujer, con frecuencia las feministas no se han
interesado demasiado por las mujeres en sí mismas, precisamente por
que han estado ansiosas por destacar la importancia de las mujeres al
margen de la familia. Como consecuencia, la sociología de la familia
ha
permanecido un tanto marginada, relacionada más bien con la política
social. Entre tanto y también con ciertas excepciones-,IO la historia
IO
Entre las cuales se cuentan Tarnara Hareven y
Glen
Elder, cuyo trabajo puede
oponerse, por ejemplo,
al de
Edward Shorter, he
making
of the modem family Basic
Boolcs,
Nueva
York, 1975, o
con
el de Lloyd de Mau.se, he
history
ofchildhood Psycho
history Press,
Nueva
York,
1974.
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Historias de vid
y
cambio social
familiar angloamericana ha sido de especial interés para hombres (his
toriadores, sociólogos y psicohistoriadores ), cuyo principal mensaje
es una complaciente celebración de la modernización progresiva, a
lo largo de los siglos, desde un pasado duro y poco amoroso hasta la
igualdad liberada del presente que, según podemos suponer, ven gozar
a las mujeres y niños de su propia familia.
En
ambos casos, así como en
el
trabajo más cuidadoso de la escuela de historiadores y antropólogos
de
Annales
suele darse por sentada a la economía como un contexto
primario dado, dentro del cual debe desenvolverse la estructura de la
familia. Sigue siendo dificilísimo encontrar una investigación que exa
mine el impacto de la familia
en
el desarrollo económico, o la mutua
interacción de ambos.
Sin embargo, resulta claro que una interacción de este tipo debe
ser de importancia fundamental para el cambio social. Porque la -
milia es la institución social primaria en la que se produce y socializa
la energía humana. En su nivel más simple, le proporciona a la eco
nomía su fuerza de trabajo. Por tanto, se deduce que, a menos que los
cambios demográficos puedan reducirse a una absoluta dependencia
de la economía y esto no es posible-, los cambios en la ideología y
la estructura de la familia deben analizarse como fenómenos críticos
para el desarrollo económico y social global. Pero esta producción de
mano
de obra no es simplemente biológica. En la transmisión de ac
titudes e ideología,
de
un marco de referencia de valores religiosos y
seculares, los mediadores primordiales son las mujeres y los niños, ya
que
es a través de ellos que se dan los pasos iniciales para la socia
lización de cada nueva generación dentro de la familia y del barrio.
Como engendrar y socializar a los niños son procesos esencialmente
privados y domésticos, o por lo menos informales, la entrevista sensi
ble de historia de vida proporciona casi la única forma de compren
derlos e interpretarlos.
No
obstante, la importancia crítica de estos
procesos resulta evidente en
cuanto
asumimos
como
sin duda debe
mos
hacerlo
que la ideología puede tener una influencia significativa
en
el cambio económico y social.
Tal vez valga la pena ampliar este punto partir de ejemplos más
específicos. La vinculación
entre
el protestantismo y las actitudes eco
nómicas que postula Weber en La ética protestante y el espíritu del
capita-
lismo ha sido largamente discutida por los historiadores. Ha llevado,
por oposición, a sugerir que la declinación de la economía británica
después de 1870 puede haberse debido al abandono de los valores pu-
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Rzul Thompson 131
ritanos del trabajo esforzado y la disciplina personal por parte de las
familias de los empresarios, que se asimilaron cada vez más a las cla
ses medias, gastando sus recursos
en
el consumo conspicuo -beber,
ir a fiestas y hasta jugar y dedicarse a las mujeres-
en
lugar de rein
vertidos con ganancias en nuevas máquinas para la fábrica familiar, y
mandando a sus hijos a escuelas privadas en las que aprendían a go
bernar más que a trabajar.
e
ser cierta, esta explicación de la decli
nación económica
no
sólo sería históricamente interesante, sino que
tendría también una inmediata importancia política contemporánea.
Pero no contamos todavía con una historia de la familia empresarial en
Inglaterra, y de la forma
en
que su evolución difiere de la de otras clases
sociales. Una investigación preliminar que llevamos a cabo, compa
rando la vida familiar de empresarios británicos de éxito (los fracasos
son significativamente menos fáciles de rastrear), con las costumbres
usuales de
la
clase alta a principios del siglo
XX,
sugiere que, en un
nivel similar de comodidad material, había distinciones notorias en la
· práctica. A los hijos de los empresarios les regalaban juguetes mecáni
cos, autos y trenes eléctricos, más que caballitos mecedores, y después
recibían cierta formación
en
materia de ciencia o tecnología, más que
en los clásicos. Y sus familias, en conjunto, eran mucho más informales
y demostrativas emocionalmente, hasta el punto de tolerar ataques de
mal genio e incluso malas palabras. Los niños pequeños estaban me
nos restringidos al cuarto de juegos, veían más a su madre y a medida
que crecían, tenían más probabilidad de
mantener
una relación estre
cha con sus padres. Por encima de todo, y debido a diversas razones
-algunas como migrantes, otras por seguir
una
religión minoritaria
estas familias preferían juzgarse a s mismas según sus propios crite
rios, más que según los tradicionales valores de estatus de la sociedad
de clase alta: tenían en común una alta estima por el valor y el logro
individuales. Por el contrario, en la historia de vida de aquellos em
presarios que experimentaron por lo menos una etapa de declinación
económica o la bancarrota, se advertía cierta tendencia a integrarse
con la clase alta rural. En síntesis, parece que
un
factor clave que
alienta la iniciativa empresarial es el estímulo social de la individua
lidad dentro de la familia: ya sea positivamente, por medio de una
expresividad emocional ''progresista o de la creencia
en
la salvación
religiosa individual, ya negativamente, por
el
rechazo de los valores de
estatus de la sociedad convencional. Por tanto, daóa
la
impresión de
que vale la pena continuar y desarrollar la hipótesis inicial; las eviden-
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132
istorias
de
vida cambio
social
cias están a disposición de quien las busque. Pero el debate sobre el
terna entre los historiadores de
la
economía ha descansado en gran me
dida, y
de
manera bastante innecesaria, sobre la simple especulación.
