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Reiremon, ergo sum 1
Cultura, ironía y política: Análisis de discurso de la
Agrupación Cultural Universitaria
El Golpe Militar de 1973 causó una profundo cambio en el modo de pensar de la
sociedad, y particularmente para el caso que nos atañe, en el modo de pensar de
la juventud universitaria, provocó una transformación en la forma de ver a los
demás, en la forma de entender la política y la sociedad y, sobretodo, en la forma
de asociarse.
Ahora bien, en este trabajo nos centraremos en lo que ocurrió con la generación
que comenzó a estudiar en la universidad cuando la dictadura ya estaba
completamente afianzada, particularmente los jóvenes que ingresaron a la
Universidad de Chile desde 1976. 2
La juventud universitaria de los 70’ y los 80’ vivió una desarticulación y una
rearticulación de sus relaciones, asociaciones y políticas, fue atomizada, y logró
crear una nueva identidad, superando los obstáculos que habían sido impuestos
por la dictadura. 3
En el curso de este trabajo intentaremos establecer que el actuar de los jóvenes
que usaron el espacio universitario no fue impuesto por los cambios de la
1 La Ciruela, N°10 Noviembre 1982.
2 Salazar, Gabriel, Pinto Julio “Historia Contemporánea de Chile, Tomo V” Editorial LOM, Santiago 2002, P. 236
3 Zarzuri Raúl, Culturas juveniles, narrativas minoritarias y estéticas del descontento, Ed. Universidad Católica Raúl Silva Henríquez, Santiago de Chile. P 54
sociedad en general, sino que fue precisamente para combatirlos, particularmente
nos centraremos en la Agrupación Cultural Universitaria como muestra de
organización social y política, a través del análisis de su discurso, pese a que éste
no fuera quizás llevado completamente a la acción. Utilizaremos a la ACU como
ejemplo, de la organización que fueron capaces de llevar a cabo los jóvenes, en
particular los universitarios, para no perderse como grupo, generando nuevas
relaciones, para recuperar los lazos perdidos, inventando nuevas formas de
política y asociación, generando así una nueva identidad, en la que se reconocen
como diferentes:
“‘jóvenes de una nueva época’, ‘de otra era’, o ‘que están en otra’, asumiendo que
ese ‘otra’ [estar en otra] a que hacen referencia evoca un momento y un espacio
determinado, que tiene características propias, diferentes a los adultos, a sus
sistemas de vida, a la autoridad, y a todo aquello que represente los modos
tradicionales de la vida social.”4
Esto no se trataba de rebeldía, no era renegar de todo lo anterior por encontrarlo
anticuado, sino que lo anterior, las formas de relación, las formas de la educación
y la política, les fueron negadas, de modo que tuvieron que inventar formas
propias. ***
Los días que siguieron al 11 de Septiembre de 1973 fueron días de susurros,
puertas cerradas y miedo. Toda la población se encontró en la más absoluta
incertidumbre sobre lo que ocurriría, y la Universidad de Chile no fue la excepción5
La intervención por parte de los militares en la Universidad era ya muy evidente,
pues a muchos estudiantes se les negó el derecho a estudio dentro de la Escuela
y los profesores fueron anulados en sus puestos de trabajos, muchos de ellos
despedidos de sus funciones e incluso perseguidos por el régimen.6
4 Zarzuri Raúl Op. Cit. P 55
5 Entrevista a Jorge Recabarren, realizada por Genaro Balladares y Esteban Romo, 16 de Marzo de 1995, aparecido en García Monge, Diego: “Los Muchachos de antes. Historias de la FECH 1973-1988” Editorial Universidad Alberto Hurtado, Santiago, 2006, p. 186 no se sabe con exactitud cuál fue el numero de expulsados, pero se estima que fue un 25% del plantel docente, de un 10 a 15 % del personal no académico y de un 15 a un 18% de los estudiantes, completando un total estimado de más de
La sociedad chilena se hundió en un complejo miedo, que no solo era hacia la
entidad estatal, sino que también al contexto social, es decir a los propios pares
que rodeaban al individuo de la época. 7
Este fue el sistema en el mundo universitario, la intervención militar fue tal, que las
relaciones sociales dentro de las facultades se vieron trastocadas por el síndrome
del terror y la individualización, en pocas palabras nadie era confiable.
“Entre los estudiantes imperaba la desconfianza y el temor de unos a otros, y
siendo tan escasas las alternativas de reunión al interior de los recintos
universitarios fuera de las clases, para muchos de ellos la vida universitaria se
reducía al circuito que iba de la casa a la clase y de ahí a la casa”8
El régimen militar implicó un atropello de todos los derechos humanos, entre ellos
el derecho a asociación y deliberación ciudadana, eliminando casi por completo
las organizaciones sociales, hecho que potenciaba aún más la individualización
que el miedo había generado. Las asociaciones y organizaciones universitarias no
fueron la excepción.