Las
comunidades de pescadores proporcionan un caso
aún
más
claro de la importancia mutua de la familia, la ideología y la economía.
A fin de sobrevivir tienen que contar con la solidaridad comunal para
mantener una fuerza de trabajo, pero
l
estímulo de la iniciativa indi
vidual requería también enfrentar la adaptabilidad recurrente con los
recursos pesqueros, la tecnología y el mercado, que experimentaban
cambios.
El
grado
en
que la economía puede configurar las relaciones
familiares se advierte por la tendencia de las mujeres de familias pes
cadoras, en muchos lugares del mundo, y debido a que
los
hombres
suelen salir al
mar,
a contar con una mayor responsabilidad y autori·
dad familiares, aunque esto varía desde la asociación de los matri·
rnonios, frecuente entre los pescadores costeros, cuyas esposas traba
jan con ellos limpiando y comercializando el pescado, hasta el caso de
los pescadores de altura, que son verdaderos padres ausentistas, cu
yas esposas tienen el papel
de
progenitor único. Pero
la
influencia no
actúa sólo en una dirección. Las historias de vida permiten ver con/
gran precisión el contraste entre el destino de diversas comunidades.¡
En un extremo están los principales puertos de
la
industria pesquera,
donde las largas ausencias
en
alta mar, el exceso de bebida y una im·
placable política por parre de los propietarios de las compañías para
desintegrar a los sindicatos, mantener bajos los salarios e impedir que
los hombres, entre uno y otro viaje, pasaran el tiempo en su
casa
de
gradó y desmoralizó tanto
la
vida familiar y redujo hasta tal punto el
estatus de trabajar
en
la industria, que
ya
no se pudo contar con una
fuerza de trabajo suficientemente calificada: las familias de los pes
cadores mandaban a sus hijos a trabajar en otras cosas. Ésta es una
de las razones (aunque desde luego no es la única) de que, pese a sus
inmensos recursos, en los últimos 20 años los puertos de altura ingle
ses hayan ido perdiendo terreno ante los puertos costeros escoceses,
más pequeños, en los que ha persistido la propiedad familiar de los
barcos. Evidentemente, parte del secreto de estos puertos costeros ha
sido una ideología de trabajo esforzado, de frugalidad y de admiración
por l logro individual inculcada desde la niñez tanto
en
la casa y
en
la iglesia como en la comunidad. Pero tal vez el caso más interesante
sea el de la peculiar prosperidad económica -bastante antes del des
cubrimiento de petróleo en el mar del
Noite de
los pescadores de las
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Paul Thompson
133
islas Shetland, que destacan entre todas las comunidades de pescado
res por el elevado nivel social que le conceden a las mujeres y por la
afectuosa ternura con que
le
ensefian a los nifios a razonar por
{
mis
mos. Cuando a través de las historias de vida se comparan los puertos
de altura y los costeros, así como las diferentes pautas de relación fami·
liar y de valores morales comunes en diversas comunidades costeras,
se vuelve cada vez más claro el papel decisivo de la posición de mu
jeres y niños dentro de la estructura. Porque las comunidades en las
qµe la propiedad de los barcos es familiar, y que han tenido más éxito,
son aquellas en las que más se aprecian el valor y el logro individual,
y que pueden tolerar cierto grado de excentricidad y creatividad; den
tro de una familia autoritaria, jerárquica, dominada por los varones, la
transmisión de esos valores esenciales se ve seriamente inhibida.
Las relaciones entre familia, ideología y economía son, por tanto,
inseparables. Sin duda son fundamentales las restricciones que el sis·
tema económico, la tecnología y los recursos ejercen sobre la forma en
que hombres y mujeres viven su vida. Pero la economfaes una creación
social, y se construye en parte
en
el seno de la familia.
La
labor no re·
munerada de las mujeres
en
el hogar no es tan sólo una contribución
esencial para mantener la estructura existente en un momento dado,
sino también, a través de la crianza de los hijos, la base de la economía
social del futuro y un elemento generador del cambio social.