“Tratándose de organizaciones estudiantiles formales y reconocidas, salvo el caso
de la FEUC, todas las federaciones estudiantiles fueron disueltas, como asimismo
los centros de alumnos…”9
Pero no se trataba sólo de actos abiertamente represivos, sino también de
acciones subrepticias, destinadas a impedir que los estudiantes hicieran cualquier
cosa que no fuera estudiar. 10
Los estudiantes, incluso aquellos que tenían intereses en participar en la política
estudiantil y de hacerla resurgir se veían imposibilitados, precisamente por el
grado de atomización y desconfianza que se cernía sobre ellos. 11
20.000 personas (Pozo Hernán, Garretón Manuel Antonio, Programa FLACSO n° 213 Santiago de Chile, 1984, P. 14)7 García Monge, Diego: Los Muchachos de antes. Historias de la FECH 1973-1988. Edit. Universidad Alberto Hurtado. Santiago, 2006, P. 208 García Monge, Diego, Op. Cit, p. 269García Monge, Diego, Op. Cit, p.2310 García Monge, Diego, Op. Cit, p. 2611 Entrevista a Carlos Pérez, 18 de noviembre de 1996, aparecido en García Monge, Diego, Op. Cit, P. 27
La política estudiantil como se había llevado a cabo en Chile hasta ese minuto
parecía acabada. Las ideas estaban, las ganas seguían presentes, pero faltaban
los espacios.
***
La intervención militar de las universidades generó junto a otros hechos el “apagón
cultural”12, que habría de durar poco más de tres años. Este periodo se caracterizó
por la censura y la supresión de la lectura, entre otras cosas. A esta época
pertenecen también las conocidas imágenes de quema de libros por parte de
efectivos militares. Esto responde a la necesidad de afianzar el poder sobre la
gente más allá de la represión física. 13
Durante este período el actuar del gobierno militar se afianzó aún más, pero así
como se afianzaron las prácticas militares, los jóvenes universitarios comenzaron
a buscar, tímidamente, nuevas formas de agruparse sin ser reprimidos, nuevas
formas de expresarse sin que los persiguieran. 14
Las artes y los deportes fueron, por tanto, los nichos de reagrupación de los
jóvenes universitarios. El arte y la cultura, se convirtieron en la forma de protesta,
en la nueva forma de disidencia, y los jóvenes universitarios emprendieron un
nuevo camino, lejos del espacio que les era vetado, generaron nuevas formas de
hacer política, considerando que la cultura no era simplemente un medio para
ocultar las verdaderas inclinaciones de los participantes, sino política en sí misma.
“En cierto sentido un movimiento es una forma de acción -aunque agresiva- pero
es también muchas cosas más”15
Entender lo político en los años setenta y ochenta es muy diferente a entender lo
político en los años veinte, en los sesenta y en actualidad, ya que va a depender
12 El “apagón cultural” fue un fenómeno de parálisis, de estupor y miedo, una pausa de silencio quizás prolongada pero que no podía por cierto durar indefinidamente. En Mouesca, Jacqueline, Plano Secuencia de la memoria de Chile, Edit. del Litoral, Santiago, 1988. P. 159.13 Muñoz Tamayo Víctor; ACU: Rescatando el Asombro, Santiago de Chile, 2006. P. 6614 García Monge, Diego, Op. Cit, P. 29 15 Tarrow, Sidney “El poder en movimiento. Los movimientos sociales, la acción colectiva y la política” Editorial Alianza Universidad, Madrid, 1997,P. 69
del contexto y lo que determina la sociedad de la época en tanto al poder que se
ejerce, es decir, lo que se considera como algo prohibido desde el punto de vista
del poder en una época no necesariamente lo es en otra y por lo mismo los
movimientos sociales se configuran en base a estos cambios en la percepción del
poder.
“Aunque los movimientos casi siempre se conciben a si mismo como algo exterior
y opuesto a las instituciones la acción colectiva los inserta en complejas redes
políticas, poniéndolos así al alcance del estado. Aunque solo sea eso, los
movimientos enuncian sus exigencias en términos de marcos de significado que
resultan comprensibles para un sector más alto de la sociedad; emplean formas
de acción colectiva extraídas de un amplio repertorio, y desarrollan tipos de
organización que a menudo son replicas de las organizaciones a las que se
oponen”16
Para el caso chileno, es preciso aclarar en primera instancia que no existe solo un
tipo de política, sino una dinámica entre la política estatal dirigida por la elite y la
política popular que se genera en respuesta a ésta. En este contexto en el que
podemos hablar de los diversos movimientos reivindicativos que caracterizaron la
mayor parte del siglo XX, tales como los que originaron la coyuntura de 1925, la
denominada Batalla de Santiago de 1957, que fue un movimiento originado por la
clase universitaria debido a las diferentes alzas, la reforma de 1967, movimiento
estudiantil para otorgarle autonomía al estudiantado, etc.
Ahora bien, la política estatal chilena sufrió un cambio abrupto con el Golpe de
Estado de 1973 y la posterior implantación de la dictadura militar, el miedo, como
establecimos anteriormente, comenzó a reinar en Chile, la gente desconfiaba,
generándose una individualización de la sociedad, los jóvenes dejaron los sueños
de un cambio y como el resto de la población hicieron el intento de pasar
desapercibidos.
16 Tarrow, Sidney “El poder en movimiento. Los movimientos sociales, la acción colectiva y la política” Editorial Alianza Universidad, Madrid, 1997,p. 61
La política estatal era represiva y autoritaria, utilizaba el miedo de la población
para mantener a la misma bajo su control, pero este escenario no implicaba la
falta de resistencia, sobretodo de la población más joven que buscó nuevas
formas de demostrar su desacuerdo con un régimen impuesto por la fuerza, y en
esas nuevas formas encontraron una nueva identidad, generaron una nueva visión
del mundo.
“Era una cultura emergente, que tendía a transformar la memoria de la derrota en
un poder interpretativo y expresivo capaz de alentar una nueva identidad
generacional. Las decenas de miles de grupos juveniles que se formaron entre
1974 y 1982 se enfrascaron en un murmullo continuo, en un diálogo
ininterrumpido, en una marejada de símbolos orales retumbando en un mundo de
catacumbas (humano, social, comunitario, creativo), henchido de luz interior
(opacaba el día, dominado por la fuerza). No era el espacio público, pero era el
espacio autónomo “de las bocas””17
Esta es una nueva forma de entender la política, es una política a través de otros
medios, no es la política de partidos, sino un poder emanado directamente de la
sociedad, que es, según algunos autores, lo que la política debería ser.
Ahora bien, ¿Se podría entender esto tan solo como una manifestación social y no
política en si, debido a no encontrarse un enfrentamiento directo con el ente
institucional?
“las más clásicas definiciones de política contienen siempre la precisión que esta
es una actividad social, pero que no toda actividad social es política. Para ser
política una actividad social debe estar directamente relacionada con el poder
general que se ejerce en una sociedad
Pero estas apreciaciones de manual nada nos dicen acerca del tipo de relaciones
que existen entre lo social y lo político, ni mucho menos hacen notar que lo social
17 Salazar Gabriel y Pinto Julio, Historia Contemporánea de Chile, tomo V, Ed. LOM, Santiago de Chile, 2002. P. 237
y lo político constituyen abstracciones analíticas del comportamiento humano a
menudo no claramente diferenciables en momentos históricos concretos.” 18
En este caso, el movimiento generado a fines de los setenta no se puede
categorizar como un movimiento social simplemente, ya que como dice Baño, lo
social y lo político no se pueden diferenciar como categorías, sino que se mezclan
sin dejar el espacio para la separación.
***
Ahora bien, el proceso de reagrupación de los estudiantes tuvo como inicio, en la
universidad de Chile, los talleres culturales y deportivos, como ya vimos, pero
además de esto se produjo una proliferación de pasquines, panfletos y
publicaciones informales que se pasaban de mano en mano, a través de éstos se
generó un espacio crítico, de discusión, que se vio unido al nuevo núcleo de
actividades que comenzaron a multiplicarse entre los estudiantes. 19
Vemos entonces que la actividad cultural no era solo llevada a cabo como forma
de distracción y esparcimiento, sino que surge como una nueva forma de hacer
política al interior de la universidad, abriendo un espacio crítico a través del arte,
es decir que la cultura como educación genera ideología a través de la opinión. La
forma de hacer política a través de la cultura se popularizó, no solo entre los
universitarios, sino también en las clases populares, porque presentaba una
18Baño, Rodrigo. Lo social y lo político. Ediciones Aillavillo. Santiago, Chile, 1985. P.15319 García, Monge Diego. Op. Cit. P. 80: “Este escenario de rearticulación de un espacio deliberativo a
través de la palabra escrita, asunto consustancial por lo demás a la naturaleza de la universidad,
se vio acompañado por una amplia red de actividades culturales que se levantó desde las bases
estudiantiles durante el período 1976-1980 una de cuyas expresiones cimeras fue la ACU como
ente coordinador de talleres artísticos, musicales y literarios. Todas estas actividades no
respondían, en general, a una mera expresión estética del arte por el arte, sino que se engarzaban
al proceso de resurrección de las instancias de participación política en la U.”
alternativa inclusiva, atractiva y de base a la opción de los núcleos partidarios, la
cultura podía incluirnos a todos, sin excepciones ni exigencias. 20
En el ámbito universitario, particularmente la Universidad de Chile, hubo una
organización que se avocó a la actividad cultural como forma de unir a los propios
estudiantes y a la sociedad chilena en general. La Agrupación Cultural
Universitaria (ACU), fundada en 1977, que “la expresión organizacional de un
fenómeno preexistente pero que se había desarrollado de un modo difícil de
constatar. Esta fue la experiencia de los talleres. […] Los talleres han sido
descritos como organizaciones de base, autónomas, abiertas a la comunidad.
Surgieron de manera espontánea, en diversas escuelas, fruto de la necesidad y no
por decisión administrativa o burocrática de nadie […] Los talleres comprendían
muy diversas expresiones artísticas y culturales, que más tarde se agruparon en
las ramas de literatura, de teatro, de música y de plástica de la ACU.”21
La ACU se caracterizó por ser una organización en la cual los jóvenes
desempeñaban actividades artísticas con alto contenido político, tanto en su forma
de organización, porque se organizaban de manera democrática, privilegiando las
asambleas, como en las obras de arte donde también se puede constatar una
ideología definida por los diferentes mensajes subliminales referidos al régimen
imperante.
La Ciruela fue la revista, y ente fundamental en la vida de la ACU, definida por
ellos mismos como “Cuasi-revista, intento de asesinato periodístico-cultural que
publica la ACU”. Esta fue publicada por primera vez en agosto de 1979 y siempre
con el lema de “la Ciruela florece siempre antes que la primavera”, dejando
sumamente claro la necesidad de democratizar las organizaciones universitarias y
proteger el derecho a expresión.
Esta revista traía diversos contenidos, entre ellos diferentes tipos de artículos
sobre las manifestaciones artísticas y culturales, estableciendo en sus
20 Salazar Gabriel y Pinto Julio, Historia Contemporánea de Chile, tomo V, Ed. LOM, Santiago de Chile, 2002. P. 24121 García Monge, Diego, Op. Cit, P. 91
composiciones una referencia constante a la libertad. La Ciruela estaba llena de
homenajes a escritores, músicos y grandes poetas, así como también entrevistas
a personajes importantes de la época, profesores y alumnos destacados. La
editorial entregaba la esencia de la revista, en donde estaban presentes todos los
elementos de enojo en pos de la libre expresión.
“Sin libre expresión y diálogo, el arte y demás manifestaciones del proceso cultural
tienden a tornarse intimistas, etéreas y unilaterales, reflejando solo realidades
parciales y caducando en su carácter transformados, como poderoso vehículo de
comunicación y consenso entre los hombres. La censura es la aliada del
oscurantismo; la prohibición es la antesala del atraso.”22
En la ACU se entrelazaban dos procesos, uno era el proceso artístico en sí, como
modo de libre expresión a través de creaciones artísticas alusivas al contexto
nacional, el cual era el propósito de la organización. El segundo proceso estaba
relacionado con el fenómeno que tenia lugar dentro del discurso que tenían acerca
de su forma de organización, que aparecía plasmada como democrática y alusiva
a la libre expresión.23
“Estamos por una Cultura que nazca de todos, que pertenezca a todos en su
génesis y en su práctica diaria”24(Revista La Ciruela)
Al plantearse la ACU ciertas prácticas como básicas dentro de su propio discurso,
como es el caso de la democracia y la libre expresión, es posible pensar que estas
peticiones eran fruto de una experiencia estudiantil anterior, una experiencia que
va desde la creación de la FECH hasta la Reforma Estudiantil de 1967, donde el
accionar estudiantil llegó a su apogeo en materia de movilización, en donde hubo
un planteamiento directo de participación política: “Universidad para todos, es
decir, la universidad debía estar abierta al pueblo, tanto en disponer de capacidad
para acoger a todos los que tuvieran condiciones para cursar estudios superiores,
sin importar su situación socioeconómica, como en su quehacer académico, que
22 La Ciruela, Nº 1, Santiago de Chile, 1979. 23 Agrupación Cultural Universitaria, informe I seminario, , Santiago de Chile, año 1979, P. 124 La ciruela, Nº 3, Santiago de Chile 1979.
debía contemplar las necesidades de las clases más desposeídas. En el fondo, se
pensaba que al aumentar la matrícula de estudiantes universitarios y técnicos,
tendría que elevarse el nivel cultural del pueblo chileno”.25
Si bien la generación de la ACU era muy distinta a la generación de 1967, se
puede descifrar que hay un discurso heredado, ya que establecer en un contexto
de represión total un discurso de libre expresión como algo básico era imposible
sin un antecedente estudiantil que avalara dicha petición. 26
La Reforma Universitaria tenía diversos objetivos, entre ellos era democratizar la
universidad y pluralizarla, potenciando la participación política, pero con diversas
características en las diferentes universidades de la época.
“Cogobierno; o la participación de todos los estamentos en la elección de las
autoridades de los planteles de educación superior. Estas demandas fueron
emprendidas por todas las universidades chilenas, claro que cada una con
distintas características, debido a sus especiales particularidades”27
La especificación de la reforma en la Universidad de Chile era muy amplia en
materia de objetivos, en dónde los estudiantes tenían un rol con la sociedad muy
fuerte, tratando de hacer un cambio importante en la comunidad juvenil. 28
La ACU fue aceptada por las autoridades de la Universidad, pero poco a poco
fueron poniendo trabas para la configuración de la misma, lo que conllevó que
tuvieran muchos problemas para expresarse. Pese a esto encontraron la forma
para manifestarse mediante diversas modalidades artísticas, como lo fue la
creación de talleres, logrando al año de su fundación, contar con más de 70
talleres en toda la Universidad. 29 Además debemos sumar el órgano oficial que
25 Rosenblitt B, Jaime. La reforma universitaria 1967-1973, Santiago de Chile, p.2. En Sitio web: www.memoriachilena.cl.26 Zarzuri Raúl, Op. cit. P 4227 Rosenblitt B, Jaime. La reforma universitaria 1967-1973, Santiago de Chile, en Sitio web: www.memoriachilena.cl28 Garretón, Antonio Manuel y Javier Martínez. La reforma en la Universidad de Chile. Edit. Sur. P 53.29 La Ciruela N°7, Santiago, 1980.
fue la revista La Ciruela, los “Caupolicanazos” –en donde se realizaban grandes
conciertos de la música emergente de la época- exposiciones artísticas, festivales,
congresos y seminarios.
“Más que un Festival, este encuentro significa una mirada al camino recorrido […]
Cuando naciera en Octubre en 1977, la ACU se planteó como un canal sólido de
expresión de los universitarios, funcionarios docentes y alumnos. A través de ella
ha tenido salida lo que tantas veces es impedido por otros canales: el derecho a
expresión.”30
La ACU, además de recuperar la comunidad universitaria, además de intentar
llegar a toda la población, centrándose en las bases de la sociedad, para esto
crearon diversos festivales de música que tenían como característica la aceptación
de diversos grupos que eran externos a la Universidad de Chile. Este discurso de
libre expresión lo hicieron llegar a través de las metáforas de las canciones que se
presentaban en el mismo festival.
“A mi Ciudad”, fue una de las canciones más reconocidas del grupo de música
Santiago Del Nuevo Extremo, el cual era conformado por tres estudiantes de la
Universidad de Chile y participantes activos de la ACU31. Esta canción es una
muestra concreta de las denuncias que hace la agrupación, pues ésta hace
mención al toque de queda, al apagón cultural, al terror vivido en las calles de
Santiago de Chile y el llamado explicito a sumarse a esta carrera cultural,
expresando los abusos dictatoriales.
Si bien la ACU tenía un mensaje claro en su discurso en algunos aspectos, en
otros era un poco más complicado dilucidar cual era su objetivo para con la
sociedad, pues hablaban de libre expresión y democracia en un mundo oprimido y
sus mensajes subliminales invadía el arte creado por ellos mismos, pero a su vez
nunca se tiñeron de un color político definido que los situara de una manera
tajante contra el régimen. Esto nos podría hacer pensar que la ACU era más bien
30La Ciruela, Nº 2, Santiago de Chile 1979.31García Monge, Diego, Op. Cit. P. 92
una organización sin relación con la política, por el hecho de no querer
relacionarse con ella.
Sin embargo el actuar de la ACU no era ambiguo de forma casual, sino que más
bien era una estrategia para escudar su discurso y no ser acusado de subversivo
contra la dictadura y de esa manera ser capaces de realizar sus actividades. 32
El discurso de La Ciruela no era partidista, sino que ridiculizaban e ironizaban,
porque debía permanecer en la sociedad, si bien no eran directos sobre el
acontecer nacional este era para evitar la represión. Todo estaba en códigos. Su
idea era permanecer, y asegurar su permanencia, para seguir con la lucha, era su
manera de hacer política y ésta aseguraba abarcar una gran cantidad de
población a través de su difusión; tener un espacio de reunión y expresión, para
que la comunidad se uniera y no se rompiera en el tiempo. Es así como aquí se
rearticularon las comunidades universitarias que se fragmentaron con el golpe.
En las imágenes presentadas se observa claramente el discurso irónico y agudo
de la ACU, si bien resulta bastante directo vemos que la ironía va dirigida a la
derecha, pero también un poco a la izquierda revolucionaria, como es el caso de la
última imagen. La ironía y el humor servían para presentar la crítica de una
manera graciosa, de tal modo que el público la recibiera de forma diferente,
logrando presentar que la realidad más dura y extrema, haciendo que el público
fuera consciente de ésta, pero, restándole dramatismo.
***
La educación y el potenciamiento del pensamiento crítico, eran dos elementos que
formaban parte esencial de la ACU. Este incentivo cultural en un contexto donde
pensar y crear opinión estaba prohibido va ser indispensable para este grupo de
estudiantes que no poseían ningún tipo de contacto político, en tanto a partidos. El
cultivo de nuevas ideas y el reconocimiento de las prácticas represivas del
gobierno, fue impulsado por las diferentes actividades y talleres que promovían
32 Ibid.
nuevas maneras de educarse a ellos mismos y luego a la comunidad que se
acercaba a la universidad.
“Entendemos Cultura como el resultado de la interacción dinámica de los hombres
entre sí y con el mundo material que los rodea, lo cual tiene como consecuencia
una transformación, tanto del hombre como su medio ambiente”33
Su discurso estaba apegado a la defensa de la cultura como estudiantes y a los
cercanos a la comunidad universitaria, es así como estas disciplinas se
transformaron en actividades masivas, es decir, que ya no solo pertenecían a un
grupo selecto, sino que a todo el conjunto universitario. Había una capacidad muy
grande para crear, todo podía convertirse en arte, o todo podía ser una expresión
sin tener que ser “un artista”, es por ello el éxito de la ACU.
“Estamos por una Cultura que nazca de todos, que pertenezca a todos en su
génesis y en su práctica diaria”34
Es en este punto donde queremos detenernos para poder analizar y poner énfasis
en el concepto base que motivaba el actuar de la ACU, este es como ya vimos, la
cultura y la promoción de ésta.
La cultura es el aspecto más permanente de una sociedad, es un hilo conductor
que guía el desarrollo de una determinada población, es el marco general de las
relaciones y clave de la identidad de un cierto grupo humano. 35
La cultura crea cultura, es decir la cultura educativa auto impartida a través de
pensamiento crítico, crea cultura de rebeldía. Ésta no puede desaparecer así
como así, no es un movimiento reivindicativo, ni un fenómeno aislado, es una
forma de entender la realidad. Por mucho que se intentara suprimir la capacidad
de pensar, la dictadura no podía matar a la cultura completa, las muestras
culturales no pueden ser borradas de la memoria colectiva, como tampoco pueden
33 La Ciruela, n°7, Santiago de Chile, 1980. 34 La Ciruela, n°3, Santiago de Chile 1979.35 Salazar Gabriel y Pinto Julio, Historia Contemporánea de Chile, tomo V, Ed. LOM, Santiago de Chile, 2002. P. 289
ser siempre asociadas a una subversión política y es aquí donde se rearticuló la
sociedad como comunidad, a través de las actividades culturales se regeneraron
los lazos perdidos en el año ‘73 en manos de una nueva generación.
Ahora bien, ¿por qué el gobierno militar se preocupó de tal manera por suprimir
las muestras y los centros culturales a comienzos del 70? Porque bajo su lógica
tenía sentido deshacerse de las sedes de los partidos de oposición, pero ¿por qué
suprimir también los libros o las canciones? ¿Qué era lo que el régimen militar
temía de la cultura?
La cultura asociada a la juventud en Chile fue la que con más fuerza intento
reprimirse, por ser una cultura que impulsaba al pensamiento autónomo, a la
libertad y a las diferentes formas de expresión, es decir todo lo que el régimen
militar intentaba controlar. La cultura entrega opinión y conciencia, que a su vez
crea política.
Según Gabriel Salazar la cultura dominante impuesta por la oligarquía, obliga a los
otros sectores de la sociedad a generar otras culturas en como modo de
sobrevivencia o como directa oposición a esta cultura impuesta. La cultura de los
jóvenes entra en este segundo parámetro. 36
Este movimiento estaba compuesto por un grupo reducido de jóvenes
universitarios, que son definidos como “los niños del golpe”. Hablamos de una
juventud universitaria que fue marcada por el miedo que irrumpió en el año 1973.
Estos universitarios en su mayoría eran de la Universidad de Chile, que
comenzaron a crear diversos talleres de expresión cultural marcados por
mensajes de tinte político.
36 Salazar Gabriel y Pinto Julio, Historia Contemporánea de Chile, tomo V, Ed. LOM, Santiago de
Chile, 2002. P. 290“… haciendo de la identidad un combate permanente por la promoción de
cambios significativos en la sociedad lo que ha generado y sigue generando una cultura de
resistencia, rebeldía y propuesta alternativa (que tiene algo de desafiante y de ‘enemigo interno’)”
“Ahora bien, sin este ciclo de refugio y creación cultural colectiva, es poco
probable que en pleno apogeo del poder dictatorial hubiesen “estallado” veintidós
jornadas populares de protesta durante cinco años consecutivos (1983-1987), con
un altísimo costo en vidas juveniles (durante el primer año de protestas, 44 de los
75 muertos eran jóvenes de menos de 25 años, como también 109 de los 156
heridos a bala). La “identidad rebelde” que se enfrentó a Pinochet cuando la
dictadura estaba en el pináculo de su poder no era sino la forma de poder que los
jóvenes habían fraguado en sus madrigueras de refugio, en sus talleres y en sus
encuentros y reencuentros “de todo nivel”. La “fuerza de los 80’” no nacía en rigor
de los mismos 80’ sino de la segunda mitad de los 70’.”37
***
Establecer una categorización de la ACU a través de su propio discurso resulta
muy complejo, pues la agrupación estaba configurada por diversas aristas que la
hacen única, inserta en un contexto que resultaba igualmente único. Estamos
hablando, por tanto, de un fenómeno que quizás tuvo su inicio por una necesidad
social, de restablecer lazos humanitarios y relaciones sociales y terminó siendo
una herramienta de crítica contra el régimen imperante. Su discurso estaba
colmado de elementos que prohibidos en la época, generando así un movimiento
político, en donde la cultura era política en sí, es decir, que no se puede establecer
una diferenciación entre un movimiento cultural y un movimiento político, porque
ambos componen el fenómeno de la generación de 1977 en la Universidad de
Chile.
Este movimiento denotó mucha inteligencia a la hora de abordar su
malestar y enojo acerca del acontecer nacional utilizando el humor, la ironía y el
reproche implícito. Si bien la ACU no fue la organización que detonó la caída el
régimen militar, fue la semilla que se plantó en la mente del estudiantado
universitario, que causó el desarrollo de la expresión contra accionar militar.
37 Salazar, Gabriel. Op. Cit. P.242.
Apéndice de citas:
Página 1
“El Golpe Militar de 1973 desencadenó un primer movimiento de repliegue a
posiciones de “refugio”, que se extendió aproximadamente, entre 1973 y 1980.
Cabe hacer notar que el repliegue no lo vivieron tanto los jóvenes del ‘68 sino los
adolescentes que tenían 13,14 o 15 años al momento del golpe militar, quienes
son los que de hecho formaron la generación de los 80 propiamente tal. El
repliegue adoptó la forma de “integración adolescente” en ciertos espacios íntimos
de refugio, reagrupación y resistencia. La generación de los 80 vivió, en su
primera fase (1974-1980), integrándose en un proceso histórico que tenía más de
introversión y clandestinidad que de extravertida politización” 38
“En el contexto de la dictadura militar, la juventud chilena fue caracterizada por
algunos enfoques teóricos predominantes, como una juventud -anómica- y
desintegrada que expresa efectos y cambios socioculturales supuestamente no
deseados de la socialización en el proceso de modernización que está viviendo el
país (Valenzuela, 1985). Por lo tanto, se hacía referencia a la crisis de adaptación
e integración expresada en la desarticulación del mundo colectivo y la crisis de
identidad cultural que se experimenta en la desarticulación de los valores,
expresada, en la desintegración de la comunidad y una ruptura de las relaciones
primarias.”39
Página 2
“El día 12 toque de queda temprano, y el 13, toque de queda todo el día. Entonces
llega un jeep a mi casa, y en ese momento pensé lo peor pues ya se sabía de los
muertos […] nos recibe el comandante Lápostol, de la FACH, haciéndonos pasar
para que visitemos el Pedagógico y verifiquemos que no hay ningún muerto ni
nada anormal […] Yo no contaba con ningún registro […] por lo tanto no sabía
quiénes estaban y quiénes faltaban […] Los cabros trataban de hacernos señas,
38 Salazar, Gabriel, Pinto Julio “Historia Contemporánea de Chile, Tomo V” Editorial LOM, Santiago 2002, P. 236
39 Zarzuri Raúl, Culturas juveniles, narrativas minoritarias y estéticas del descontento, Ed. Universidad Católica Raúl Silva Henríquez, Santiago de Chile. P 54
pero nos prohibieron mantener comunicación verbal con ellos. Entendimos que las
señas eran porque faltaba algún compañero o compañera […] Veíamos caras
conocidas, que trataban de comunicarse, pero no era posible. Claro, estaban los
estudiantes, pero ¿eran los cincuenta que vimos, o tenían que ser cien o
doscientos?”40
“Los jóvenes universitarios de 1973 también hubieron de esconderse, replegarse
“Aunque el régimen militar demoraría siete años en crear su propio modelo
universitario, al momento de tomar el poder de las universidades al menos tenía
claro cual era su adversario. (…) Ahora bien, a juicio de los militares, los
problemas de la universidad no tenían solamente que ver con la existencia de
personas que introducían el orden en los claustros, sino mas bien con una
estructura que posibilitaba tal situación En la opinión del gobierno militar era la
universidad reformada la que merecía una intervención a fondo, la que fue
emprendida con criterio quirúrgico, haciéndose reiterado el recurso de expresiones
como extirpar o depurar.”41
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“La secuencia (de depuración de las universidades) se completa con la acción
dirigida al grueso del estudiantado, con medidas que inhiben sus actividades
asociativas, fomentando la competencia entre los estudiantes en el ámbito
académico, y la atomización y control de los mismos fuera del aula […] el estudio
constituiría para el estudiante el 90% de su tiempo, el 10% restante se orientaría a
40 Entrevista a Jorge Recabarren, realizada por Genaro Balladares y Esteban Romo, 16 de Marzo de 1995, aparecido en García Monge, Diego: “Los Muchachos de antes. Historias de la FECH 1973-1988” Editorial Universidad Alberto Hurtado, Santiago, 2006, p. 1841 García Monge, Diego: Los Muchachos de antes. Historias de la FECH 1973-1988. Edit. Universidad Alberto Hurtado. Santiago, 2006, P. 20
las actividades extracurriculares y nada a la política. Además se controlaría la
asistencia a clases.”42
“Yo solo podía dedicarme a ser estudiante universitario. Hasta 1976 lo pasaba en
la casa, luego de las clases, sin hacer nada políticamente hablando […] Las
dinámicas en las que uno estaba eran lo suficientemente atomizadas y oscuras
como para que uno tuviera tiempo para esas cosas: me sacaba puros sietes en
física” 43
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“… Chile vivía una suerte de ‘apagón’ o ‘vacío cultural’, caracterizado por la baja
producción cultural y la escaza presencia de espacios para la apreciación artística,
entonces los medios de comunicación culparon de tal apagón a una serie de
factores […] la disminución en la edición de libros que había bajado de 1497
títulos en 1965, a tan solo 618 en 1675 […] la crisis de la industria discográfica, así
como el ascenso del consumo televisivo al que acusó de ‘remplazar la lectura’ y
obedecer a una masificación comunicacional reñida con la ‘cultura
trascendente’.”44
“Las iniciativas de reorganización estudiantil comenzaron temprano, pero en
condiciones de la mayor precariedad. Dentro de los recintos universitarios, éstas
se orientaron hacia los deportes y las artes. […] Estudiantes que antes eran
desaprehensivos frente a las expresiones artísticas, comenzarían sus primeros
solfeos y coreografías en el ballet folclórico de la Facultad de Ingeniería y en el
Ballet Antumapu, conjuntos sobre los que no recaía ningún tipo de sospecha y que
incluso formaban parte de las celebraciones oficiales […] Pero estos primeros
agrupamientos políticamente inocuos demorarían no menos de cuatro años en
42 García Monge, Diego, Op. Cit, p. 2643 Entrevista a Carlos Pérez, 18 de noviembre de 1996, aparecido en García Monge, Diego, Op. Cit, P. 2744 Muñoz Tamayo Víctor; ACU: Rescatando el Asombro, Santiago de Chile, 2006. P. 66
revertir la atomización y la desconfianza entre los mismos estudiantes que se
incorporaban a ellos” 45
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“Tanto entre los jóvenes pobladores como entre los universitarios se desarrolló,
entre 1976 y 1982, un ciclo “comunitario” centrado en la creación cultural, el que,
pese a su temprano eclipse, dejó profundas huellas en el movimiento popular y en
el universitario […] Fue evidente que “la agrupación”, el “taller” y la “convocatoria
abierta” eran más atractivos para los adolescentes y los jóvenes que los “núcleos
partidarios”, sobretodo, porque permitían “participar” en actividades de todo tipo:
creativas, de ayuda solidaria, de entretención y, aún, políticas, sin la imposición de
jefaturas, comandos centrales y normas disciplinarias.[…] mientras que los
resultados […] estaban siempre a la vista, más acá del enemigo, y no flotando en
un futuro utópico, a través de ese enemigo. […] Podría decirse que, a través de
estas prácticas, se recuperó y fortaleció en los sectores populares un nuevo tipo
de conciencia de clase, basado en la memoria de un quehacer protagónico propio,
y en una diversificada capacidad de acción y producción, en la que “lo político” era
una facultad más, inmersa en “lo social” y determinada por “lo cultural” y “lo local”.
Es lo que muchos jóvenes llamaron su militancia social.”46
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“de esta forma, los jóvenes son jóvenes que estudian en la Universidad; son los
constructores del cuento generacional como señala Cottet (1994), que en los años
60 y 70 fundarán un relato contra-cultural, capaz de generar una memoria
generacional. Son los jóvenes de la reforma universitaria que se embarcaran en
45 García Monge, Diego, Op. Cit, P. 29 46 Salazar Gabriel y Pinto Julio, Historia Contemporánea de Chile, tomo V, Ed. LOM, Santiago de Chile, 2002. P. 241
los grandes cambios societales que afectaran al país, por lo tanto son
protagonistas del cambio”47
“En lo fundamental, ella señala que ‘la reforma de la U.Ch esta inspirada en el
propósito especifico de superar las condiciones sociales y culturales negativas que
vive actualmente el país’. ‘Su reforma constituye una necesidad revolucionaria
inseparable de las aspiraciones que se orientan en el sentido de crear un nuevo
tipo de comunidad humana’. Agrega que ‘la reforma de la universidad puede
determinar cambios sociales profundos solo concibiéndola desde la naturaleza
esencial de su hacer’. ‘De ahí que la organización de las ciencias constituye una
dimensión básica de la reforma revolucionaria de la universidad’, lo que impone
modificar los métodos de enseñanza, ‘impone enseñar desde los fundamentos de
las ciencias’. Se trata de hacer una reforma ‘que tenga por consecuencia
transformaciones revolucionarias’. Por otra parte, la necesidad de planificar la
ciencia debe eludir todo riesgo de ahogar la libertad creadora.”48
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“Santiago, quiero verte enamorado
Y a tu habitante mostrarte sin temor
En tus calles sentirás mi paso firme
Y sabré de quien respira a mi lado.
En mi ciudad murió un día
El sol de primavera
En mi ventana me fueron a avisar”
(Santiago del Nuevo Extremo- A mi CiudadLuis Le-Bert estudiante de Arquitectura Universidad de Chile)
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47 Zarzuri Raúl, Op. cit. P 4248 Garretón, Antonio Manuel y Javier Martínez. La reforma en la Universidad de Chile. Edit. Sur. P 53.
“esta ambigüedad fue posteriormente mantenida por la ACU como un recurso
constante para eludir la censura de las autoridades tanto universitarias como
gubernamentales, cada vez que fue necesario. En tal sentido una de las
características más notorias de las expresiones artísticas canalizadas en la
agrupación fue el humor, la ironía y un lenguaje más bien críptico para referirse a
la realidad del país.”49
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“ante esta poderosa articulación cultural los sectores medios se han vistos
obligados a desarrollar una cultura de acomodos cambiantes. Es decir: han debido
construir sus proyectos identitarios en los intersticios y goznes de la cultura de
dominación”50
Apéndice de iconografía:
49 Ibid. 50 Salazar Gabriel y Pinto Julio, Historia Contemporánea de Chile, tomo V, Ed. LOM, Santiago de Chile, 2002. P. 289
Fuente: La Ciruela n° 10, noviembre 1982, p. 10
La Ciruela N°5 junio-julio 1980
La Ciruela N°5 junio-julio 1980
La Ciruela N°10 Noviembre 1982